¿Cómo hay que votar en el referendo por la paz en Colombia?

Muchas personas me lo han preguntado: ¿Cómo debemos votar en el referendo por la paz?

* * *

Mi respuesta ha sido siempre la que nos han ofrecido nuestros obispos: cada colombiano debe estudiar los acuerdos; reflexionar; si es creyente, hacer oración; y luego votar en conciencia.

Nadie debe interpretar esta postura de la Iglesia como un abandono a sus feligreses, según decía algún irresponsable en una página web. Ese tipo de personas son las mismas que, cuando la Iglesia toma una postura que no les gusta, por ejemplo: en una votación en el senado sobre adopción de niños por parejas del mismo sexo, insisten en que la Iglesia no debe “meterse en política.” O sea que si, en casos moralmente graves y claros la Iglesia habla, se está “metiendo en política;” pero si en casos dudosos y controvertidos apela a la conciencia de las personas, está “abandonando el rebaño.” Todo indica que para algunas personas cualquier ocasión es buena para despreciar y vituperar a la Iglesia Católica.

En mi caso, que es el de millones de colombianos, veo algunas cosas buenas y varias cosas muy malas en los acuerdos firmados entre el gobierno y las FARC.

Es bueno que el jefe máximo de las FARC ordene un cese al fuego. No es un favor que nos hacen pero es de agradecer que podemos esperar mucha menos violencia en términos de secuestros, narcotráfico de guerrilleros y amenazas a la población civil.

Es muy bueno que la comunidad internacional se haya hecho y se siga haciendo presente, especialmente a través de la ONU. La veeduría internacional es un dato importante, que da credibilidad al proceso.

Es mala la sensación de impunidad que ha quedado en millones de nosotros. Simplificando las cosas, parece que los mandos medios y los guerrilleros rasos quedan mayormente exonerados porque la responsabilidad pesará sobre los máximos dirigentes. Pero estos tampoco pagarán gran cosa ni restituirán prácticamente nada porque pasan a ser parte de un movimiento político, y por supuesto, eso requiere que estén plenamente activos en la vida civil. El resumen y sensación es de impunidad. Cosa que choca cuando se tiene en cuenta la dureza de las penas–penas justas, por lo demás–que se han aplicado a algunos militares.

Es muy dañino que en un acuerdo de paz con las FARC haya amplias porciones de texto que consagran como parte del ordenamiento legal colombiano la ideología de género. Muchos miles de colombianos somos lo suficientemente informados e inteligentes como para ver el juego del presidente Juan Manuel Santos: hace unas pocas semanas, cientos de miles de colombianos, principalmente papás y mamás, se manifestaron en contra de la imposición de la ideología de género. El señor presidente anunció ante las cámaras que no se impondría a través del Ministerio de Educación una reglamentación supuestamente “anti-discriminatoria” que dejaba sin derechos a los papás que no quisieran que sus hijos fueran indoctrinados en la mencionada ideología. Pero, ¡sorpresa!, el caballo de Troya vuelve a entrar como un subcapítulo del larguísimo acuerdo con las FARC.

Claramente estamos ante un mandatario capaz de mentir con sus “juegos de póker,” usando la expresión que él mismo ha tomado para referirse con cierto cinismo a sus estrategias y su astucia. ¿Es de fiar lo que pacte un personaje así? ¿Qué otras trampas y bombas de tiempo están por ahí escondidas? ¿Cuántos de los que románticamente votarán por la “paz” darán aprobación a cosas que son realmente muy difíciles de descubrir, salvo para los expertos?

Reitero: cada quien tendrá que votar en conciencia. Son muchos los factores implicados, y mucha la luz que necesitamos para dar el mejor paso en esta coyuntura de la historia de Colombia.

Sabiduría y valor de los obispos de Colombia ante el referendo

(ZENIT – Roma)-. La Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) aclaró a los medios de comunicación social del país y a los líderes de opinión que los obispos no han animado a la población para que voten por el sí o por el no en el plebiscito. Así lo informó a través de un comunicado de prensa el Departamento de Comunicación Social del episcopado.

