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Homilía de Fr. Nelson Medina, O.P.
¿Qué estás acumulando? ¿Lo que acumulas te está aplastando o te lo puedes llevar? ¿Lo que has acumulado para quién será? ¿Qué pasaría si empezaras a acumular sonrisas de agradecimiento y de descanso?
Homilía co18010a, predicada en 20220731, con 7 min. y 29 seg. 
Transcripción:
Feliz domingo para todos. El dinero, el poder, el placer, el prestigio?: Cosas que son ¡muy! de esta tierra y que son capaces de seducir, nuestro corazón. De alguna manera: todos las necesitamos; necesitamos algo de dinero, necesitamos algo de autonomía, es decir, -de poder-, necesitamos un buen nombre, algo -de prestigio-. El problema está en la -medida-. El problema está en ¿cuál? es ese, momento en que ya no eres tú quien tiene el dinero, sino que ahora, es el dinero quien se adueñó de ti. El problema es cuando, ya no eres tú quien tiene el poder, sino que tú empiezas a ser un juguete, por ejemplo, de una máquina de marketing. Yo pienso en lo que les ha sucedido a algunos artistas famosos. Ahora está muy de moda lo que llaman el rock o el pop coreano, -el K-pop- y las estrellas del rock coreano o del pop coreano: son personas muy jóvenes, muy bien parecidos, que tienen que seguir muchas órdenes: es decir, la escalera para llegar a la máxima popularidad, a la máxima fama?, implica muchos requisitos: -el sacrificio de una vida privada, el presentarse en distintos lugares, el utilizar mucho maquillaje-. Entonces, te repito, realmente ese prestigio ¿es algo?, esa fama, ¿es algo? que, los hace felices a ellos, o más bien, ¿es una especie, de dios falso, al que ellos están sirviendo? Y esta pregunta es? es válida, por qué algunos: un número no pequeño de estos artistas, especialmente coreanos, han terminado, suicidándose; ¡jóvenes!, y las declaraciones que ellos dan es: -No aguanté la presión, ¡no más!, ¡no más! -; entonces, ¿a quién estás sirviendo? Bueno, el evangelio de hoy nos presenta, uno de estos bienes terrenales, concretamente el dinero. Y la pregunta que hace Cristo, o mejor, la pregunta que le hace Dios, a ese hombre rico: que acumuló muchos bienes y que creía que su vida estaba muy segura. -La pregunta que aparece ahí- es tan ¡importante!, porque Dios le pregunta: lo que has acumulado, ¿para quién será?; tú acumulas, ¿qué? Esa es la primera pregunta que uno tiene que hacerse; ¿tú que estás acumulando?, ¿estás acumulando dinero?, ¿estás acumulando likes?, ¿estás acumulando seguidores?, ¿estás acumulando aplausos?, ¿estás acumulando posesiones?; tierras, ¿por ejemplo? ¿Qué estás acumulando tú? Esa es la gran pregunta? ¿Qué es lo que tú estás acumulando? Porque, luego, la pregunta sigue: lo que has acumulado, ¿para quién será? -porque hay cosas que uno puede acumular y no se puede llevar; el ejemplo típico es: el del dinero; de hecho, todos esos bienes físicos, terrenales, como decir campos, o como decir cosechas, o como decir, certificados de depósito a término o muchas acciones-; Lo que has acumulado ¿para quién será? Es interesante extender la pregunta que aparece en la parábola para hacernos este cuestionamiento ¿Qué pasaría si yo empezara a acumular otras cosas? Por ejemplo, ¿qué pasaría si yo empezara a acumular sonrisas? Yo sé que suena un poco cursi, pero? ¿qué pasaría? si yo empezara a acumular..., ¿sonrisas? ¿Por qué lo digo?: Porque hay personas que han encontrado tanto significado en su vida -ayudando a huérfanos- y la sonrisa de cada uno de estos niños pobres, abandonados, a veces violentados; -esa sonrisa queda, como un tesoro en tu memoria, en tu corazón y en el cielo-. Y las sonrisas de esos pobres, y las sonrisas de esos niños, a los que has servido?, o la sonrisa de gratitud de ese enfermo, al que fuiste a visitar, o de esa persona que respira un alivio, porque tú la escuchaste. O esa persona que estaba llena de miedo y que de repente encuentra en ti, un verdadero amigo. Esas sonrisas de agradecimiento, de descanso; ¡esas si¡, te las puedes llevar? ¡esas sí! Tú no puedes llevarte tus millones de dólares, de euros, de pesos, de lo que sea; eso, no te lo puedes llevar. Pero la sonrisa agradecida del que no tenía a nadie, y ahora te tiene a ti, eso sí te lo puedes llevar. Yo me escucho y digo: -qué cursi suena esto, no-. Atesoremos sonrisas, pero ¡es que es verdad!, ¡es que es verdad! A mí no se me olvida: Pocos años antes de entrar al convento con el grupo de oración en el que yo estaba; fuimos a visitar, un hogar de ancianos y en un momento dado de esa actividad, a cada uno de nosotros nos correspondía estar con uno de estos abuelitos..., Y mira cuántos? años han pasado; son cerca de cuarenta años; y, a mí no se me olvida la sonrisa de ese abuelito que recibía la visita de un muchacho, -ese muchacho era yo-; Y yo pienso que la sonrisa de ese abuelito, esa sonrisa, esa sí me la puedo llevar. ¿Qué estás acumulando? ¿Qué estás acumulando? Lo que estás acumulando, ¿te está aplastando?; ¿cómo le sucede a las estrellas del pop coreano?, lo que estás acumulando, ¿te lo puedes llevar? Son buenas preguntas que nos deja la palabra de Cristo en este bello domingo. Que Dios te bendiga.

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