Hombres de Fe, 3 de 8, Fe y Palabra

¡Hombres de Fe! – Curso de Formación Permanente para la Diócesis de Socorro y San Gil

Tema 3. La Fe y la Palabra

  • La PROPUESTA de Dios llegó de modo inmediato a aquellos que, como Matías y los demás apóstoles, conocieron a Cristo desde el bautismo hasta la Cruz, y luego le vieron y reconocieron resucitado. Para todos los demás, esa propuesta llega de modo indirecto, como “noticia,” es decir, como mensaje, testimonio, predicación.
  • Por eso dice san Pablo que “la fe viene de la predicación” (Romanos 10). Sin la predicación no hay conocimiento de la noticia, la propuesta de amor divino; y sin ella, no hay respuesta posible de obediencia y de fe.
  • Si la fe es respuesta, la fe depende de la calidad y profundidad de nuestro responder, y por eso depende de la calidad y profundidad de nuestra escucha.
  • La escucha renuente, tardía, perezosa, fragmentaria da frutos pobres. La escucha asidua, oportuna, diligente, perseverante da frutos abundantes.
  • Así vemos que los primeros cristianos eran asiduos a la enseñanza de los apóstoles. Ya conocían el kerigma pero necesitaban seguir escuchando su eco en cada dimensión de la vida humana.
  • ¿Qué oían? En la línea de la predicación rabínica, más que explicaciones teóricas o esquemas conceptuales, su palabra se movía en espiral ascendente a través de tres puntos: Narración, Comentario, Aplicación.

Palabras de fe para el sacerdote, 2 de 2

Dos reflexiones sobre el ser y el ministerio sacerdotal, para los Frailes Predicadores de La Mansión, casa de evangelización en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.

Tema 2 de 2: Sugerencias prácticas para la predicación.

* Hay distintos “géneros” de discurso, y conviene cierta variedad. Cinco de los más importantes son: (1) narración, que incluye el uso de testimonios; (2) anotaciones y breves explicaciones catequéticas, litúrgicas o dogmáticas; (3) renovación del kerigma, para proclamar con gozo tu propio amor jubiloso por cristo; (4) denuncia, aunque con tres cuidados: a) Recuerda incluirte de modo honesto en el número de los pecadores; b) Tu denuncia ha de surgir de celo por la causa de Dios, no de tus gustos o disgustos personales; c) Toda denuncia ha de incluir un camino de esperanza a partir de la misericordia divina; (5) Oración con el pueblo y por el pueblo.

* Sugerencias concretas para el acto mismo de la predicación oral. Cuatro relevantes son: (1) el quedarse en un solo tono de voz hace pesado cualquier discurso; (2) la homilía es una conversación; la gente hace su parte en el modo de reaccionar ante tus palabras: no dejes de mirar su reacción y de tomarla en serio; (3) mejora tu dicción; no des por hecho que sí te escuchan y que físicamente están llegando tus palabras a sus oídos; (4) en cuanto al tiempo, no partas de lemas preconcebidos sino guíate por lo que sea costumbre en cada lugar; luego, por la circunstancia que motiva la celebración específica; y luego, por la asamblea que tienes ante tus ojos.

X-H. La vocación del predicador

361. Cuando recibía palabras tuyas, las devoraba; tu palabra era mi gozo y mi alegría íntima; yo llevaba tu nombre, Señor, Dios de los ejércitos. (Jer 15,16)

362. La palabra del Señor se me volvió escarnió y burla constantes, y me dije: No me acordaré de él, no hablaré más en su nombre. Pero la sentía dentro como un fuego ardiente, encerrado en los huesos: hacía esfuerzos para contenerla y no podía. (Jer 20,8-9)

363. El Señor me dirigió la palabra: Antes de formarte en el vientre te escogí, antes de salir del seno materno te consagré y te nombré profeta de los paganos. Yo repuse: ¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho. El Señor me contestó: No digas que eres un muchacho: que a donde yo te envíe, irás; lo que yo te mande, lo dirás. (Jer 1,4-7)

364. Tú me sedujiste, Señor, y yo me dejé seducir; me has violentado y me has podido. (Jer 20,7)

365. Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia; así el hombre de Dios se encuentra perfecto y preparado para toda obra buena. (2 Tm 3,16-17)

366. He competido en la noble competición, he llegado a la meta en la carrera, he conservado la fe. (2 Tm 4,7)