Caminar por senderos de paz: Mensaje del Papa Francisco en Navidad

Queridos hermanos y hermanas: ¡Feliz Navidad!

La Palabra de Dios, que ha creado el mundo y da sentido a la historia y al camino del hombre, se hizo carne y vino a habitar entre nosotros. Apareció como un susurro, como el murmullo de una brisa ligera, para colmar de asombro el corazón de todo hombre y mujer que se abre al misterio.

El Verbo se hizo carne para dialogar con nosotros. Dios no quiere tener un monólogo, sino un diálogo. Porque Dios mismo, Padre, Hijo y Espíritu Santo, es diálogo, eterna e infinita comunión de amor y de vida.

Dios nos mostró el camino del encuentro y del diálogo al venir al mundo en la Persona del Verbo encarnado. Es más, Él mismo encarnó en sí mismo este camino, para que nosotros pudiéramos conocerlo y recorrerlo con confianza y esperanza.

Hermanas, hermanos, «qué sería el mundo sin ese diálogo paciente de tantas personas generosas que han mantenido unidas a familias y a comunidades» (Carta enc. Fratelli tutti, 198). En este tiempo de pandemia nos damos cuenta de esto todavía más. Se pone a prueba nuestra capacidad de relaciones sociales, se refuerza la tendencia a cerrarse, a valerse por uno mismo, a renunciar a salir, a encontrarse, a colaborar. También en el ámbito internacional existe el riesgo de no querer dialogar, el riesgo de que la complejidad de la crisis induzca a elegir atajos, en vez de los caminos más lentos del diálogo; pero son estos, en realidad, los únicos que conducen a la solución de los conflictos y a beneficios compartidos y duraderos.

En efecto, mientras el anuncio del nacimiento del Salvador, fuente de la verdadera paz, resuena a nuestro alrededor y en el mundo entero, vemos todavía muchos conflictos, crisis y contradicciones. Parece que no terminan nunca y casi pasan desapercibidos. Nos hemos habituado de tal manera que inmensas tragedias ya se pasan por alto; corremos el riesgo de no escuchar los gritos de dolor y desesperación de muchos de nuestros hermanos y hermanas.

Pensemos en el pueblo sirio, que desde hace más de un decenio vive una guerra que ha provocado muchas víctimas y un número incalculable de refugiados. Miremos a Irak, que después de un largo conflicto todavía tiene dificultad para levantarse. Escuchemos el grito de los niños que se alza desde Yemen, donde una enorme tragedia, olvidada por todos, se está perpetrando en silencio desde hace años, provocando muertos cada día.

Recordemos las continuas tensiones entre israelíes y palestinos que se prolongan sin solución, con consecuencias sociales y políticas cada vez mayores. No nos olvidemos de Belén, el lugar en el que Jesús vio la luz, que vive tiempos difíciles, también a causa de las dificultades económicas provocadas por la pandemia, que impide a los peregrinos llegar a Tierra Santa, con efectos negativos en la vida de la población. Pensemos en el Líbano, que sufre una crisis sin precedentes con condiciones económicas y sociales muy preocupantes.

Pero he aquí, en medio de la noche, el signo de esperanza. Hoy «el amor que mueve el sol y las otras estrellas» (Paraíso, XXXIII, 145), como dice Dante, se hizo carne. Vino en forma humana, compartió nuestros dramas y rompió el muro de nuestra indiferencia. En el frío de la noche extiende sus pequeños brazos hacia nosotros, está necesitado de todo, pero viene a darnos todo. A Él pidámosle la fuerza de abrirnos al diálogo. En este día de fiesta le imploramos que suscite en nuestros corazones anhelos de reconciliación y de fraternidad. A Él dirijamos nuestra súplica.

Niño Jesús, concede paz y concordia a Oriente Medio y al mundo entero. Sostén a todos los que están comprometidos en la asistencia humanitaria a las poblaciones que se ven forzadas a huir de su patria; consuela al pueblo afgano, que desde hace más de cuarenta años es duramente probado por conflictos que obligan a muchos a dejar el país.

