El poder de un buen proposito

¡Ahora! Vuelve a tu vida noble ahora. -No te dejes engañar: “ahora” no es demasiado pronto… ni demasiado tarde.

¿Quieres que te diga todo lo que pienso de “tu camino”? -Pues, mira: que si correspondes a la llamada, trabajarás por Cristo como el que más: que si te haces hombre de oración, tendrás la correspondencia de que hablo antes y buscarás, con hambre de sacrificio, los trabajos más duros… Y serás feliz aquí y felicísimo luego, en la Vida.

Esa llaga duele. -Pero está en vías de curación: sé consecuente con tus propósitos. Y pronto el dolor será gozosa paz.

Estás como un saco de arena. -No haces nada de tu parte. Y así no es extraño que comiences a sentir los síntomas de la tibieza. -Reacciona.

Más pensamientos de San Josemaría.

Apocalipsis 2012 (y III)

Circunstancias extremas

La humanidad ha conocido tiempos de relativa tranquilidad, como se cuenta de la Pax Romana, y ha conocido también tiempos de enorme turbulencia, como se recuerdan en Europa las Guerras Mundiales.

Aquí va una primera tesis: en los tiempos de mayor turbulencia surgen personalidades y posturas extremas, para lo bueno y para lo malo. Supongo que no necesita mayor demostración esa tesis. En buena parte la turbulencia implica menos tiempo para la reflexión y más tiempo para la acción. La suma de las consecuencias de las acciones así realizadas aumenta la presión y entonces obliga a tomar nuevas decisiones más drásticas y menos pensadas. Pronto se llega al esquema de un tornado. Los ánimos se radicalizan hacia el bien o el mal. El heroísmo y la perversión van quedando como únicos contendores.

En buena parte, el libro del Apocalipsis describe un escenario semejante. La historia humana se aproxima a su final y una serie de eventos, en cielo y tierra, conducen a una radicalización de posturas que estalla violentamente en el capítulo 19. No tiene nada de extraño entonces que cuando la confianza en los principios morales más sagrados se agrieta, la gente sienta que ha llegado el Apocalipsis.

El cerebro trabaja distinto en tales circunstancias y esto es algo que no puedo enfatizar lo suficiente. Estamos acostumbrados a imaginar nuestra capacidad racional como un espacio de sensatez intocable, superior y aislado al mundo de las pasiones, los miedos o los deseos más profundos. Una psicología de visión más amplia debería llevarnos a concluir algo distinto. En las catástrofes, naufragios, incendios o secuestros, el cerebro funciona de otra manera. Puede ser más fuerte, o más tonto, o más agudo, o más generoso.

Los tiempos turbulentos son tiempos en que ese tipo de reacciones extremas llegan a convertirse en algo ordinario. La Biblia da cuenta de ese estado psicológico, en el que, por ejemplo, dos mujeres, ambas madres, víctimas de una hambruna indescriptible, discuten airadamente, y el motivo es que habían acordado comerse a sus hijos, primero un día el de una, y al día siguiente el de la otra; pero la segunda incumplió el pacto y escondió al hijo (2 Reyes 6,26-30; véase también Lamentaciones 4,10).

Por eso estimo de irreemplazable valor el estudio de la historia. Ver cuántos pueblos han pasado por épocas de horrible estrechez y angustia; leer algo de los relatos de salvajismo y violencia; escuchar los lamentos enloquecidos de quienes llegan a circunstancias inimaginables… eso tiene un valor; eso enseña a poner en mejor perspectiva lo que vivimos y las amenazas que pesan sobre nosotros.
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El Fomento de la Paz

77. En estos últimos años, en los que aún perduran entre los hombres la aflicción y las angustias nacidas de la realidad o de la amenaza de una guerra, la universal familia humana ha llegado en su proceso de madurez a un momento de suprema crisis. Unificada paulatinamente y ya más consciente en todo lugar de su unidad, no puede llevar a cabo la tarea que tiene ante sí, es decir, construir un mundo más humano para todos los hombres en toda la extensión de la tierra, sin que todos se conviertan con espíritu renovado a la verdad de la paz. De aquí proviene que el mensaje evangélico, coincidente con los más profundos anhelos y deseos del género humano, luzca en nuestros días con nuevo resplandor al proclamar bienaventurados a los constructores de la paz, porque serán llamados hijos de Dios (Mt 5,9).

Por esto el Concilio, al tratar de la nobilísima y auténtica noción de la paz, después de condenar la crueldad de la guerra, pretende hacer un ardiente llamamiento a los cristianos para que con el auxilio de Cristo, autor de la paz, cooperen con todos los hombres a cimentar la paz en la justicia y el amor y a aportar los medios de la paz.

[Constitución Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II, n. 77]

La independencia en el adolescente

“A medida que los hijos crecen, van demandando más zonas de autonomía e independencia, hasta llegar a la etapa de la adolescencia en la cual estos deseos, se hacen más fuertes y se convierten en manifestaciones de su propia naturaleza…”

independencia adolescente

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