NAVIDAD

Una reflexión de hace unos años…

Vino Cristo a esta tierra en medio de humillaciones y privaciones. Vive Cristo en esta tierra en los que hoy padecen privaciones y humillaciones, por razón de las guerras, las inundaciones, o sencillamente, la pobreza. Esas condiciones, a menudo durísimas, son los pesebres en que hoy quiere nacer Cristo. Ahí hemos de visitarlo, servirlo, darle nuestro sonrisa y nuestro amor. Sólo así tendremos FELIZ NAVIDAD.

LA GRACIA 2020/12/25 Una navidad atípica

SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

Esta navidad atípica puede ser la navidad para decirle a Jesús: “Tú eres el Único, Tú eres mi regalo de navidad, Tú eres el don del Padre, hoy quiero recibirte y compartirte porque quiero ser navidad para mis hermanos”.

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Esa noche no se olvida (villancico)

ESA NOCHE NO SE OLVIDA

Esa noche no se olvida,
Yo jamás la olvidaré;
Esa noche no se olvida,
Esa noche, te diré:
Hubo canto y hubo risa,
Hubo llanto, amor y fe,
Cuando el ángel nos avisa
Que vayamos a Belén.

Esa noche no se olvida,
Yo jamás la olvidaré;
Esa noche no se olvida,
Esa noche, te diré:
Fuimos todos tan felices,
Nos echamos a correr;
Vimos a José y la Virgen
Y al Mesías de Israel.

Esa noche no se olvida,
Yo jamás la olvidaré;
Esa noche no se olvida,
Esa noche, te diré:
En lo alto de los cielos
Yo lo sé, yo lo escuché,
Tantos angeles tan buenos
Le cantaban a su Rey.

Esa noche no se olvida,
Yo jamás la olvidaré;
Esa noche no se olvida,
Esa noche, te diré:
Con el Cielo tan cerquita
Como nunca lo pensé,
Yo lloraba y me reía
Viendo a Dios también nacer.

Escúchalo aquí.

Origen de la Novena Tradicional del Niño Dios

Sé que en Colombia y otros países se suele rezar una Novena especial para Navidad. ¿Sabe usted de su origen, fray Nelson? Gracias! –H.G.

* * *

No lo conocía, para ser sincero. Encontré esta información pública:

La Novena de Aguinaldos es una costumbre católica, arraigada en Colombia, Venezuela y Ecuador, relacionada con la festividad de Navidad. Es análoga a las Posadas que se celebran en México y América Central. Se trata de una oración rezada durante nueve días (novena) en la época previa a la Navidad (época de aguinaldos).

Más allá de la tradición católica, la novena de aguinaldos se ha convertido en un evento social, en el cual, en torno a la oración, se reúnen los miembros de la familia, los trabajadores en sus compañías y las comunidades en los parques o en los centros comerciales. Además, acompañan el evento con el canto de villancicos, y el compartir de aperitivos tradicionales para el tiempo de Navidad.

La novena fue originalmente creada por Fray Fernando de Jesús Larrea, franciscano nacido en Quito en 1700 quien después de su ordenación en 1725 fue predicador en Ecuador y Colombia. Fray Fernando la escribió por petición de la fundadora del Colegio de La Enseñanza en Bogotá doña Clemencia de Jesús Caycedo Vélez y fue publicada originalmente en 1743. Muchos años después una religiosa de La Enseñanza, la madre María Ignacia (nacida Bertilda Samper Acosta) la modificó y agregó los gozos (canciones).

El lenguaje es florido y arcaico, lo que ha motivado a varias versiones que pretenden modernizar el lenguaje. Son comunes las versiones en el que se reemplaza el voseo reverencial por el uso de tú, el cambio de padre putativo por padre adoptivo al referirse a José. Otras versiones incluyen cambios más drásticos en la modernización del lenguaje.

