Un Buen Hogar

Un buen hogar siempre estará donde el camino esté lleno de paciencia, donde la almohada esté llena de secretos, donde el perdón esté lleno de rosas.

Estará donde el puente se halle tendido para pasar, donde las caras estén dispuestas para sonreír, las mentes activas para pensar y las voluntades deseosas para servir.

Un buen hogar siempre estará donde los besos tengan vuelo y los pasos, mucha seguridad.

Donde los tropiezos tengan cordura y los detalles, significación.

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Señal de Esperanza

Cuando se trata de defender la vida humana y la familia como santuario de la vida humana es fácil tener la impresión de que uno está predicando en el desierto. Los cambios en las leyes de cada país, bien amplificados por el común de los medios de comunicación, conducen fácilmente al desaliento: cada vez más países despenalizan el aborto voluntario mientras que ganan terreno los estribillos del coro del abismo: “matrimonios” entre personas del mismo sexo, eutanasia a la carta, embriones para repuestos humanos.

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Inteligencia Femenina

Hay en Dublín una pareja: una colombiana casada con un europeo. Vamos a llamarlos Elena y Peter.

El hombre sabe hablar muy bien el español aunque se le escapan algunas sutilezas (apenas natural). Pues bien, doña Elena ha aprendido a aprovechar esas sutilezas del lenguaje para llevar con mano delicada pero muy firme el rumbo del naciente hogar.

Y es que cada vez me convenzo más de la verdad que hay en lo que una vez me decía una señora: “Sabiduría de la mujer en el hogar es lograr que el hombre crea que manda en la casa.”

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La Mujer en la Vida de la Iglesia (9 de 9)

El Susurro de la Esposa

Ud. habla del lugar de la mujer en la evangelización y en la vida de la Iglesia de un modo más bien genérico, quizá para mostrar que se da o puede darse en muchas partes. Pero, ¿qué hay de la teología?

Yo tengo una visión muy optimista de la teología, si se me permite la expresión…

¿Optimista?

Sí; yo le doy ese nombre. Es un modo de aludir a que la teología es de algún modo el fruto normal y natural de una fe que quiere madurar.

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La Mujer en la Vida de la Iglesia (8 de 9)

Nuevas Perspectivas

Su conclusión hasta ahora es que ni la Biblia, ni la Tradición, ni el Magisterio autorizan la ordenación de mujeres. ¿Significa eso que ellas no tienen ese derecho? ¿Nunca lo tendrán?

Bueno, ante todo, yo espero que no sea simplemente �mi� conclusión. Uno plantea argumentos y responde preguntas razonadamente porque quiere ir más allá de las opiniones o los gustos de cada quien. Y sobre lo otro que Ud. dice, creo que con respecto a la palabra “derecho” no terminamos de aclararnos.

Hay un punto básico, y es que no puede hablarse de un derecho sino sobre la base de una determinada potencia, en el sentido que Aristóteles daba a esta palabra. Hablamos aquí de potencia pasiva, porque no es algo que el ser se da sino de algo que puede llegar a ser.

Me explico: si yo no puedo volar, eso puede ser visto de dos maneras. Si presumo que yo debería poder volar, entonces hay un derecho del que soy privado; si descubro que yo no debería poder volar, entonces no hay un derecho del que haya sido privado, ni por tanto pienso que deba explicárseme por qué carezco de tal derecho. Yo no digo que he sido privado del derecho de volar. Es decir, el derecho presupone la existencia de la potencia, es decir, de algo que es propio de mi naturaleza y que me es debido.

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La Mujer en la Vida de la Iglesia (7 de 9)

La Evolución de la Teología de los Ministerios

Es posible que la Biblia no avale directamente un ministerio ordenado femenino, pero hay una evolución de la comprensión de la verdad teológica, ¿o no?

