Esta es tu casa!

Homilía de Fr. Nelson Medina, O.P.

Juan Bautista alcanzo la independencia de los poderes de este mundo a base de depender sólo de Dios.

Homilía aa02008a, predicada en 20131208, con 4 min. y 57 seg.

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Transcripción:

Usualmente la Iglesia celebra el ocho de diciembre la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Pero este año dos mil trece se presenta una circunstancia, el ocho de diciembre es un domingo. Además, se trata del segundo domingo de Adviento. Sabiendo que son solo cuatro domingos de Adviento y la importancia que ellos tienen como preparación para la celebración de Navidad ¿Qué decisión toma nuestra Iglesia?; ¿Se celebra la Inmaculada, o se celebra el Domingo de Adviento? Esa es la pregunta.

La decisión sabia que ha tomado nuestra Iglesia es que en casos de tanta importancia, cuando coinciden por fecha dos celebraciones, ambas muy importantes, entonces el domingo tiene Precedencia. Pero luego la otra celebración, en este caso la Inmaculada, se pasa al siguiente día libre, al siguiente día en que se pueda celebrar. Por eso, en este año dos mil trece, el ocho de diciembre, domingo, tenemos al segundo domingo de Adviento, mientras que el día nueve de diciembre tendremos la celebración litúrgica de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.

Bueno, y ¿Cuál será ese mensaje tan importante que tiene el segundo domingo de Adviento? Un mensaje que, como acabamos de explicar, de ninguna manera quiere nuestra Iglesia que se vaya a perder. ¿Cuál será ese mensaje tan importante? Este segundo domingo de Adviento está siempre dedicado a la figura de Juan el Bautista. En varias oportunidades hemos explicado cómo son tres los Maestros, tres los guías que nuestra Iglesia Católica quiere que tengamos durante el tiempo de Adviento.

Uno es el profeta Isaías, que es responsable de la mayor parte de las primeras lecturas para la misa de este tiempo. Otro. El segundo guía, es el que aparece de manera tan sobresaliente en este segundo domingo de Adviento. Este es Juan el Bautista, el precursor del Señor. La tercera figura que nos alienta y a la vez nos guía al encuentro de Cristo, es nada menos que la Santísima Virgen María.

Juan el Bautista aparece en el Evangelio de hoy. Capítulo tercero de San Mateo. Estamos oyendo a San Mateo porque con el Adviento ha empezado un nuevo año litúrgico y este año tiene como precedente y como presidente en las lecturas del Evangelio de los domingos a Mateo. Por eso se llama Ciclo A. El siguiente año litúrgico tendrá a Marcos y el siguiente tendrá Lucas.

De manera que esta vez es Mateo, presentándonos la figura de Juan el Bautista, presentándonos a este hombre de gran independencia. Tal vez esta es la palabra que mejor describe su manera de ser, un hombre de gran independencia, independencia de los poderes de este mundo, y a la vez absoluta dependencia de Dios. Ese es el testimonio completo. Él vive en el desierto. Él se alimenta de langostas y miel silvestre. Se viste de manera pobrísima con lo que da prácticamente la misma naturaleza. Utiliza una piel de camello. ¿Por qué ese modo tan exótico de vivir? No se trata de presentarse simplemente como una persona rara. Más bien se trata de mostrar que los poderes y los intereses de este mundo no tienen que ver ni con su vocación ni con su vida.

Juan es con su propia presencia antes incluso que con su Palabra, la cual es muy vigorosa. Juan se presenta como aquel que depende solo de Dios y que, por consiguiente, con su testimonio nos está diciendo en dónde está aquel que verdaderamente nos ama y aquel que verdaderamente nos llama. Que ese llamado de Juan y, primero, ese llamado de Dios llegue profundamente a nuestra vida y haga de este un verdadero Adviento.

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