Una Navidad atípica

A estas alturas, todos sabemos lo que nos espera: una Navidad atípica. Muchas de nuestras tradiciones de comida, reuniones, compras o viajes no podrán tener lugar este año. En unos países más que en otros, pero la verdad es que las restricciones propias del tiempo de pandemia quedarán grabadas en el recuerdo de cientos de millones de personas.

La pregunta que nos compete como cristianos y católicos es: ¿Qué es aquello que nadie puede quitarnos de la Navidad? Y la respuesta es sencilla: JESÚS.

Hasta un cierto punto, el hecho de que tantos elementos “externos” se vean tan disminuidos este año puede ser la ocasión de que los rasgos más “internos” y propios de esta fecha sean resaltados en nuestros corazones y en nuestras familias.

La alternativa parece ser: lamentarnos o profundizar en nuestros corazones el sentido precioso y permanente que está en el centro de la Navidad: ¡Dios se hizo hombre!

«Este es mi Hijo amado»

“Con la fiesta del Bautismo del Señor cerramos el tiempo litúrgico de Navidad, un período en el que hemos celebrado ante todo la manifestación del Hijo de Dios como Salvador de los hombres, tanto de los pertenecientes al pueblo de Israel como de los gentiles…”

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El cuento de Navidad de Martin Scorsese

“Una película plagada de muertes termina con un Nacimiento. Y surge inevitable la asociación de ideas entre Míster Ebenezer Scrooge, el mezquino misántropo del Cuento de Navidad de Charles Dickens, y el funcionario del crimen encarnado por Robert De Niro en El irlandés, la última película de Martin Scorsese…”

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Si la Iglesia habla en contra de la magia, ¿por qué la devoción a los Reyes Magos?

Si la Iglesia habla en contra de la magia, ¿por qué la devoción a los Reyes Magos? — C.M.

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La palabra “mago” ha tenido diversos sentidos a lo largo de la historia. En el texto griego de San Mateo, a aquellos personajes se les llama “magoi,” que luego fueron traducidos al latín como “Magi” por la Biblia Vulgata.

Para nosotros un “mago” es una persona que realiza cosas asombrosas, de difícil explicación, que suponen alguna forma de truco, o de uso hábil de las manos, o del discurso que entretiene a un auditorio. Evidentemente los “magos” de los que habla la Biblia no eran esa clase de personas.

La misma Sagrada Escritura nos dice que eran personas que miraban los cielos y seguían el curso de las estrellas: algo así como una combinación de astrónomos estudiosos y de hábiles astrólogos, que creían que los destinos de la tierra estaban regidos o descritos por lo que se podía ver en los cielos.

Cuando la Iglesia habla en contra de las prácticas mágicas se refiere a algo totalmente distinto, es decir, el cultivo de la superstición, los agüeros, o peor aún: la invocación de fuerzas oscuras, como en el caso de la brujería.

Los “reyes magos” no eran entonces propiamente hechiceros, chamanes o magos en el sentido actual de la palabra. Parece que se trataba de gente de estudio, eran buscadores de la verdad, dispuestos a someterse a las penalidades de largos viajes y grandes incertidumbres por ser fieles a su búsqueda y su camino. Es llamativo por ejemplo que cuando llegan donde el Mesías no llegan a pedir sino a adorar y dar su tributo. En ese sentido, son un gran ejemplo para nosotros.

¿Cuándo termina la Navidad?

“Como indica CBCP News, el sacerdote dijo que la liturgia de la Iglesia señala que la Navidad no es solo un día, sino una temporada completa que dura desde la víspera de Navidad, el 24 de diciembre, hasta la fiesta del Bautismo del Señor (generalmente el domingo después de la Epifanía)…”

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Una nota litúrgica para el Tiempo de Navidad

Los días de finales de Adviento y luego los días de Navidad son tan bellos como complejos, en lo que toca a la liturgia de las horas. Bueno, siendo sinceros: no todos los días. En Navidad y en la Octava de Navidad las cosas están bastante claras. El único cuidado que hay que tener es con la Fiesta de la Sagrada Familia a saber: en los años en que la Navidad cae el día domingo, y por consiguiente no hay otro domingo entre Navidad y 1 de Enero, entonces la Fiesta de la Sagrada Familia se celebra el 30 de Diciembre pero sin Primeras Vísperas.

