Ansia de Dios

La vida espiritual es -lo repito machaconamente, de intento- un continuo comenzar y recomenzar. -¿Recomenzar? ¡Sí!: cada vez que haces un acto de contrición -y a diario deberíamos hacer muchos-, recomienzas, porque das a Dios un nuevo amor.

No podemos conformarnos con lo que hacemos en nuestro servicio a Dios, como un artista no se queda satisfecho con el cuadro o la estatua que sale de sus manos. Todos le dicen: es una maravilla; pero él piensa: no, no es esto; yo querría más. Así deberíamos reaccionar nosotros. Además, el Señor nos da mucho, tiene derecho a nuestra más plena correspondencia…, y hay que ir a su paso.

Más pensamientos de San Josemaría.

Invitados a trabajar para el Señor

Por todos los caminos honestos de la tierra quiere el Señor a sus hijos, echando la semilla de la comprensión, del perdón, de la convivencia, de la caridad, de la paz. -Tú, ¿qué haces?

La Redención se está haciendo, todavía en este momento…, y tú eres -¡has de ser!- corredentor.

Ser cristiano en el mundo no significa aislarse, ¡al contrario! -Significa amar a todas las gentes, y desear encenderlas con el fuego del amor a Dios.

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Un mensaje de vida

¿Quieres un secreto para ser feliz?: date y sirve a los demás, sin esperar que te lo agradezcan.

Si actúas -vives y trabajas- cara a Dios, por razones de amor y de servicio, con alma sacerdotal, aunque no seas sacerdote, toda tu acción cobra un genuino sentido sobrenatural, que mantiene unida tu vida entera a la fuente de todas las gracias.

Ante el inmenso panorama de almas que nos espera, ante esa preciosa y tremenda responsabilidad, quizá se te ocurra pensar lo mismo que a veces pienso yo: ¿conmigo, toda esa labor?, ¿conmigo, que soy tan poca cosa? -Hemos de abrir entonces el Evangelio, y contemplar cómo Jesús cura al ciego de nacimiento: con barro hecho de polvo de la tierra y de saliva. ¡Y ése es el colirio que da la luz a unos ojos ciegos! Eso somos tú y yo. Con el conocimiento de nuestra flaqueza, de nuestro ningún valer, pero -con la gracia de Dios y nuestra buena voluntad- ¡somos colirio!, para iluminar, para prestar nuestra fortaleza a los demás y a nosotros mismos.

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LA GRACIA 2020/10/20 Peligros que llegan a nuestra vida espiritual

Cuidado con el cansancio, el aburrimiento y la tristeza espiritual porque pueden hacer que tu esperanza se vaya al mínimo llevándote a que te pierdas la visita del amor y la gracia de Dios.

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LA GRACIA 2020/10/02 ¿Por qué apoyarte en tu ángel custodio?

MEMORIA DE LOS SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS

Al apoyarte más en tu ángel custodio tu vida cristiana se eleva porque él está firme y obediente a Dios, es ferviente en su amor y te ayuda en el ardor en la oración.

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LA GRACIA 2020/09/29 Vida espiritual a la luz de los santos arcángeles

FIESTA DE LOS SANTOS MIGUEL, GABRIEL Y RAFAEL

Los santos arcángeles nos enseñan a llevar una vida espiritual sana, alegre y fecunda: Miguel a cultivar la humildad, Gabriel a acércanos a la Palabra de Dios y Rafael a buscar comunidad creyente.

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Dos palabras para ponerte en movimiento

Reza seguro con el Salmista: “¡Señor, Tú eres mi refugio y mi fortaleza, confío en Ti!” Te garantizo que El te preservará de las insidias del “demonio meridiano” -en las tentaciones y… ¡en las caídas!-, cuando la edad y las virtudes tendrían que ser maduras, cuando deberías saber de memoria que sólo El es la Fortaleza.

¿Tú piensas que en la vida se agradece un servicio prestado de mala gana? Evidentemente, no. Y hasta se llega a concluir: sería mejor que no lo hiciera. -¿Y tú consideras que puedes servir a Dios con mala cara? ¡No! -Has de servirle con alegría, a pesar de tus miserias, que ya las quitaremos con la ayuda divina.

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La sobrenaturalidad de cada día

Ojalá sepas cumplir ese propósito que te has fijado: “morir un poco a mí mismo, cada día”.

La alegría, el optimismo sobrenatural y humano, son compatibles con el cansancio físico, con el dolor, con las lágrimas -porque tenemos corazón-, con las dificultades en nuestra vida interior o en la tarea apostólica. El, «perfectus Deus, perfectus Homo» -perfecto Dios y perfecto Hombre-, que tenía toda la felicidad del Cielo, quiso experimentar la fatiga y el cansancio, el llanto y el dolor…, para que entendamos que ser sobrenaturales supone ser muy humanos.

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¿Qué es el escándalo?

Según expone allí mismo San Jerónimo, lo que en griego se llama «escándalo» lo podemos traducir por tropiezo, ruina o lesión del pie. Sucede, en efecto, que en el camino material se pone a veces un obstáculo, y quien tropieza en él corre el riesgo de caer; ese obstáculo se llama escándalo. Acontece igualmente en la vida espiritual que las palabras y acciones de otro inducen a ruina espiritual en cuanto que con su amonestación, solicitación o ejemplo arrastran al pecado. Esto es propiamente escándalo. Ahora bien, no hay nada que por su propia naturaleza induzca a ruina espiritual, a no ser que tenga algún defecto de rectitud. En efecto, lo que es perfectamente recto, lejos de inducir a la caída, preserva de ella. Por eso es buena la definición del escándalo: Dicho o hecho menos recto que ofrece ocasión de ruina. (S. Th., II-II, q.43, a.1, resp.)