En el comunicado se recuerda que los obispos del país, reunidos en Bogotá el pasado mes de julio, convocaron a los colombianos para que “participen en la consulta sobre los Acuerdos de La Habana, de manera responsable, con un voto informado y a conciencia, que exprese libremente su opinión, como ejercicio efectivo de la democracia y con el debido respeto de lo que la mayoría finalmente determine”.

En este marco se pide a los medios de comunicación y líderes de opinión que “eviten cualquier mensaje equívoco que ponga en entre dicho la postura del episcopado”.

Texto del comunicado de prensa

Ante comentarios que se han difundido en y por algunos medios de comunicación social del país, donde se insinúa o se da por hecho que la Iglesia Católica está a favor del Sí en el plebiscito, el Departamento de Comunicación social de la Conferencia Episcopal de Colombia, aclara lo siguiente:

Los obispos de Colombia, terminada la Asamblea Plenaria 101 del pasado julio del año en curso, emitieron un comunicado titulado “Artesanos de la paz” donde explícitamente dicen: “Convocamos al pueblo colombiano a participar en la consulta sobre los Acuerdos de La Habana, de manera responsable, con un voto informado y a conciencia, que exprese libremente su opinión, como ejercicio efectivo de la democracia y con el debido respeto de lo que la mayoría finalmente determine.”
De ninguna manera el comunicado induce a los colombianos a votar por el Sí o por el No. Por tal motivo, la Iglesia católica agradece a los medios de comunicación y demás agentes generadores de opinión pública, evitar cualquier mensaje equívoco que ponga en entre dicho la postura clara que el episcopado ha expresado sobre el plebiscito.

Pbro. José Elver Rojas Herrera – Director Departamento de Comunicación Social CEC

Letanías a María, reina de la paz

Tú, que recibiste el saludo del Espíritu de paz.
Tú, que acogiste en tu seno el DON de paz.
Tú, que engendraste al santo Hijo de la paz.
Consíguenos el don de la paz.

Tú, que secundas a Aquél que hace que por doquier reine la paz.
Tú, la llena de gracia, por quien todo se nos perdona.
Tú, que eres prenda de su eterna misericordia.
Consíguenos el don de la paz.

Para que los cautivos sean al fin liberados.
Para que los desterrados encuentren al fin su patria.
Para que los que sufren, encuentren la fortaleza.
Consíguenos el don de la paz.

Tú, la Bien-Amada de nuestro Creador.
Tú, la plenamente bendita de su creación.
Tú, la Abogada de nuestras causas.
Consíguenos el don de la paz.

Por la angustia de los hombres y mujeres.
Por los recién nacidos que duermen en su cuna.
Por los ancianos que desean morir en tu paz.
Te pedimos el don de la paz.

A ti que eres la madre de los desamparados.
A ti que sientes compasión ante los duros de corazón.
A ti que eres la estrella que brilla en el cielo gris de los descarriados.
Te pedimos el don de la paz.

A ti, la esposa del Dios vivo.
A ti, que eres la Madre del Dios resucitado.
A ti, que eres la Reina en el Reino del Dios lleno de Paz.
Te pedimos el don de la paz.

Medidas contra quien amenaza la paz

507 Las sanciones, en las formas previstas por el ordenamiento internacional contemporáneo, buscan corregir el comportamiento del gobierno de un país que viola las reglas de la pacífica y ordenada convivencia internacional o que practica graves formas de opresión contra la población. Las finalidades de las sanciones deben ser precisadas de manera inequívoca y las medidas adoptadas deben ser periódicamente verificadas por los organismos competentes de la Comunidad Internacional, con el fin de lograr una estimación objetiva de su eficacia y de su impacto real en la población civil. La verdadera finalidad de estas medidas es abrir paso a la negociación y al diálogo. Las sanciones no deben constituir jamás un instrumento de castigo directo contra toda la población: no es lícito que a causa de estas sanciones tengan que sufrir poblaciones enteras, especialmente sus miembros más vulnerables. Las sanciones económicas, en particular, son un instrumento que ha de usarse con gran ponderación y someterse a estrictos criterios jurídicos y éticos.1066 El embargo económico debe ser limitado en el tiempo y no puede ser justificado cuando los efectos que produce se revelan indiscriminados.

