Una SUMA conversacion, 030: Dios, Hombre, Persona

Dios, ¿conocido o desconocido?

El Primer Motor, en la doctrina del Estagirita, no tiene ni puede tener interés o amor alguno por lo creado; de hecho, tampoco es creador, porque, desde el punto de vista metafísico, la afirmación del acto creador supone la diferencia, ajena al pensamiento de Aristóteles, entre esencia y existencia. Es absolutamente inconcebible que este Primer Motor, movido por misericordia, envíe a su Hijo para redimir a seres inferiores. Además, este “dios” desconoce la particularidad de nuestras vidas; es un “dios” al que no es propiamente posible orar.

Lo que hace Tomás es aprovechar la argumentación aristotélica no para decir que ese es Dios sino para mostrar que pueden rebatirse los ataques u objeciones contra el Dios en que él cree. Tal fe tiene su origen y soporte en la predicación, la Escritura, la enseñanza de la Iglesia, la vida de oración. La razón defiende la fe; no la demuestra ni la crea.

El alma

Principio de vida en los seres vivos. Este palabra castellana es la traducción del término latino anima (aire, aliento, respiración), que a menudo es sinónimo de spiritus (en griego pneuma). Sin embargo Platón y Aristóteles utilizaron con más frecuencia el vocablo “psyché.” En el mundo griego encontramos dos formas de entender la noción de alma:

aquello que nos permite alcanzar el conocimiento y la ciencia: alma como principio de racionalidad;

aquello que se encuentra en los seres vivos gracias a lo cual dichos seres son capaces de realizar actividades vitales y se diferencian de los seres puramente inertes: alma como principio de vida.

Los filósofos griegos aceptaron estas dos dimensiones en el alma humana, pero unos subrayaron un aspecto y otros otro; por ejemplo, Platón destaca la primera dimensión, defendiendo su carácter divino e inmortal; sin embargo Aristóteles va a subrayar la segunda (aunque sin olvidar totalmente la primera, como se verá en relación con el alma intelectiva) y propone las siguientes definiciones del alma:

como principio de vida;

como la forma de los cuerpos organizados;

como el acto de aquellos seres que tienen vida en potencia.

Al entender de este modo la noción de alma Aristóteles estará obligado a admitir la existencia del alma no sólo en los hombres sino también en los animales y las plantas. Puesto que el alma es principio de vida y existen distintos niveles de vitalidad, habrá también distintas almas, o partes del alma o funciones del alma. Por ello, Aristóteles distingue la vegetativa, la sensitiva y la intelectiva.

Persona

La definición clásica es la dada por Boecio en De persona et duabus naturis, cap. II: Naturæ rationalis individua substantia (sustancia individual de naturaleza racional).

Una SUMA conversacion, 029: Movimiento, Acto y Potencia

El problema del movimiento

Cualquier tipo de cambio o modificación que pueda sufrir una sustancia. En castellano actual, uno tiende a asociar “movimiento” solamente con “traslación” pero para los griegos movimiento es toda modificación de un objeto o cosa, modificación que, naturalmente, también puede ser la de su posición en el espacio; por ello el término actual más próximo a la comprensión griega del movimiento es el término cambio.

Los antiguos filósofos disputaron sobre la naturaleza del movimiento. Parménides pensaba que el ser que cambia deja de ser, y por consiguiente, el movimiento sería la anulación del ser, que implicaría que no hay ser y que sólo la nada es. Como esto es contradictorio, Parménides pensaba que el ser no puede cambiar, y que el cambio—el movimiento—es ilusión y engaño.

Heráclito, en el otro extremo, considera la paradoja de que lo único constante es el fluir de las cosas. Para él, sólo el cambio es. Ese perpetuo devenir, o cambio, o movimiento, es la única manera de acercarse con verdad a la realidad. La estabilidad es un engaño.

Acto y Potencia

Aristóteles encuentra un modo distinto de abordar el problema del movimiento. Lo define como paso de la potencia al acto. El movimiento no es aniquilación ni aparición súbita del ser, sino actualización de algo que ya estaba, pero que sólo estaba potencialmente. La semilla es un árbol en potencia; el árbol es la actualidad o acto propio de lo que estaba en potencia en la semilla. La llegada del acto es la desaparición de la potencia, pero no por destrucción sino por actualización.

