¿Cómo definen los ateos qué es bueno y qué es malo?

Sin Dios, ¿cómo defines lo que es bueno? Si sólo somos un montón de formas de vida surgidas accidentalmente en una roca sin sentido, ¿cómo se puede definir el término “buena persona”? –Cuestión planteada por Bruno Moreno en su blog.

* * *

Para contribuir a la interesante discusión.

Los ateos que conozco tienden a definir el bien en cuatro líneas preferenciales:

1. Lo natural es bueno. Ejemplo: el deseo de comer es natural, luego comer debe ser bueno. El deseo sexual es natural, luego es antinatural suprimirlo, y eso es malo.

2. Lo participativo es bueno. Ejemplo obvio: las decisiones democráticamente establecidas después de seguir los procesos legales vigentes son buenas y son la norma para la sociedad. Si alguno se opone, por ejemplo: una enfermera que no quiere contribuir de ningún modo a un aborto voluntario, entonces la ley debe castigar a la enfermera porque está obrando mal.

3. Lo auténtico es bueno. Ejemplo: si una persona se dedica a lo que le gusta y lo hace con pasión y convicción, y lo que piensa lo dice, y lo que dice es modelo de cómo obra, eso es bueno. Basta la coherencia interna porque en ella está la paz de cada uno, y de ahí viene la paz en la sociedad cuando vivimos y dejamos vivir.

4. Lo razonable es bueno. Ejemplo obvio: la ciencia. Si en cambio algo no se ha demostrado científicamente, como, según ellos, sucede con los daños a los niños educados por parejas de homosexuales, entonces es dogmatismo, oscurantismo o algún otro “ismo” conectado seguramente con los prejuicios y supersticiones de la fe.

No es difícil ver cómo estos criterios son insuficientes y a menudo contradictorios pero como siempre se puede apelar a lo que cada uno sienta que lo deja en paz… pues así van y así siguen.

Algunos se cansaron

Es un poco triste reconocerlo pero hay que ser honestos: algunos se cansaron de batallar contra la corriente. Un día se sintieron sin fuerzas, y casi sin darse cuenta, empezaron a dejarse llevar por el fluido suave y el ritmo arrullador de las aguas que iban corriente abajo.

Poco importó en un primer momento que fueran aguas venenosas. Poco importó que hubiera un penetrante hedor que se pegaba a todo: sus palabras, sus ropas, sus casas. La comodidad de dejarse llevar parecía buena razón, y al fin y al cabo, a los malos olores uno termina por acostumbrarse.

Se cansaron de decir que la paga del pecado es la muerte; su discurso cambió, y empezaron a decir que ante todo hay que ser humanos, y que Dios es tan misericordioso que en realidad no importa que pequemos, porque–ya revolcados bien abajo en esas aguas inmundas–les parecía imposible que hubiera condenación. Admitir que puede haber infierno y condenación Cansado?eterna es admitir que uno puede llegar allá si enseña lo que es falso aunque sea seductor. Así que cerraron los ojos y dijeron mirando a las cámaras que Dios no podía ser tan terrible.

Algunos se cansaron de pelear. Entregaron sus armas. Ya no soportaron más que la sociedad los excluyera, que la opinión pública los lastimara, que los medios de comunicación los ignoraran, que los parlamentos aprobaran leyes en contra de lo que siempre se enseñó. Se cansaron de ser sal que fastidia y dejaron de salar. Insípidos, con una sonrisa inocua, con un discurso debidamente censurado y autorizado por el “Nuevo Desorden Mundial” salieron a los púlpitos y a las cámaras y proclamaron que la Iglesia había cambiado. En realidad sólo ellos habían cambiado pero usurparon el nombre de la Esposa de Cristo.

Se cansaron de ser vituperados y maltratados. Cambiaron entonces su enseñanza y la acomodaron a los oídos adúlteros del mundo. Un aplauso sonoro fue la respuesta de parte de ese mundo, que de tiempo atrás esperaba tal cansancio. Los de las tinieblas se miraron y sonrieron con gesto de victoria. El rostro de los enemigos de la Iglesia brillaba con entusiasmo: “¡La hemos derribado!,” se dijeron al ver caer algunas de las altas torres de la Esposa, la Casa de Dios, la Católica.

Y los que se cansaron, y ahora enseñan otra cosa, al oír el estrépito de semejante derrumbe, creyeron que los estaban aplaudiendo. Ya sabes: un derrumbe suena como un aplauso.

Algunos se cansaron. Pero no todos. Hay quien siente dolor y celo. Hay quien hace penitencia y reza. Hay quien predica, así parezca que su voz se pierde en el desierto. Hay quien llora y ora. Y esa oración atraviesa las nubes.

