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Homilía de Fr. Nelson Medina, O.P.
Tres sentidos muy diversos de la palabra "desquite": dos son perversos y uno es bueno y santo.
Homilía aa03010a, predicada en 20161211, con 17 min. y 7 seg. 
Transcripción:
Queridos hermanos, dediquemos esta reflexión a la palabra desquite. La palabra desquite tiene tres significados distintos. Dos de ellos son dañinos, perturban el corazón y hacen daño en la sociedad. Uno de ellos es bueno y trae salud. Tres significados de la palabra desquite. Hablemos de los desquites malos, que son dos y luego hablaremos del desquite bueno que es uno. La razón para hablar de esta palabra es porque aparece en la primera lectura de hoy que fue tomada del capítulo número treinta y cinco. Ahí donde dice.... ahí donde dice "Mirad a vuestro Dios que trae el desquite, viene en persona, resarcirá y os salvará". Entonces, insisto, hay tres sentidos de la palabra desquite. Dos son perversos, son venenosos, se le pueden meter a uno en la vida, el otro es un sentido santo y bello y hay que tenerlo también claro, porque es una bendición para la persona y para la sociedad. La primera forma negativa de desquite es simplemente la venganza, el deseo de que reciba daño una persona, el deseo de que esa persona sufra. Desquite como sinónimo de venganza. Este es el primer sentido perverso. El anhelo de venganza envenena el corazón. El estar buscando el desquite en ese sentido de venganza hace que la persona pierda años valiosísimos de su vida. En este retiro hablábamos de eso, del valor del tiempo y cuando uno está pensando en vengarse, cuando uno está pensando en desquitarse de esa manera, uno dura años con un veneno en el corazón. Por supuesto, el veneno hace más daño cuanto más tiempo lo tienes. Así que si durás años pensando en vengarte. Aunque la venganza sea eficaz y muy dura. Ese veneno estuvo contigo demasiado tiempo. Y el veneno no dejará de dañarte a ti. Así que es muy peligroso buscar el desquite como venganza. En este sentido, es necesario purificar el corazón. Es necesario pedirle a Dios también que muestre misericordia hacia nuestro país. Porque muchas personas cuando hablan de hacer justicia están pensando es hacer venganza y no es una buena idea. Sí es necesario que se haga justicia, pero buscar la justicia como venganza. Que le duela, que sufra, Que tenga daño. Por ahí no es, por ahí, no es. Ese no es el camino. Sobre todo, repito, en el plano de las relaciones personales. El desquite como venganza es veneno en el corazón. Así que ese es el primer sentido negativo y hay que quitarlo. Hay un segundo sentido negativo, que es el desquite, como una especie de compensación. Por ejemplo, la persona que fue pobre en su infancia luego empieza a ganar muy buen dinero y entonces empieza a desquitarse con la vida. Entonces yo ahora solamente voy a comer fino, solamente me voy a vestir fino, solamente voy a ir a los mejores lugares, las mejores vacaciones. Hay un peligro, aunque es menos venenoso. Hay un peligro con esa manera de pensar, y es que la persona que entra en la lógica de la compensación es una persona que fácilmente se olvida del prójimo. Es una persona que mira a los que no logran subir a donde él está, los mira como unos fracasados. Es una persona de la cual esperamos fácilmente este tipo de lenguaje: "Que los demás se frieguen como yo me fregué, que los demás se esfuercen y que demuestren que sí pueden lograr lo que yo logré". Una persona que cae en el desquite como compensación es una persona que fácilmente se vuelve dura, una persona que se vuelve incluso cruel con otros. Algunos de los grandes tiranos han sido personas que han obrado de esta manera, pero también en una escala menor, eso puede pasarnos a nosotros. Una de las preocupaciones que existe en la Iglesia desde tiempos antiguos es utilizar la vida religiosa o utilizar el sacerdocio como un modo de ascender en la escala social y un modo de desquitarse con la vida. Y esto es terrible. Y esto causa muchísimo daño y mucho escándalo cuando un sacerdote empieza a mirar su oficio como una manera de medrar, de prosperar, de tener lo que de otra manera no hubiera tenido tan fácilmente, su labor pastoral se convierte simplemente en una caja registradora. Lo único que le interesa es lo que produzca dinero y mide su éxito, incluso su éxito pastoral en términos de un balance, en términos de un dinero en el banco. Ese es el desquite entendido como compensación. O sea que hemos visto que hay dos sentidos que son perversos del desquite, el desquite como venganza, que ese es un veneno espantoso y el desquite como compensación que va secando y va helando al alma. Frente a estos dos sentidos negativos hay un sentido positivo que, por supuesto, es el que corresponde a la lectura de hoy. El sentido positivo del desquite es el que encontramos cuando una persona ha realizado un sacrificio, ha