Esta es tu casa!

Homilía de Fr. Nelson Medina, O.P.

El tiempo de incertidumbre y cavilación por el que tuvo que pasar San José nos ayuda a descubrir la importancia de las noches en el camino de la fe.

Homilía aa04009a, predicada en 20131222, con 34 min. y 4 seg.

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Transcripción:

Hermanos. La traducción que hemos escuchado del Evangelio de hoy dice así: -José era un hombre de bien-. El texto al cual tal vez estamos un poco más acostumbrados, dice: -José, era justo- Y hemos explicado en algunas ocasiones también en la predicación de la mañana, sobre ese tema de ser justo. Básicamente, la idea es que en la Biblia, justo es el que se ajusta a Dios. Y lo que encontramos es que José, tiene que buscar la manera de ajustarse a Dios en circunstancias desconcertantes.

Para utilizar la palabra de moda. José estaba perplejo, y en su perplejidad, José tiene que buscar cómo ajustarse a Dios. Ese esfuerzo de José, lo lleva a una decisión y apenas él toma esa decisión, Dios se la cambia. La decisión que él toma es romper el compromiso en secreto, dice esta traducción, Eso equivale a lo que Moisés había permitido a los israelitas..., dar un libelo de repudio, es decir, divorciarse según la ley de Moisés, divorciarse de María. Si él se separaba así de María, entonces no tenía que tratarla como adúltera, lo cual hubiera implicado, según la misma ley de Moisés, una muerte espantosa para ella.

Yo creo que uno puede hacerse esta pregunta: ¿Por qué Dios deja solo a José con sus cavilaciones? Hubiera podido advertirlo desde el principio, -tranquilo, hermano, todo está bajo control, todo en orden-. Pero Dios deja a José en la ignorancia, lo deja en sus preguntas, quizás dudas. Lo deja desconcertado, lo deja perplejo. Y después de que él ha llegado a una resolución, entonces el Señor se hace presente, a través de ese mensaje del ángel en el sueño y le muestra que el camino es otro.

¿Qué podemos aprender nosotros de ese orden que dispone Dios en su providencia para con José? Evidentemente, José se entera, seguramente por la misma María, se entera de que ella está esperando. Luego viene la ignorancia, la duda, la cavilación, la perplejidad. Luego viene la búsqueda del qué hacer, en esas circunstancias. Luego viene la resolución y luego viene el mensaje de Dios. Este es el orden de las cosas. Y lo que estamos preguntando es: ¿por qué Dios sigue ese orden?.

Pero antes de dar la respuesta que estimo que se puede dar, yo quiero destacar que esto que le pasó a José nos pasa muchas veces a nosotros. Es decir, parece que Dios quiso que José pasara por la ignorancia, la duda y la perplejidad porque Dios le hubiera podido economizar eso, pero quiso que pasara por ahí, quiso llevarlo por ese camino, por un camino oscuro, por un paraje oscuro, pero por ahí quiso llevarlo Dios. ¿Qué sucede en ese paraje oscuro? ¿Qué sucede en esa mezcla de ignorancia, duda, inquietud, desconcierto ¿Qué tiene de bueno ese tiempo? Ese es un tiempo que tal vez nosotros conocemos, es decir, tal vez nosotros también hemos pasado por circunstancias en las cuales realmente nos sentimos a oscuras.

¿Por qué pasa esto?, ¿Cuál es el sentido de esto? Nos desconciertan las personas, nos desconciertan los acontecimientos, y aunque no nos atrevemos a decirlo en voz alta, nos desconcierta Dios. No le entendemos su lenguaje., ¿Cuál es el bien de la perplejidad? Esa es la pregunta. Podemos decir que ese paraje oscuro por el cual tiene que transitar José, nos hace recordar -La Noche Oscura- de la que habla, por ejemplo, San Juan de la Cruz. San Juan de la Cruz habla de dos noches, una que llama -La noche de los sentidos- y otra que llama -La noche de la fe o noche del Espíritu-.

