Homilía de Fr. Nelson Medina, O.P.

Homilía aa02007a, predicada en 20101205, con 4 min. y 14 seg.

Transcripción:

Este es ya el segundo domingo de Adviento. Los domingos de Adviento, como los demás domingos del año, llevan su propio ciclo. En nuestra Iglesia Católica tenemos tres ciclos, ciclo A, B y C, y en cada uno de esos ciclos, hay un evangelista al que vamos a escuchar con preferencia. Por ejemplo, en el ciclo A, que es en el que nos encontramos, es sobre todo, el Evangelio según San Mateo, el que resuena, el que se predica y escucha mayormente. En el ciclo B, será el Evangelio según San Marcos y en el ciclo C San Lucas. Así que nos encontramos en el segundo domingo de Adviento, dentro del ciclo A.

El texto del Evangelio tomado de San Mateo nos presenta la figura misteriosa y atrayente de Juan el Bautista. Este es un hombre con una predicación vigorosa, fuerte; su palabra es un látigo contra la injusticia, pero a la vez es una invitación a la esperanza, a la confianza en el Dios que, aunque ha estado callado, tiene tanto para decir.

Por eso Juan, al mismo tiempo, nos invita a desechar el pecado y a abrazar la esperanza. ¡Sí!, la -esperanza-, la gran palabra del Adviento. Podemos decir que Juan, nos ayuda a tomar en serio aquella palabra, que es también la primera en la predicación de Cristo, la palabra -conversión-.

Aceptar el mensaje del evangelio no es añadir una capa de pintura a una vida que ya se ha organizado a su manera. Aceptar a Jesucristo implica cambios serios, cambios drásticos, cambios profundos en nuestra vida. Pero esos cambios marcados por la esperanza, marcados por el amor, marcados por la alegría, son siempre para el bien nuestro. Así que en este segundo domingo de Adviento, hay al mismo tiempo esa conciencia de lo que nos está estorbando, que se llama el pecado, y esa esperanza de recibir una salvación plena.

Podemos decir que las lecturas nos recuerdan ese camino que vamos haciendo; como dice también San Pablo en el texto de la Carta a los Romanos, que se oye este domingo, -entre nuestra paciencia y el consuelo de las Escrituras; vamos avanzando en la esperanza-.

Dejemos, mis hermanos, que este mensaje llegue profundo a nosotros. La conversión es ante todo una oportunidad..., ¿Por qué te vas a quedar sin esa oportunidad? ¿Por qué te vas a privar de ella? ¿No será éste el momento de abrir la puerta a un cambio serio en nuestras vidas? ¿No será este el momento de desechar aquello que realmente nos está estorbando y que no nos deja ser? Son preguntas que profundamente entran en el alma cristiana y que pueden hacer inmenso bien si las tomamos con la seriedad del amor.

Estuvo con ustedes Fray Nelson Medina de la Orden de Predicadores.

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