NOTAS para esta sección

1066Cf. Juan Pablo II, Discurso al Cuerpo Diplomático (9 de enero de 1995), 7: AAS 87 (1995) 849.


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Islam, violencia, terrorismo

“En primer lugar llama la atención el esfuerzo, mejor o peor fundado, del Papa por no agravar la delicada situación que vivimos, por rebajar la tensión, por intentar no quebrar aún más el precario equilibrio en que se debate el mundo. La aportación del Papa en favor de la paz es pues meritoria y de gran importancia. Pero también llama poderosamente la atención la equiparación que hace entre “violencia islámica” y “violencia católica”…”

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Defender la paz

502 Las exigencias de la legítima defensa justifican la existencia de las fuerzas armadas en los Estados, cuya acción debe estar al servicio de la paz: quienes custodian con ese espíritu la seguridad y la libertad de un país, dan una auténtica contribución a la paz.1054 Las personas que prestan su servicio en las fuerzas armadas, tienen el deber específico de defender el bien, la verdad y la justicia en el mundo; no son pocos los que en este contexto han sacrificado la propia vida por estos valores y por defender vidas inocentes. El número creciente de militares que trabajan en fuerzas multinacionales, en el ámbito de las « misiones humanitarias y de paz », promovidas por las Naciones Unidas, es un hecho significativo.1055

503 Los miembros de las fuerzas armadas están moralmente obligados a oponerse a las órdenes que prescriben cumplir crímenes contra el derecho de gentes y sus principios universales.1056 Los militares son plenamente responsables de los actos que realizan violando los derechos de las personas y de los pueblos o las normas del derecho internacional humanitario. Estos actos no se pueden justificar con el motivo de la obediencia a órdenes superiores.

Los objetores de conciencia, que rechazan por principio la prestación del servicio militar en los casos en que sea obligatorio, porque su conciencia les lleva a rechazar cualquier uso de la fuerza, o bien la participación en un determinado conflicto, deben estar disponibles a prestar otras formas de servicio: « Parece razonable que las leyes tengan en cuenta, con sentido humano, el caso de los que se niegan a tomar las armas por motivo de conciencia y aceptan al mismo tiempo servir a la comunidad humana de otra forma ».1057

NOTAS para esta sección

1054Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 79: AAS 58 (1966) 1102-1103; cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2310.

1055Cf. Juan Pablo II, Mensaje al III Congreso Internacional de Ordinarios Militares (11 de marzo de 1994), 4: AAS 87 (1995) 74.

1056Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2313.

1057Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 79: AAS 58 (1966) 1103; cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2311.


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El fracaso de la paz: la guerra

497 El Magisterio condena « la crueldad de la guerra » 1032 y pide que sea considerada con una perspectiva completamente nueva: 1033 « En nuestra época, que se jacta de poseer la energía atómica, resulta un absurdo sostener que la guerra es un medio apto para resarcir el derecho violado ».1034 La guerra es un « flagelo » 1035 y no representa jamás un medio idóneo para resolver los problemas que surgen entre las Naciones: « No lo ha sido nunca y no lo será jamás »,1036 porque genera nuevos y más complejos conflictos.1037 Cuando estalla, la guerra se convierte en « una matanza inútil »,1038 « aventura sin retorno »,1039 que amenaza el presente y pone en peligro el futuro de la humanidad: « Nada se pierde con la paz; todo puede perderse con la guerra ».1040 Los daños causados por un conflicto armado no son solamente materiales, sino también morales.1041 La guerra es, en definitiva, « el fracaso de todo auténtico humanismo »,1042 « siempre es una derrota de la humanidad »: 1043 « nunca más los unos contra los otros, ¡nunca más! … ¡nunca más la guerra, nunca más la guerra! ».1044

