¿Actúa el Espíritu fuera de la Iglesia?

Hola padre, quisiera saber si hay alguna memoria del congreso de ciencia y Fe, me hubiera gustado mucho asistir pero no pude, y otra cosa me mandaron un video sobre la Renovación Carismática y me ha dejado dudas porque yo comencé en la Renovación. [En el video un sacerdote habla sobre cómo el Espíritu Santo se transmite a partir de Pentecostés y de los Apóstoles, y del daño que hace buscar al Espíritu en sectas o movimientos aparte de la Iglesia, como es el Pentecostalismo.] — R.S.D.

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Está exagerado ese padre.

La idea de que el espíritu Santo solamente actúa en la Iglesia Católica contradice l oque enseña el catecismo en el n. 737: “El Espíritu Santo prepara a los hombres, los previene por su gracia, para atraerlos hacia Cristo.” De modo que caonsiderar como diabólico todo lo que no tenga la impronta directa y visible de la Iglesia es una grave exageración y equivocación.

Eso no significa que todo lo de los protestantes esté mal sino que es necesario discernir, según dice San Pablo en 1 Tesalonicenses 5,19-21: “No apaguéis al Espíritu. No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno.” Si Dios pudo hablar incluso a través de un animal irracional, como fue la burra de Balaam (Números 22), ¿le prohibiremos que algo bueno pueda enseñarnos a través de los que no están visiblemente con nosotros, es decir, los cristianos no católicos?

En Filipenses 4,8 Pablo nos enseña: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” El sentido es claro: buscar lo bueno, allí donde esté y aprender de ello.

Palabras semejantes tiene Santo Tomás de Aquino: “Los profetas de los demonios no hablan siempre por revelación de éstos, sino que lo hacen, a veces, bajo inspiración divina, como vemos claramente en el caso de Balaam, del que en Núm 22,8ss se dice que le habló Dios, aunque era un profeta demoníaco, ya que Dios utiliza también a los malos para utilidad de los buenos. De ahí que anuncie algunas verdades por medio de los profetas de los demonios, bien para que la verdad aparezca más digna de crédito, al contar incluso con el testimonio de los enemigos, o también porque, cuando los hombres dan crédito a éstos, son llevados a la verdad por sus palabras. Y por eso también las Sibilas predijeron cosas ciertas sobre Cristo. Pero, incluso cuando los profetas de los demonios son instruidos por éstos, predicen algunas cosas ciertas. Unas veces en virtud de su propia naturaleza, cuyo autor es el Espíritu Santo, y a veces también por revelación de los espíritus buenos, como observa San Agustín en XII Super Gen. ad litt.. Así, incluso lo verdadero que anuncian los demonios procede del Espíritu Santo.” (Suma Teológica, II-II, q.172, a.6, ad 1m.).

LA GRACIA del Domingo 20 de Mayo de 2018

DOMINGO DE PENTECOSTÉS, CICLO B

Las señales que acompañan la efusión del Espíritu sobre los apóstoles y la comunidad son el ruido que atrae, el viento que impulsa y da fuerza, y el fuego que ilumina y convoca.

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Una Pascua con meta y propósito

Algo que he observado hace un tiempo es que la mayor parte de nuestra gente católica vive de modos muy distintos la cuaresma y la pascua. La cuaresma, en efecto, tiene desde el comienzo una meta, una especie de objetivo y foco: el Triduo Pascual, el domingo de resurrección. Muchos católicos no tienen suficientemente claro un foco, un punto de llegada en el tiempo pascual. Y por supuesto que sí lo hay: Pentecostés.

Considero que es una hermosa tarea nuestra hacer ver que la Pascua de Cristo conduce, a través de un itinerario de 50 días, a nuestra propia pascua. Quiero decir: sin la acción profunda y renovadora del Espíritu Santo, como se predica y vive en Pentecostés, la Pascua será sólo un recuerdo espectacular de algo que queda AFUERA de nosotros, como AFUERA estaba la Ley de Moisés.

Que Pentecostés se prepare y se viva como se debe, y habrá torrentes de vida nueva en nuestras comunidades.

