De nuevo: Frases Célebres del Padre Pío

  • Reza, espera y no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu oración…
  • La oración es la mejor arma que tenemos; es la llave al corazón de Dios. Debes hablarle a Jesús, no solo con tus labios sino con tu corazón. En realidad, en algunas ocasiones debes hablarle solo con el corazón…
  • Solo quiero ser un fraile que reza…
  • El tiempo transcurrido en glorificar a Dios y en cuidar la salud del alma, no será nunca tiempo perdido.
  • No hay tiempo mejor empleado que el que se invierte en santificar el alma del prójimo.
  • Una sola cosa es necesaria: consolar tu espíritu y amar a Dios.
  • Dulce es el yugo de Jesús, liviano su peso, por lo tanto, no demos lugar al enemigo para insinuarse en nuestro corazón y robarnos la paz.
  • La clave de la perfección es el amor. Quien vive de amor, vive en Dios, pues Dios es amor, como dice el Apóstol.
  • No amar es como herir a Dios en la pupila de Su ojo. ¿Hay algo mas delicado que la pupila?
  • Haré más desde el Cielo, de lo que puedo hacer aquí en la Tierra.
  • Cuando se pasa ante una imagen de la Virgen hay que decir: Te saludo, María. Saluda a Jesús de mi parte.
  • El demonio es como un perro rabioso atado a la cadena; no puede herir a nadie más allá de lo que le permite la cadena. Mantente, pues, lejos. Si te acercas demasiado, te atrapará.
  • El sufrimiento de los males físicos y morales es la ofrenda más digna que puedes hacer a aquel que nos ha salvado sufriendo.
  • Los ángeles sólo nos tienen envidia por una cosa: ellos no pueden sufrir por Dios. Sólo el sufrimiento nos permite decir con toda seguridad: Dios mío, mirad cómo os amo.
  • Salvar las almas orando siempre.
  • Con el estudio de los libros se busca a Dios; con la meditación se le encuentra.
  • ¡Piensa siempre que Dios lo ve todo!
  • Es terrible la justicia de Dios. Pero no olvidemos que también su misericordia es infinita.
  • El ser tentado es signo de que el alma es muy grata al Señor.
  • Cuando el alma sufre y teme ofender a Dios, no le ofende y está muy lejos de pecar.

Síntesis de la doctrina espiritual del Padre Pío

“Ten por cierto que cuanto más crecen los asaltos del demonio, tanto más cerca del alma está Dios.”

“Tengamos bien esculpido en nuestra mente lo que dice el divino Maestro: en nuestra paciencia poseeremos nuestra alma.”

“Mediten en la palabra de Dios y ella adquirirá el poder de destruir sus naturales inclinaciones hacia lo material.”

“El sufrir es de todos. El saber sufrir es de pocos.”

“Cuando se hace bien, la oración conmueve el corazón de Dios y le invita, siempre más, a acoger nuestras súplicas.”

“Buscar sí la soledad, pero sin faltar a la caridad con el prójimo”

“Jesús llama a los pobres y sencillos pastores por medio de los ángeles para manifestarse a ellos. Llama a los sabios por medio de su misma ciencia. Y todos, movidos por la fuerza interna de su gracia, corren hacia él para adorarlo”

“Los corazones fuertes y generosos no se afligen más que por graves motivos, e incluso estos motivos no logran penetrar en lo íntimo de su ser”

“La vanagloria ha sido llamada con acierto por los santos carcoma de la santidad.”

“El sufrimiento no es abandono, por tanto, todo esto, sino amor y amor muy especial que Dios te va demostrando.”

“Jesús desde su nacimiento nos indica nuestra misión, que es la de despreciar lo que el mundo ama y busca.”

“Digámonos con el pleno convencimiento de que nos decimos la verdad: alma mía, comienza hoy a hacer el bien, que hasta ahora no has hecho nada.”

“Ora y espera; no te inquietes. La inquietud no conduce a nada. Dios es misericordioso y escuchará tu oración.”

“Oh! Qué precioso es el tiempo! Felices los que saben aprovecharlo, porque todos, en el día del juicio, tendremos que dar cuenta rigurosísima de ello al Juez supremo.”

“Ora con perseverancia, con confianza y con la mente tranquila y serena.”

“Para que se dé la imitación, es necesaria la meditación diaria y la reflexión frecuente sobre la vida de Jesús.”

“Meditemos la gran condescendencia con la que Jesús asume nuestra misma carne para vivir en medio de nosotros la mísera vida de la tierra.”

“Muchas veces ignoramos que para crecer tenemos necesidad de pan duro; es decir, necesitamos cruces, pruebas, contradicciones.”