Rey de las naciones, ayuda a las autoridades políticas a pacificar las sociedades devastadas por tensiones y conflictos. Sostén al pueblo de Myanmar, donde la intolerancia y la violencia también golpean frecuentemente a la comunidad cristiana y los lugares de culto, y opacan el rostro pacífico de sus gentes.

Sé luz y sostén para quienes creen y trabajan en favor del encuentro y del diálogo, yendo incluso contra corriente, y no permitas que se propaguen en Ucrania las metástasis de un conflicto gangrenoso.

Príncipe de la Paz, asiste a Etiopía para que vuelva a encontrar el camino de la reconciliación y la paz a través de un debate sincero, que ponga las exigencias de la población en primer lugar. Escucha el grito de los pueblos de la región del Sáhel, que padecen la violencia del terrorismo internacional. Dirige tu mirada a los pueblos de los países del Norte de África que sufren a causa de las divisiones, el desempleo y la desigualdad económica, y alivia los sufrimientos de muchos hermanos y hermanas que sufren por los conflictos internos de Sudán y Sudán del Sur.

Haz que en los corazones de los pueblos del continente americano prevalezcan los valores de la solidaridad, la reconciliación y la pacífica convivencia, a través del diálogo, el respeto recíproco y el reconocimiento de los derechos y los valores culturales de todos los seres humanos.

Hijo de Dios, conforta a las víctimas de la violencia contra las mujeres que se difunde en este tiempo de pandemia. Ofrece esperanza a los niños y a los adolescentes víctimas de intimidación y de abusos. Da consuelo y afecto a los ancianos, sobre todo a los que se encuentran más solos. Concede serenidad y unidad a las familias, lugar primordial para la educación y base del tejido social.

Dios con nosotros, concede salud a los enfermos e inspira a todas las personas de buena voluntad para que encuentren las soluciones más adecuadas que ayuden a superar la crisis sanitaria y sus consecuencias. Haz que los corazones sean generosos, para hacer llegar la asistencia necesaria, especialmente las vacunas, a las poblaciones más pobres. Recompensa a todos los que demuestran responsabilidad y entrega al hacerse cargo de sus familiares, de los enfermos y de los más débiles.

Niño de Belén, permite que los prisioneros de guerra, civiles y militares, de los conflictos recientes, y quienes están encarcelados por razones políticas puedan volver pronto a sus hogares. No nos dejes indiferentes ante el drama de los emigrantes, de los desplazados y de los refugiados. «Sus ojos nos piden que no miremos a otra parte, que no reneguemos de la humanidad que nos une, que hagamos nuestras sus historias y no olvidemos sus dramas» [Discurso en el Centro de acogida e identificación de Mitilene (5 diciembre 2021).].

Verbo eterno que te has hecho carne, haznos diligentes hacia nuestra casa común, que también sufre por la negligencia con la que frecuentemente la tratamos, y motiva a las autoridades políticas a llegar a acuerdos eficaces para que las próximas generaciones puedan vivir en un ambiente respetuoso para la vida.

Queridos hermanos y hermanas:

Muchas son las dificultades de nuestro tiempo, pero más fuerte es la esperanza, porque «un niño nos ha nacido» (Is 9,5). Él es la Palabra de Dios y se ha hecho un infante, sólo capaz de llorar y necesitado de todo. Ha querido aprender a hablar, como cada niño, para que aprendiésemos a escuchar a Dios, nuestro Padre, a escucharnos entre nosotros y a dialogar como hermanos y hermanas. Oh Cristo, nacido por nosotros, enséñanos a caminar contigo por los senderos de la paz.

¡Feliz Navidad a todos!