Las cosas se vuelven un poco más complicadas a partir del 2 de Enero. Miremos un caso concreto: 2 de Enero de 2020, que es un día jueves. Celebramos además la Memoria Obligatoria de los Santos Basilio y Gregorio Nacianceno. La pregunta es: ¿de dónde se deben tomar los salmos?

Lo que hace difícil responder es, por supuesto, identificar, en qué semana de Navidad nos encontramos. Uno podría pensar que, puesto que el Tiempo de Navidad empezó el día 25, entonces el domingo 29 de Diciembre marcaría algo así como el comienzo de una “segunda” semana de Navidad. Según ello, el 2 de Enero pertenecería a la “segunda” semana de Navidad, y por consiguiente debería usarse la segunda semana del salterio. Así parece pernsarlo el Ordo oficial de la Conferencia Episcopal de Colombia, que para ese día 2 de Enero dice claramente: “2a. semana del salterio.”

Pero uno puede ver que esa solución no es correcta. Según ese modo de pensar la semana siguiente, la que empieza el domingo 5 de Enero, sería la TERCERA semana de Navidad, y resulta que la Iglesia no tiene formularios para un “Domingo II” de Navidad, ni está previsto en el salterio que la semana III sea tiempo de Navidad. De hecho, y si uno mira el Ordo Colombiano para el Jueves 9 de Enero, de nuevo pide que se use el salterio de la II semana, lo cual es absurdo.

Si se examina bien La raíz de estas dudas está en que, al contrario de los demás tiempos litúrgicos, el de Navidad no empieza necesariamente en domingo, y por eso cuesta saber cuál es exactamente la “Semana I” de Navidad. Por otra parte, está claro, como ya se dijo, que no hay dudas en cuanto a los formularios de la Octava de Navidad.

La única solución que encuentro coherente con los datos que nos da la misma liturgia de las horas es esta: el primer domingo de Navidad es simplemente el primer domingo después del 25 de Diciembre, así como el IV Domingo de Adviento es el último domingo anterior al 25 de Diciembre. Por supuesto, ello hace que la semana IV de Adviento quede incompleta, y así es. Por otro lado, los días desde el 25 de Diciembre (inclusive) y el primer domingo de Navidad, son días que no requieren textos del Salterio en Cuatro Semanas porque siempr etienen formularios propios. Podríamos decir que son días de una “semana 0” de Navidad, en la que sin embargo no hay duda sobre de dónde deben tomarse los textos.

Con esta solución queda claro, por ejemplo, que el martes 31 de Diciembre de 2019, los salmos se toman de la Semana I del Salterio, y que de esa misma semana deben tomarse los salmos de los días 2, 3 y 4 de Enero. Luego ¿qué sigue? En los países donde la Epifanía se celebra siempre en domingo, el 5 es la Epifanía; en los demás lugares, el Domingo se celebra, en perfecto acuerdo con nuestro análisis, el Domingo II de Navidad.

Espero que estas recomendaciones nos ayuden a todos a aprovechar con mayor atención y amor el magnífico alimento espiritual de la Liturgia de las Horas. Saludos y bendiciones a todos.

Un Himno de la Liturgia de las Horas para Navidad

Te diré mi amor, Rey mío – en la quietud de la tarde, – cuando se cierran los ojos – y los corazones se abren.

Te diré mi amor, Rey mío, – con una mirada suave, – te lo diré contemplando – tu cuerpo que en pajas yace.

Te diré mi amor, Rey mío, – adorándote en la carne, – te lo diré con mis besos, – quizá con gotas de sangre.

Te diré mi amor, Rey mío, – con los hombres y los ángeles, – con el aliento del cielo – que espiran los animales.

