Doctrina Espiritual de Santa Catalina, 01 de 10: El río, parte 1 de 2

[Serie de reflexiones para la Asociación de Vírgenes Seglares Dominicas, en Colombia.]

Tema 1 de 10: El río, parte 1

* La plenitud humana está más allá del hombre: está en Dios mismo. No se llega a ser plenamente hombre encerrándose en la propia humanidad sino en la unión con Aquel cuya imagen y semejanza somos.

* Pero el hombre esta lejos de Dios. En vez de sinceridad, abunda la mentira. En vez de justicia, abundan la crueldad y el egoísmo. No sólo eso: los pecados que nos separan de Dios adquieren fuerza; aparecen de modo imprevisible y potente; seductor y engañoso.

* El pecado no es un hecho aislado: gana fuerza en una especie de red o complicidad que absorbe las potencias del ser humano y que enreda la humanidad de unos y otros. Esto lo describe Santa Catalina con la imagen de un río que separa la “orilla” del hombre y la “orilla” de Dios.

Doctrina Espiritual de Santa Catalina, 02 de 10: El río, parte 2 de 2

[Serie de reflexiones para la Asociación de Vírgenes Seglares Dominicas, en Colombia.]

Tema 2 de 10: El río, parte 2

* El río del pecado, el río de la “lógica” del mundo, no discurre tranquilo, sino impetuoso y arrogante. El pecado sucede de modo tal que su paso por la vida humana parece prácticamente obligatorio: como si quisiera salir de su cauce e invadirlo todo.

* El río es, pues, implacable: su propósito es destruir y anegar; su fruto es la muerte, ya experimentada en esta tierra, y luego consumada en la eternidad.

* Pero se presenta como “natural.” Esto sucede, en nuestro tiempo de varios modos. Por ejemplo:

(1) Cuando se legaliza un acto moralmente desordenado, como el llamado matrimonio igualitario, o el aborto, o el consumo “recreativo” de drogas alucinógenas.

(2) Cuando se toma como normal lo que es estadísticamente abundante.

(3) Cuando se apela a lo que sucede en otras especies de la naturaleza: como decir que hay homosexualidad entre los pingüinos.

* Con estas y otras estrategias, el río se quiere hacer ver como inevitable, y quiere que ni siquiera intentemos luchar contra el imperio del pecado.

Doctrina Espiritual de Santa Catalina, 03 de 10: El puente, parte 1 de 2

[Serie de reflexiones para la Asociación de Vírgenes Seglares Dominicas, en Colombia.]

Tema 3 de 10: El puente, parte 1

* Las solas fuerzas humanas no alcanzan para cruzar el “río,” es decir: para vencer sobre todo el cieno del pecado, y la impetuosidad con que los pecados propios y ajenos se imponen sobre la voluntad. Sin la gracia divina es imposible salvarse.

* Esa gracia, ese auxilio que viene de la pura benevolencia del Padre Celestial, se ha hecho presente y eficaz en Jesucristo, que en razón de ello es llamado “puente” por Santa Catalina: es el puente que nos permite superar el obstáculo del río.

* En cuanto a su estructura, el Puente es ALTO porque no negocia con el mundo. Es SÓLIDO porque está hecho de piedras firmes y bien acopladas.

* En cuanto a los materiales: para Catalina, estas piedras corresponden a las verdaderas virtudes, que tienen que complementarse. Así por ejemplo: la humildad sin valor puede ser pusilanimidad; el valor sin humildad puede ser arrogancia.

Doctrina Espiritual de Santa Catalina, 04 de 10: El puente, parte 2 de 2

[Serie de reflexiones para la Asociación de Vírgenes Seglares Dominicas, en Colombia.]

Tema 4 de 10: El puente, parte 2

* Algunas características de Cristo-Puente:

(1) Hay unos escalones; tres en total. Uno “hace suyo” el Puente subiendo por los escalones. El Puente es inútil si uno no lo usa. Los escalones indican el proceso que va de la imperfección a la perfección: la vida en el Puente, la vida en Cristo, es camino y supone avance. El Puente es gratuito pero implica un cambio en nosotros: una conversión.