Pensamientos del Papa sobre las personas con discapacidad

“Este lunes 13 de diciembre el Papa recibió en audiencia privada en el Aula Pablo VI del Vaticano a un grupo de peregrinos del Instituto Seráfico de Asís, en ocasión del 150 aniversario de su fundación. En una precedente visita del Papa a la ciudad natal de san Francisco el Papa ya había visitado esta obra. Considerando que es un instituto que atiende a personas con alguna forma de discapacidad, el Papa dio un discurso en el que regaló tres puntuales reflexiones sobre este campo…”

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Homilía del Papa en Roma el día de los fieles difuntos

“A las 11 de la mañana del martes 2 de noviembre, el Santo Padre celebró la misa de los fieles difuntos en el Cementerio Militar Francés de Roma. Apenas llegar, caminó entre las tumbas y depositó ramos de flores en algunas de ellas. En otras se detuvo para orar, especialmente en las tumbas que no tienen nombre. Antes de iniciar la misa saludó a unos niños…”

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Francisco: «El aborto es un asesinato»

“Al recibir a los participantes en un congreso organizado por la Sociedad Italiana de Farmacia Hospitalaria, el papa Francisco ha recordado que el aborto «es un asesinato y no es lícito hacerse cómplice del mismo». Además ha defendido del derecho a la objeción de conciencia ahora que «esta de moda que tal vez sería una buena idea abolirla»…”

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Una Iglesia humilde como Jesús que huya de la magnificencia y autorreferencialidad

“Tras llegar a Eslovaquia, el Papa se ha reunido esta mañana en la Catedral de San Martín de Bratislava con obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, seminaristas y catequistas del país centroeuropeo. El Pontífice los animó a construir una «Iglesia humilde como Jesús», para así «salir de la autorreferencialidad» y no ceder a la «tentación de la magnificencia»…”

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Visitar pequeñas comunidades de católicos

Uno de los rasgos por los que seguramente será recordado el Papa Francisco es por su opción de preferir, en general, para sus viajes apostólicos, a aquellas comunidades que tienen minoría de católicos. Si repasamos sus viajes comprobaremos que tal ha sido el caso.

Ejemplo de estos países: Jordania, Corea del Sur, Albania y Turquía (2014); Sri Lanka, Filipinas, Bosnia y Herzegovina, Ecuador, Bolivia, Paraguay Kenia, República Centroafricana y Uganda (2015); Grecia, Armenia, Georgia, Azerbaiyán y Suecia (2016); Egipto, Bangladés y Myanmar (2017); Suiza, Estonia, Letonia y Lituania (2018); Emiratos Árabes Unidos, Marruecos, Macedonia del Norte, Bulgaria, Rumanía, Mozambique, Madagascar, Mauricio, Tailandia y Japón (2019), Irak, Eslovenia, Hungría (2021).

Claramente el Papa ha querido enviar un mensaje al pueblo cristiano con este modo de obrar: su prioridad han sido las pequeñas comunidades de las periferias. Y decía Cristo: “el que tenga oídos para oír, que oiga”.

Papa Francisco: “vacunarse es un acto de amor”

“Por medio de un mensaje distribuido a través de YouTube, el Papa recuerda que “hoy tenemos vacunas para protegernos del COVID-19” y asegura que “ellas traen esperanza para acabar con la pandemia, pero sólo si están disponibles para todos y si colaboramos unos con otros”…”

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Aprender latín en el siglo XXI

Con motivo del último documento del Papa Francisco, he visto resistencia y protestas en algunos sectores de la Iglesia Católica, con un especial énfasis en el valor del latín. ¿Qué piensa usted, fray Nelson? ¿En qué sentido es útil que en pleno siglo XXI aprendamos latín? –J.O.

* * *

Cada lengua que se ha hablado en esta tierra tiene un valor que trasciende lo puramente funcional de lograr una comunicación inmediata entre personas. Antes de hablar con otras personas, uno, en cierto modo, habla consigo mismo cuando reflexiona, sueña, proyecta; las palabras tienen el color y la textura de la vida misma, como se nota especialmente en las formas artísticas y culturales, propias de la poesía, la narrativa, incluso el modo de ver el propio pasado. Nuestros sueños, temores, y por supuesto, nuestras oraciones, no existen simplemente como movimientos anónimos de la mente sino que se traducen, expresan y difunden a través de palabras, y por lo tanto, con el auxilio de una lengua específica.

