Catequesis básica sobre sanación interior, 3 de 3

[Guía sobre la sanación interior, con énfasis sobre la famlia. Enseñanzas en una reunión de Pequeñas Comunidades de la Parroquia de San Juan de Ávila, en Bogotá.]

Tema 3: Aspectos prácticos de la sanación

* ¿Cómo podemos acercarnos de un modo más fructuoso al amor de Cristo? ¿Qué podemos hacer en concreo ara facilitar un encuentro más pleno con Él y con su gracia?

Que las potencias del alma se encuentren con el poder de Dios

* Las potencias son posibilidades de acción en las que desarrollamos nuestro ser. Son tres: inteligencia, voluntad y memoria.

* El apetito de la inteligencia es la verdad (conocimiento, certeza, sentido); el apetito de la voluntad en el bien (bondad, belleza, acogida); el apetito de la memoria es el ser (autoposesión, ubicación, poder).

* El uso de la inteligencia es clave para situar en un marco de realidad el problema que tengo en su justa dimensión. Es también clave para acoger con toda su fuerza la Palabra de Dios, por ejemplo, en el hecho importantísimo de que Cristo no tiene asco del pecador ni del enfermo.

* A partir de la verdad así revelada, se da paso al amor de gratitud y el deseo de un bien semejante al bien revelado para nuestra propia vida. En un paso ulterior, la memoria abre generoso espacio a la verdad aprendido y al afecto que ha quedado bien impreso en el alma. De ese modo, todo nuestro ser aprende a adherirse a Cristo

Algunas composiciones de lugar útiles

* ¿Qué son las composiciones de lugar? Son estrategias o maneras de utilizar con sabiduría nuestra imaginación para ser más dóciles a la Palabra y la voluntad del Señor.

* Ejemplos de esas composiciones son: imaginarse la entrega de cada día, o de las propias heridas; o también situarse en pasajes del Evangelio.

Catequesis básica sobre sanación interior, 2 de 3

[Guía sobre la sanación interior, con énfasis sobre la famlia. Enseñanzas en una reunión de Pequeñas Comunidades de la Parroquia de San Juan de Ávila, en Bogotá.]

Tema 2: Pasos de sanación

* La necesidad de sanación no es un pecado pero sí puede ser un factor que propicia, acelera o agrava el pecado.

* El camino de la sanación es eso: un proceso, un recorrido que tiene etapas y por tanto, de manera usual, demanda tiempo. Tratar de acelerar esos procesos o pretender que se ha logrado mucho con poco tiempo fácilmente lleva a un modo de auto-engaño que luego dará paso a una crisis o dolor más grave.

* Los pasos típicos de la sanación son cuatro: (1) reconocer el problema; (2) dimensionarlo, en el contexto de otras necesidades propias y ajenas; (3) recibir AMOR: sólo el amor de verdad, e amor que brota del Corazón Sagrado del Dios hecho hombre, tiene capacidad de sanar, esto es: reconstruir; (4) definir un camino: la sanación es como ser elegido de nuevo y de un modo peculiar, y en la Biblia toda elección orienta hacia una misión.

Catequesis básica sobre sanación interior, 1 de 3

[Guía sobre la sanación interior, con énfasis sobre la famlia. Enseñanzas en una reunión de Pequeñas Comunidades de la Parroquia de San Juan de Ávila, en Bogotá.]

Tema 1: Introducción al concepto y los síntomas

Concepto de sanación interior

* Hay algo que debe ser curado. Usamos un lenguaje metafórico tomado de la realidad física para aplicarlo a otras realidades menos visibles pero no menos reales.

* Hablamos de heridas, como en el caso de los traumas afectivos; enfermedades, que pueden ser contagiosas; graves carencias, al modo de la desnutrición, como falta de afecto o de apoyo; incluso puede hablarse de componentes genéticos que tienen repercusiones como predisposiciones para algunas formas de comportamiento, que pueden ser dañinas.

Síntomas de necesidad de sanación

* Se nota la necesidad de sanación por el examen de una lista de deficiencias, o de anhelos permanente insatisfechos y como inalcanzables: faltas de alegría, paz, fecundidad, resiliencia y de mirada al futuro.

* Daños principales: (1) Con respecto a Dios, la persona no se siente amado como hijo, y no le interesa el reinado de Dios; (3) Con respecto al prójimo, la persona se concentra en sí mismo; el prójimo es visto con indiferencia, o como competencia o como una herramienta; (3) Con respecto a sí mismo, la persona queda encerrada en una tristeza egoísta y estéril.