(2) Hay una venta; un lugar donde se dispensan bienes a los caminantes. Para Catalina, esa dispensa representa la Iglesia, que nos da alimento porque para nosotros, lo mismo que para el profeta Elías, el camino es superior a nuestras fuerzas. Nótese que la Iglesia forma un todo con Cristo: son inseparables.

* ¿Hay condiciones para el uso de este Puente? En contraste con lo que era usual en los puentes del tiempo de la Santa, Cristo-Puente no pone ninguna condición. Pero hay que fundarse en las verdaderas virtudes, que se unen por la argamasa de la Sangre misma del Señor.

* El Puente nunca se cierra. No se defiende: es el Dios que para estar siempre con nosotros se ha hecho vulnerable. Por eso las santísimas llagas de Cristo son las declaraciones de un amor que ha llegado hasta el extremo.

Doctrina Espiritual de Santa Catalina, 05 de 10: Conocimiento de sí, parte 1 de 4

[Serie de reflexiones para la Asociación de Vírgenes Seglares Dominicas, en Colombia.]

Tema 5 de 10: Conocimiento de sí, parte 1 de 4

* De nada sirve el Puente si no lo usamos. Pero descubrir el valor del Puente no es un asunto externo sino que tiene que ver con descubrirse uno mismo llamado hacia la plenitud en Dios y bloqueado en su camino hacia esa plenitud.

* Por eso es necesario “entrar” en sí mismo: porque sólo en uno mismo, en la propia historia, puede uno llegar a la convicción profunda de cuánto se necesita ese Puente y qué saludable es ir a través de Él.

* Además, el pecado es siempre olvido de Dios, o dar la espalda a Dios, por volverse hacia los bienes parciales que nos ofrecen las creaturas. En tal sentido, la vida de pecado está volcada hacia afuera, según aquello que reflexionaba San Agustín en sus Confesiones, ya tiempo después de la conversión: “Tú estabas dentro de mí, Señor, y yo afuera…” Si pecar es quedarse retenido “afuera” parece lógico afirmar que convertirse implica entrar en sí mismo y descubrir allí a Dios. Es lo que propone Santa Catalina.

* Pero para llegar a esa casa interior del conocimiento de sí mismo es preciso salir del agua del río. Aunque uno no puede llegar a la orilla de Dios por las propias fuerzas, sí puede y debe volver a la verdad de su condición de ser humano, con todas las limitaciones y pecados. Hay obstáculos externos a nuestra verdad profunda, que quieren impedir que lleguemos a esa verdad. Los principales son:

(1) Inmadurez: cuando uno pretende que la responsabilidad de la propia vida recaiga siempre en otras personas, usualmente del propio pasado: lo que los papás fueron o hicieron, etc.

(2) Ignorancia, que puede ser salvable o insalvable.

(3) Error, cuando uno ha llegado a convencerse de algo que no es cierto, por ejemplo, por repetición del entorno.

(4) Cinismo: cuando, agotado de luchar por cambiar lo que parece reprobable, uno intenta convencerse, y convencer a los demás, que ello no tiene nada de malo.

(5) Desesperación: cuando, agotado de luchar, y aveces también: agotado de tratar de convencerse de que no está mal lo que sí está mal, la persona renuncia a la esperanza y se enclaustra en su pasado.

* Esos diversos obstáculos forman una especie de anillo de maleza que impide entrar en la “casa” del propio conocimiento.

Doctrina Espiritual de Santa Catalina, 06 de 10: Conocimiento de sí, parte 2 de 4

[Serie de reflexiones para la Asociación de Vírgenes Seglares Dominicas, en Colombia.]

Tema 6 de 10: Conocimiento de sí, parte 2 de 4

* Hay una especie de anillo exterior de maleza que rodea la casa del conocimiento de sí. Pero una vez dentro de la casa, hay también obstáculos interiores, sobre todo máscaras y prejuicios. Estos obstáculos suelen venir de nuestro pasado. Son comportamientos a los que nos hemos acostumbrado por la presión de situaciones o personas, y que luego se han quedado a vivir en nuestra casa interior.

