Nota personal sobre la visita del Papa Francisco a Colombia

Los que alaban al Papa, casi hasta el fanatismo, a veces no quieren ver algunas ambigüedades de doctrina sobre el matrimonio, que saldrán muy costosas para la unidad de la Iglesia en un futuro próximo–como de hecho ya sucede en algunas partes.

Los que critican al Papa, con virulencia y denuedo, omiten a propósito el valor y la fuerza de muchas de sus poderosas enseñanzas, y sobre todo omiten la coherencia que el mismo Pontífice muestra sobre los siguientes temas, entre otros:

(1) Necesidad del testimonio de vida de nosotros los religiosos y sacerdotes, en cuanto a la sobriedad, la austeridad, la generosidad; salir de nosotros mismos, buscar las ovejas extraviadas; estar en guardia frente a los deseos de hacer carrera; la mediocridad y la mundanización.

(2) La importancia, en todo el pueblo de Dios, de la alegría, la ternura, la esperanza, la acogida, el anuncio de la misericordia, la agilidad para servir a todos, la búsqueda de puentes comunes de comunicación, encuentro y construcción del bien común.

(3) La absoluta firmeza de su mensaje–en plena coherencia con el Magisterio anterior–sobre la dignidad inviolable de la vida humana, desde su concepción hasta al muerte natural. El Papa enfatiza con valentía en la atención que merecen los migrantes, los ancianos, las minorías, las mujeres, los discapacitados, los enfermos, y en general los que por cualquier razón parecen menos útiles a ojos del mundo.

(4) La necesidad de simplificar la burocracia eclesial–sin perder calidad ni seriedad, por supuesto–en temas tan delicados como son las causas de declaración de nulidad del sacramento del matrimonio, o la absolución de la excomunión que de suyo acompaña al crimen del aborto.

(5) La urgencia de integrar el conjunto de nuestro servicio al Evangelio con el respeto a la creación, en cuanto “casa común” que compartimos con toda la humanidad, no simplemente como una especie de moda, sino como un deber de justicia para con las generaciones venideras.

Historia del martirio del sacerdote Pedro María Ramírez

“Hace seis años, un periodista de SEMANA [de Colombia] habló con un hombre que estuvo presente en el momento en que asesinaron del padre Pedro María Ramírez, el sacerdote que será beatificado por el Papa [en su visita a Colombia, en septiembre de 2017]. En la entrevista, hasta ahora inédita, el testigo revela incluso el nombre del supuesto autor intelectual del crimen…”

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¿Por qué se gasta dinero público en la visita de un Papa?

Padre Nelson: me considero católico, aunque no tan preparado ni tampoco tan entusiasta. Quizás es pereza mía. Quizás es que lo que veo de nuestra Iglesia no me genera mayor entusiasmo. El hecho es que un amigo que sí es muy escéptico en estas cosas me preguntó que por qué se gasta dinero público en la visita de un líder religioso. Su argumento es que Colombia no es un país confesional, y que por tanto si los católicos quieren que venga “su” Papa, que lo paguen ellos pero que el dinero no se saque del erario público. A mí me dolió esa manera desobligante de referirse al Papa pero me di cuenta que no tenía muchos argumentos. ¿Me ayuda? — H.H.C.

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Ese tipo de objeciones son frecuentes cuando el Papa va a alguna parte. Como el único argumento que suelen entender esas personas es el del dinero, lo mejor es mostrar con cifras que, incluso desde el punto de vista económico, la visita de un Papa es también favorable. Aquí sólo voy a compartir una información de cuando el Papa Bendecito fue a México pero igual puedes ver de otros países. Lo que sigue es tomado del periódico Excelsior de ese país:

La visita del papa Francisco a la Ciudad de México congregará a cerca de dos millones 190 mil personas en las diversas actividades que se tienen programadas, dejando una derrama económica por 870 millones de pesos, informó el secretario de Turismo del gobierno capitalino, Miguel Torruco Marqués.

El funcionario precisó que la presencia del Sumo Pontífice en la capital del país los días 12, 13 y 14 de febrero de 2016, motivará la llegada a hoteles y a casas de familiares y amigos, u otra forma de alojamiento, de 191 mil 220 visitantes, 439 mil 461 excursionistas de la Zona Metropolitana del Valle de México y de los estados circunvecinos.