498 La búsqueda de soluciones alternativas a la guerra para resolver los conflictos internacionales ha adquirido hoy un carácter de dramática urgencia, ya que « el ingente poder de los medios de destrucción, accesibles incluso a las medias y pequeñas potencias, y la conexión cada vez más estrecha entre los pueblos de toda la tierra, hacen muy arduo o prácticamente imposible limitar las consecuencias de un conflicto ».1045 Es, pues, esencial la búsqueda de las causas que originan un conflicto bélico, ante todo las relacionadas con situaciones estructurales de injusticia, de miseria y de explotación, sobre las que hay que intervenir con el objeto de eliminarlas: « Por eso, el otro nombre de la paz es el desarrollo. Igual que existe la responsabilidad colectiva de evitar la guerra, también existe la responsabilidad colectiva de promover el desarrollo ».1046

499 Los Estados no siempre disponen de los instrumentos adecuados para proveer eficazmente a su defensa: de ahí la necesidad y la importancia de las Organizaciones internacionales y regionales, que deben ser capaces de colaborar para hacer frente a los conflictos y fomentar la paz, instaurando relaciones de confianza recíproca, que hagan impensable el recurso a la guerra.1047 « Cabe esperar que los pueblos, por medio de relaciones y contactos institucionalizados, lleguen a conocer mejor los vínculos sociales con que la naturaleza humana los une entre sí y a comprender con claridad creciente que entre los principales deberes de la común naturaleza humana hay que colocar el de que las relaciones individuales e internacionales obedezcan al amor y no al temor, porque ante todo es propio del amor llevar a los hombres a una sincera y múltiple colaboración material y espiritual, de la que tantos bienes pueden derivarse para ellos ».1048

NOTAS para esta sección

1032Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 77: AAS 58 (1966) 1100; cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2307-2317.

1033Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 80: AAS 58 (1966) 1103-1104.

1034Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris: AAS 55 (1963) 291.

1035León XII, Alocución al Colegio de los Cardenales, Acta Leonis XIII, 19 (1899) 270-272.

1036Juan Pablo II, Encuentro con los Colaboradores del Vicariato Romano (17 de enero de 1991): L’Osservatore Romano, edición española, 18 de enero de 1991, p. 1; cf. Id., Discurso a los Obispos del Rito Latino de la Región Árabe (1º de octubre de 1990), 4: AAS 83 (1991) 475.

1037Cf. Pablo VI, Discurso a los Cardenales (24 de junio de 1965): AAS 57 (1965) 643-644.

1038Benedicto XV, Apelo a los Jefes de los pueblos beligerantes (1º de agosto de 1917): AAS 9 (1917) 423.

1039Juan Pablo II, Oración durante la Audiencia General (16 de enero de 1991): L’Osservatore Romano, edición española, 18 de enero de 1991, p. 1.

1040Pío XII, Radiomensaje (24 de agosto de 1939): AAS 31 (1939) 334; cf. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1993, 4: AAS 85 (1993) 433-434; Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris: AAS 55 (1963) 288.

1041Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 79: AAS 58 (1966) 1102-1103.

1042Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1999, 11: AAS 91 (1999) 385.

1043Juan Pablo II, Discurso al Cuerpo Diplomático (13 de enero de 2003), 4: AAS 95 (2003) 323.

1044Pablo VI, Discurso a la Asamblea General de las Naciones Unidas (4 de octubre de 1965), 5: AAS 57 (1965) 881.

1045Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 51: AAS 83 (1991) 857.

1046Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 52: AAS 83 (1991) 858.

1047Cf. Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris: AAS 55 (1963) 288-289.

1048Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris: AAS 55 (1963) 291.


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La paz: fruto de la justicia y de la caridad

494 La paz es un valor 1015 y un deber universal; 1016 halla su fundamento en el orden racional y moral de la sociedad que tiene sus raíces en Dios mismo, « fuente primaria del ser, verdad esencial y bien supremo ».1017 La paz no es simplemente ausencia de guerra, ni siquiera un equilibrio estable entre fuerzas adversarias,1018 sino que se funda sobre una correcta concepción de la persona humana 1019 y requiere la edificación de un orden según la justicia y la caridad.