* Este tipo de comportamientos asumen el control sobre una parte o mucho de lo hacemos, pensamos o decimos. Son como tiranos que frenan el señorío de Cristo en la propia vida. Son como piezas de absurdo que se instalan como contradicciones permanentes de nuestros mejores propósitos.

* Sin pretender hacer una lista exhaustiva, deben contarse entre los obstáculos interiores los siguientes:

(1) Desquites: Tendencias a hacer justicia en la propia vida de las carencias o injusticias padecidas.

(2) “Inversiones”: Conjunto de actos y comportamientos con los que uno intenta “comprar” la atención, el cariño o la aprobación de otros.

(3) Temores: Heridas permanentes que el miedo dejó en la propia vida.

(4) “Demostraciones”: Actitudes y comportamientos que intentan probarle a alguien, incluso ya ausente o difunto, que uno no era lo que ellos pensaban de uno.

(5) “Urgencias”: Dependencias, de tipo orgánico o emocional, que generan deseos irreprimibles e ingobernables.

(6) Inseguridades: Marcas profundas que la duda o la desaprobación dejaron en la vida.

* A medida que estos obstáculos, que son como un “anillo interior,” van siendo desenmascarados y superados, se despeja el camino hacia el verdadero conocimiento de sí mismo.

Doctrina Espiritual de Santa Catalina, 07 de 10: Conocimiento de sí, parte 3 de 4

[Serie de reflexiones para la Asociación de Vírgenes Seglares Dominicas, en Colombia.]

Tema 7 de 10: Conocimiento de sí, parte 3 de 4

* Si se superan, por lo menos en su mayor parte, el anillo exterior de maleza, y el anillo interior de oscuridad que rodean el santuario interior de la conciencia, allí donde Dios deja oír más claramente su voz, ¿qué es en ese momento conocerse a sí mismo? El proceso puede ser descrito en ocho etapas, que tienen como fundamento común el propio ser, descubierto como:

(1) Recibido. “Yo soy la que no soy; tú eres el que eres,” exclama Catalina, con certeza que no es simplemente metafísica sino que hunde su raíz en la experiencia de gratuidad que está en la base de todo su ser. Al saber que no nos hemos dado el ser, sabemos también que quien conoce mejor nuestro ser, y quien puede llevarlo a plenitud, es quien lo ha dado.

(2) Profanado. De Dios todo ha salido bien. “Vio todo lo que había hecho, y todo era bueno” (Génesis, capítulo 1). La maldad entonces, la que se aposenta en nuestra vida, equivale a ensuciar la hermosa obra de Dios: es como una profanación que distorsiona e inutiliza el bien recibido.

(3) Necesitado. Si no se deja llevar por el cinismo o la desesperación. el hombre llega a reconocer su indigencia. Se trata de una profunda insatisfacción que tiene en sí la semilla para movernos a nuestra condición más auténtica y verdadera.

(4) Iluminado. La luz de la razón alcanza incluso para dejarnos saber que en la raíz de nuestro descontento hay hechos, actos y actitudes específicas que deben cambiar. He aquí el comienzo del interés por las verdaderas virtudes, en las cuales uno encuentra algo qué admirar y algo en qué trabajar.

(5) Compadecido. No hay razón de mérito que explique por qué Cristo ha venido a nuestra tierra, participando en todo de lo que somos, menos en el pecado, que no tiene ser. En Cristo encuentro a la vez uno que tiene todo para ser admirado pero que además ha hecho camino junto a mí: es sumo sacerdote perfecto y compasivo a la vez, como indica la Carta a los Hebreos.

(6) Restaurado. A través del perdón y el amor, el ser humano experimenta un primer sorbo de alegría, de reconciliación y de paz. Puede hablarse de una conversión, y sobre todo, de un gran deseo de avanzar por el Puente.