Eso es cierto, y es importante subrayarlo, ante todo, por aquello que el Señor dijo: �el Espíritu os guiará a la verdad completa.� Una explicación teológica seria debe mostrar por qué un cambio en la explicación sobre el género no es una verdad �más completa� que lo que vivieron y enseñaron los apóstoles.

Según esto, hay quienes piensan que aceptando el sacerdocio ministerial femenino no estaríamos negando lo revelado, sino llevándolo a su estado �más completo.� Para argüir frente a ello, no basta con decir que la Biblia dice lo que dice, porque precisamente la Biblia dice que la verdad completa está más allá del texto inmediato que leemos.

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La Mujer en la Vida de la Iglesia (6 de 9)

Poder, Género y Ministerio

Hay quienes dicen que el tema de los ministerios ordenados en la Iglesia, más que un asunto de grandes discusiones bíblicas, históricas o teológicas, es sencillamente un problema de poder. Conceder la ordenación a las mujeres es abrir un coto que ha estado dominado por hombres, por lo menos en la Iglesia Católica. Y aunque hay datos psicológicos y psiquiátricos que desaconsejan ese sistema de aislamiento y enquistamiento masculino, hasta llevar a problemas de degeneramiento sexual muy serios, la Iglesia, por lo menos por ahora, no parece que vaya a ceder. ¿Ud. que opina?

Hay cosas un poco extrañas con respecto a los escándalos sexuales que tuvieron tanto despliegue en la prensa no hace mucho. Desde luego, no niego las culpas que allí se hayan podido demostrar, pero insisto: hay cosas que son difíciles de encajar y que hacen pensar en el interés de �alguien� por lograr �algo� con respecto a la Iglesia. Piense Ud. nada más en que los casos que fueron llevados a la corte databan a veces de 15, 20 o 30 años atrás. ¡Y de pronto todos salen a la luz! ¿Coincidencia? ¿Refuerzo mutuo? ¿Insistencia de abogados que saben que en un pleito el único que tiene segura su ganancia es el abogado?

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La Mujer en la Vida de la Iglesia (5 de 9)

Esponsalidad

Varias veces a lo largo de este diálogo Ud. ha insistido en la metáfora de la pareja, referida al ministerio ordenado. Si le entiendo bien, su argumento general va en esta línea: Dios aparece sólo como esposo (parte masculina); Cristo es la plena revelación de Dios y aparece como Novio y Esposo (parte masculina); los ministros ordenados representan a Cristo, luego deben ser tomados también de la parte masculina de la humanidad, es decir, de los varones. Pero es muy discutible la evidencia que Ud. alega porque el hecho fundante, es decir, que Dios sólo aparezca como la parte masculina podría ser algo completamente circunstancial, ligado sencillamente a las circunstancias en que fue escrita la Biblia.

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La Mujer en la Vida de la Iglesia (4 de 9)

Testimonio Bíblico sobre la Mujer

Si no se tienen en cuenta los condicionamientos culturales al leer la Biblia en el tema del género, ¿entonces, qué? ¿Hay que creer en el muñequito de barro y en que Moisés escribió todo el Pentateuco? ¿Va Ud. a echar por tierra doscientos años de estudios bíblicos de la más alta seriedad?

El resultado de mi crítica a la crítica no es que volvamos a una visión ingenua, ni que digamos que el universo tiene cerca de seis mil o siete mil años de edad.

Más bien es asunto de situar en perspectiva y en su lugar lo que puede brindarnos la crítica científica e historiográfica. En resumen, el punto es que conocer sobre las condiciones o características de un texto (por ejemplo, en su estructura literaria, su entorno cultural o su génesis en relatos previos) no nos autoriza a considerar su verdad propia como la simple sumatoria de nuestros resultados. El texto es más que el agregado de las condiciones que lo hicieron posible y más que los elementos que podemos reconocer adentro de él. Fue muy sabia la Constitución Dei Verbum del Concilio Vaticano II cuando nos recordó que el proceso de comprensión, interpretación y aplicación de los textos pasa por la búsqueda diligente de qué quiso decir el autor sagrado y qué quiso Dios darnos a entender a través de sus palabras. En este sentido, el Concilio asumió los dos siglos de estudios bíblicos de lo que Ud. habla, peor fue más allá, mucho más allá.