Una visión del carisma de los dominicos

“Un carisma es un don de Dios, una gracia particular para cumplir una determinada función a favor de la Iglesia. La Orden de Predicadores es una orden religiosa que fue instituida específicamente desde el principio para la predicación y la salvación de las almas…”

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Que todo sea oración

Hola Fray Nelson Dios te bendiga hoy y siempre. quería preguntarte lo siguiente: ¿Cómo hacer que todo cuanto hagas se convierta en oración? – LTVJ.

* * *

Haces bien en preguntar porque el apóstol Pablo nos exhorta: “Orad sin cesar” (1 Tesalonicenses 5,17). Algunas recomendaciones prácticas sirven de respuesta:

1. Vivir en gracia de Dios. El primer modo de estar en comunión con Dios es también la primera razón por la que somos gratos a Él, a saber, porque acogemos de una manera viva y agradecida el don de su amor y redención, lo cual, en lenguaje breve y sencillo se dice: estar en gracia de Dios; gracia renovada con la participación en los sacramentos y singularmente la Eucaristía, ojalá diariamente.

2. Tener un ritmo de oración propiamente dicha. Antes de intentar que “todo” sea oración hay que tener experiencia viva, frecuente, habitual, gozosa sin romanticismo, de lo que es orar. Además de la Eucaristía cotidiana, si es posible, conviene tener unos ritmos propios de oración por ejemplo a través de la Liturgia de las Horas, el Santo Rosario, la Coronilla de la Misericordia, o prácticas semejantes.

3. Ofrecer el día a Dios, desde su comienzo. El Señor ha querido que seamos libres y no roba lo que no queremos darle. Un corazón lleno de fe y gratitud hace una intención diaria, incluso renovada a lo largo del día, de ofrecer tanto los éxitos como las dificultades. Como ganancia adicional, este tipo de ejercicio ayuda a educar nuestro carácter y a madurar emocional y espiritualmente.

4. Utilizar jaculatorias: breves invocaciones que caben en un segundo o dos, y que nos recuerdan las buenas intenciones de nuestro ofrecimiento diario y de las demás intenciones. Una de las más comunes entre estas jaculatorias es: “¡Por tu amor, Jesús!” — muy útil en momentos de dificultad o de contradicción.

5. No olvidar completar la jornada con un examen de conciencia. No tiene que ser exhaustivo pero sí completo. Nos ayuda a mejorar los propósitos, y a aprender a usar mejor las oportunidades de unión con Dios.

6. Recordar a menudo nuestros santos afectivamente más cercanos. Así como ellos son “amigos fuertes de Dios,” según la expresión de Santa Teresa de Jesús, también son fuertes amigos de nuestra santificación. Sus ejemplos, la manera como respondieron a sus propios desafíos, las palabras y enseñanzas que dejaron, son elementos preciosos que podemos ir integrando a nuestra personalidad y camino de fe.

7. “Mira que envío un Ángel, que irá delante de ti,” le dijo Dios a Moisés, refiriéndose al camino de todo el pueblo. No nos ha abandonado Dios, y sus Ángeles Custodios son poderosos aliados, no solamente para rescatarnos de dificultades materiales o de accidentes físicos, sino sobre todo, aliados en la obra sublime del adelanto en nuestra conversión y santificación.

Felices de ser pequeños ante Dios

No estás solo. -Lleva con alegría la tribulación. -No sientes en tu mano, pobre niño, la mano de tu Madre: es verdad. -Pero… ¿has visto a las madres de la tierra, con los brazos extendidos, seguir a sus pequeños, cuando se aventuran, temblorosos, a dar sin ayuda de nadie los primeros pasos? -No estás solo: María está junto a ti.

Jesús: nunca te pagaré, aunque muriera de Amor, la gracia que has derrochado para hacerme pequeño.

Más pensamientos de San Josemaría.

Confesarse, ¿por qué?

“Tratemos de comprender juntos qué es la confesión: si lo comprendes verdaderamente, con la mente y con el corazón, sentirás la necesidad y la alegría de hacer experiencia de este encuentro, en el que Dios, dándote su perdón mediante el ministro de la Iglesia, crea en tí un corazón nuevo, pone en ti un Espíritu nuevo, para que puedas vivir una existencia reconciliada con Él, contigo mismo y con los demás, llegando a ser tú también capaz de perdonar y amar, más allá de cualquier tentación de desconfianza y cansancio…”

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