Te diré mi amor, Rey mío, – con el amor de tu Madre, – con los labios de tu Esposa – y con la fe de tus mártires.

Te diré mi amor, Rey mío, – ¡oh Dios del amor más grande! – ¡Bendito en la Trinidad, – que has venido a nuestro valle! Amén.

Homilía del Papa Francisco para Navidad

«El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande» (Is 9,1). Esta profecía de la primera lectura se realizó en el Evangelio. De hecho, mientras los pastores velaban de noche en sus campos, «la gloria del Señor los envolvió de claridad» (Lc 2,9). En la noche de la tierra apareció una luz del cielo. ¿Qué significa esta luz surgida en la oscuridad? Nos lo sugiere el apóstol Pablo, que nos dijo: «Se ha manifestado la gracia de Dios». La gracia de Dios, «que trae la salvación para todos los hombres» (Tt 2,11), ha envuelto al mundo esta noche.

Pero, ¿qué es esta gracia? Es el amor divino, el amor que transforma la vida, renueva la historia, libera del mal, infunde paz y alegría. En esta noche, el amor de Dios se ha mostrado a nosotros: es Jesús. En Jesús, el Altísimo se hizo pequeño para ser amado por nosotros. En Jesús, Dios se hizo Niño, para dejarse abrazar por nosotros. Pero, podemos todavía preguntarnos, ¿por qué san Pablo llama “gracia” a la venida de Dios al mundo? Para decirnos que es completamente gratuita. Mientras que aquí en la tierra todo parece responder a la lógica de dar para tener, Dios llega gratis. Su amor no es negociable: no hemos hecho nada para merecerlo y nunca podremos recompensarlo.

Se ha manifestado la gracia de Dios. En esta noche nos damos cuenta de que, aunque no estábamos a la altura, Él se hizo pequeñez para nosotros; mientras andábamos ocupados en nuestros asuntos, Él vino entre nosotros. La Navidad nos recuerda que Dios sigue amando a cada hombre, incluso al peor. A mí, a ti, a cada uno de nosotros, Él nos dice hoy: “Te amo y siempre te amaré, eres precioso a mis ojos”. Dios no te ama porque piensas correctamente y te comportas bien; Él te ama y basta. Su amor es incondicional, no depende de ti. Puede que tengas ideas equivocadas, que hayas hecho de las tuyas; sin embargo, el Señor no deja de amarte. ¿Cuántas veces pensamos que Dios es bueno si nosotros somos buenos, y que nos castiga si somos malos? Pero no es así. Aun en nuestros pecados continúa amándonos. Su amor no cambia, no es quisquilloso; es fiel, es paciente. Este es el regalo que encontramos en Navidad: descubrimos con asombro que el Señor es toda la gratuidad posible, toda la ternura posible. Su gloria no nos deslumbra, su presencia no nos asusta. Nació pobre de todo, para conquistarnos con la riqueza de su amor.

Se ha manifestado la gracia de Dios. Gracia es sinónimo de belleza. En esta noche, redescubrimos en la belleza del amor de Dios, también nuestra belleza, porque somos los amados de Dios. En el bien y en el mal, en la salud y en la enfermedad, felices o tristes, a sus ojos nos vemos hermosos: no por lo que hacemos sino por lo que somos. Hay en nosotros una belleza indeleble, intangible; una belleza irreprimible que es el núcleo de nuestro ser. Dios nos lo recuerda hoy, tomando con amor nuestra humanidad y haciéndola suya, “desposándose con ella” para siempre.

De hecho, la «gran alegría» anunciada a los pastores esta noche es «para todo el pueblo». En aquellos pastores, que ciertamente no eran santos, también estamos nosotros, con nuestras flaquezas y debilidades. Así como los llamó a ellos, Dios también nos llama a nosotros, porque nos ama. Y, en las noches de la vida, a nosotros como a ellos nos dice: «No temáis» (Lc 2,10). ¡Ánimo, no hay que perder la confianza, no hay que perder la esperanza, no hay que pensar que amar es tiempo perdido! En esta noche, el amor venció al miedo, apareció una nueva esperanza, la luz amable de Dios venció la oscuridad de la arrogancia humana. ¡Humanidad, Dios te ama, se hizo hombre por ti, ya no estás sola!