hecho un esfuerzo o ha sufrido una carencia y en algún momento de su vida, o incluso más allá de la muerte, empieza a recibir de Dios como regalo -esa es la diferencia con el segundo modo de definición- empieza a recibir de Dios como regalo lo que siempre quiso o lo que en justicia se le debía. En este sentido, podemos decir que la persona que empieza a prosperar. Comparemos el segundo sentido, el de compensación con lo que estoy diciendo ahora. Tomemos a una persona que fue muy pobre, muy pobre en su infancia, pero que empieza a mejorar en la vida y empieza a avanzar en la vida y empieza a ganar muy bien. Por ejemplo, dinero, por ejemplo, poder, por ejemplo, prestigio. Pero esta persona en vez de mirar eso como una simple compensación y en vez de abalanzarse de manera codiciosa y de manera egoísta sobre esos bienes, mira todo lo que está recibiendo como un regalo y un regalo y un regalo de Dios. Por supuesto, esta persona que se da cuenta de que Dios en su providencia le ha permitido experimentar una situación más descansada y más holgada, no se olvidará del prójimo, esta persona en estas circunstancias lo que va a sentir es que lo que ha recibido es una oportunidad para que otros también puedan avanzar en su familia, entre sus amigos. Es solidario, es generoso, es optimista y sobre todo, y esta es la raíz de los bienes que tiene, es humilde. El que está en la tónica de la compensación. Ya dijimos que es arrogante y por eso mira por encima del hombro a los que van atrás y dicen -que se frieguen, que sufran como yo, que tuve que comer tierra.- Pero en cambio, el que mira el desquite como una bendición, como una oportunidad, como un regalo que Dios le permite experimentar, El que vive el desquite de esa manera lo que hace es llenarse de alabanza. Los dos mejores ejemplos de este tipo de desquite son precisamente nuestro Señor Jesucristo y la Santísima, la Virgen María. Efectivamente. ¿Qué es la Pascua de Cristo? El desquite de Cristo no es venganza. Sabemos que Cristo no buscó el desquite como venganza, porque recién resucitado. ¿Qué es lo que dice a los apóstoles? "La paz sea con ustedes". Cristo no viene a buscar venganza, no viene a decir -Bueno, ahora sí; tráiganme aquí; Ahora sí, tráiganme aquí a Pilato. Vamos a hablar un par de cosas- Nó, no obró de esa manera Jesucristo no busca venganza. Tampoco busca compensación. Tampoco se encierra en su victoria, como diciendo que -yo, así como me pasó a mí, entonces ahora les toca a ustedes frieguense- Porque, muy al contrario, lo que dice el Resucitado y estas palabras son conmovedoras es "Yo estoy con vosotros hasta el fin del mundo." No se olvida. Tiende una mano. Ese es el verdadero desquite. Ha sufrido hasta el extremo. Lo describe muy bien este proceso. El apóstol San Pablo en su carta a los Filipenses capítulo dos. Dice San Pablo que Cristo se humilló hasta la muerte -y muerte de cruz.- Pero también dice Por eso Dios lo levantó sobre todo. Ese es el desquite, lo levantó sobre todo. No como venganza, no como compensación arrogante, sino como fuente purísima, como manantial de alegría y de amor que ha llegado hasta nosotros. Ese es el santo desquite de Cristo. Por eso algunos han dicho que el verdadero y perfecto desquite no es ver sufrir a los enemigos, sino más bien convertir a los enemigos. El presidente más famoso de los Estados Unidos de América, Abraham Lincoln, tiene una frase. Tiene una anécdota preciosa que ilustra muy bien lo que estamos diciendo aquí. Como ustedes saben, el Presidente Lincoln tuvo que realizar su gobierno en condiciones sumamente arduas, porque se trataba de la época de la Guerra de Secesión, la guerra civil en Estados Unidos. Los estados del norte querían quitar para siempre toda posibilidad de esclavitud. Los estados del sur veían su economía completamente sustentada por el régimen de esclavitud, especialmente las inmensas plantaciones algodoneras, y bueno ese problema económico está a la base de un conflicto que fue sumamente amargo, sumamente cruel, como son las guerras. Lincoln fue presidente. En esas circunstancias, Lincoln estaba de parte de lo que hoy llamamos la unión, es decir, lo que conocemos; la abolición de la esclavitud, era antiesclavista, pero por ser antiesclavista tenía muchísimos enemigos, prueba de ello, ustedes ven, es el hecho de que murió asesinado. Alguna vez le decía un amigo o colega en estas labores de la política, le decía a Abraham Lincoln sobre sus enemigos y sobre la necesidad de eliminar a sus enemigos.... Y entonces le respondió Lincoln con una frase que tiene realmente un sabor muy cristiano, le dijo Lincoln a este que le recomendaba cómo eliminar a sus enemigos. Le decía "Bueno, pero también los puedo eliminar si los convierto en amigos". Qué frase tan preciosa. Cada enemigo que se convierte en amigo lo he eliminado. Ya no es un enemigo. Ya no existe como enemigo. Ahora es un amigo. Eso