[Estos fragmentos han sido tomados de la Suma Teológica de Santo Tomás, en la segunda sección de la segunda parte. Pueden leerse en orden los fragmentos publicados haciendo clic aquí.]

LA GRACIA 20200217 – Los obstáculos son medios de crecimiento

La vida cristiana para madurar requiere de un recorrido, de la prueba y de la batalla; aprendamos a ver estos obstáculos como medios que me hacen crecer no para derribarme.

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El fin de semana, ese solitario túnel…

“Desear que pase pronto el fin de semana para poder regresar al trabajo es un anhelo quizás poco frecuente. Pero si en casa no hay nadie con quien reírse, enfadarse, consultar cosas, comentar una película, etc., el sábado y el domingo pueden ser de todo menos días de esparcimiento…”

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Redefiniendo el éxito

A ti, que te ves tan falto de virtudes, de talento, de condiciones…, ¿no te dan ganas de clamar como Bartimeo, el ciego: ¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!? -Qué hermosa jaculatoria, para que la repitas muchas veces: ¡Señor, ten compasión de mí! -Te oirá y te atenderá.

Si eres fiel, podrás llamarte vencedor. -En tu vida, aunque pierdas algunos combates, no conocerás derrotas. No existen fracasos -convéncete-, si obras con rectitud de intención y con afán de cumplir la Voluntad de Dios. -Entonces, con éxito o sin éxito, triunfarás siempre, porque habrás hecho el trabajo con Amor.

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¿Qué cosa es la acidia?

Según el Damasceno, la acidia es cierta tristeza que apesadumbra, es decir, una tristeza que de tal manera deprime el ánimo del hombre, que nada de lo que hace le agrada, igual que se vuelven frías las cosas por la acción corrosiva del ácido. Por eso la acidia implica cierto hastío para obrar, como lo muestra el comentario de la Glosa a las palabras del salmo 106,18: Toda comida les daba náuseas. Hay también quien dice que la acidia es la indolencia del alma en empezar lo bueno. Este tipo de tristeza siempre es malo: a veces, en sí mismo; otras, en sus efectos. Efectivamente, la tristeza en sí misma es mala: versa sobre lo que es malo en apariencia y bueno en realidad; a la inversa de lo que ocurre con el placer malo, que proviene de un bien aparente y de un mal real. En conclusión, dado que el bien espiritual es un bien real, la tristeza del bien espiritual es en sí misma mala. Pero incluso la tristeza que proviene de un mal real es mala en sus efectos cuando llega hasta el extremo de ser tan embarazosa que retrae totalmente al hombre de la obra buena. Por eso incluso el Apóstol, en 2 Cor 2,7, no quiere que el penitente se vea consumido por la excesiva tristeza del pecado. Por tanto, dado que la acidia, en el sentido en que la tratamos aquí, implica tristeza del bien espiritual, es doblemente mala: en sí misma y en sus efectos. Por eso es pecado la acidia, ya que en los impulsos apetitivos al mal lo llamamos pecado, como se deduce de lo ya expuesto (q.10 a.2; 1-2 q.71 a.6; q.74 a.3). (S. Th., II-II, q.35, a.1, resp.)


[Estos fragmentos han sido tomados de la Suma Teológica de Santo Tomás, en la segunda sección de la segunda parte. Pueden leerse en orden los fragmentos publicados haciendo clic aquí.]

Coincidencias

Padre Medina: Hay acontecimientos que se han repetido en mi familia en ciertos años, con una precisión de fechas que me hacen suponer que estamos sometidos a algún tipo de maleficio o maldición. ¿Cómo puede uno saber si es asi? –D.H.

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El criterio general de la Iglesia es> lo que puede ser explicado por medios naturales no reclama una explicaci[on sobrenatural. Hay estudios estadísticos y probabilísticos que ayudan a aclarar situaciones como las que ustedes han vivido.

La idea fundamental es esta: hay eventos que son muy poco probables pero su baja probabilidad no significan que no le sucederán a nadie sino que sucederán en un reducido número de personas. Es evidente que esas personas, precisamente porque son minoría, buscarán una respuesta a la pregunta: “¿por qué a mí?” Pero si uno mira el conjunto de la población se da cuenta que CUALQUIER otra persona a la que le hubiera sucedido el mismo evento o coincidencia preguntaría lo mismo.

Con las coincidencias, lo mismo que con los eventos muy inusuales, sucede lo mismo, y en ambos casos la búsqueda de una explicación suele conducir a la afirmación de entidades sobrenaturales. No necesariamente es el caso, y de hecho, cuando entran fechas, las cosas son mucho más aleatorias. Por ejemplo: coincidencias numéricas en el calendario gregoriano no lo son en un calendario lunar.

Imagina un grupo amplio de población (por ejemplo, un cajón grande con bolitas blancas) e imagina que llegan eventos extraños o desagradbles (por ejemplo, representados con dos o tres bolitas negras). Suponte que arrojas esas bolitas negras en el cajón y sacudes bien. Al final, esas bolitas quedarán en contacto con algunas de las blancas. No importa las que sean, ellas se preguntarían: ¿por qué esto me TOCA a mí? Así hacemos nosotros con lo inusual o lo desafortunado en la vida.

Los matemáticos han demostrado (yo lo he sido) que prácticamente en CUALQUIER vida es posible encontrar coincidencias, positivas o negativas, algunas de las cuales atrapan nuestra atención porque llegamos a conocerlas, mientras que otras no.

Lo grave no es eso. Lo grave es si damos demasiado peso a esos factores, y olvidamos que nuestras vidas están en primer lugar bajo el poder del amor de Dios.

Dar demasiado poder a las coincidencias llega a ser prácticamente una especie de superstición.