La dimensión espiritual en la libertad de los pueblos

La lógica de la brujería es sencilla: Acudir a fuerzas sobrenaturales para lograr lo que uno quiere. La magia y la brujería contienen la pretensión de manipular fuerzas espirituales para ponerlas al servicio de nuestra voluntad. Por supuesto, la búsqueda y la negociación con esas “fuerzas espirituales” termina siendo el peor negocio para el corazón humano porque al final queda subyugado y utilizado por los demonios.

Ahora examinemos cuál es la lógica de un tirano o de un dictador. Evidentemente lo que quiere a toda costa es imponer su criterio, su voluntad, sus planes, para servir a sus propios intereses y su propia voluntad.

Uno ve que hay un vínculo natural entre brujería y dictadura. El dictador ve en la brujería un modo o recurso adicional, en ocasiones, fundamental, para conseguir lo que quiere, que es perpetuarse en el poder y poner al pueblo a su servicio, incluso si su retórica engañosa habla de “servir al pueblo.”

Por eso mismo, la lucha contra las dictaduras tiene siempre una importante dimensión espiritual. Tanto en los opresores como en los oprimidos, la acción de los demonios va generando: por el lado de los dominadores, la arrogancia, la obstinación y la crueldad, obras muy propias del demonio; por el lado de los dominados y sometidos, fatalismo, resignación y división interna.

Es indispensable que comprendamos que ninguna forma de política está lejos de lo espiritual: o el gobernante está sometido a Dios con amor o está en guerra contra Dios con soberbia. Y por eso, en uno y otra caso es preciso obedecer a San Pablo, que nos dice que oremos “por los reyes y por todos los que tienen autoridad, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador” (1 Timoteo 2, 2.3).

LA GRACIA del Miércoles 21 de Marzo de 2018

La palabra de Cristo me une a su presencia, me hace su discípulo y me da la verdadera libertad alejándome de las mentiras e idolatrías de este mundo.

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LA GRACIA del Lunes 31 de Julio de 2017

La Iglesia está llamada a liberar de la esclavitud espiritual, de la pobreza y de la ignorancia para que el Señor sea verdaderamente tu Dios y tú seas verdaderamente su siervo.

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Un gran ideal en muy breves palabras

La oración colecta del día resume bien el camino de la vida cristiana y el propósito de un buen retiro espiritual: que podamos cumplir libremente la voluntad de Dios.

Los tres ejes centrales de la libertad cristiana

El demonio quiere que el futuro sea solamente una repetición o prolongación del pasado; el cristiano descubre que existe el HOY en que pueda abrir la puerta de la fe para que Dios escriba palabras nuevas en nuestras vidas.

El demonio luego quiere que todo lo que nos rodea se vuelva norma que gobierna nuestro mundo interior, de modo que seamos simplemente el resultado de las circunstancias; el cristiano descubre que es necesario un “filtro,” que Catalina de Siena llama “discreción” y Santo Tomás llama “sindéresis,” con el que es posible apreciar el tesoro que uno lleva dentro y tener genuino dominio de sí mismo.

El demonio quiere, por último, que todos nuestros deseos se conviertan en necesidades, de modo que pasemos del impulso a la realización y seamos al final esclavos de nuestras pasiones; el cristiano sabe no todo lo que desea es en verdad necesario, y sobre todo sabe que los mejores deseos no son siempre los que broten en mí porque hay Alguien, Dios, que me conoce mejor y me ama mejor de lo que yo mismo pueda llegar a amarme.

Victorioso así sobre el demonio, el cristiano experimenta la fuerza de la libertad que sólo Jesucristo puede dar.

La Administración Obama identifica libertad religiosa con intolerancia

“La creciente influencia del laicismo y la implacable implantación de la dictadura de género, así como el compromiso de la Administración Obama con el negocio del aborto (el célebre “mandato abortista” que ha intentado acabar, por ejemplo, con la labor social de las Hermanitas de los Pobres) hacen sentir ya a todos los estadounidenses que uno de los principios sobre los que se estableció su nación puede desaparecer…”

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También los bienes pueden aprisionar

No sólo los males: también los bienes, incluyendo nuestros talentos éxitos, aprobación de los demás o riquezas materiales, pueden atraparnos en la ceguera espiritual, que luego nos llena de justificaciones y que finalmente conduce a la indiferencia, egoísmo y complicidad con la injusticia.

