La mejor celebración de Via Crucis de mi vida

Tuve ocasión de celebrar la Semana Santa en la parroquia de los dominicos en Barranquilla: es la Parroquia de San Luis Bertrán, hacia el Sur de la ciudad. Entre tantos testimonios positivos que puedo mencionar, quiero destacar aquí la participación de los jóvenes de la parroquia en la celebración del Via Crucis.

Con una dramatización de cada una de las Catorce Estaciones, estos jóvenes mostraron al mismo tiempo calidad artística, fidelidad a la Escritura y seriedad apropiada para un día tan solemne. Desde aquí va mi saludo de apoyo y felicitación a estos muchachos y muchachas que hicieron un buen trabajo para bien de la devoción y piedad de todos.

Extiendo esta felicitación a los padres Nelson Novoa y Ricardo Torres que han suscitado y encauzado a los jóvenes del sector.

Dios los bendiga a todos.

Meditación sobre el Cuarto Cántico del Siervo de Dios

Meditación sobre el Cuarto Cántico del Siervo de Dios: la dura agonía del profeta poeta, Isaías, se centra en la terrible distancia entre el Dios Santo y el mundo miserable y pecador. La respuesta que le da el Espíritu Santo es el camino del Siervo de Dios que con el valor de sufrir sin pasar a otros el sufrimiento, cambia la historia humana.

Mensaje de Pascua 2016

Uno de los aspectos más impactantes de la Pasión de Cristo es la soledad. En su Pasión, Cristo es el “abandonado” de todos: de Dios, a quien ruega con poderoso clamor y lágrimas; de sus amigos, que le han traicionado; del sistema legal romano, que todavía hoy es considerado como una fuente de inspiración y un punto de referencia para nuestra cultura occidental. Solo y despojado, incluso de sus vestidos y de su dignidad, Cristo nos cuestiona en su silencio y su profunda aceptación de un desenlace horroroso, que tiene su culminación en la muerte en la Cruz.

En la Última Cena los apóstoles le habían preguntado casi con angustia: “¿Adónde vas?” Pedro aseguró que iría con él adonde fuera. Los judíos habían preguntado antes: “¿Adónde piensa ir?” Esa idea de movimiento es cautivante; la Pasión es algo así como una peregrinación que lleva a la Humanidad o también a la Divinidad, por sendas ignotas e inéditas. Todo se aclara sin embargo, cuando recordamos que Cristo había dicho que su misión era ir en busca de las ovejas perdidas. Vemos a Cristo despojado y solo porque lo estamos viendo desde nuestro ángulo; desde nuestras certezas; desde nuestra manera de ver el mundo, según la cual, si yo estoy bien no hay necesidad de que las cosas cambien. Muy distinta es, desde luego, la historia que cuentan los que ven con angustia que sus cosas van muy mal; para estos tales, sólo hay una posibilidad: suscitar un cambio, un movimiento, una sacudida.

Y por eso Cristo, el Crucificado, está en movimiento, aunque su cuerpo esté anclado con toda crueldad y dureza al madero de la Cruz. Físicamente está constreñido, pero su amor, su plegaria y el relato de drama vencen las distancias y alcanzan a tantos que se sienten despojados, como él, y solos, como él, y oprimidos, como él.

De modo que Cristo está limitado y a la vez sin límites; resulta que en la Cruz, donde poquísimo puede moverse, es donde su historia y su amor se lanzan con vigor incontenible, al encuentro de los preteridos, los marginados, los que no importan, los que nunca han contado en las estadísticas serias y solemnes de los potentados del mundo. Y por esta bella ironía, que vence lo estático de la Cruz con lo dinámico del amor, se hace realidad otra paradoja: allí donde parece más solo, Él se ha convertido en dulcísima compañía de millones y millones que entienden sus lamentos, así como Él sabe leer en los surcos de las lágrimas de ellos.

Es verdad entonces que la victoria del amor será perfecta sólo con la Resurrección pero también es cierto que esa victoria ya empezó en la Cruz. Bien se cumple aquí que es la noche la que nos da ojos para celebrar el nuevo día; es el amor del Crucificado el que abre espacio de victoria de Dios en nuestro corazón para proclamar la gloria de la Pascua.

Desde el corazón de Aquel que nos amó primero, ¡Feliz Pascua para todos!