La paz es fruto de la justicia (cf. Is 32,17),1020 entendida en sentido amplio, como el respeto del equilibrio de todas las dimensiones de la persona humana. La paz peligra cuando al hombre no se le reconoce aquello que le es debido en cuanto hombre, cuando no se respeta su dignidad y cuando la convivencia no está orientada hacia el bien común. Para construir una sociedad pacífica y lograr el desarrollo integral de los individuos, pueblos y Naciones, resulta esencial la defensa y la promoción de los derechos humanos.1021

La paz también es fruto del amor: « La verdadera paz tiene más de caridad que de justicia, porque a la justicia corresponde sólo quitar los impedimentos de la paz: la ofensa y el daño; pero la paz misma es un acto propio y específico de caridad ».1022

495 La paz se construye día a día en la búsqueda del orden querido por Dios 1023 y sólo puede florecer cuando cada uno reconoce la propia responsabilidad para promoverla.1024 Para prevenir conflictos y violencias, es absolutamente necesario que la paz comience a vivirse como un valor en el interior de cada persona: así podrá extenderse a las familias y a las diversas formas de agregación social, hasta alcanzar a toda la comunidad política.1025 En un dilatado clima de concordia y respeto de la justicia, puede madurar una auténtica cultura de paz,1026 capaz de extenderse también a la Comunidad Internacional. La paz es, por tanto, « el fruto del orden plantado en la sociedad humana por su divino Fundador, y que los hombres, sedientos siempre de una justicia más perfecta, han de llevar a cabo ».1027 Este ideal de paz « no se puede lograr si no se asegura el bien de las personas y la comunicación espontánea entre los hombres de sus riquezas de orden intelectual y espiritual ».1028

496 La violencia no constituye jamás una respuesta justa. La Iglesia proclama, con la convicción de su fe en Cristo y con la conciencia de su misión, « que la violencia es un mal, que la violencia es inaceptable como solución de los problemas, que la violencia es indigna del hombre. La violencia es una mentira, porque va contra la verdad de nuestra fe, la verdad de nuestra humanidad. La violencia destruye lo que pretende defender: la dignidad, la vida, la libertad del ser humano ».1029

El mundo actual necesita también el testimonio de profetas no armados, desafortunadamente ridiculizados en cada época: 1030 « Los que renuncian a la acción violenta y sangrienta y recurren para la defensa de los derechos del hombre a medios que están al alcance de los más débiles, dan testimonio de caridad evangélica, siempre que esto se haga sin lesionar los derechos y obligaciones de los otros hombres y de las sociedades. Atestiguan legítimamente la gravedad de los riesgos físicos y morales del recurso a la violencia con sus ruinas y sus muertes ».1031

NOTAS para esta sección

1015Cf. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1986, 1: AAS 78 (1986) 278-279.

1016Cf. Pablo VI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1969: AAS 60 (1968) 771; Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2004, 4: AAS 96 (2004) 116.

1017Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1982, 4: AAS 74 (1982) 328.

1018Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 78: AAS 58 (1966) 1101-1102.

1019Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 51: AAS 83 (1991) 856-857.

1020Cf. Pablo VI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1972: AAS 63 (1971) 868.

1021Cf. Pablo VI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1969: AAS 60 (1968) 772; Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1999, 12: AAS 91 (1999) 386-387.

1022Pío XI, Carta enc. Ubi arcano: AAS 14 (1922) 686. En la Encíclica se hace referencia a Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, II-II, q. 29, art. 3, ad 3um; cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 78: AAS 58 (1966) 1101-1102.

1023Cf. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 76: AAS 59 (1967) 294-295.

1024Cf. Pablo VI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1974: AAS 65 (1973) 672.

1025Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2317.

1026Cf. Juan Pablo II, Discurso al Cuerpo Diplomático (13 de enero de 1997), 3: AAS 89 (1997) 474.

1027Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 78: AAS 58 (1966) 1101; cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2304.