En principio, pues, las cosas están en potencia para ser lo que pueden llegar a ser. Si nos fijamos en las características, propiedades o determinaciones que una cosa u objeto tiene en el presente, estamos pensando en el ser en acto; ésta es la más importante forma de ser, y, a veces, la define como la realidad del ser. Por el contrario, si nos fijamos en el futuro, en aquello que aún no es pero a lo que apunta un ser en virtud de lo que ya es, estamos pensando en el ser en potencia. El ser en potencia no es una pura nada, un futuro meramente imaginado, es una forma de ser inscrita en el sujeto o cosa del cual decimos que está en potencia precisamente a partir de lo que es en acto.

Clases de potencia

La potencia es el poder para ejercer una transformación en un objeto o también la disposición para poder llegar a ser algo. En el primer caso tenemos la potencia activa, d ella que habla Aristóteles cuando se refiere a las “potencias” o facultades del alma. En el segundo caso tenemos la potencia pasiva, o sea, la capacidad o aptitud para llegar a ser otra cosa, como cuando usamos el adverbio “potencialmente” al decir que algo es potencialmente riesgoso.

Clases de movimiento

Aristóteles distingue diversos tipos de cambio o movimiento:

cambio sustancial: cuando desaparece una sustancia y da lugar a otra (como cuando quemamos un papel y lo convertimos en cenizas);

cambio accidental: cuando una sustancia se modifica en alguno de sus atributos o características pero permanece siendo la misma; a su vez se divide en:

según la cualidad: como cuando pasamos de jóvenes a adultos, o cuando una hoja cambia de color en otoño;

según la cantidad: la tiza que se desgasta con el uso, las uñas que crecen;

o según el lugar: como cuando andamos de un lugar a otro.

Dios y el movimiento

Según la ontología aristotélica todas las cosas que podemos percibir, todas las cosas sensibles (tanto las naturales como las artificiales) están compuestas con la estructura acto y potencia y, dado que el movimiento es el paso de la potencia al acto, todas las cosas sensibles tienen el movimiento como uno de sus rasgos más característicos y definitorios. Por ello se puede entender que si existiese un ser que fuese acto puro, que no tuviese ninguna potencialidad, a dicho ser no le podría corresponder el movimiento.

Dios es un ser sin composición alguna, ni física ni metafísica, que sólo puede ser pensado como acto puro y pura forma, y por tanto eterno e inmutable. Dios es acto puro porque en El no se encuentra ninguna potencialidad sino que es forma plenamente realizada.

Una SUMA conversacion, 028: Causas, Teleologia

Noción de causa

Factor o principio del que depende una cosa. En griego se dice aitía (de donde viene la etiología).

La noción aristotélica de causa es más amplia que la actual; nosotros entendemos por causa sólo lo que Aristóteles llamaba causa eficiente y causa final. Para este filósofo causa es todo principio del ser, aquello de lo que de algún modo depende la existencia de un ente; o de otro modo: todo factor al que nos tenemos que referir para explicar un proceso cualquiera.

“Causa” es todo lo que sirva de respuesta a una pregunta válida sobre el ser de algo. Según Arsitóteles, para entender cualquier ente debemos fijarnos en cuatro aspectos fundamentales (cuatro causas):

la causa material o aquello de lo que esta hecho algo;

la causa formal o aquello que un objeto es;

la causa eficiente o aquello que ha producido ese algo;

y la causa final o aquello para lo que existe ese algo, a lo cual tiende o puede llegar a ser.

A veces se añade la causa “ejemplar,” que algunos ven como variación o subconjunto de la causa final, o de la causa formal. Causa ejemplar es lo que sirve de referencia o modelo.

Podemos dividir las causas en:

intrínsecas como la causa material y la formal, pues estos principios descansan en el propio ente;

y extrínsecas como la causa eficiente y la final, pues se trata de principios exteriores al ente.

Sin embargo, en los seres naturales aquello a lo que apuntan o hacia lo que tienden de forma natural es causa final pero en este caso intrínseca (hay que recordar el principio básico de la física aristotélica según el cual todos los seres naturales se caracterizan por poseer una finalidad intrínseca). También se habla de la idea, imagen o boceto que el escultor tiene en mente cuando realiza la escultura como causa formal; en este caso dicha causa formal es extrínseca.

Un cosmos teleológico

Doctrina La teleología (no confundir con teología) que considera indispensable para la comprensión de la realidad la referencia a los fines o motivos por los que ocurre algo.

Viene de lógos (teoría, explicación) y telos (fin). Los filósofos han presentado dos teorías opuestas para la comprensión de los cambios que ocurren en la Naturaleza: la mecanicista y la finalista o teleológica. La explicación teleológica mantiene que sólo podemos comprender el cambio si nos referimos (además de a la causa eficiente, única causa a la que se refiere la explicación mecanicista) a la causa final.