Por eso hoy muchos reconocen que la pérdida de una lengua es algo comparable con lo que es, en el ámbito ecológico, la pérdida de una especie. Así como cada especie es un modo de responder a la pregunta “¿Cómo vivir?”, así también cada lengua expresa a su modo preguntas y respuestas como: “¿Por qué y para qué vivir?” Las lenguas no se hacen solas, sino que brotan del entretejido de seres humanos concretos. Al perderlas, perdemos de algún modo la riqueza humana y espiritual que estaba en ellos.

Lo anterior vale para toda lengua. Mucho más puede decirse del latín. Es la lengua en que la Iglesia Católica ha reflexionado, orado y predicado durante muchos siglos. Muchos conceptos que luego, con mayor o menor acierto, han pasado a las lenguas que llamamos “modernas” fueron primero acuñados a partir de palabras y raíces latinas, y por eso se entienden de modo más pleno y unívoco en esa lengua. Por supuesto, esto vale también para las lenguas bíblicas, y muy particularmente para el griego koiné y para el hebreo, pero es que no hay razón para oponer los estudios de estas lenguas llamadas con razón “clásicas.”

Desde el punto de vista litúrgico e incluso artístico, el latín resulta difícilmente comparable con ninguna otra lengua. Volúmenes y volúmenes de inspiradas e inspiradoras melodías nos ayudan a conectar con las profundas experiencias espirituales que tantos cristianos, hombres y mujeres, de otras épocas, tuvieron en su propio itinerario hacia Dios. La prosa bellísima de tantas plegarias despierta, con toda razón, sentimientos de elevación y de percepción de lo sacro en muchos corazones de todas las edades. No se ve por qué esa rqieuza deba perderse. Por supuesto, no estoy diciendo que sea el único modo, o que sea siempre el modo óptimo para toda expresión litúrgica, simplemente destaco que toda esa magnífica producción es un tesoro común para los católicos y que es necio desperdiciarlo u olvidarlo.

Todo lo anterior no debería llevar, sin embargo, a una actitud idólatra o fetichista con respecto al latín, como si no fuera posible expresar la fe de otro modo, o como si fuera imposible dar cumplido culto a Dios en otra lengua. El latín es bello, es venerable, nos ayuda a comprender mejor la lógica y el dinamismo de nuestra propia lengua, que tiene tantas raíces en el antiguo Lacio; pero el latín tiene sus limitaciones también. No podía ser de otro modo.

En efecto, la revelación bíblica no la recibió la Iglesia en latín sino en hebreo y en griego, y por eso, cuando se hace el ejercicio de la exégesis a partir de las lenguas originales, se ven los límites de las traducciones latinas (Vulgata y Neovulgata, principalmente). un ejemplo conocido es Juan 20,17: las palabras que Cristo resucitado dice en cierto momento a María Magdalena. La Vulgata traducía: “Noli me tangere!”, que sería: “¡No me toques!”; ya la Neovulgata mejora la traducción: “Iam noli me tenere…”, que corresponde a: “Ya suéltame” o simplemente “¡Suéltame!”–mucho más próximo al griego “Me mou haptou.” No es difícil suponer que casos como este existen en las traducciones latinas, asi como se dan prácticamente en todas las lenguas. En esto el latín no tiene forzosamente una ventaja.