1028Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 78: AAS 58 (1966) 1101.

1029Juan Pablo II, Discurso en Drogheda, Irlanda (29 de septiembre de 1979), 9: AAS 71 (1979) 1081; cf. Pablo VI, Exh. ap. Evangelii nuntiandi, 37: AAS 68 (1976) 29.

1030Cf. Juan Pablo II, Discurso a la Pontificia Academia de las Ciencias (12 de noviembre de 1983), 5: AAS 76 (1984) 398-399.

1031Catecismo de la Iglesia Católica, 2306.


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Aspectos bíblicos sobre la promoción de la paz

488 Antes que un don de Dios al hombre y un proyecto humano conforme al designio divino, la paz es, ante todo, un atributo esencial de Dios: « Yahveh- Paz » (Jc 6,24). La creación, que es un reflejo de la gloria divina, aspira a la paz. Dios crea todas las cosas y todo lo creado forma un conjunto armónico, bueno en todas sus partes (cf. Gn 1,4.10.12.18. 21.25.31).

La paz se funda en la relación primaria entre todo ser creado y Dios mismo, una relación marcada por la rectitud (cf. Gn 17,1). Como consecuencia del acto voluntario con el cual el hombre altera el orden divino, el mundo conoce el derramamiento de sangre y la división: la violencia se manifiesta en las relaciones interpersonales (cf. Gn 4,1-16) y en las sociales (cf. Gn 11,1-9). La paz y la violencia no pueden habitar juntas, donde hay violencia no puede estar Dios (cf. 1 Cro 22,8-9).

489 En la Revelación bíblica, la paz es mucho más que la simple ausencia de guerra: representa la plenitud de la vida (cf. Ml 2,5); más que una construcción humana, es un sumo don divino ofrecido a todos los hombres, que comporta la obediencia al plan de Dios. La paz es el efecto de la bendición de Dios sobre su pueblo: « Yahveh te muestre su rostro y te conceda la paz » (Nm 6,26). Esta paz genera fecundidad (cf. Is 48,19), bienestar (cf. Is 48,18), prosperidad (cf. Is 54,13), ausencia de temor (cf. Lv 26,6) y alegría profunda (cf. Pr 12,20).

490 La paz es la meta de la convivencia social, como aparece de forma extraordinaria en la visión mesiánica de la paz: cuando todos los pueblos acudirán a la casa del Señor y Él les mostrará sus caminos, ellos podrán caminar por las sendas de la paz (cf. Is 2,2-5). Un mundo nuevo de paz, que alcanza toda la naturaleza, ha sido prometido para la era mesiánica (cf. Is 11,6-9) y al mismo Mesías se le llama « Príncipe de Paz » (Is 9,5). Allí donde reina su paz, allí donde es anticipada, aunque sea parcialmente, nadie podrá turbar al pueblo de Dios (cf. Sof 3,13). La paz será entonces duradera, porque cuando el rey gobierna según la justicia de Dios, la rectitud brota y la paz abunda « hasta que no haya luna » (Sal 72,7). Dios anhela dar la paz a su pueblo: « Sí, Yahveh habla de paz para su pueblo y para sus amigos, con tal que a su torpeza no retornen » (Sal 85,9). El salmista, escuchando lo que Dios dice a su pueblo sobre la paz, oye estas palabras: « Amor y Verdad se han dado cita, Justicia y Paz se abrazan » (Sal 85,11).

491 La promesa de paz, que recorre todo el Antiguo Testamento, halla su cumplimiento en la Persona de Jesús. La paz es el bien mesiánico por excelencia, que engloba todos los demás bienes salvíficos. La palabra hebrea « shalom », en el sentido etimológico de « entereza », expresa el concepto de « paz » en la plenitud de su significado (cf. Is 9,5s.; Mi 5,1-4). El reino del Mesías es precisamente el reino de la paz (cf. Jb 25,2; Sal 29,11; 37,11; 72,3.7; 85,9.11; 119,165; 125,5; 128,6; 147,14; Ct 8,10; Is 26,3.12; 32,17s; 52,7; 54,10; 57,19; 60,17; 66,12; Ag 2,9; Zc 9,10 et alibi). Jesús « es nuestra paz » (Ef 2,14), Él ha derribado el muro de la enemistad entre los hombres, reconciliándoles con Dios (cf. Ef 2,14-16). De este modo, San Pablo, con eficaz sencillez, indica la razón fundamental que impulsa a los cristianos hacia una vida y una misión de paz.