Según la filosofía aristotélica las cosas del mundo y los cambios que les ocurren pueden ser bien por naturaleza, bien por el arte o técnica, bien por azar. Excluyendo los que ocurren por azar, los otros dos tipos de cosas y de cambios exigen la referencia a una finalidad: los seres artificiales tienen fines puesto que han sido construidos para algo, y lo que hacen lo hacen para cumplir su función; en el caso de las cosas naturales es importante observar que la finalidad no se limita a la esfera humana, en donde se muestra con claridad pues lo que los hombres hacemos lo hacemos por algo.

Es característico del punto de vista aristotélico la defensa de la existencia de finalidad en todo objeto natural y en los cambios o movimientos naturales: así, el fin de la semilla es convertirse en árbol, como el fin del niño es ser hombre; cada ser natural tiene una finalidad que está determinada por su forma o esencia y a la cual aspira y de la que se dice que está en potencia. Esta postura aristotélica y tomista resulta especialmente disputada hoy.

Una SUMA conversacion, 027: Materia y Forma

Primera aproximación a la materia

Una primera aproximación a lo material comprende estas notas:

extenso (ocupa un espacio);

accesible a los sentidos (directamente o mediante instrumentos que amplían el rango de la percepción sensorial);

en principio, objetivable: se puede poner completamente frente a sí, y en muchos casos, sus condiciones externas son controlables y medibles (como en un laboratorio).

¿Existe lo inmaterial o todo es materia?

Consideremos este ejemplo: un amigo me presta su bicicleta. Una semana después le devuelvo todas y cada una de las piezas que conforman la bicicleta, pero puestas todas sueltas en una bolsa. Y le digo: “Aquí tienes tu bicicleta.” ¿Cuál es la diferencia entre la bicicleta y lo que contiene esa bolsa?

Lo que mi amigo echa de menos no puede ser ninguna de las partes (extensas, accesibles a los sentidos, objetivables), pues éstas están todas. Mi amigo echa de menos la estructura, la configuración, la disposición, interna y externa, que permite que ese conjunto de piezas funcione de una determinada manera. A eso que mi amigo echa de menos lo llamamos “forma.” Uno entiende que esa forma no es nada material; la forma existe y es inmaterial.

Concepto de forma

Forma es el conjunto de rasgos característicos de un objeto. Este término corresponde a las palabras griegas morphé y êidos.

Nuestro lenguaje cubre bastante bien la riqueza de significados que tenía esta palabra en el mundo griego y la filosofía aristotélica: en un primer nivel se identifica con la figura de un objeto físico; en otro sentido designa la estructura o configuración de algo frente a los elementos o materia que componen ese algo, como cuando hablamos de la estructura o forma que le ha dado un poeta a sus versos.

Cabe distinguir las formas accidentales de la forma substancial: la forma substancial de una cosa es lo mismo que su esencia y las formas accidentales son las determinaciones o propiedades de las que el sujeto puede prescindir sin perder su ser.

Hilemorfismo

Es la teoría aristotélica según la cual todos los seres sensibles o perceptibles (tanto los naturales como los artificiales) se componen de materia (hylé) y forma (morphé). En el caso del ser humano, ello implica hablar de una unidad sustancial de cuerpo y alma.

Llegamos así a un segundo concepto, más elaborado, de lo que es “materia”: Este término significaba originariamente madera, material de construcción, el elemento con el que construimos algo.

La materia es aquello con lo que está hecho algo; desde el punto de vista dinámico es aquello susceptible de alguna determinación o forma, por tanto una realidad potencial. Cabe hablar también de un cierto carácter relativo de lo que se considera materia: si nos fijamos en una estatua del dios Zeus la forma es Zeus y la materia el bronce; pero si nos fijamos en el bronce mismo el ser bronce es forma y la materia es la materia prima.

Materia primera y materia segunda

La materia “prima” o primera es materia sin forma alguna. Se trata de un modo minimo, casi hipotético del ser. No es perceptible por los sentidos y es el substrato último del cambio sustancial.

Aristóteles afirma la existencia de este tipo de materia no perceptible como consecuencia de su análisis del movimiento: todo movimiento o cambio exige la presencia de algo permanente; en el cambio accidental lo permanente es la sustancia y lo que cambia los accidentes; el problema se presenta sin embargo en el caso del cambio sustancial pues en este tipo de movimiento desaparece una sustancia y aparece otra. Puesto que algo debe permanecer incluso en ese cambio tan radical, Aristóteles creyó que se puede superar la dificultad si aceptamos la existencia de una realidad material de la cual están hechas las sustancias materiales, pero como dicha realidad material no se encuentra en el nivel de lo perceptible ni tiene ningún otro rasgo que no sea el de la pura espacialidad pensó que dicha materia no tiene forma alguna (siendo por lo tanto algo casi irracional).

