He visto un milagro con mis propios ojos

En el reciente Congreso Mariano en Ocaña, en el que tuve ocasión de participar sucedieron muchas cosas, incluido un milagro que vi con mis propios ojos. Esta es la historia.

Celebrábamos la misa en el santuario de la Virgen de Torcoroma, que queda metido en la montaña. La misa era campal y yo estaba en el altar frente a una especie de plazoleta de unos 20 x 15 metros, no muy grande. Empezó a lloviznar y luego a llover, y por supuesto la gente que estaba en la plazoletica descubierta se fue buscando los aleros de las construcciones aledañas.

Sin embargo, unos pocos obstinados, digamos, unas cinco o seis personas se quedaron ahí, protegiéndose con paraguas que de todos modos los exponían a buena parte del agua lluvia. Supongo que quisieron quedarse porque el lugar desde el que se ve mejor el altar es esa plazoleta.

El suelo de baldosas pronto estaba empapado; incluso en algunos sitios se hacía charco y algo de barro, porque se ve que el piso no está perfectamente diseñado para evacuar tanta agua.

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Congreso Mariano 2011, Tema 4 de 4

Primer Congreso Mariano en la Diócesis de Ocaña. Tema 4 de 4: María, maestra de misioneros.

* La Madre de Jesús acompaña todo el proceso que pasa por la pasión, la cruz, la muerte, el sepulcro, la noticia de la resurrección, la espera del Espíritu y el poder de Pentecostés. No somos nosotros, sino Dios mismo, quien la ha situado en el corazón de los acontecimientos centrales de nuestra fe.

* De ella aprendemos qué significa “dar a Jesús.” Todo empieza con el corazón compasivo, capaz de dolerse con el dolor del hermano. Sigue después el espíritu de acogida y servicio. Luego, la abnegación y renuncia de sí, como ella, la noche de Navidad, que no se resguarda sino que pronto ofrece lo único que tiene. Viene después la despedida de Jesús, y el camino de las lágrimas y la soledad, y más adelante, la sublime ofrenda en la Cruz: es allí, en silencio y de pie, cuando más perfectamente realiza ella su tarea de entregar a su Hijo. Acompaña luego a la Iglesia en la súplica del Espíritu, y finalmente, sabe también desaparecer discretamente, disminuyendo, como el Bautista, para que Cristo crezca.

Congreso Mariano 2011, Tema 3 de 4

Primer Congreso Mariano en la Diócesis de Ocaña. Tema 3 de 4: Esclava del Señor, vencedora del pecado.

* Tres rostros del pecado: mentira, desobediencia, impaciencia.

* El demonio, que es “mentiroso desde el principio,” intenta implantar en nosotros varias mentiras claves para su propósito; entre ellas: (1) Dios no quiere mi felicidad; (2) Se puede pecar sin que pase nada; (3) Cada quien decide qué es lo bueno y qué es lo malo; (4) El otro ser humano es mi competencia, mi rival y mi enemigo.

* La desobediencia engendrada por esa mentira se vence con el ejemplo de los santos. San Miguel me enseña a admirar y adorar sólo a Dios, pues ¿quién como Dios? San Pablo me enseña que todos tenemos como amo a aquello que nos gusta y buscamos. Santa María nos enseña a declararnos siervos de Dios, y a tener en él nuestra fortaleza y nuestro gozo.

* La impaciencia es propia de todo pecado en la medida en que pecamos para escoger nuestro camino y nuestro modo de ser felices ya. Por el contrario, según palabras de Santa Teresa de Jesús, “la paciencia todo lo alcanza” : es lo propio de quien sólo quiere querer lo que Dios quiera.