Queridos hermanos y hermanas: ¿Qué hacer ante esta gracia? Una sola cosa: acoger el don. Antes de ir en busca de Dios, dejémonos buscar por Él. No partamos de nuestras capacidades, sino de su gracia, porque Él es Jesús, el Salvador. Pongamos nuestra mirada en el Niño y dejémonos envolver por su ternura. Ya no tendremos más excusas para no dejarnos amar por Él: Lo que sale mal en la vida, lo que no funciona en la Iglesia, lo que no va bien en el mundo ya no será una justificación. Pasará a un segundo plano, porque frente al amor excesivo de Jesús, que es todo mansedumbre y cercanía, no hay excusas. La pregunta que surge en Navidad es: “¿Me dejo amar por Dios? ¿Me abandono a su amor que viene a salvarme?”.

Un regalo así, tan grande, merece mucha gratitud. Acoger la gracia es saber agradecer. Pero nuestras vidas a menudo transcurren lejos de la gratitud. Hoy es el día adecuado para acercarse al sagrario, al belén, al pesebre, para agradecer. Acojamos el don que es Jesús, para luego transformarnos en don como Jesús. Convertirse en don es dar sentido a la vida y es la mejor manera de cambiar el mundo: cambiamos nosotros, cambia la Iglesia, cambia la historia cuando comenzamos a no querer cambiar a los otros, sino a nosotros mismos, haciendo de nuestra vida un don.

Jesús nos lo manifiesta esta noche. No cambió la historia constriñendo a alguien o a fuerza de palabras, sino con el don de su vida. No esperó a que fuéramos buenos para amarnos, sino que se dio a nosotros gratuitamente. Tampoco nosotros podemos esperar que el prójimo cambie para hacerle el bien, que la Iglesia sea perfecta para amarla, que los demás nos tengan consideración para servirlos. Empecemos nosotros. Así es como se acoge el don de la gracia. Y la santidad no es sino custodiar esta gratuidad.

Una hermosa leyenda cuenta que, cuando Jesús nació, los pastores corrían hacia la gruta llevando muchos regalos. Cada uno llevaba lo que tenía: unos, el fruto de su trabajo, otros, algo de valor. Pero mientras todos los pastores se esforzaban, con generosidad, en llevar lo mejor, había uno que no tenía nada. Era muy pobre, no tenía nada que ofrecer. Y mientras los demás competían en presentar sus regalos, él se mantenía apartado, con vergüenza. En un determinado momento, san José y la Virgen se vieron en dificultad para recibir todos los regalos, sobre todo María, que debía tener en brazos al Niño. Entonces, viendo a aquel pastor con las manos vacías, le pidió que se acercara. Y le puso a Jesús en sus manos. El pastor, tomándolo, se dio cuenta de que había recibido lo que no se merecía, que tenía entre sus brazos el regalo más grande de la historia. Se miró las manos, y esas manos que le parecían siempre vacías se habían convertido en la cuna de Dios. Se sintió amado y, superando la vergüenza, comenzó a mostrar a Jesús a los otros, porque no podía sólo quedarse para él el regalo de los regalos.

Querido hermano, querida hermana: Si tus manos te parecen vacías, si ves tu corazón pobre en amor, esta noche es para ti. Se ha manifestado la gracia de Dios para resplandecer en tu vida. Acógela y brillará en ti la luz de la Navidad.

LA GRACIA del Jueves 26 de Diciembre de 2019

FIESTA SAN ESTEBAN PROTOMÁRTIR

El mensaje de Esteban es inseparable del mensaje de la Encarnación porque la Encarnación muestra el cumplimiento fiel del amor de Dios a su pueblo.

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