Ello, además del desplazamiento de un millón 560 mil capitalinos por las diferentes delegaciones que visitará el Papa.

Asimismo, se prevé que los hoteles de la Ciudad de México reciban alrededor de 77 mil turistas, que generarán un ocupación promedio del 64.5 por ciento en los establecimientos desde una estrella hasta Gran Turismo, con una estadía promedio de dos noches por turista. Sin embargo, agregó el titular de la Sectur en el Distrito Federal, en las zonas de convergencia la ocupación oscilará entre 78 y un 82 por ciento.

Torruco Marqués detalló que para las actividades del día 13 de febrero se estima una asistencia de 628 mil 647 personas, con un gasto de 31 millones 572 pesos.

En tanto, en Michoacán existe la confianza de que la visita del papa Francisco programada para el 16 de febrero de 2016, deje un beneficio para todos los sectores económicos de la entidad, que sufre problemas financieros, aunque el cardenal Alberto Suárez Inda, destacó que el Sumo Pontífice, no viene a salvar al estado del bache financiero que atraviesa, ni de turista, sino como un mensajero de paz.

No hay que pedir unanimidad en todo

Algunas personas se extrañan y otras agreden a la Iglesia Católica en Colombia porque no tiene una posición única y unánime frente al Acuerdo entre el Gobierno y las FARC. Esta es una buena oportunidad para recordar algo que todo católico debe tener muy claro: si bien en asuntos de fe y de moral todos hemos de ser unánimes, no hay que esperar ni menos reclamar esta unanimidad en otros aspectos de la vida personal o social.

En liturgia, por ejemplo, es comprensible que haya algunos sacerdotes y algunas comunidades que sólo parecen vibrar en su mejor nota si todo va en latín. Es válido. Es bello. Es respetable. pero la Iglesia no obliga a que todos todo el tiempo tengamos esa opción.

Sobre la edad para recibir por primera vez la Eucaristía también hay diferencias que son respetables. Mientras que algunos consideran que es suficiente con que el niño distinga con claridad entre pan ordinario y pan eucarístico, otros piensan que hay que tener poco menos que un curso de teología básica para que los niños de Primera Comunión “sepan lo que están haciendo.” No tiene que haber unanimidad en algo así, aunque uno presiente que un camino intermedio es lo mejor. ¿Cuál es el punto EXACTO de ese camino intermedio? Podríamos pasarnos el día discutiendo y seguramente no tendremos un acuerdo al final. Ni es indispensable que lo haya.

La liturgia o la catequesis se prestan para este tipo de discusiones pero no cabe duda de que es la política la que lleva las cosas a un terreno más complejo, por sus múltiples conexiones con el ámbito moral. Pero es la excepción y no la regla que un político presente un programa que sea del todo compatible con la visión moral de la Iglesia Católica: lo más frecuente es que en sus propuestas haya cosas buenas, regulares, malas y pésimas. De modo que, según el peso que se dé a cada uno de estos factores caben distintas valoraciones sin que sea inmediatamente obvio qué debe pesar más.

Por dar un ejemplo de Europa y no de América: hace unos meses se preguntó a los británicos si deseaban salir de la Unión Europea. Una pregunta que tiene implicaciones y ramificaciones inmensas. Nadie esperaría que un SÍ o un NO tuvieran de su parte absolutamente todas las razones. Es lo que suele suceder en asuntos de política.

Por eso estimo que han sido sabios nuestros obispos al invitarnos a los colombianos a participar a conciencia y votar. Después de juicioso examen y reflexión, y si somos creyentes, después de orar con fervor, cada quien dará su voto. Sabemos que lo que viene no es magia: gane quien gane, a todos nos corresponde ayudar a seguir avanzando de modo que todos, niños, jóvenes, adultos, ancianos, podamos convivir de la mejor manera, tan próximos como sea posible al camino que nos muestran Jesucristo y su Iglesia.

Una diputada de Honduras presenta un proyecto de ley para esterilizar a “la clase más pobre”

“La diputada Waldina Paz, del Partido Liberal, anunció recientemente un proyecto de ley para tener dos hijos como máximo y esterilizar voluntariamente a hombres y mujeres, con el fin de disminuir la pobreza en el país. La propuesta legislativa ha sido catalogada por sus críticos como un atentado “contra los derechos fundamentales”. En declaraciones para el canal de televisión HCH, Paz señaló que “esta iniciativa va orientada para tener un control de la natalidad”, y está especialmente dirigida “a la clase más pobre”…”

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¿Cómo hay que votar en el referendo por la paz en Colombia?