Yo creo que hoy puede ser un buen momento para recordar, esto que enseña el gran doctor de la Iglesia Juan de la Cruz. ¿Qué es noche de los sentidos? La noche de los sentidos sucede cuando hacemos lo bueno, pero no nos sentimos bien. Esa es la definición más corta que conozco. Es decir, cuando no le encontramos el sabor, a lo bueno que hacemos, no hay la satisfacción. Con frecuencia, la noche de los sentidos empieza porque falta la retribución exterior. Por ejemplo, el agradecimiento, el entusiasmo, la palabra de ánimo, el reconocimiento de otros, afuera. se llama noche de los sentidos porque tiene que ver con la manera como uno siente y a uno le gusta mucho que si uno predica, entonces le digan qué bonito predicaste, a uno le gusta que si uno acaba el retiro la gente le diga gracias, padre, muchas gracias, todo muy bello. ¿Qué fue lo que más le gustó?, -todo, todo, todo me gustó-; pero ¿qué en concreto?, -no todo, todo... Cuando le dicen a uno así, empieza la noche de los sentidos, la noche de los sentidos es esa., Es el encontrar que el bien, no tiene sabor. Se parece a las arideces, se parece a las sequedades que muchas veces se tienen también al orar. A veces uno ora y como que las palabras fluyen, los afectos fluyen. Otras veces uno intenta orar y hay una gran sequedad. Usualmente esa es la noche de los sentidos. Se hace el bien, pero no se siente bueno.

La noche de los sentidos requiere perseverancia y trae un bien, que es: -la purificación de la intención-. Dice el Señor a Santa Catalina que, -cuando una persona trabaja en un jardín florido, está trabajando, pero no siente el trabajo porque se deleita en la hermosura del lugar y en los frutos que puede palpar-. Pero a veces hay que trabajar y no se ve nada, por ejemplo, cuando hay que roturar la tierra y cuando hay que echar el abono y hay que trabajar varios días en eso. Si el campo es grande, pueden ser muchos días trabajando en eso y después de días y días lo único que ven nuestros ojos es tierra pelada. Entonces le dice el Señor a Santa Catalina que la noche de los sentidos, aunque no usa esa expresión, es lo que corresponde. -Cuando uno tiene que trabajar pero no se ve, no se ve lo que está haciendo-... Eso purifica la intención, porque eso hace que uno se pregunte: bueno, ¿yo estoy trabajando por lo agradable y ameno del lugar? ¿Estoy trabajando para que me den las gracias?, ¿estoy trabajando para que me aplaudan?, ¿estoy trabajando para sentirme bien?, o ¿por qué estoy trabajando?.

Por eso uno de los frutos de la Noche de los Sentidos es: la purificación de la intención, eso lleva a la persona a madurar; no hay madurez sin pasar por la noche de los sentidos. Los desiertos, los sequedales, ayudan en esa maduración. Parece que esa sería la única noche, porque pues esa noche se repite muchas veces; entonces uno puede decir bueno, cada vez que se siente aridez, entonces es, -noche de los sentidos-, volvió la noche de los sentidos..., pero -yo ya sé cómo es esto, simplemente hay que purificar la intención.

-Bent down Push forward-, era el consejo que me daba el sacerdote irlandés: -Agáchese y empuje-. ¡Agáchese y empuje!, y ahí, se sale de la noche de los sentidos. Pero resulta que hay otra noche aún más grave: Es la noche de la fe, la noche del Espíritu; esa es la noche oscura del alma. Parece que la noche por la que tiene que pasar, José en este pasaje es la noche del Espíritu...

¿Cuál es la característica de la noche del Espíritu? Puede tener o no tener las características de falta de... satisfacción, eso puede estar o puede que exista algo de eso, pero es algo más profundo. La Noche del Espíritu es como un cuestionamiento absolutamente radical, que dispara al corazón de la fe, -a ver si Dios me ayuda y puedo explicarme-, Noche del Espíritu no es algo que suceda ni en los que están empezando, ni en los que están avanzando, sino ya en los que van muy adelante. Y hay una razón por la cual se presenta en los que van muy adelante. Una razón aparte de que la providencia de Dios lo dispone así. Y la razón parece ser ésta. A medida que la vida va pasando, uno va encontrando que la misma vida tiene, por decirlo así, como una lógica, como una explicación.