La guerra contra la Ley Natural

“Goeteia es la antigua práctica cuyo objetivo consistía en acumular poder saltándose la naturaleza, deformando sus formas, aniquilando lo creado. Esta es la esencia de la goeteia. No hay naturaleza; no hay nada dado; la realidad será lo que decidamos. Magia negra…”

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La sociedad al servicio de la familia

252 El punto de partida para una relación correcta y constructiva entre la familia y la sociedad es el reconocimiento de la subjetividad y de la prioridad social de la familia. Esta íntima relación entre las dos « impone también que la sociedad no deje de cumplir su deber fundamental de respetar y promover la familia misma ».570 La sociedad y, en especial, las instituciones estatales, —respetando la prioridad y « preeminencia » de la familia— están llamadas a garantizar y favorecer la genuina identidad de la vida familiar y a evitar y combatir todo lo que la altera y daña. Esto exige que la acción política y legislativa salvaguarde los valores de la familia, desde la promoción de la intimidad y la convivencia familiar, hasta el respeto de la vida naciente y la efectiva libertad de elección en la educación de los hijos. La sociedad y el Estado no pueden, por tanto, ni absorber ni sustituir, ni reducir la dimensión social de la familia; más bien deben honrarla, reconocerla, respetarla y promoverla según el principio de subsidiaridad.571

253 El servicio de la sociedad a la familia se concreta en el reconocimiento, el respeto y la promoción de los derechos de la familia.572 Todo esto requiere la realización de auténticas y eficaces políticas familiares, con intervenciones precisas, capaces de hacer frente a las necesidades que derivan de los derechos de la familia como tal. En este sentido, es necesario como requisito previo, esencial e irrenunciable, el reconocimiento —lo cual comporta la tutela, la valoración y la promoción— de la identidad de la familia, sociedad natural fundada sobre el matrimonio. Este reconocimiento establece una neta línea de demarcación entre la familia, entendida correctamente, y las otras formas de convivencia, que —por su naturaleza— no pueden merecer ni el nombre ni la condición de familia.

254 El reconocimiento, por parte de las instituciones civiles y del Estado, de la prioridad de la familia sobre cualquier otra comunidad y sobre la misma realidad estatal, comporta superar las concepciones meramente individualistas y asumir la dimensión familiar como perspectiva cultural y política, irrenunciable en la consideración de las personas. Ello no se coloca como alternativa de los derechos que las personas poseen individualmente, sino más bien como su apoyo y tutela. Esta perspectiva hace posible elaborar criterios normativos para una solución correcta de los diversos problemas sociales, porque las personas no deben ser consideradas sólo singularmente, sino también en relación a sus propios núcleos familiares, cuyos valores específicos y exigencias han de ser tenidos en cuenta.

NOTAS para esta sección

570Juan Pablo II, Exh. ap. Familiaris consortio, 45: AAS 74 (1982) 136.

571Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2211.

572Cf. Juan Pablo II, Exh. ap. Familiaris consortio, 46: AAS 74 (1982) 137-139.

Este Compendio se publica íntegramente, por entregas, aquí.

Aclimatar la paz en la familia, 2 de 2, Tareas específicas

[Ciclo de conferencias para el Ministerio de Padres y Madres Orantes, de Chía, Colombia. Septiembre de 2014.]

Tema 2 de 2: Tareas específicas

* Formar el sentido moral

Educar en la verdad: más allá del gusto, la simpatía o la conveniencia
Recordar la posibilidad y necesidad de la conversión
Enseñar a reconocer los propios errores y disculparse
Narrar historias con moraleja
Fijar un estándar alto: no basta con no ser malos

* Test para las familias creyentes; tu hijo o hija…

¿Sabe que sus talentos tienen una dimensión de servicio a la Iglesia y la sociedad?
¿Comprende y practica que el donarse, hasta dar de lo propio y hasta que “duela” es propio de la caridad cristiana?
¿Ha sido instrumento real en el camino de conversión de otras personas?
¿Pertenece a algún grupo que evangeliza expresamente?

La virtud de la templanza

“La virtud cardinal de la templanza ejerce una función primera que es la de controlar racionalmente, con una directriz de la inteligencia y de lo razonable, las pasiones y los afectos que tantas veces se desbordan. Esta virtud racional (¡cardinal!) organiza una jerarquía de prioridades para la persona y es capaz de subordinar lo inferior a lo superior, lo menos importante a lo más importante, sabiendo insistir en lo fundamental y evitando la dispersión en los placeres que son accesorios…”

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Familias Sólidas, 2 de 2, Pautas de crecimiento familiar

[Predicación a un grupo de parejas en la Parroquia de María Reina, en Puerto Azul, Guayaquil. Septiembre de 2014.]