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La Mujer en la Vida de la Iglesia (3 de 9)

Hacia una Hermenéutica del Género

¿Sí se justifica que las diferencias anatómicas o genitales marquen tantas cosas en la Iglesia? ¿No pertenece todo ello a una etapa de la Historia de la cual felizmente el mundo ya va saliendo, a medida que las discriminaciones quedan atrás?

No creo que sea buena idea reducir el género a la genitalidad. Esa no es buena antropología ni mucho menos buena teología. Dios no hizo dos seres idénticos a los que luego añadió mecanismos apropiados de copulación. Ser hombre o ser mujer no es en la Biblia asunto de cromosomas, como de tanto en tanto se plantea. Para saber qué es ser hombre y qué es ser mujer hemos de buscar el plan de Dios en la creación y no simplemente ir al ADN o a revisar la anatomía.

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La Mujer en la Vida de la Iglesia (2 de 9)

Primera Aproximación al Género en la Biblia

¿Preguntar por el género del Mesías no es ir demasiado lejos para responder una cuestión relativamente sencilla: por qué no ordenar mujeres?

Sobre temas tan profundos y existenciales como el orden sagrado no caben cosas como citar versículos (eso se ha hecho casi hasta el abuso) ni citar el magisterio (eso ya se hizo también). ¿De ahí qué sigue? ¿Dar la razón a los que ven en el ministerio una función y decir que ya el mundo evolucionó y que esa función la pueden ejercer las personas humanas sin distingos de sus inclinaciones o prácticas sexuales? ¿Decir que como sacramento estaba ya dado a las mujeres en otros tiempos de la Iglesia? Eso no nos convence a muchos. No vemos que sea fiel a la Biblia. Los documentos son más que cuestionables. Pero mostrar por qué no nos parece fiel y sí cuestionable no es un asunto de dos versículos, ni de una visión o acelerada o integrista. Toma tiempo. Requiere mirar a fondo qué es ser hombre y qué ser mujer. Y por cierto: ¡ese viaje es bello! Dios nos hizo con amor y con belleza y no veo por qué haya que estudiar con odio o con desconfianza el ser sexuado que él nos regaló.

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La Mujer en la Vida de la Iglesia (1 de 9)

Introducción

¿La decisión de Juan Pablo II sobre no ordenar mujeres realmente cierra el tema?

Desde el punto de vista del Magisterio de la Iglesia, sí. Las palabras del Papa fueron claras en el sentido de que, aunque no se tratara de un dogma definido, sí debíamos considerar definitiva la enseñanza de que la Iglesia �no está autorizada� para conferir el sacramento del orden a las mujeres.

¿Por qué ese rodeo diplomático de decir que la Iglesia �no está autorizada�? ¿No podría dar su autorización el Papa y zanjar el asunto?

Depende de cómo se entienda la Iglesia. Quienes tienen una concepción de Iglesia como sociedad solamente humana que se da reglas a sí misma se sorprenden del lenguaje usado por Juan Pablo II. Sin embargo, una noción de Iglesia basada en el testimonio de las Escrituras no deja duda: la Iglesia, considerada delante de Dios, no es mi mucho menos autónoma ni independiente ni soberana. La Iglesia no puede darse las leyes que le parezcan y el Papa no es un funcionario que deba obrar según el parecer de las mayorías, las presiones de los lobbies o la propaganda de los medios masivos de comunicación. Precisamente: esos tres elementos, las mayorías, los lobbies y la propaganda, son quizá las tres ambigüedades más serias del sistema democrático, ¡y pretendemos que la Iglesia las asuma sin más!

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