La vida en el purgatorio

Me gusta este tema [del purgatorio] ya que voy a cumplir 76 años en Diciembre y se me esta acercando la hora de regresar a la casa del Padre. Mi pregunta seria es: si en el purgatorio uno es libre de des-hacer el mal acumulados del pecado cometido y decirle NO rotundo a lo que nos separa de Dios. En otras palabras, arrepentirse del mal que uno ha escogido y el bien descuidado. El purgatorio es un enigma para muchos; solamente la FE puede darnos alguna luz. – Humberto de Miami Beach, Fl.

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Enseña Santo Tomás de Aquino que hay un acto de la voluntad que no es libre: uno no puede no querer el bien, incluso si ese bien lo busca bajo capa de cosas malas o perversas. Por afirmar el propio yo, satisfacer el ego, realizar una justicia mal entendida o buscar una forma de descanso existencial, se pueden cometer graves males, pero en cada caso hay un bien parcial, seguramente deformado, que se sigue deseando. Ese acto voluntario potentísimo no nos abandonará jamás: será la fuerza del amor de los santos en el cielo, el fuego de las almas en el purgatorio, y la tortura horrorosa de los condenados en el infierno.

Pero tu pregunta no se refiere a amar el bien, en general, sino a detestar actos malos específicos, o volverse hacia los bienes que fueron descuidados. Coinciden los santos en decir que el tiempo para esos actos concretos es esta vida y solamente esta vida. Este es el tiempo para dolernos del mal realizado y del bien omitido o aplazado.

Sin embargo, la unión de caridad que nos conecta unos con otros, unión que la Iglesia llama hermosamente “comunión de los santos” puede tener y tiene un lugar en lo que atañe al purgatorio, como tiene lugar en todo lo que relacione a unos cristianos con otros. No toca a los condenados porque precisamente su rechazo, que es su propia condena, es rechazo ante todo al amor divino, fuente de toda caridad y comunión. Pues bien, esa comunión de los santos es la que posibilita que los fieles en el purgatorio puedan ser ayudados por los sufragios y oraciones del resto de la Iglesia, y muy singularmente de los actos de generosa caridad de la Iglesia que peregrina. esa abundancia de nuestro amor indudablemente puede hacerles bien a quienes no anhelan otra cosa que unirse en visión de amor con Dios, aunque nada puedan hacer por sí mismos para apresurar ese momento.

El purgatorio, el tiempo y el espacio

Parte de nuestra fe como Iglesia es ofrecer el Sacrificio de la Misa para que las almas del purgatorio salgan “pronto”, eso hace pensar que en el purgatorio todavía nos rige tiempo. También estaremos limitados por el espacio, allá “arriba”? – M. Ceballos, preguntado en formspring.me/fraynelson

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En el número 1032 del catecismo leemos: “Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico (cf. DS 856), para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios. La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos.”

Es evidente que se trata de una purificación y que no es eterna, porque tiene un final, y en ese sentido, transcurre dentro de un tiempo. La pregunta es si ese tiempo puede darse en la condición que la teología clásica llama de “alma separada” o si, quizás, pertenece a la experiencia interior que viven algunos en su camino hacia la separación que llamamos “muerte.” Obsérvese que, en el primer caso, ello implicaría que no hay relación espacial alguna, al no haber propiamente unión con el cuerpo, ni por tanto, referente material. En el segundo caso, en cambio, sí podría darse una condición espacial, algo así como una conexión con el mundo físico de la persona que fallece, incluyendo algunas experiencias que la religiosidad popular asocia con perturbaciones que tienen origen en los difuntos.

No hay dogma definitivo de la Iglesia en esta materia, que permanece abierta a la investigación teológica, y a las opiniones fundamentadas. Yo personalmente, apoyo más el segundo modelo: creo que el proceso de purificación va asociado al proceso del morir, que es eso, un proceso, cuyo tiempo interior o psicológico puede ser extremadamente complejo y subjetivamente comparable a prácticamente cualquier cantidad de tiempo “objetivo.” Esta interpretación parece también más abierta a recibir un elenco nuevo y fuerte de preguntas sobre la corporalidad humana, incluyendo los límites espaciales y temporales. Se trata de cuestiones como esta: ¿Mis uñas son parte de mi cuerpo? ¿Y al cortarlas ya no lo son? ¿Es parte de mi realidad corporal el mundo que habito, por ejemplo, incluyendo mi casa?

Está además, el hecho, muy común en la fe popular, y que quizás tenga un significado teológico poco apreciado hasta ahora, de celebrar la eucaristía con mayor fervor o frecuencia cuando se presentan fenómenos paranormales en el entorno de un (reciente) difunto.

En resumen: el asunto no está definido por la Iglesia pero cabe pensar que sí hay una constricción temporal en el caso de las almas del purgatorio, y que esa constricción se manifiesta en el mundo propio de la persona fallecida.

Cielo, Infierno, Purgatorio

Padre, hay almas ya en el infierno? o habrá hasta el juicio final, o acaso aquellos que ya han muerto y en verdad fueron malos ya están condenados?, y aquellos que se arrepintieron estan en el purgatorio?, y los buenos en el cielo? como sera? – Preguntado en formspring.me/fraynelson

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Tu pregunta es preciosa oportunidad para recordar lo que nos trae el Compendio oficial del Catecismo de la Iglesia Católica sobre estos temas. Los números que aparecen antes de cada respuesta remiten al texto del Catecismo de la Iglesia, es decir, ya no el Compendio sino el Catecismo completo.

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