Tema 2 de 2: Pautas de crecimiento familiar

* Hay cuatro áreas en las que particularmente urge crecer, si queremos familias sólidas, capaces de rebelarse ante el nuevo orden mundial impuesto:

(1) Recuperar el lugar del varón como cabeza del hogar: cabeza, en sentido integral, que implica liderar la oración, la formación en la fe, y la capacidad de articular una respuesta frente a los desafíos reales del mundo.

(2) Hay que ayudar, sin imponer, a que los hijos descubran sus talentos y fortalezas, como criterio primero para definir su profesión u oficio.

(3) La mejor asesoría para escoger pareja es acostumbrar a los hijos a observar qué lugar ocupa Dios y qué lugar ocupan los necesitados en el esquema de vida de las posibles candidatas o candidatos, según el caso.

(4) Y no olviden los padres que el mundo que enfrentarán sus hijos va más allá de lo que han conocido en el hogar. Por eso es preciso vincularse a comunidades, grupos, movimientos o asociaciones que defiendan nuestra fe y valores.

Familias Sólidas, 1 de 2, Invitación a la sana rebeldía

[Predicación a un grupo de parejas en la Parroquia de María Reina, en Puerto Azul, Guayaquil. Septiembre de 2014.]

Tema 1 de 2: Invitación a la sana rebeldía

* Cuando el entorno contradice nuestros principios, deseos o necesidades, hay dos reacciones posibles: asimilarse uno al ambiente adverso, o adaptar ese ambiente a lo que uno considera que necesita. La Escritura es clara: lo nuestro es transformar nuestra mente (Romanos 12) y ser sal de la tierra, sal que da sabor y que no teme ser escozor (Mateo 5).

* El mundo, en efecto, trata de “domesticarnos” usando cuatro estrategias principales:

(1) La ley de las mayorías, según la cual empezamos a considerar como “normal” lo que es muy común.

(2) El mal ejemplo de las llamadas “celebridades”

(3) Las seducciones y ventajas (temporales y parciales) que trae el pecado, sobre todo, el pecado “estructural”

(4) El miedo y las amenazas contra quienes quieren romper la hegemonía del orden impuesto.

El amor y la formación de la comunidad de personas

221 La familia se presenta como espacio de comunión —tan necesaria en una sociedad cada vez más individualista—, que debe desarrollarse como una auténtica comunidad de personas 490 gracias al incesante dinamismo del amor, dimensión fundamental de la experiencia humana, cuyo lugar privilegiado para manifestarse es precisamente la familia: « El amor hace que el hombre se realice mediante la entrega sincera de sí mismo. Amar significa dar y recibir lo que no se puede comprar ni vender, sino sólo regalar libre y recíprocamente ».491

Gracias al amor, realidad esencial para definir el matrimonio y la familia, cada persona, hombre y mujer, es reconocida, aceptada y respetada en su dignidad. Del amor nacen relaciones vividas como entrega gratuita, que « respetando y favoreciendo en todos y cada uno la dignidad personal como único título de valor, se hace acogida cordial, encuentro y diálogo, disponibilidad desinteresada, servicio generoso y solidaridad profunda ».492 La existencia de familias que viven con este espíritu pone al descubierto las carencias y contradicciones de una sociedad que tiende a privilegiar relaciones basadas principalmente, cuando no exclusivamente, en criterios de eficiencia y funcionalidad. La familia que vive construyendo cada día una red de relaciones interpersonales, internas y externas, se convierte en la « primera e insustituible escuela de socialidad, ejemplo y estímulo para las relaciones comunitarias más amplias en un clima de respeto, justicia, diálogo y amor ».493

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ESCUCHA, Cómo definir prioridades en la vida

[Charla para un grupo de trabajadores de una empresa en Asunción, Paraguay. Agosto de 2014.]

* Si hay algo que todos tenemos en común es que día a día hemos de tomar decisiones. Vivir es decidir porque incluso la pretensión de no decidir es una decisión. Además, aquello decidimos ayer de algún modo convive con nosotros hoy, y seguirá mañana.

* Más que las palabras que decimos, son las decisiones que tomamos las que realmente impactan a quienes nos siguen, ya se trate de los hijos, los alumnos o los subalternos. En este sentido, nuestra forma de decidir puede ser la herencia más perdurable que dejamos–más incluso que nuestros discursos o nuestro dinero.

* Es un hecho, sin embargo, que a veces tomamos malas decisiones: decisiones equivocadas que se habrían podido evitar. Esto suele suceder porque no tenemos claras nuestras prioridades. Y nuestras prioridades no se aclaran porque tenemos mucho “ruido” que perturba la lucidez necesaria.

* Los principales ruidos, que podemos comparar a ladridos de perritos fastidiosos, son tres:

(1) La prisa de lo inmediato. Este es el perro que ladra: “¡ya! ¡ya!” Buscando satisfacción o éxito rápido, a menudo sacrificamos principios, personas o tesoros que luego sólo cabe lamentar.