Por ejemplo, uno se da cuenta de que existe amor, ternura, felicidad, agradecimiento. También existe envidia, codicia, lujuria, engaño, traición. O sea, uno se da cuenta de que existen cosas buenas y existen cosas malas. Y uno parece que llega a la conclusión de que, en general, lo que uno ve ni es tan bueno como parece, ni es tan malo como parece. Por ejemplo, uno ha conocido mucha gente muy buena, de la cual uno después se ha decepcionado, o uno ha conocido gente mala que sin embargo tiene actos de heroísmo y de generosidad o momentos de conversión muy grandes. Entonces, después de hacer todo un camino, después de hacer toda una peregrinación, es muy posible que uno tenga la sensación de que ni lo bueno es tan bueno ni lo malo es tan malo. Y uno empieza a ver que la vida tiene, como su propia lógica interna y tiene sus propios ciclos y siempre se van repitiendo las mismas cosas. Por eso, a medida que pasan los años y sobre todo a medida que pasa la vida, porque no se requieren siempre demasiados años, uno va encontrándose con que es más difícil entusiasmarse.

Usualmente es más fácil entusiasmarse en la juventud porque la juventud se engancha al entusiasmo por vía de novedad. Lo que es nuevo, entonces, produce un entusiasmo. Ese entusiasmo es detectable especialmente en las primeras etapas de la vida religiosa. Se espera que la persona que está en su postulantado, que esté en su noviciado, pues está viviendo la novedad de muchas cosas, incluso cosas que pueden parecer tan serenas o tan rutinarias como hacer una hora de guardia, es toda una novedad, para un joven o una joven que ha llevado una vida común y corriente, no de gran pecado, pero tampoco de gran heroísmo; quedarse a solas con el Santísimo, es toda una novedad.

Me comentaba una joven que varias veces ha hecho oración de toda la noche en una iglesia, le prestan la llave, se queda en la iglesia. Entonces pues es algo así un poco también, como ¡raro!, como fascinante..., estás tú ahí toda la noche en la iglesia y es como algo nuevo. Pero después de que se han pasado ochocientas quince noches en la iglesia, pues ya se conocen todos los murciélagos, los grillos, las cucarachas, ya se perdió esa novedad y ya más bien se empieza a sentir que es más difícil entusiasmarse. No es simplemente que no haya una retribución, quizás sí hay una retribución, quizás sí hay una alegría, pero hasta esa alegría ya es parte de lo que uno sabe que sucede; ya es parte como del mismo proceso.

Bueno, ese lograr cómo entender la vida, ese sentir que uno como que entiende la vida, como que ya uno ha visto que las cosas suben, crecen, explotan, bajan. Hay entusiasmo, hay decadencia, hay momentos de renovación, hay momentos de corrupción. Después de ver muchas veces eso, ahí es donde viene el ataque fundamental y el ataque fundamental es: ¿de verdad se necesita Dios? ¿de verdad?, ¿de verdad?, ¿de verdad?.Es un ataque a la fe, en eso coinciden todos los que hablan de la Noche del Espíritu. Es un ataque a la fe.

Se sabe, por ejemplo, que la Madre Teresa de Calcuta fue durísimamente atacada con respecto a la fe; porque es que resulta que lo que ella hizo la mayor parte de su vida, la Madre Teresa, lo que ella hizo fue traer bondad a personas absolutamente despreciadas y desechadas por la sociedad. Pero hay un momento en el que tú dices: -Pero es que la bondad al ser humano también se puede hacer, porque es bueno ser bueno-. Esto que voy a decir suena casi una blasfemia. ¡Dios me libre! Pero, ¿se puede hacer el bien simplemente porque es bueno ser bueno? Quizás hacer un bien heroico es más difícil, pero el bien heroico también trae, pues, como la alegría de su propio heroísmo. Por algo hay héroes también entre los ateos y también entre los paganos; y también ellos logran cosas arduas y no por una motivación divina.