(7) Peregrino. En compañía de sus hermanos en la fe, y alimentado con la doctrina y los sacramentos, el hombre avanza en Cristo. Comprende que su horizonte y destino sólo puede ser Dios. En las dificultades y caídas tiene a la Madre y Maestra, que es la Iglesia.

(8) Unido – unificado. Deseablemente, es el término de esta historia. Es allí donde el hombre descubre que no le engañaba su conciencia cuando lo empujaba una y otra vez a la conversión, a l amor y a la esperanza.

Doctrina Espiritual de Santa Catalina, 08 de 10: Conocimiento de sí, parte 4 de 4

[Serie de reflexiones para la Asociación de Vírgenes Seglares Dominicas, en Colombia.]

Tema 8 de 10: Conocimiento de sí, parte 4 de 4

* El conocimiento de sí mismo no es un ejercicio en la pasividad o la sola introspección. Hay por lo menos cinco sugerencias específicas y prácticas que deben tenerse en cuenta:

(1) Salir del río. En el lenguaje de Santa Catalina: permanecer en la celda del conocimiento de sí mismo. Esta resolución interior va más allá de las circunstancias puramente externas. Supone en todo caso, distancia frente al barullo, arrogancia y seducción que son propios del “río,” y que envuelven a tantos.

(2) Meditación “sazonada.” La carne sin sazón no es agradable. El sazón puro no es agradable. Hay que saber combinarlos. Esa es la imagen, completamente doméstica, con que Catalina desea inculcar que al recordar quiénes somos no podemos olvidar qué ha hecho Dios, y quién ha sido para nuestro bien. Y al saber un poco más de Él, o sentir que avanzamos hacia Él, no podemos olvidar de dónde nos ha sacado Él, y en cuánta fragilidad vivimos continuamente.

(3) La Ruta de la Palabra. Al examinar qué papel cumple el don del lenguaje humano con respecto a la fe, Catalina descubre, iluminada por el Señor, que tres son las funciones de la palabra: acusar las propias faltas; darle alabanza a Dios; y edificar al prójimo. Esa misma ruta marca la vida de aquel que practica el conocimiento de sí mismo, de modo que todo en nosotros mire a esos objetivos.

(4) No perder de vista las verdaderas virtudes. Son una referencia directa, bastante objetiva, que evita que el mero subjetivismo se convierta en criterio de crecimiento espiritual.

(5) Cultivar espíritu de familia. nuestra familia son los “amigos fuertes de Dios,” que decía la Doctora de Ávila, es decir: los ángeles y santos.

Doctrina Espiritual de Santa Catalina, 09 de 10: Oración

[Serie de reflexiones para la Asociación de Vírgenes Seglares Dominicas, en Colombia.]

Tema 9 de 10: La Oración

* La mayor parte del conocimiento de sí mismo en Dios acontece cuando estamos de modo más claro abiertos a su gracia, su Espíritu y su amor. Así sucede sobre todo en la oración. Sin oración no hay vida en el alma.

* La estructura básica de la oración es cíclica, según lo que ya se explicó de la meditación “sazonada.” La oración es como una danza del Espíritu Santo en el corazón humano, que nos lleva a contemplar las grandezas del amor de Dios y el tamaño de las muchas necesidades nuestras en términos de perdón, peticiones, misericordia, y demás. Teniendo eso claro, algunas anotaciones adicionales vienen al caso:

(1) Sobre la oración vocal y la oración mental. Se simplifican y comprenden mejor las cosas si entendemos por oración “vocal” aquella que recibimos de otras personas, y que por eso, típicamente, la decimos con nuestra voz, es decir, la recitamos. Leer los salmos, incluso si se hace sin proferir sonidos, es oración vocal. Es falso el dilema que pretenden poner algunos protestantes, entre “rezar” y “orar.” Si la diferencia entre las dos es que “rezar” es malo porque implica repetir palabras de otros, entonces Jesús nos indujo a algo malo cuando dijo que oráramos diciendo (repitiendo) el Padrenuestro. Él mismo recitó salmos, hasta la hora de la Cruz. Todos empezamos por la oración vocal, y a ella hay que volver cuando la atención se dispersa sin remedio, porque la oración vocal cumple la misma función que cumplen las repeticiones cuando uno está aprendiendo a hablar, o cuando aprende un nuevo idioma. Pero hay que ir más allá de la repetición: hay que poner el corazón y elevar la mente; hay que ponderar y degustar lo que uno dice; hay que atesorarlo en la memoria y volver a reflexionar sobre ello a menudo. De esa manera la oración crece y hace bien.