Llámase en cambio “materia segunda” a la materia con alguna forma determinada (por ejemplo, el mármol de una estatua de mármol).

Una SUMA conversacion, 026: Sustancia, Esencia y Naturaleza

Sustancia

El ser independiente del cual se predican los atributos. Del latín substantia, que se usó para traducir los términos griegos ousía, y a veces, hipóstasis. Significa etimológicamente, “lo que está debajo”, pero tiene un significado complejo pues designa:

el sujeto en el que descansan las propiedades: el ser Sócrates, por ejemplo, del cual predicamos ciertos rasgos como el ser ateniense, ser maestro de Platón…

lo que permanece en el cambio accidental: el ser el mismo individuo, Sócrates, aunque modifique su aspecto a lo largo del tiempo;

el ser independiente, lo que tiene su ser no en otro sino en sí: debemos distinguir el nivel de los atributos (ser blanco, pequeño e inteligente, por ejemplo, que son seres puesto que tienen realidad, pero que no pueden darse por sí mismos sino que siempre descansan en otra cosa de la cual decimos que son sus propiedades) y el nivel de la substancia (el que tiene una existencia propia e independiente, como el ser Sócrates o ser una piedra, o un tigre…).

Accidentes

Lo que le corresponde a algo de manera contingente, es decir, que no depende de su esencia; aquello que le pertenece a un ser de tal modo que lo puede perder sin llegar a aniquilarse.

Sustancias Primeras y Segundas

Las sustancias primeras son los sujetos individuales, que si son corporales, estarán compuestos de materia y forma.

Las sustancias segundas equivalen a los géneros y las especies. Al preguntar “¿qué es esto?”, se puede buscar qué tipo de sustancia es. Al responder indicando que es un libro, estamos apuntando a una sustancia segunda.

Esencia y Existencia

Lo que tienen los seres concretos de estable e inteligible; los rasgos que hacen de algo lo que es y no otra cosa, de modo que si se pierde uno de esos rasgos, ya no estamos ante el mismo ser. La esencia es la respuesta más directa a la pregunta “¿qué es?” y por eso se le llama quidditas, o quididad.

La esencia:

descubierta en un ser corpóreo concreto, es la forma sustancial;

en el entendimiento se capta por medio de conceptos;

cuando se expresa en palabras corresponde a una definición.

La esencia no implica la existencia. Cosas imaginadas pueden tener su esencia, que también será imaginaria. Cuando hablamos, entonces, de que algo existe, ese existir no es una idea que se une a los rasgos de la esencia; es decir, el existir, al que Santo Tomás en latín llama esse, no es una ampliación de la esencia, que en latín se dice essentia. Existencia y esencia son distintos, y la existencia no es algo pensado pero tampoco es irracional. Para Santo Tomás, que lo pensable (la esencia) tenga además existencia, es como el paso de la potencia al acto; tal es el paso que realiza Dios al crear.

Naturaleza

Principio intrínseco de movimiento (cambio, acción, operación) y reposo de los seres naturales. Etimológicamente quiere decir: lo que se tiene “por nacimiento,” es decir: de por sí, no por acción de otro. Viene del vocablo latino natura, traducción del griego physis.

Hay dos sentidos básicos de “naturaleza”, aunque es mucho más importante el segundo que el primero: (a) la Naturaleza entendida como la totalidad de seres naturales; (b) la naturaleza como el actuar que sigue al ser propio de las cosas. En esta última acepción, “naturaleza” se aproxima mucho al concepto de “esencia,” pero, aunque todo lo esencial es natural, no todo lo natural es esencial, porque hay cosas que son naturales porque provienen o fluyen de la esencia, sin ser la esencia. El uso de un lenguaje conceptual y articulado es propio de la naturaleza humana pero no es necesario considerar esa nota en sí misma como propia de la esencia, porque es algo que fluye del ser racional.

La naturaleza se identifica con el ser propio de las cosas, con su esencia, y lo que fluye de la esencia, pero sólo en las cosas capaces de cambiar a partir de sí mismas.

La naturaleza no sólo determina el tipo posible de movimientos de un objeto sino también el tipo de reposo que le conviene (por ejemplo, a la piedra le corresponde estar quieta en el suelo y ello en virtud de su naturaleza).