Catheriniana – 14, Don de la Cruz, parte 1

[Catheriniana es una serie de reflexiones sobre aspectos de la enseñanza de Santa Catalina de Siena. Para sacar mayor provecho de estas conferencias es muy recomendable revisar primero la serie sobre su vida, y después la serie sobre los fundamentos de su doctrina espiritual. Si se quiere acceder a todas las publicaciones de este blog sobre la Santa Doctora, hacer click aquí.]

Tema 14: Experiencia de la Cruz en Santa Catalina

* La cruz no es una realidad externa y abstracta en la vida de Catalina. Su inmensa familia, de la que ella era la hija número 24, nos habla de múltiples necesidades y contingencias domésticas, así como incontables ocasiones de servicio mutuo. Amara significa donarse, dar de sí: este mensaje lo conoció Catalina desde niña en su propio hogar.

* Los embates de la peste en vida de Catalina llevarían pronto este lenguaje a un nivel más profundo: servir signfica posponerse, arriesgarse, esforzarse, y a menudo, sufrir.

* La continua generosidad de Cristo en su ministerio, entregándose sin reservas a los más pobres, es también una lección que no queda desapercibida a sus ojos de verdadera creyente. La Cruz no empezó para Cristo con la traición de Judas sino que fue su compañía permanente.

* La misma Catalina, en cuanto virgen consagrada, se vio a sí misma como “Esposa de Cristo.” ¿Cabe pensar que la esposa no comparta el camino y destino de su esposo? Por algo en el matrimonio se usan las expresiones: “consorte” (que comparte la misma suerte) y también “cónyuge” (que lleva el mismo yugo).

* Catalina conoció la generosidad de alma de grandes santos y penitentes pero también vio hasta dónde corrompen el lujo y la vida fácil. Aunque es cierto que las cosas materiales no son de suyo perversas, el corazón humano fácilmente hace ídolos de las cosas creadas, y por eso es más seguro el despojo de la Cruz.

La redención por el camino de la cruz y la muerte

Buenos días Fray Nelson, le escribo desde Ecuador. En el evangelio nos habla el Señor de como vino a este mundo para dar su vida por nosotros, él mismo dice a sus apóstoles que va a sufir y morir, pero el padre en la homilía de la misa a la que asistí dijo que la muerte de Jesus es una consecuencia de su predicación y que no necesariamente tenía que venir a morir por nuestros pecados, que el vino a predicar la conversión, esas palabras me generaron inquietud puesto que estoy segura de que Jesus vino sabiendo que iba a morir y decidido a hacerlo porque ese era el sacrificio que nos abriría las puertas del cielo, dígame si tengo razón o me estoy equivocando o como mismo se interpretan esas palabras de nuestro Señor y benediciones y mil gracias por su ministerio que tanto bien nos hace. – A.C.O.

* * *

En cierto sentido tiene razón el padre. El objetivo primero de la venida de Jesucristo es nuestra conversión: nuestro Retorno a Dios. Pero uno mismo se da cuenta de que la herida del pecado está muy profunda en nuestro corazón. Uno mismo puede darse cuenta de que el pecado no va a salir fácilmente de donde se ha metido; en este sentido la conversión implica una especie de combate por el alma humana
y pronto uno se da cuenta de que ese combate es a muerte. Si eso lo podemos ver personas como tú o como yo con absoluta certeza Jesucristo lo supo desde muy pronto en su vida.

Sobre el por qué de la Cruz

No hay un proyecto, o una idea, o un ideal que no implique en su presupuesto el sufrimiento, entendiendo que en algún momento del camino tendrás que hacer uso de tu fortaleza para seguir, que no todo será una alfombra mullida y llevadera.

De por sí es inevitable al trabajar y convivir con otras personas el causar o recibir un daño consciente o inconsciente entre los que estamos inmiscuidos con toda nuestra humanidad de por medio.

Quede claro que el sacrificio de Jesús en la Cruz dejó pagado todo, no se debe nada, la Salvación se logró y punto, eso está saldado. Lo que sí es también un hecho, es que al aceptar ser parte del Corazón de Dios, al adherirte con toda tu alma a la gran Misión de ser Iglesia, en automático entras también en el tener que pasar por todo lo que implica ser parte de ello, las luchas, los cansancios, las decepciones, en fin… los sufrimientos, padecimientos, la aflicciones que son de Cristo y ahora compartes con Él.