Entonces hay un momento en el que la persona puede sentir que todo el edificio es bonito, pero, pero quizás no está Dios; quizás, quizás Dios no es indispensable. Es una sensación... Esto es muy difícil de describir en palabras, pero es una sensación de una orfandad absoluta. Es una sensación de que todo podría ser, tanto lo bello como lo feo, tanto lo grande como lo pequeño, tanto lo heroico como lo mezquino. Todo podría ser y simplemente ser, sin necesidad de un Dios que estuviera ahí presente, interviniendo, llevando. O sea, finalmente, ¿si hay un Dios que esté llevando los hilos de todo esto?, cuando parece que más bien son los ciclos naturales de los poderes y las potencias y los gobiernos y la gente.

Sí, finalmente parece que es eso lo que gobierna todo. Es decir, que la noche del Espíritu es la radicalización de la pregunta ¿dónde está Dios? o de la pregunta ¿Realmente se necesita Dios? ¿Realmente se necesita a Dios? Y ese es el tipo de pregunta que tiene que abordar José aquí. Es decir, él conoce a una persona que irradia virtud, bondad, pureza, pero esa persona le tiene esta noticia; esa persona es María... Entonces, entonces, ¿dónde está Dios en todo esto? ¿Dónde queda Dios en todo esto? Y la angustia o el camino que él tiene que recorrer es el camino por buscar ¿Dónde podría estar Dios? Es decir, ¿qué podría ser obrar según Dios?, Un Dios que se me esconde, un Dios que no entiendo que se hizo, un Dios que parece que no estuviera..., ¿donde está?, No lo sé. Entonces el obrar de José, su deliberación, su cavilación, que le lleva finalmente a una resolución, es, como la dolorosa peregrinación interior.

O sea, yo no sé si Dios está ahí, pero yo voy a ir donde yo creo que Él podría estar, yo voy a peregrinar donde yo creo que Dios podría estar, donde parece que puede haber algo de luz en esta oscuridad. Hacia allá voy. Es un peregrinar, es un ascenso doloroso. Juan de la Cruz habla del ascenso al Monte Carmelo, es un ascenso doloroso, es una peregrinación muy difícil. José no sabe si ahí está Dios. Pero lo que le parece menos absurdo en un panorama tan absurdo, es la decisión que él toma.

Dónde podría estar Dios, donde parece que Dios podría estar..., es en guardar la justicia y guardar la caridad. La lámpara que José logra encontrar en esa noche es: -Voy a tratar de mantener la ley. No voy a desobedecer la ley, pero tampoco voy a maltratar-; él trata de mantener la justicia y el amor, la justicia y la caridad. Tiene que ver con aquello de la unidad de las virtudes, él trata de no traicionar la ley ni romperla, pero tampoco traicionar el amor ni defraudarlo.

En medio de esa oscuridad donde no se ve por dónde pueda estar Dios, él tiene esas dos minúsculas lamparitas y con ellas hace su camino. Finalmente llega a una decisión que no es una decisión feliz, en el sentido de que ¡esto es lo encontré, Eureka! No, no, es una decisión infinitamente feliz, pero es la mejor decisión. Cuando llega a esa decisión, Dios se la cambia.

Entonces es el momento de preguntarnos ¿por qué Dios le hace pasar por eso? Bueno, ya teníamos un principio de respuesta al hablar de la noche de los sentidos. Hemos dicho que en la noche de los sentidos Dios logra algo muy importante, que es la purificación de la intención y por consiguiente, el crecimiento, la maduración, especialmente maduración en la fe.