Muchas personas me lo han preguntado: ¿Cómo debemos votar en el referendo por la paz?

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Mi respuesta ha sido siempre la que nos han ofrecido nuestros obispos: cada colombiano debe estudiar los acuerdos; reflexionar; si es creyente, hacer oración; y luego votar en conciencia.

Nadie debe interpretar esta postura de la Iglesia como un abandono a sus feligreses, según decía algún irresponsable en una página web. Ese tipo de personas son las mismas que, cuando la Iglesia toma una postura que no les gusta, por ejemplo: en una votación en el senado sobre adopción de niños por parejas del mismo sexo, insisten en que la Iglesia no debe “meterse en política.” O sea que si, en casos moralmente graves y claros la Iglesia habla, se está “metiendo en política;” pero si en casos dudosos y controvertidos apela a la conciencia de las personas, está “abandonando el rebaño.” Todo indica que para algunas personas cualquier ocasión es buena para despreciar y vituperar a la Iglesia Católica.

En mi caso, que es el de millones de colombianos, veo algunas cosas buenas y varias cosas muy malas en los acuerdos firmados entre el gobierno y las FARC.

Es bueno que el jefe máximo de las FARC ordene un cese al fuego. No es un favor que nos hacen pero es de agradecer que podemos esperar mucha menos violencia en términos de secuestros, narcotráfico de guerrilleros y amenazas a la población civil.

Es muy bueno que la comunidad internacional se haya hecho y se siga haciendo presente, especialmente a través de la ONU. La veeduría internacional es un dato importante, que da credibilidad al proceso.

Es mala la sensación de impunidad que ha quedado en millones de nosotros. Simplificando las cosas, parece que los mandos medios y los guerrilleros rasos quedan mayormente exonerados porque la responsabilidad pesará sobre los máximos dirigentes. Pero estos tampoco pagarán gran cosa ni restituirán prácticamente nada porque pasan a ser parte de un movimiento político, y por supuesto, eso requiere que estén plenamente activos en la vida civil. El resumen y sensación es de impunidad. Cosa que choca cuando se tiene en cuenta la dureza de las penas–penas justas, por lo demás–que se han aplicado a algunos militares.

Es muy dañino que en un acuerdo de paz con las FARC haya amplias porciones de texto que consagran como parte del ordenamiento legal colombiano la ideología de género. Muchos miles de colombianos somos lo suficientemente informados e inteligentes como para ver el juego del presidente Juan Manuel Santos: hace unas pocas semanas, cientos de miles de colombianos, principalmente papás y mamás, se manifestaron en contra de la imposición de la ideología de género. El señor presidente anunció ante las cámaras que no se impondría a través del Ministerio de Educación una reglamentación supuestamente “anti-discriminatoria” que dejaba sin derechos a los papás que no quisieran que sus hijos fueran indoctrinados en la mencionada ideología. Pero, ¡sorpresa!, el caballo de Troya vuelve a entrar como un subcapítulo del larguísimo acuerdo con las FARC.

Claramente estamos ante un mandatario capaz de mentir con sus “juegos de póker,” usando la expresión que él mismo ha tomado para referirse con cierto cinismo a sus estrategias y su astucia. ¿Es de fiar lo que pacte un personaje así? ¿Qué otras trampas y bombas de tiempo están por ahí escondidas? ¿Cuántos de los que románticamente votarán por la “paz” darán aprobación a cosas que son realmente muy difíciles de descubrir, salvo para los expertos?

Reitero: cada quien tendrá que votar en conciencia. Son muchos los factores implicados, y mucha la luz que necesitamos para dar el mejor paso en esta coyuntura de la historia de Colombia.

Administración de los sacramentos en los comienzos de la evangelización de Hispanoamérica

El bautismo fue vivamente deseado por los indios, según se aprecia en diversos relatos. Al paso de los frailes, dice Motolinía, «les salen los indios al camino con los niños en brazos, y con los dolientes a cuestas, y hasta los viejos decrépitos sacan para que los bauticen… Cuando van al bautismo, los unos van rogando, otros importunando, otros lo piden de rodillas, otros alzando y poniendo las manos, gimiendo y encogiéndose, otros lo demandan y reciben llorando y con suspiros» (II,3, 210).