(2) La codicia del corazón. Este es el perro que ladra: “¡más! ¡más!” Cuando nos volvemos insaciables terminamos por romper el balance necesario en nuestro cuerpo, nuestro descanso, o la atención que merecen las personas que deberían interesarnos. Al final, la autodestrucción, en sus diversas formas.

(3) La seducción de lo fácil. Este es el perro que ladra: “¡menos! ¡menos!” El que quiere el camino sin dificultades ha escogido ya aquella senda ancha y descansada, de la que habla el Evangelio, y que lleva a la perdición.

* Para no dejarse perturbar, asustar ni distraer con esos ladridos necesitamos entonces:

(1) Mirar las consecuencias, también a largo plazo, de nuestros actos.

(2) Amar el equilibrio de una vida en que cada aspecto de nuestro ser, incluyendo por supuesto nuestra capacidad de trascender, crece en armonía con los demás.

(3) Descubrir que, según la enseñanza de Juan Pablo II, el trabajo y el esfuerzo no son solamente tarea que queda fuera sino riqueza que nos transforma adentro.

La Revolución Antropólogica de las teorías Queer

Muchos ingenuos creen que lo de los derechos para personas con atracción por su mismo sexo es algo que afecta a unos pocos contra los que se han cometido muchas injusticias; la verdad es que detrás de la supuesta igualdad viene una imposición brutal que afectará toda la sociedad, la educación y la familia. El recurso siempre es que hay que evitar la homofobia, como si fuera el único y peor pecado; de ahí se pasa a la obligatoriedad de aceptar como docentes y figuras de ejemplo a quienes promueven estilos homosexuales o transexuales, hasta disolver toda noción de sexo y de género y convertirnos en consumidores de placer estéril, fáciles de manipular frente al dios Mercado.

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Se vale amar el heroísmo

Me preguntas…, y te contesto: tu perfección está en vivir perfectamente en aquel lugar, oficio y grado en que Dios, por medio de la autoridad, te coloque.

Orad los unos por los otros. -¿Que aquél flaquea?… -¿Que el otro?… Seguid orando, sin perder la paz. -¿Que se van? ¿Que se pierden?… ¡El Señor os tiene contados desde la eternidad!

Tienes razón. -Desde la cumbre -me escribes- en todo lo que se divisa -y es un radio de muchos kilómetros-, no se percibe ni una llanura: tras de cada montaña, otra. Si en algún sitio parece suavizarse el paisaje, al levantarse la niebla, aparece una sierra que estaba oculta. Así es, así tiene que ser el horizonte de tu apostolado: es preciso atravesar el mundo. Pero no hay caminos hechos para vosotros… Los haréis, a través de las montañas, al golpe de vuestras pisadas.

Más pensamientos de San Josemaría.

Cómo se relacionan principios y valores en la vida social

197 La doctrina social de la Iglesia, además de los principios que deben presidir la edificación de una sociedad digna del hombre, indica también valores fundamentales. La relación entre principios y valores es indudablemente de reciprocidad, en cuanto que los valores sociales expresan el aprecio que se debe atribuir a aquellos determinados aspectos del bien moral que los principios se proponen conseguir, ofreciéndose como puntos de referencia para la estructuración oportuna y la conducción ordenada de la vida social. Los valores requieren, por consiguiente, tanto la práctica de los principios fundamentales de la vida social, como el ejercicio personal de las virtudes y, por ende, las actitudes morales correspondientes a los valores mismos.426

Todos los valores sociales son inherentes a la dignidad de la persona humana, cuyo auténtico desarrollo favorecen; son esencialmente: la verdad, la libertad, la justicia, el amor.427 Su práctica es el camino seguro y necesario para alcanzar la perfección personal y una convivencia social más humana; constituyen la referencia imprescindible para los responsables de la vida pública, llamados a realizar « las reformas sustanciales de las estructuras económicas, políticas, culturales y tecnológicas, y los cambios necesarios en las instituciones ».428 El respeto de la legítima autonomía de las realidades terrenas lleva a la Iglesia a no asumir competencias específicas de orden técnico y temporal,429 pero no le impide intervenir para mostrar cómo, en las diferentes opciones del hombre, estos valores son afirmados o, por el contrario, negados.430

NOTAS para esta sección

426Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1886.

427Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 26: AAS 58 (1966) 1046-1047; Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris: AAS 55 (1963) 265-266.

428Congregación para la Educación Católica, Orientaciones para el estudio y enseñanza de la doctrina social de la Iglesia en la formación de los sacerdotes, 43, Tipografía Políglota Vaticana, Roma 1988, p. 43.

429Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 36: AAS 58 (1966) 1053-1054.

430Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 1: AAS 58 (1966) 1025-1026; Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 13: AAS 59 (1967) 263-264.

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