¿Qué logra Dios? ¿Qué logra Dios con la noche del Espíritu? De eso habla, sobre todo el que llaman algunos -Doctor de la nada- San Juan de la Cruz. ¿Qué logra Dios con la noche del Espíritu? Cuando Dios somete a una persona esa especie de tortura, de ver que todo es tan lógico, tan lógico, pero tan supremamente lógico, que parece que Dios mismo ni siquiera es necesario. ¿Qué logra Dios con eso?, Si la persona sigue el camino de Juan de la Cruz y asciende al monte Carmelo, si la persona sigue el ejemplo de José y mantiene encendidas, a pesar de todo, las dos lamparitas la justicia y la caridad, la caridad y la justicia. Si la persona atraviesa esa noche y llega al amanecer, sucede algo maravilloso.

Eso es, como el que recibe su grado, su doctorado en Vida del Espíritu. ¿Qué es lo maravilloso que sucede? Que resulta que el enemigo malo, el demonio, en todas sus argucias, solo puede intentar tres cosas contra nosotros. Presentarnos algo malo como si fuera bueno, presentar el bien como bueno pero insatisfactorio, o presentar el bien y el mal tan lógicos que Dios no hace falta.

Esas son las tres estrategias del demonio..., para la mayor parte de nosotros que somos tan mediocres, la primera estrategia funciona, presentar algo malo, pero como si fuera bueno. Esa es la tentación, la típica tentación. Caso señalado caso paradigmático: Un robo, robar es malo; pero ¡qué bueno robarme esto! Presentar tan sobresaliente el bien de un acto malo, que uno quede cautivado; esa es la tentación típica. Pero cuando la persona, realmente está trabajando en la virtud y en extirpar el vicio, ya eso no funciona. Entonces el enemigo puede utilizar la segunda estrategia. -Dedícate-, es como si el demonio dijera: -Bueno, está bien-, entonces no te vas a dejar tentar por lo que yo te mando, entonces sigue haciendo tus cosas buenas, pero verás lo aburrida que se te vuelve la vida-. O sea que la primera estrategia del demonio es -diviértete- con el mal. Si eso no le funciona, utiliza la segunda estrategia., ¡ah! entonces abúrrete con el bien.

Pero si la persona persevera en eso, segundo, que es la noche de los sentidos, si la persona, a pesar de que no encuentra mayor satisfacción, persevera y persevera y persevera, quiere decir que ya no le sirvió eso. Entonces el demonio reserva su bomba atómica., El momento que le parece más justo, él suelta su bomba atómica y su bomba atómica fue la que soltó contra la Madre Teresa y contra muchos otros. -Mire existe el bien, existe el mal, todo es tan lógico, todo son ciclos, todo se repite; o sea, finalmente tú no vas a hacer ninguna diferencia; de hecho, nadie va a hacer ninguna diferencia, el mundo simplemente es, no necesitas buscar nada más, nada más allá de lo que el mundo es-. Esa es la noche del Espíritu.

Es la supresión de Dios ante una especie de lógica interna de todo lo que yo conozco y todo lo que yo soy. Pero si la persona, siguiendo el ejemplo de San José, se agarra de las dos lamparitas, es decir, de la justicia y de la caridad, y soporta esa. Se le acaban las bombas al enemigo.

La grandeza de la noche del Espíritu, eso hay que leerlo en San Juan de la Cruz, la grandeza de la noche del Espíritu es: que vuelve al corazón humano prácticamente blindado frente a los ataques del enemigo. Es lo más cercano que se puede estar, en esta vida, a las grandes promesas de Jesús en el Evangelio de Juan, -"Les voy a dar una paz que nadie les va a poder quitar. Les voy a dar una alegría que nadie les va a poder quitar"-. Esas promesas solo se cumplen plenamente en la persona que supera la noche del Espíritu. Esa persona que atraviesa la noche del Espíritu ya no pierde la paz, ya no pierde la alegría.

De ese tipo de personas especialmente hablaba Santa Catalina cuando dijo -Hay unos que tanto crecen en la virtud, que ya no sólo no temen al demonio, el demonio les teme a ellos-. El demonio le toma miedo a este tipo de personas, las que vencen la noche del Espíritu., ¿Por qué les tiene miedo?, Porque la derrota es segura y la derrota es lo más doloroso para el demonio, dado su orgullo.