es lo que significa el desquite. Ese es el triunfo de Cristo. En un registro parecido nos habla la Santísima Virgen María. María Santísima, en su cántico, en el que conocemos como Magníficat, habla de eso: "El Señor ha mirado la humillación de su esclava". Ese es el abajamiento, ese es el ser nada. Uno se conmueve realmente de pensar que la Reina de los Cielos vivió en una aldea que no estaba en ningún mapa. Una aldea, Nazaret, que no aparece nunca en el Antiguo Testamento. Realmente esa fue la kénosis del Verbo, pero fue primero kénosis de María, abajamiento de María Santísima. Y Élla dice: ?El Señor ha mirado la humillación de su esclava?. Y ahora viene el desquite: ?Por eso me llamarán bienaventurada todas las generaciones. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí?. Pero ella, la que puede decir esas palabras tan gloriosas, no mira eso como una venganza. Ella no tiene que vengarse ni de los ricos ni de los poderosos, sino más bien se da cuenta de que la fidelidad, la providencia, la bondad de Dios, se han hecho presentes y por eso el pueblo cristiano la ha invocado desde siempre con títulos como La Gran Auxiliadora. Ella es María Auxiliadora, porque es la que nos tiende la mano. Es lo que también expresa esa devoción tan hermosa de la medalla milagrosa. Ustedes saben que las manos extendidas de María tienen rayos que salen, que son las inmensas gracias con que ella nos socorre. O sea, ella no se encierra en sus privilegios, en su santidad, en su pureza, sino que desde esa excelsa unión con Dios no se olvida de nosotros, sino que nos va llevando, nos va auxiliando, nos va socorriendo también. Así se le llama, ¿Nó?, Del Perpetuo Socorro es una de las advocaciones de la Virgen. Así que, amigos queridos, hemos aprendido que hay tres tipos de desquite. El desquite de venganza, que es veneno y Dios nos libre de él. El desquite de compensación que es hielo que seca el alma y Dios nos libre de él. Y el desquite de la confianza en Dios, de la certeza de su respuesta, que finalmente se convierte en alabanza y deseo de ayudar al prójimo. Pero este mensaje no todo el mundo lo entiende y por eso es muy oportuna la frase que aparece?. ¿Dónde está?; la frase que aparece en el Evangelio de hoy. Dice nuestro Señor Jesucristo, respondiendo a los enviados de Juan Bautista "A los pobres se les anuncia el Evangelio." Ese es el desquite santo. "A los pobres se les anuncia el Evangelio. y dichoso el que no se escandalice de mí". Así dice Cristo. Observa que cuando Cristo dice "A los pobres se les anuncia el Evangelio." Por supuesto, está refiriéndose al desquite santo. Pero tristemente algunos pervirtieron la Palabra de Dios y tomaron éste desquite en el sentido de los desquites corruptos. Una buena parte de la teología de la liberación hizo eso, es decir, tomó este lenguaje del evangelio para los pobres y lo convirtió en el grito de odio, de confrontación y de destrucción propia del marxismo. Eso es realmente profanar el Evangelio. Y eso sucedió, sino en toda, en una gran parte de la teología de la liberación. Entonces tenemos que pedir a Dios que seamos los del desquite santo. Por eso Jesús se da cuenta de que no todo el mundo entiende esto. Y por eso esa frase tan misteriosa pero tan profunda del final de su respuesta a los enviados de Juan. "Dichoso el que no se escandalice de mí." ¿Cómo entendemos esa frase en este domingo? Entendemos esa frase de esta manera: "Dichoso el que no se escandalice de mí", -Quiere decir- dichoso el que entienda que el camino de la venganza no es, a pesar de que nos atraiga tanto y nos parezca tan justo. Dichoso el que no se deje seducir por los caminos de la dureza y el egoísmo. -Yo en mis privilegios, porque yo lo logré. Los demás, que trabajen, pero yo lo logré-. No, ese no es el camino. A pesar de que es tan atrayente y la voz del demonio es seductora, llevándonos por esa senda. No, ni la venganza ni el egoísmo, solamente la súplica, la gratuidad, la gratitud y el deseo de servir al prójimo. Eso no lo entienden todos. Pero Jesús dice "Dichoso el que lo entienda." Dichoso el que no se complique. Dichoso el que pueda llegar hasta ese punto. Quiera el Señor que nosotros seamos de esas personas que nos apartemos de toda forma de venganza. Que a veces la venganza es muy sutil. Cuidado, cuidado, que a veces uno piensa que la venganza solo está entre los mafiosos y la venganza es muy, muy sutil y a veces uno llena la casa de pequeñas y grandes venganzas, que en el fondo es eso. A ver cómo me desquito del otro. Cuidado con eso. Hay que ser libres, liberados y Dios lo permita por la fuerza de la Eucaristía. Hay que ser liberados de todo desquite, de venganza, de todo desquite, de egoísmo y llegar solamente a la confianza, la alabanza, el servicio y la gratitud al Señor. Así nos lo conceda Él por su bondad. ¡Amén! ¡Amén!

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