[Adaptado del blog de Martín Valverde.]

Al fin llega el viernes

Anoche tuve un sueño, más que sueño parecía pesadilla, porque en mi sueño veía a un Señor muy bondadoso y muy mayor pero con su rostro inundado de lágrimas: como un niño lloraba y lloraba…

En mi sueño me animé a preguntarle el motivo de su llanto: “¿Por qué llora, Señor?” Señalándome el calendario me dice: “¡Porque hoy es viernes! Un día como hoy murió mi hijo, como a las tres de la tarde… Mi hijo murió en la cruz para salvar a todos los pecadores. Y lloro porque veo en todas las redes sociales y mensajes de celular, y veo a todos gritar cuando llega este día de la semana: ¡AL FIN VIERNES! Pero lo hacen pensando en que van a dar rienda suelta a sus pasiones y vicios. AL FIN VIERNES, dicen, porque se van a ir de rumba y se van a embriagar hasta más no poder. Millones dicen: AL FIN VIERNES, repiten, pero pocos recuerdan que un VIERNES POR LA TARDE, mi hijo murió para salvar a todos los mortales…”

Desde ese sueño, todos los viernes que Dios me conceda he hecho un propósito, voy a decir: “AL FIN VIERNES, un día muy especial, AL FIN VIERNES, un día en que recuerdo que alguien murió por mí y por toda la humanidad. AL FIN VIERNES: Cristo murió para darme vida y vida eterna. Amén.

Autor: Adhemar Cuellar

Si ese dolor tuyo…

Dijo Jesucristo:

Si ese dolor tuyo
pudiera ser explicado,
sería menos dolor
pero en realidad no podría llamarse “cruz.”

Si ese dolor que te agobia
fuera bien justificado,
mucho menos dolería
pero no podría llamarse “cruz.”

Si ese dolor intenso
fuera precio que te has buscado,
esa sola reflexión
haría más razonable la pena
pero ya no sería del todo “cruz.”

Si ese dolor absurdo
te dejara ya ver su final,
ese consuelo lo haría menor
pero ya no se llamaría “cruz.”

Si ese dolor que tú tienes
vieras que todos lo tienen,
la multitud de dolientes
haría menor el dolor
pero también sería menor en cuanto “cruz.”

Si ese dolor que te enfada
con claridad se viera de qué sirve,
algo menos dolería
pero no sería digno de llamarse “cruz.”

Si ese dolor que te rodea
te diera respiro de tanto en tanto,
como dolor sería menor
pero ya no podría llamarse “cruz.”

Precisamente porque carece de razones y justicia;
y porque no lo buscaste sino que te buscó,
y porque no se ve cuándo termina,
ni se sabe por qué ahora y a ti,
ni se entiende cuál es su fruto;
precisamente por ello,
y porque no se cansa de cansarte,
por eso es Cruz,
porque al fin se parece a mi Cruz.

¡Al fin nos parecemos!

Tres palabras sobre la Cruz

Jesús llegó a la Cruz, después de prepararse durante treinta y tres años, ¡toda su Vida!

La Cruz está presente en todo, y viene cuando uno menos se la espera. -Pero no olvides que, ordinariamente, van parejos el comienzo de la Cruz y el comienzo de la eficacia.

El Señor, Sacerdote Eterno, bendice siempre con la Cruz.

Más pensamientos de San Josemaría.

¿Quería Dios Padre la muerte de su Hijo en la Cruz?

Aprovecho para hacerle una consulta, querido Fray Nelson: recientemente escuché la prédica de un sacerdote que dijo más o menos lo siguiente: “que no era la voluntad de Dios el que Jesús padeciera tanto en este mundo y llegara a morir en la cruz, ya que siendo Dios todo Amor, su voluntad sí era que Jesús nos enseñara cómo llegar a Dios, pero no necesariamente a través del sufrimiento en la cruz. Que el episodio de la cruz se lo debemos atribuir a las decisiones equivocadas de los contemporáneos de Jesucristo. Luego explicó que no es la voluntad de Dios el que nosotros suframos en este mundo, sino que sufrimos por las malas decisiones que tomamos”. Yo pienso que en gran parte tiene razón, pero hay algo que me dejó incómodo: por ejemplo, si la enseñanza de este sacerdote es del todo cierta, ¿cómo interpretar entonces la Oración de Jesús en Getsemaní, según San Lucas: “Padre, si quieres aleja de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”? Entendiendo por “cáliz” todo el sufrimiento de la pasión, y sabiendo que sí sucedió, y que sucedió a la perfección, con una entrega completa, podríamos concluir que el sufrimiento de Jesús sí fue la voluntad de Dios Padre, ya que no hubo “cambio de planes” a causa de la oración de Jesús en Getsemaní. Me haría usted la caridad de comentar sobre la posición de este sacerdote? Sé que no es una cuestión de “blanco y negro”, pero en verdad, me quedé con una gran inquietud espiritual, y estoy seguro que usted puede ayudar a sosegarla. — A. Lemus.