Entonces ahí tenemos el caso de Inés de Montepulciano, de la cual he comentado en otras ocasiones ese don especial que ella tenía para alejar a Satanás. El demonio le tenía miedo a ella, era una persona que había atravesado estas noches.

Entonces Dios nos hace atravesar las noches, la noche de los sentidos, la noche del Espíritu. Dios nos hace atravesar estas noches porque nos ama, porque la persona que supera la noche, es decir, la trampa de la tentación procaz, que es llamar bueno a lo malo y luego supera la trampa de la noche de los sentidos, y luego supera la trampa suprema, la bomba atómica, que es la noche del espíritu. Esa persona tiene una serenidad impresionante.

En vida mía. Hay dos personas que han sido papas de la Iglesia Católica, de las cuales se cuenta esto que estamos diciendo, del Papa Pablo Sexto, que fue tan importante en mi conversión y cuyo proceso de beatificación ha tomado nuevo impulso, después de que sea aprobado un milagro sucedido por intercesión de él, el Papa Pablo Sexto y el Beato Juan Pablo Segundo, que será canonizado próximamente. De ambos hay testimonio de este tipo de serenidad. En ambos casos, personas que trabajaron en la Curia del Vaticano muy cerca de estos respectivos papas, han dado el siguiente testimonio: Por ejemplo, Juan Pablo Segundo nadie tenía más serenidad, más tranquilidad, más paz en el Vaticano que el Papa, supuestamente el que recibe todos los problemas., Una paz profunda en las crisis peores aún..., si se me permite, me parece más notable el caso de Pablo Sexto, porque la manera como fue detestado y todavía algunos lo detestan, la manera como fue desobedecido, la manera como fue retado con arrogancia incluso por sacerdotes y por obispos, todo eso parecía diseñado para despedazar la tranquilidad de este hombre. Las angustias que tuvo que vivir por el momento social de Italia y por la sombra de la Guerra Fría, sombra espesa de la Guerra Fría también era motivo de mucha preocupación.

Pero todo parece indicar que en un cierto momento o antes del pontificado o a los comienzos de su pontificado, Dios le concedió la gracia al Papa Pablo Sexto de superar la noche del Espíritu, y por eso era una persona de una paz impresionante. Decía uno de los testigos del proceso de beatificación, decía: -El defecto de él era que no expresaba, no tenía como la capacidad, como el don de expresar tanto de esa paz y de esa alegría que llevaba dentro-, era demasiado serio, demasiado, al estilo de Pío Doce y no tanto de Juan Veintitrés, demasiado serio, tal vez por demasiado tiempo en ese ambiente de curia. Pablo Sexto entró a servir a la curia vaticana de sacerdote y relativamente joven.

Entonces, tanto Pablo Sexto como Juan Pablo Segundo parecen ser personas que atravesaron este tipo de noche como la que el Evangelio nos presenta hoy en San José. Pero ya entendemos qué es lo que Dios quiere con estas personas. Quiere darles una especie de vacuna triple A frente a todo ataque del demonio. Tiene que darles ese tipo de fortaleza para que puedan resistir.

El Papa Benedicto tiene tres libros que forman una trilogía de Jesús de Nazaret., El segundo libro se refiere a la infancia y una de las hipótesis que deja sugerida al Papa Benedicto en su obra es que el final del relato de la Anunciación tiene una sugerencia parecida a lo que aquí leemos de José., El final del relato de la Anunciación dice: "Y el ángel la dejó". El ángel la dejó. Es decir, la manera como sucede el milagro y luego la soledad en que queda María, es precisamente el tener que afrontar, esta soledad, esta noche.

Según eso, antes del nacimiento de Cristo, José y María han pasado por esa prueba suprema antes del nacimiento de Cristo, están revestidos de una gracia especialísima. Están blindados de una manera especial, porque sólo de ese modo podían responder a la misión que determinaría todo en sus vidas.

Pidamos al Señor la luz de su gracia, que nos acompañe, que nos ilumine, para que podamos responder también frente a las tentaciones y frente a las noches que no han de faltar también en nosotros.

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