La vigilia de su muerte, Jesús habla de su relación de amor con el Padre y de la fuerza unificadora que este amor irradia sobre sus discípulos; es un discurso de despedida que muestra el sentido profundo de su vida y que puede considerarse una síntesis de toda su enseñanza. El don de la paz sella su testamento espiritual: « Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo » (Jn 14,27). Las palabras del Resucitado no suenan diferentes; cada vez que se encuentra con sus discípulos, estos reciben de Él su saludo y el don de la paz: « La paz con vosotros » (Lc 24,36; Jn 20,19.21.26).

492 La paz de Cristo es, ante todo, la reconciliación con el Padre, que se realiza mediante la misión apostólica confiada por Jesús a sus discípulos y que comienza con un anuncio de paz: « En la casa en que entréis, decid primero: “Paz a esta casa” » (Lc 10,5-6; cf. Rm 1,7). La paz es además reconciliación con los hermanos, porque Jesús, en la oración que nos enseñó, el « Padre nuestro », asocia el perdón pedido a Dios con el que damos a los hermanos: « Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores » (Mt 6,12). Con esta doble reconciliación, el cristiano puede convertirse en artífice de paz y, por tanto, partícipe del Reino de Dios, según lo que Jesús mismo proclama: « Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios » (Mt 5,9).

493 La acción por la paz nunca está separada del anuncio del Evangelio, que es ciertamente « la Buena Nueva de la paz » (Hch 10,36; cf. Ef 6,15) dirigida a todos los hombres. En el centro del « Evangelio de paz » (Ef 6,15) se encuentra el misterio de la Cruz, porque la paz es inseparable del sacrificio de Cristo (cf. Is 53,5: « El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados »): Jesús crucificado ha anulado la división, instaurando la paz y la reconciliación precisamente « por medio de la cruz, dando en sí mismo muerte a la Enemistad » (Ef 2,16) y donando a los hombres la salvación de la Resurrección.


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Pablo VI orando por la paz

“Señor, estamos hoy tan armados como nunca en los siglos anteriores y estamos cargados de instrumentos mortíferos capaces de incendiar en un instante la tierra y destruir hasta la misma Humanidad…”

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Aclimatar la paz en la familia, 2 de 2, Tareas específicas

[Ciclo de conferencias para el Ministerio de Padres y Madres Orantes, de Chía, Colombia. Septiembre de 2014.]

Tema 2 de 2: Tareas específicas

* Formar el sentido moral

Educar en la verdad: más allá del gusto, la simpatía o la conveniencia
Recordar la posibilidad y necesidad de la conversión
Enseñar a reconocer los propios errores y disculparse
Narrar historias con moraleja
Fijar un estándar alto: no basta con no ser malos

* Test para las familias creyentes; tu hijo o hija…

¿Sabe que sus talentos tienen una dimensión de servicio a la Iglesia y la sociedad?
¿Comprende y practica que el donarse, hasta dar de lo propio y hasta que “duela” es propio de la caridad cristiana?
¿Ha sido instrumento real en el camino de conversión de otras personas?
¿Pertenece a algún grupo que evangeliza expresamente?

Aclimatar la paz en la familia, 1 de 2, Vocabulario básico

[Ciclo de conferencias para el Ministerio de Padres y Madres Orantes, de Chía, Colombia. Septiembre de 2014.]