Otro límite del latín tiene que ver con el simple hecho de que la vida humana es dinámica y por consiguiente no puede esperarse que un conjunto de conceptos, no importa qué tan bien articulados estén, logren captar todo lo humano de todas las épocas: simplemente no hay palabras en el latín clásico para nombrar muchas de las realidades actuales, no sólo de objetos (teléfono celular, computador cuántico, agujero negro, etc.) sino también de aquellos procesos que nos resultan familiares en lenguas modernas y bastante artificiales en latín; por ejemplo: calentamiento global, desertificación, impresionismo, postmodernidad. Está claro: se pueden crear vocablos que tengan aspecto latino y que “funcionen” gramaticalmente en latín pero el precio que se paga no es pequeño. Esto se nota en el hecho de que los Papas recientes han optado por escribir sus documentos en alguna lengua moderna (principalmente, italiano, pero también español o francés) y luego, cuando es necesario, han ordenado que se hagan algo así como retro-traducciones al latín. Claramente el latín no guía el pensamiento en estos casos sino que simplemente lo sigue de un modo que puede ser bastante servil.

Lo cual a su vez trae repercusiones cuando se prefiere de modo casi continuo la liturgia en latín. Hay tres posibilidades: no predicar; predicar en latín; o predicar en lengua vernácula. Lo primero no es concorde con el hecho de que la fe viene de escuchar la predicación, según bien enseña San Pablo. Lo segundo requiere un nivel de formación excepcional que muy pocas personas tienen en el mundo, y que de todos modos padece del defecto antes mencionado: vocablos artificiales hechos ad-hoc. Queda entonces la tercera posibilidad: que todo lo ritual sea en latín y la predicación en lengua vernácula. Pero esto introduce una separación entre el texto bíblico y la aplicación de ese mismo texto. Por ejemplo, si en el Evangelio se lee: “Iam noli me tenere” la predicación tendrá que traducir ese texto, o de hecho, en la práctica, cada versículo. Siempre habrá, pues, una fisura, más o menos grande, entre la Palabra que se proclama y las oraciones o entre la Palabra y la predicación. La sabiduría y la caridad del celebrante podrán subsanar esta situación pero no se debe negar que ahí estará. Por ello tiene todo el sentido la exigencia que hace Traditionis custodes de que las lecturas, en todos los casos, se hagan en lengua vernácula, según las traducciones autorizadas para cada lugar.

Dicho esto, yo concluyo que es bueno, muy bueno, estudiar latín y amarlo–como creo que deben estudiarse con diligencia el griego y el hebreo. Y sin embargo, ese amor no debe llevarnos a menospreciar la capacidad del Evangelio para desbordar todo molde cultural y lingüístico, y así movernos hacia Aquel que es el Logos eterno del padre.

Carta del Papa al Maestro de la Orden de Predicadores

“Praedicator Gratiae: entre los títulos atribuidos a santo Domingo, el de “Predicador de la Gracia” se destaca por su consonancia con el carisma y la misión de la Orden que fundó. En este año en que se cumple el octavo centenario de la muerte de santo Domingo, me uno con alegría a los Frailes Predicadores para dar gracias por la fecundidad espiritual de ese carisma y esa misión, que se manifiesta en la rica variedad de la familia dominicana a lo largo de los siglos. Mis saludos, mi oración y mis mejores deseos se dirigen a todos los miembros de esa gran familia, que abarca la vida contemplativa y la obra apostólica de sus monjas y hermanas religiosas, sus fraternidades sacerdotales y laicales, sus institutos seculares y sus movimientos juveniles…”

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Tres pasos para alcanzar la vida eterna

“En el contexto de la 32º edición del Festival de los Jóvenes en Medjugorje, evento que congrega a miles de jóvenes de todas partes del mundo, el Papa Francisco les envió un mensaje en el que reflexiona con ellos a partir de la pregunta del hombre rico a Jesús y que también era el tema del festival: “¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?”. A continuación los tres pasos que pone el Papa a los jóvenes…”

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Traditionis Custodes, Motu Proprio del Papa Francisco

Advertencia: la mayor parte de lo que sigue apoya la decisión del Papa Francisco expresada en el reciente Motu Proprio “Traditionis Custodes.” Continúe Usted leyendo bajo su propia responsabilidad.