LA GRACIA del Domingo 4 de Junio de 2017

DOMINGO DE PENTECOSTÉS, CICLO A

El amor es el que lleva a Cristo hasta el sacrificio de la cruz y el que hace que Él ruegue para que este amor descienda con fuerza sobre nosotros y nos haga criaturas nuevas.

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El Espíritu hace nuestros los bienes de la Pascua [La Comunidad en los Hechos, 3 de 20]

Pentecostés, el día de la efusión del Espíritu Santo, marca el comienzo propio del caminar de la Iglesia.

En Juan 16, Cristo dice “os conviene que yo me vaya,” y lo dice en referencia a la llegada del Espíritu. En Romanos 8, san Pablo dice que “estos son los hijos de Dios, los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios.” De modo que jamás seremos y viviremos como hijos si no es por la acción del Espíritu.

Dos textos del Antiguo Testamento nos muestran por qué la Ley de Moisés, aun siendo un tesoro de sabiduría y verdad, no es suficiente: Ezequiel 36,25-27 y Joel 3,1-2es que la Ley no podía dar la fuerza interior para seguir el bien que la misma Ley proponía.

El Espíritu ama dentro de mí y sin embargo me hace ser plenamente yo mismo.

Es Pentecostés: ¡Ahora sí está completa la Pascua!

El pecado pone al ego en el trono que sólo a Dios pertenece; pero la pretensión de ser dioses incluye la pretensión de que todos los demás sean sólo lacayos que sirven nuestro ego. La Biblia entera es la historia de cómo Dios ha vencido ese estado calamitoso a través del despertar nuestras conciencias y conducirnos a la persona de Cristo que nos revela la verdad de quién es el hombre y quién es Dios. Esta verdad, confirmada en la Resurrección, sólo se hace nuestra con el Don del Espíritu Santo, que es como un torrente de agua pura que purifica y que hace que el trono sea de Dios, es decir, que llegue el Reinado de Dios a nuestra vida. Así transformados, ya no buscamos intereses particulares, que al final siempre nos dividen, sino que corremos en búsqueda de la gloria divina, que es por supuesto el mayor bien para nuestro prójimo. por eso, con esta gracia nueva y renovadora del Espíritu formamos un solo Cuerpo en Cristo para alabanza de Dios Padre.

LA GRACIA del Domingo 15 de Mayo de 2016

DOMINGO DE PENTECOSTÉS, CICLO C

El Espíritu Santo ilumina la inteligencia para que reconozcamos que es bueno y malo, mueve la voluntad para que nos veamos como hijos de Dios y nos dispone para ser miembros de su Iglesia.

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¿Por qué necesitamos el Espíritu Santo?

[Predicación con la comunidad hispana en Lakewood, NJ, con motivo dePentecostés 2015]

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* San Pablo enseña que “nadie puede decir Jesús es el Señor, si no es movido por el Espíritu Santo” (1 Corintios 12,3). Por supuesto, no se trata sólo de repetir unas palabras: se trata de reconocer la verdad sobre quién es Cristo. Una verdad que a muchos hoy se les pierde en especulaciones estériles o en comparaciones que oscurecen. Decir que Cristo es un filósofo, un líder social o alguien comparable con Buda o con Mahoma es uno de los desastres a los que conduce la falta de Espíritu Santo.

* El mismo Espíritu nos revela la verdad de los detalles, infinitos y fecundos, de las palabras y gestos de Cristo, sobre todo cuando se trata de los sacramentos de la fe. A pesar de lo que nos dicen nuestros ojos, “vemos” a Cristo en la Hostia Consagrada, y que nos concede verlo es el Espíritu Santo. A pesar de que en la confesión sólo vemos “otro hombre,” el Espíritu nos permite percibir la unción que ese hombre limitado ha recibido, y nos permite escuchar como palabra actual y certísima la que Cristo dijo a los apóstoles e indudablemente a sus sucesores en Juan 20,23: “a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados…”

* Es el Espíritu quien hace, en fin, que los sacramentos no sean “cosas” ni “solo palabras” sino realidades transformantes en las que el misterio de Cristo se hace presente y actuante en nuestra vida. Esto vale peculiarmente para el matrimonio. Cuando una pareja descubre que Dios se ha pronunciado a favor suyo, mira de otro modo las dificultades y tentaciones que sin duda llegarán en su camino como pareja y como familia.