Tema 1 de 2: Vocabulario básico

* En el actual proceso de paz en Colombia hay varias palabras que han hecho su ingreso progresivamente. La dureza de la violencia y de la GUERRA hizo anhelar la PAZ, por supuesto; la pretendida justificación de la guerrilla nos recordó que es necesaria la JUSTICIA. Pero luego llegaron otras palabras que no tienen relación directa con el dialecto de la política: se empezó a hablar de PERDÓN y de RECONCILIACIÓN. El punto es que ese camino tiene como único motor visible otra palabra: NEGOCIACIÓN, y los creyentes tenemos serias razones para creer que la negociación basada en los puros cálculos humanos es insuficiente.

* Hay que destacar el lugar de las palabras RECONCILIACIÓN y PERDÓN que pertenecen muy claramente al vocabulario de la predicación cristiana. Un paralelo con la Revolución Francesa viene al caso. Las tres palabras del conocido lema de la Revolución tienen su fuente en nuestra fe pero, paradójicamente, los a sí mismos llamados “ilustrados” consideraban que la Iglesia era el gran obstáculo para el avance de la razón.

* Se llega así a una situación absurda en que hay “fraternidad” pero sin reconocer ni la paternidad de Dios ni la maternidad de la Iglesia. La “libertad” cristiana es salir del poder y la influencia del pecado; sin esas referencias, ser libre es no tener coacción y buscar lo que a cada quien le plazca. La “igualdad” cristiana supone que estamos ante una misma necesidad, que es la redención, y estamos abiertos a una misma esperanza, que es la salvación en Cristo; sin esa mirada, la igualdad es una imposición estatal.

* Es una buena noticia que haya un proceso de paz pero el tomar algunas palabras y cercenarlas de su fuente y hábitat propio contiene numerosas trampas en las que puede traicionarse la esperanza de los más pobres y necesitados.

* ¿Y el papel de la Iglesia? A través de su misión propia presta un verdadero servicio:

(1) Iglesia-Testigo: que muestra con testimonios específicos cuál es el verdadero perdón y cómo se llega a la reconciliación.

(2) Iglesia-Educadora: que ayuda a discernir y priorizar sobre sólidas virtudes y valores.

(3) Iglesia-Profeta: que llama a todos a la conversión, y no solamente a los actores inmediatos del conflicto armado.

Entonces vendrá la paz

Si crees que la sonrisa tiene más fuerza que las armas,
si crees en el poder de una mano abierta,
si crees que lo que une a los hombres es mas que lo que los separa,
si crees que el hecho de ser diferente es una riqueza y no un peligro
¡entonces vendrá la paz!

si sabes mirar al otro con un poco de amor,
si prefieres la esperanza a la sospecha,
si piensas que tú eres el que tiene que dar el primer paso en lugar del otro,
si el llanto de un bebe es aun capaz de estremecerte
¡entonces vendrá la paz!

si puedes sentir alegría con el éxito de tu vecino,
si crees que el perdón puede mas que la venganza,
si eres capaz de dar tu tiempo gratuitamente por amor,
si para ti el otro es sobre todo un hermano
¡entonces vendrá la paz!

si sabes aceptar las críticas,
si te resistes a echar la culpa de todo a los demás,
si prefieres que te hagan daño antes que hacerlo,
si rechazas la idea de que eres indispensable,
¡entonces vendrá la paz!

Bendecir la tierra de Israel

Buenas noches padre, tengo una consulta, he escuchado a pastores y a un a sacerdotes decir que el que maldijere a la tierra de Israel seria maldecido, y el que bendijere y orare por la tierra de israel seria bendecido, yo tengo duda con lo que esta pasando con la tierra palestina en donde Israel esta haciendo ataques severos. ¿Cuál es su opinion al respecto? – E.B.

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Hay que reconocer que espiritualmente recibimos una herencia preciosa de Israel: son como nuestros padres en la fe, y hay que tratarlos como se trata a los papás. Pero eso no significa que uno apruebe todo lo que hacen los papás!

Sobre todo es importante entender que ninguna maldición saldrá de nuestra boca para nada ni para nadie.

Y en cuanto a bendecir, bendecimos las personas, las historias, los buenos propósitos. No bendecimos los desmanes ni los egoísmos ni las venganzas.