Esta es tu casa!

Homilía de Fr. Nelson Medina, O.P.

Entreguemosle a Jesús nuestros talentos, bienes y futuro para que Él nos dé la luz, la gracia y el camino para darle sentido a nuestra vida y poder servirle a nuestro prójimo.

Homilía co18006a, predicada en 20160731, con 4 min. y 37 seg.

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Transcripción:

Feliz domingo para ¡todos!

El Evangelio de hoy está tomado del capítulo número doce de San Lucas. Es una parábola, un mensaje, que Cristo da y que tiene una relación inmediata con las riquezas de este mundo.

Pero si lo pensamos mejor, tiene que ver también con cada uno de nosotros, porque cada uno de nosotros tiene alguna forma de riqueza.

Recordemos: ¿qué es? lo que plantea esta parábola:

Es el caso de, un hombre que, tiene una gran cosecha y que mira, su propio futuro asegurado, por los muchos bienes. Voy a derribar, -dice- estos graneros que tengo, voy a construir otros más grandes, voy a darme buena vida, voy a estar muy bien. Y en todo ese discurso, y en todos esos pensamientos, este hombre solamente, está pensando en sí mismo. No hay espacio para nadie más, no hay otra consideración, no hay ni siquiera un cuestionamiento, sobre su propia postura; le parece tan completamente natural, parece estar tan absolutamente concentrado en su propio yo; que ni siquiera se pregunta: -si las cosas pueden ser o deben ser, de otra manera-. Esa, es la parábola.

Ahora bien, ¿qué tiene que ver eso, con cada uno de nosotros?

Démonos cuenta de: -cómo-, esa manera de estar completamente centrado en su proyecto, en sus objetivos, en su felicidad; es algo que nos tienta a todos. Quizás nosotros no tenemos una gran cosecha, quizás no tenemos asegurados nuestros bienes para muchos años, pero tal vez, sí; vivimos súper centrados únicamente en nuestros objetivos.

A mí me llama la atención cuando escucho, por ejemplo, algunas personas jóvenes hablar sobre su futuro y entonces dicen: voy a estudiar, tal carrera, porque quiero lograr, tales metas, porque, después quiero, hacer este estudio, porque entonces, quiero, tener este trabajo.

Y yo me pregunto; si esa persona que, tal vez no tiene todo el dinero, del hombre de la parábola: Sí, en cambio, tiene la misma lógica del hombre de la parábola. Porque esa persona, está únicamente mirando por sí misma y por su propio futuro. Y el problema es que; cuando uno está completamente centrado en sí mismo, pues en el fondo no tiene prójimo. Y si, no tiene prójimo, ¿cómo ve a los otros seres humanos?

Pues, los otros seres humanos son: mi competencia, o son mi herramienta, o son mi juguete, o son paisaje, o son estorbo; pero, no llegan a ser nunca hermanos. Por supuesto, si dos personas que tienen esa manera de pensar se encuentran supuestamente, para formar un hogar, pues ya te darás cuenta de lo que va a pasar. Cada uno está pensando solamente en avanzar en su proyecto, en hacer las cosas a su manera y desde luego que, tarde o temprano, esos intereses no van a coincidir. Y entonces: -espérate, tú vas hacia allá, yo voy hacia acá, eso significa: que esto se acabó.

No puede haber estabilidad, no puede haber solidez, no puede haber verdadero amor, no puede haber verdadera unidad. Si este análisis es correcto: Debemos suponer que hombres y también mujeres, con la lógica de la parábola, que nos plantea Cristo, son demasiado frecuentes en nuestro tiempo.

Hay demasiadas personas que tal vez están viviendo con esa manera de pensar, hay demasiadas personas, que al parecer son esclavas únicamente de ver hacia sí mismas y por eso conviene regresar al mensaje del Evangelio. Conviene regresar a aquel que nos dio el Evangelio, regresar a Jesús y decirle: Mira mi cosecha, mis talentos, mis bienes, mi futuro; esos son mis tesoros. Dame la luz, dame la gracia, dame el camino, porque no quiero terminar mis días, en la soledad y el absurdo del que finalmente, no supo para qué, había venido a esta tierra.

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