“Mira: por un sí, por un solo sí, fiat secundum verbum tuum, por hacer la voluntad de Dios, María llega a ser Madre del Altísimo.”

“Guárdense de la ansiedad y de las inquietudes, porque no hay cosa que impida tanto el caminar hacia la perfección.”

“Jamás te he visto tan querido de Jesús como en este momento. Por tanto, ¿qué motivo tienes para temer, temblar y asustarte?”

“Igual que el cuerpo necesita de alimentarse, así el alma necesita día tras día de la cruz, para purificarse y separarse de las criaturas.”

“Procura no inquietar tu alma ante el triste espectáculo de la injusticia humana. Sobre esta injusticia verás un día el triunfo definitivo de la justicia de Dios.”

“Ten gran confianza en la misericordia y en la bondad de Dios.”

“A la medida que te vayas vaciando de ti mismo, es decir, del amor al cuerpo y de tu propia voluntad, y te vayas enraizando en la santa humildad, el Señor lo irá comunicando a tu corazón.”

“El Señor hace ver y llama, pero no queremos ni ver ni responder porque son los propios intereses los que nos agradan.”

“Cuando nos ponemos a orar a Dios, busquemos desahogar todo nuestro espíritu.”

“Un solo acto de amor a Dios en tiempos de aridez vale más que cien en momentos de ternura y consuelo.”

“Actuemos de modo que Dios no vea en nosotros nada más que el bien.”

“Cuando se pasa ante una imagen de la Virgen hay que decir: Te saludo, Maria. Saluda a Jesús de mi parte.”

“De la meditación y de la reflexión frecuente sobre la vida de Jesús brota la estima de sus obras; y de la estima, el deseo y el consuelo de la imitación.”

“Cuando no consigas avanzar a grandes pasos por el camino que conduce a Dios, conténtate con dar pequeños pasos y espera pacientemente a tener piernas para correr, o mejor alas para volar.”

“En la medida en que crecían en la Madre nuestra los dones del cielo, ahondaba cada vez más en la humildad.”

“¿No nos dice el Espíritu Santo que, en la medida que el alma se acerca a Dios, debe prepararse para la prueba?”

“La paz se posesionará de nosotros y seremos felices y fuertes en la medida en que, manteniendo un crecimiento en la vida espiritual y mortificándonos a nosotros mismos, hagamos que Cristo viva en nosotros.”

“Las mejores humillaciones son las que nosotros no hemos elegido, o también las que nos son menos gratas.”

“El sufrimiento no es castigo sino amor y amor delicadísimo.”

“En estos tiempos tan tristes de fe muerta, en los que triunfa la impiedad, el medio más seguro para mantenerse libres del terrible mal que nos rodea, es el de fortalecerse con este alimento eucarístico. Algo que no lo podrá conseguir aquel que vive meses y meses sin saciarse de la carne inmaculada del Cordero divino.”

“La piedad es útil para todo y se adapta a todo según las circunstancias, menos a lo que sea pecado.”

“Sólo un general sabe cuándo y cómo deben actuar sus soldados. Ten paciencia; también a ti te llegará tu vez.”

“Sufre pero no temas, porque Dios está contigo.”

“Tú que tienes cuidado de almas, inténtalo con amor, con mucho amor, con todo el amor.”

“Ocupa el tiempo en ganar almas para Jesús, enseñándoles el modo de agradarle.”

“Mantener el buen ánimo y cumplir el deber es lo propio de las almas más perfectas.”

“No se cansen de orar a Jesús.”

“Marchen con sencillez por el camino del Señor y no atormenten su espíritu.”

“Les conjuro por la mansedumbre de Cristo y por las entrañas misericordiosas del Padre celestial a no perder nunca el entusiasmo en el camino del bien.”

“Amemos a Jesús por su grandeza divina, por su poder en el cielo y en la tierra, y por sus méritos infinitos, pero, también y sobre todo, por motivos de gratitud.”

“Acepta todo dolor e incomprensión que vienen de lo Alto. Así te perfeccionarás y te santificarás.”

“Camina con alegría y con un corazón lo más sincero y abierto que puedas; y cuando no puedas mantener esta santa alegría, al menos no pierdas nunca el valor y la confianza en Dios.”

“Confiesa con toda sinceridad, que, si Dios no fuese tu coraza y tu escudo, habrías sido incautamente herido por toda clase de pecados.”

Un milagro del Padre Pío

Somos una familia católica integrada por mi esposo, Jaime Tinajero, beneficiado por el gran milagro que a continuación voy a relatar, yo misma, Albina Jaramillo, y nuestros hijos Yesia, Jaime y Violeta.