LA GRACIA del Viernes 24 de Junio de 2016

SOLEMNIDAD DEL NACIMIENTO DE SAN JUAN BAUTISTA

A la luz del nacimiento de Juan Bautista dile a Dios lo único razonable: “aunque no entiendo, Tu sabes mejor que yo y Tus ideas son mejores que las mías”.

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LA GRACIA del Miércoles 30 de Marzo de 2016

MIÉRCOLES DE LA OCTAVA DE PASCUA

Jesús sediento es quien nos ofrece bebida, Él sin recibir salario ni alimento es quien nos alimenta y al sufrir en su Pasión, Él mismo alivia nuestros dolores.

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La libertad religiosa, un derecho humano fundamental

421 El Concilio Vaticano II ha comprometido a la Iglesia Católica en la promoción de la libertad religiosa. La Declaración « Dignitatis humanae » precisa en el subtítulo que pretende proclamar « el derecho de la persona y de las comunidades a la libertad social y civil en materia religiosa ». Para que esta libertad, querida por Dios e inscrita en la naturaleza humana, pueda ejercerse, no debe ser obstaculizada, dado que « la verdad no se impone de otra manera que por la fuerza de la misma verdad ».857 La dignidad de la persona y la naturaleza misma de la búsqueda de Dios, exigen para todos los hombres la inmunidad frente a cualquier coacción en el campo religioso.858 La sociedad y el Estado no deben constreñir a una persona a actuar contra su conciencia, ni impedirle actuar conforme a ella.859 La libertad religiosa no supone una licencia moral para adherir al error, ni un implícito derecho al error.860

422 La libertad de conciencia y de religión « corresponde al hombre individual y socialmente considerado ».861 El derecho a la libertad religiosa debe ser reconocido en el ordenamiento jurídico y sancionado como derecho civil.862 Sin embargo, no es de por sí un derecho ilimitado. Los justos límites al ejercicio de la libertad religiosa deben ser determinados para cada situación social mediante la prudencia política, según las exigencias del bien común, y ratificados por la autoridad civil mediante normas jurídicas conformes al orden moral objetivo. Son normas exigidas « por la tutela eficaz, en favor de todos los ciudadanos, de estos derechos, y por la pacífica composición de tales derechos; por la adecuada promoción de esa honesta paz pública, que es la ordenada convivencia en la verdadera justicia; y por la debida custodia de la moralidad pública ».863

423 En razón de sus vínculos históricos y culturales con una Nación, una comunidad religiosa puede recibir un especial reconocimiento por parte del Estado: este reconocimiento no debe, en modo alguno, generar una discriminación de orden civil o social respecto a otros grupos religiosos.864 La visión de las relaciones entre los Estados y las organizaciones religiosas, promovida por el Concilio Vaticano II, corresponde a las exigencias del Estado de derecho y a las normas del derecho internacional.865 La Iglesia es perfectamente consciente de que no todos comparten esta visión: por desgracia, « numerosos Estados violan este derecho [a la libertad religiosa], hasta tal punto que dar, hacer dar la catequesis o recibirla llega a ser un delito susceptible de sanción ».866

NOTAS para esta sección

857Concilio Vaticano II, Decl. Dignitatis humanae, 1: AAS 58 (1966) 929.

858Cf. Concilio Vaticano II, Decl. Dignitatis humanae, 2: AAS 58 (1966) 930-931; Catecismo de la Iglesia Católica, 2106.

859Cf. Concilio Vaticano II, Decl. Dignitatis humanae, 3: AAS 58 (1966) 931-932.

860Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2108.

861Catecismo de la Iglesia Católica, 2105.

862Cf. Concilio Vaticano II, Decl. Dignitatis humanae, 2: AAS 58 (1966) 930-931; Catecismo de la Iglesia Católica, 2108.

863Concilio Vaticano II, Decl. Dignitatis humanae, 7: AAS 58 (1966) 935; cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2109.

864Cf. Concilio Vaticano II, Decl. Dignitatis humanae, 6: AAS 58 (1966) 933-934; Catecismo de la Iglesia Católica, 2107.

865Cf. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1999, 5: AAS 91 (1999) 380-381.

866Juan Pablo II, Exh. ap. Catechesi tradendae, 14: AAS 71 (1979) 1289.


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