Al principio de la evangelización, «eran tantos los que se venían a bautizar que los sacerdotes bautizantes muchas veces les acontecía no poder levantar el jarro con que bautizaban por tener el brazo cansado, y aunque remudaban el jarro les cansaban ambos brazos… En aquel tiempo acontecía a un solo sacerdote bautizar en un día cuatro y cinco y seis mil» (III,3, 317). Con todo esto, dice Motolinía, «a mi juicio y verdaderamente, serán bautizados en este tiempo que digo, que serán 15 años, más de nueve millones» (II,3, 215). En los comienzos, bautizaron sólo con agua, pero luego hubo disputas con religiosos de otras órdenes, que exigían los óleos y ceremonias completas (II,4, 217-226). Y antes de que hubiera obispos, sólo Motolinía administró la confirmación, en virtud de las concesiones hechas por el Papa a estos primeros misioneros.

El sacramento de la penitencia comenzó a administrarse el año 1526 en la provincia de Texcoco, y al decir de Motolinía, «con mucho trabajo porque apenas se les podía dar a entender qué cosa era este sacramento» (II,5, 229). Por esos años, siendo todavía pocos los confesores, «el continuo y mayor trabajo que con estos indios se pasó fue en las confesiones, porque son tan continuas que todo el año es una Cuaresma, a cualquier hora del día y en cualquier lugar, así en las iglesias como en los caminos… Muchos de éstos son sordos, otros llagados» y malolientes, otros no saben expresarse, o lo hacen con mil particularidades..,«Bien creo yo que los que en este trabajo se ejercitaren y perseveraren fielmente, que es un género de martirio, y delante de Dios muy acepto servicio» (III,3, 319).

A veces los indios se confesaban por escrito o señalando con una paja en un cuadro de figuras dibujadas (II,6, 242). Acostumbrados, como estaban, desde su antigua religiosidad, a sangrarse y a grandes ayunos penitenciales, «cumplen muy bien lo que les es mandado en penitencia, por grave cosa que sea, y muchos de ellos hay que si cuando se confiesan no les mandan que se azoten, les pesa, y ellos mismos dicen al confesor: «¿por qué no me mandas disciplinar?»; porque lo tienen por gran mérito, y así se disciplinan muchos de ellos todos los viernes de la Cuaresma, de iglesia en iglesia», sobre todo en la provincia de Tlaxcala (II,5, 240). Realmente en esto los frailes se veían comidos por los fieles conversos. «No tienen en nada irse a confesar quince y veinte leguas. Y si en alguna parte hallan confesores, luego hacen senda como hormigas» (II,5, 229).

Al principio la comunión no se daba sino «a muy pocos de los naturales», pero el papa Paulo III, movido por una carta del obispo dominico de Tlaxcala, fray Julián Garcés, «mandó que no se les negase, sino que fuesen admitidos como los otros cristianos» (II,6, 245). La misma norma fue acordada en 1539 por el primer concilio celebrado en México.

La celebración de matrimonios planteó problemas muy graves y complejos, dada la difusión de la poligamia, sobre todo entre los señores principales, que a veces tenían hasta doscientas mujeres. «Queriendo los religiosos menores poner remedio a esto, no hallaban manera para lo hacer, porque como los señores tenían las más mujeres, no las querían dejar, ni ellos se las podían quitar, ni bastaban ruegos, ni amenazas, ni sermones para que dejadas todas, se casasen con una en faz de la Iglesia. Y respondían que también los españoles tenían muchas mujeres, y si les decíamos que las tenían para su servicio, decían que ellos también las tenían para lo mismo» (II,7, 250). De hecho, el marido tenía en sus muchas mujeres una fuerza laboral nada despreciable, de la que no estaba dispuesto a prescindir.

No había modo. En fin, con la gracia de Dios, pues «no bastaban fuerzas ni industrias humanas, sino que el Padre de las misericordias les diese su divina gracia» (III,3, 318), fueron acercándose los indios al vínculo sacramental del matrimonio. Y entonces, «era cosa de verlos venir, porque muchos de ellos traían un hato de mujeres y hijos como de ovejas», y allí había que tratar de discernir y arreglar las cosas, para lo que los frailes solían verse ayudados por indios muy avisados y entendidos en posibles impedimentos, a quienes los españoles llamaban licenciados (II,7, 252; +Ricard 200-209).


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.