* Una última razón conviene mencionar sobre por qué necesitamos el Espíritu Santo: solamente el Espíritu nos enseña a gustar la Palabra de Dios y a comprender en su sentido propio las palabras que Él mismo inspiró y que quiso que quedaran consignadas en la Biblia para nuestra eterna salvación.

Ya empezamos a preparar Pentecostés

¿Qué significa la palabra Pentecostés?
La palabra Pentecostés viene del griego y significa el día quincuagésimo, es decir el 50. Y ese día se cumplen 50 días después de la Pascua es decir después del Domingo de Resurrección. Así pues en el domingo de Pentecostés se pone término al tiempo pascual.

¿Qué se celebra?
Durante Pentecostés se celebra el descenso del Espíritu Santo y el inicio de las actividades de la Iglesia. Por ello también se le conoce como la celebración del Espíritu Santo. En la liturgia católica es la fiesta más importante después de la Pascua y la Navidad.

¿Es netamente católica esta fiesta?
El fondo histórico de tal celebración se basa en la fiesta semanal judía llamada Shavuot, durante la cual se celebra el quincuagésimo o los 50 días de la aparición de Dios en el monte Sinaí, Cuando Dios entrega los mandamientos al Pueblo de Israel. Los primeros cristianos son judíos y estaban reunidos en ese día del Pentecostés judío cuando el Espíritu Santo descendió sobre ellos. La Biblia en el libro de los hechos de los apóstoles narra así el acontecimiento: “Cuando llegó la fiesta de Pentecostés, todos los creyentes se encontraban reunidos en un mismo lugar. De repente, un gran ruido que venía del cielo, como de un viento fuerte, resonó en toda la casa donde ellos estaban. Se les aparecieron lenguas como de fuego que se repartieron, y sobre cada uno de ellos se asentó una. Y todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu hacía que hablaran”. Hechos 2, 1-4

¿Y desde esa fecha se celebra Pentecostés?
Al principio los cristianos no celebraban esta fiesta. Las primeras alusiones a su celebración se encuentran en escritos de San Irineo, Tertuliano y Orígenes, esto es al final del siglo II y principio del III. Ya en el siglo IV hay testimonios de que en las grandes Iglesias de Constantinopla, Roma y Milán, así como en la Península Ibérica, se festejaba el último día de la cincuentena pascual la venida del Espíritu Santo en la Iglesia. Con el tiempo se le fue dando mayor importancia a este día.

¿Cuál es el significado de esta fiesta?
Pentecostés es fiesta pascual y fiesta del Espíritu Santo. La Iglesia sabe que nace en la Resurrección de Cristo, pero se confirma con la venida del Espíritu Santo. Es hasta entonces, que los Apóstoles acaban de comprender para qué fueron convocados por Jesús; para qué fueron preparados durante esos tres años de convivencia íntima con Él.

La Fiesta de Pentecostés es como el “aniversario” de la Iglesia. El Espíritu Santo desciende sobre aquella comunidad naciente y temerosa, infundiendo sobre ella sus siete dones, dándoles el valor necesario para anunciar la Buena Nueva de Jesús; para preservarlos en la verdad, como Jesús lo había prometido (Jn 14.15); para disponerlos a ser sus testigos; para ir, bautizar y enseñar a todas las naciones. En esta fiesta se utiliza el color rojo para el altar y las vestiduras del sacerdote; simboliza el fuego del Espíritu Santo.

¿Y solamente el Espíritu Santo da 7 dones?
El catecismo dice en su número 1831: Los siete dones del Espíritu Santo son: Sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David (cf Is 11, 1-2). Completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas. Pero los 7 dones del Espíritu santo que aparecen en Isaías 11 no son los únicos. El Espíritu Santo tiene cantidad de dones incontables y no solamente 7.