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La muerte de Cristo en la Cruz es uno de los misterios más profundos de nuestra fe. Por algo dijo san Pablo que la Cruz era “escándalo para los judíos y necedad para los griegos” (1 Corintios). Lo cual explica también la especie de urgencia que algunos sienten de eliminar lo “escandaloso” de la Cruz por ejemplo usando el recurso que usó el sacerdote que se menciona en esta consulta; en tal caso, el argumento va de esta manera: la muerte de Cristo no era algo que Dios quería sino sólo el resultado de las decisiones erróneas de los contemporáneos del Señor. Cosas parecidas han dicho autores de gran renombre actualmente, como el sacerdote y teólogo español José Antonio Pagola. La fe, así presentada y falsificada, resulta bastante más fácil de aceptar porque produce menos choque en nuestra mente. Continuar leyendo “¿Quería Dios Padre la muerte de su Hijo en la Cruz?”

El prefacio de la Misa de la Exaltación de la Santa Cruz

Hola fray Nelson. El Prefacio de la Eucaristía del día de la Exaltación de la Santa Cruz dice: “Señor, Padre Santo, Dios Todopoderoso y eterno, Tú has puesto la salvación del género humano en el árbol de la Cruz, para que donde tuvo origen la muerte, de allí resurgiera la vida, y el que venció en un árbol, muera en un árbol vencido por Cristo nuestro Señor.” Es decir, la salvación del género humano es consecuencia de haber permitido Dios Padre que Jesús muriera “en el árbol de la Cruz”, o sea, que fuera crucificado. De acuerdo. Y Dios permite esto “para que donde tuvo origen la muerte, de allí resurgiera la vida”. Favor aclarar. ¿La muerte tuvo su origen en la crucifixión? No lo entiendo, aunque sí está claro que de allí resurgiera la vida… Y continúa diciendo que “el que venció en un árbol”… ¿A quien se refiere? No lo entiendo, toda vez que continúa afirmando que luego ha de morir “en un árbol vencido por Cristo nuestro Señor”? Le agradecería sus aclaraciones. Bendiciones y paz. –Juan Rafael Pacheco (Johnny).

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Los prefacios son preciosos documentos de estructura lírica muy alta, que suelen recoger temas bíblicos o de las vidas de los santos con un tono que semeja al de la poesía. Lo bueno que ello tiene es que prepara el corazón para lo más sublime que tenemos en esta tierra: la consagración del pan y el vino como Cuerpo y Sangre de Cristo, nuestro Señor. Pero tanta inspiración y un lenguaje tan conciso pueden significar también que las alusiones quedan un poco oscuras, como creo que sucede en el prefacio de la Exaltación de la Santa Cruz.

El tema central de ese prefacio es la comparación entre lo que sucedió en el paraíso terrenal (Génesis, capítulo 3) y lo que sucedió en el calvario. En el paraíso encontramos un árbol (el del conocimiento del bien y del mal), sabemos que el demonio ataca, y tenemos claro que allí este enemigo perverso se salió con la suya. A ese árbol del Génesis se opone el “árbol” de la Cruz, expresión obviamente basada en un parecido menor en lo físico pero muy elocuente en cuanto a los resultados. La expresión “el que venció en un árbol… fue en un árbol vencido por Cristo…” ya vemos que alude al enemigo del género humano, al demonio. La expresión: “…para que donde tuvo origen la muerte, de allí resurgiera la vida…” hace referencia a que en un árbol perdimos la amistad con Dios y tomamos el rumbo de la muerte eterna pero en otro árbol, el de la Cruz, fuimos reconciliados con Dios y fuimos encaminados a la eternidad dichosa junto a Cristo.