A principio de marzo de 2000, mi marido enfermó gravemente y hubo que ingresarlo de urgencia en el hospital.

Su sistema inmunológico estaba muy debilitado; padecía unos dolores muy fuertes que le obligaban a permanecer postrado en cama entre gritos y lamentos.

En el hospital le hicieron todo tipo de pruebas: tomografías, radiografías, análisis de sangre y la pertinente biopsia. Diagnostico: “Metástesis de cáncer en los huesos”.

Por más morfina que le administraban, tan sólo servía para calmarle el dolor durante tres o cuatro horas.

El médico, resignado, me dijo: “Señora, usted misma ve cómo está su marido; no podemos hacer ya nada más por él. Si tiene fe, rece”.

Me asustaba pensar que mi esposo, de 38 años, pudiera dejarme viuda con nuestra hija pequeña, Violeta, de sólo dos años.

Pero, tres meses después de su ingreso, la cruda realidad acrecentaba ese temor: mi marido ya apenas comía, al borde de la muerte.

Uno de esos días, mi hermano Pablo, fraile capuchino, me dijo que rezase la novena al Padre Pío con mucha fe. Me entregó una estampa, la cual coloque en el cabecera de la cama de mi marido. También me regaló una biografía titulada Padre Pío, místico y apóstol, que leí junto a mi esposo en aquellos interminables días. Ambos rezamos juntos la novena con gran fervor. Yo misma oraba sin cesar, en medio de mi propia desesperación e impotencia, consciente de que él empeoraba cada día.

Extenuada, tras más de tres meses acompañándole día y noche, le dije al Señor: “Si no quieres dejarle aquí, llévatelo; pero si decídes que permanezca con nosotros, aliviano. ¡Dios mío, yo he aprendido que Tú siempre escuchas cuando se te pide algo con fe! ¡Ayúdame, por favor, pero que no se haga mi voluntad sino la Tuya!”

Al mismo tiempo, imploraba al Padre Pío su intercesión. Me agarre fuertemente a él, pidiéndole que tuviste compasión. Hasta que a finales de julio, el cáncer desapareció sin dejar la menor huella en las pruebas que los médicos, incrédulos al principio, le repitieron una y otra vez.

Es un verdadero milagro, admitió finalmente el doctor, preguntándome a que santo mu había encomendado. Le dije, por supuesto, que al Padre Pío.

En junio de 2010, cuando redacto esta líneas, mi esposo sigue en pie, trabajando con absoluta normalidad. Su milagrosa curación nos ha servido para acercarnos más a Dios y dar testimonio de que, cuando algo se le pide con fe, por difícil que resulte, Él siempre nos escucha.

Nunca agradeceremos bastante al Padre Pío -San Pillito, como lo apodamos cariñosamente en familia- lo que ha hecho por nosotros, ni le daremos a conocer lo suficiente. Pero él sabe cuánto le amamos. El 23 de septiembre asistiremos de nuevo a Misa en su honor. ¡Gracias, Padre Pío!

“Cuando sea preciso, manda tu ángel de la guarda conmigo”

Todavía más elocuente es el hecho ocurrido con otra señora, llamada Banetti, campesina residente a algunos kilómetros de Turín, en Italia. El día 20 de septiembre, fecha en que se conmemoraba la recepción de los estigmas del padre Pío, era costumbre que las personas más devotadas del santo confesor le enviaran cartas de las más variadas partes de Italia y hasta de otros países.

La señora Banetti no encontró quien fuera a la ciudad para poner su carta en el correo. Se encontraba afligida por no poder enviar sus saludos a san Pío. Se acordó, entretanto, de la recomendación que le hiciera el santo, en la última vez que con él estuvo: “Cuando sea preciso, manda tu ángel de la guarda conmigo”.

En el mismo instante dirigió una oración a su celeste guardador: “Oh mi buen ángel, llevad vos mismo mis saludos al padre, pues no tengo otra forma de mandarlos”.

Pocos días después, la señora Banetti recibe una carta venida de San Giovanni Rotondo, lugar donde vivía San Pío, enviada por la señora Rosine Placentino, con las siguientes palabras: “El padre me pide que le agradezca en su nombre los votos espirituales que le enviaste”.

La vida devota del padre Pío

Totalmente imbuido del pensamiento de que la primera Persona de la santísima Trinidad habitaba y actuaba en su alma, el Padre Pío «no deseaba otra cosa que agradar a Dios, padre y creador nuestro» (Epist. I,652).

Devoción del Padre Pío

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