(2) Propósitos y disciplina. Hay dos riesgos en esto; dos extremos: En un extremo, la falta de toda disciplina (por ejemplo, un horario) lleva fácilmente a la mediocridad, el descuido y el abandono de la oración. En el otro extremo, la obsesión por cumplir tato tiempo de oración o decir tantas oraciones puede llevar a un legalismo estéril que seca y endurece el alma. Catalina sabe que la disciplina es necesaria pero también sabe que mientras queremos con prudencia, que ella llama “discreción,” seguir nuestros buenos propósitos, debemos estar abiertos a la inspiración de Dios y a la vez trabajar en la purificación de la intención, de modo que no sean los consuelos o emociones lo que nos mueva ni lo que nos sostenga. A la vez, la inspiración momentánea que eleva la devoción, aunque no debe ser despreciada, tampoco debe reemplazar el ritmo constante y disciplinado que ayuda como criterio de perseverancia y crecimiento.

(3) Sobre el valor de la intercesión. Cuando reflexionamos en lo que significa que Cristo haya querido, con amor y obediencia, ser “Puente,” entendemos que esa es la misión que asumimos, aunque en pequeña escala, cuando hacemos intercesión por los hermanos. Pero esa unión con el Crucificado es también una fuente muy fuerte de caridad, de modo que Catalina asegura que el primer acto de caridad ha de ser orar por el hermano. Acto primero también en el sentido de servir de criterio y de luz para todos los demás bienes que queramos o debamos hacer al prójimo. Sin el beneficio de luz que trae el orar por una persona es muy fácil que el bien pretendido no sea el bien verdadero.

(4) Y nunca olvidar que, como dijo Dios a esta santa: el alma humana fue creada por amor y fue hecha de amor, de modo que la oración es alimento que alimenta. Todo su fruto y grandeza proviene de ser, expresar y celebrar el amor que ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado (Romanos 5).

Doctrina Espiritual de Santa Catalina, 10 de 10: Antropología Teológica

[Serie de reflexiones para la Asociación de Vírgenes Seglares Dominicas, en Colombia.]

Tema 10 de 10: Antropología Teológica

* El término del camino del conocimiento de sí mismo está en aquello que dice la Santa: que el alma esté en Dios, y Dios en el alma, como el pez está en el agua y el agua en el pez. El ser humano es ininteligible, y profundamente infeliz, si pierde su relación de amor con Dios, su Padre. Por eso la verdadera antropología es siempre hija de la mejor teología.

* Por eso, después de hablar del conocimiento de sí, y de los caminos de la oración, hemos de preguntarnos qué ser humano surge y se levanta con la fuerza del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Catalina, en esto heredera de una rica tradición agustiniana, presenta la semejanza original y final del ser humano en términos trinitarios:

* Hay tres potencias en el alma: memoria, inteligencia y voluntad. La voluntad tiene hambre de amor; la inteligencia tiene hambre de sabiduría; la memoria se ensancha para dar cabida a aquello que ha dejado huella, aquello que ha mostrado poder.

* Pues en Dios están estas tres, que por apropiación se describen así: En Dios Padre brilla el poder; en Dios Hijo, la sabiduría; en Dios Espíritu Santo, el amor.

* Y así vemos que la doctrina espiritual de Santa Catalina es como un círculo, o como una espiral: aquello que mencionamos al principio, que el hombre está hecho para Dios, se divisa con mayor claridad al término de nuestro recorrido. Y ese término nos invita a mirar con mayor ardor la “orilla” de Dios, y a caminar con mayor convicción por ese Puente.