En amplio y abierto diálogo con amigos cercanos, de esos que aman a Cristo y su Iglesia, pronto ha quedado patente qué es lo que disgusta más del último documento del Papa, el Motu Proprio “Traditionis Custodes” (TC, de aquí en adelante): es algo que el querido P. Santiago Martín ha expresado muy bien en un video reciente, y que se resume en: agilidad y dureza con los conservadores; pasividad, que raya en complicidad, con los progresistas o sincréticos. Frente a ese reparo yo no tengo nada que decir porque expresa la misma extrañeza que yo mismo tengo, junto con muchos sacerdotes e incontables fieles: uno tiene que hacer malabarismos mentales cada vez más altos e irreales para tratar de entender o de explicarse cómo tantos obispos y sacerdotes se burlan de la fe católica sin que suceda absolutamente nada, y ello mientras vemos caer castigos y restricciones, implacables, sobre todo lo que tenga talante conservador, ya sea en política civil, en teología dogmática o en la vida litúrgica. Baste mencionar los episodios de la pachamama o de la bendición de parejas homosexuales.

Así que queda claro dónde está la raíz del disgusto y rechazo que muchos sienten con respecto a TC. Podemos decir que se trata de objeciones externas, en la medida en que comparan, en bloque, la acción propuesta en TC con la acción mínima o inexistente que se ha tomado u omitido en otros casos, terriblemente dolorosos para la fe del pueblo de Dios.

Dejando eso claro, quiero en este escrito referirme más bien a un análisis interno de TC, y con esta expresión me refiero a la conveniencia y oportunidad de abordar las siguientes preguntas:

(1) ¿Cuál era el propósito de Summorum Pontificum (SP) de Benedicto XVI? ¿Se trataba de una definición “para siempre” o tenía condiciones?

(2) ¿En qué medida el propósito de SP se consiguió en los años siguientes a su publicación?

(3) ¿Qué ventajas y desventajas se encontraron en la aplicación real de SP?

(4) ¿Qué quiere lograrse con TC? ¿Se trata de una definición “para siempre” o tiene condiciones?

(5) ¿Cuál podría ser una ruta constructiva hacia el futuro?
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Palabras directas del Papa Francisco a los jóvenes

Tomado de Fratelli tutti, n. 13:

[En nuestro tiempo] se alienta también una pérdida del sentido de la historia que disgrega todavía más. Se advierte la penetración cultural de una especie de “deconstruccionismo”, donde la libertad humana pretende construirlo todo desde cero. Deja en pie únicamente la necesidad de consumir sin límites y la acentuación de muchas formas de individualismo sin contenidos. En esta línea se situaba un consejo que di a los jóvenes: «Si una persona les hace una propuesta y les dice que ignoren la historia, que no recojan la experiencia de los mayores, que desprecien todo lo pasado y que sólo miren el futuro que ella les ofrece, ¿no es una forma fácil de atraparlos con su propuesta para que solamente hagan lo que ella les dice? Esa persona los necesita vacíos, desarraigados, desconfiados de todo, para que sólo confíen en sus promesas y se sometan a sus planes. Así funcionan las ideologías de distintos colores, que destruyen —o de-construyen— todo lo que sea diferente y de ese modo pueden reinar sin oposiciones. Para esto necesitan jóvenes que desprecien la historia, que rechacen la riqueza espiritual y humana que se fue transmitiendo a lo largo de las generaciones, que ignoren todo lo que los ha precedido» [Exhortación Apostólica Christus vivit, n. 128].

El sentido de las palabras del Papa sobre la propiedad privada

“Las palabras del Papa son escuchadas con mucha atención no solo por ser la autoridad de la Iglesia, sino que a menudo son usadas por personas inescrupulosas para apoyar o no hechos o mandatos de la Iglesia. El arzobispo de La Plata en Argentina, monseñor Víctor Fernández ha publicado un artículo haciendo referencia a unas declaraciones que realizó el Papa sobre la propiedad privada…”

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