El teólogo en la Iglesia

“La figura del teólogo emerge dentro del pueblo de Dios, distinguiéndose del mismo por su conocimiento religioso más organizado. No raras veces en el pasado y el presente tales pensadores cristianos han hecho avanzar considerablemente a la sabiduría eclesial, aportando soluciones a zonas intrincadas u oscurecidas por mala interpretación de algunos, en lo referente a la fe. Baste el incompleto recuento de los Santos Ireneo de Lyon, Atanasio, Cirilo, Agustín, Tomás de Aquino… Pero, no en menor grado, provocaron igualmente conflictos y desorientación en la inmensa grey del pueblo de Dios. Repasemos, también brevemente, a Arrio, Nestorio, Eutiques, Pelagio, Lutero…”

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¿Se debe disputar públicamente con los herejes?

En las disputas sobre la fe hay que considerar dos cosas: una, por parte del que disputa; otra, por parte de los que oyen. Por parte del que disputa hay que considerar, en realidad, la intención. Si disputa como quien duda de la fe y no tiene por cierta una verdad de ella, sino que intenta probarla con argumentos, peca indudablemente como el que duda de la fe o el infiel. Es laudable, en cambio, si uno disputa sobre la fe para refutar errores o también como materia de ejercicio. Por parte de los oyentes, hay que considerar si quienes oyen la discusión son instruidos y están firmes en la fe, o si son gente sencilla y titubean en ella. Ante personas instruidas en la fe y firmes en ella no hay, en realidad, peligro alguno en disputar sobre la fe. En cambio, por lo que afecta a los sencillos, hay que hacer una distinción. Porque éstos, o están instigados y hasta trabajados por los infieles, por ejemplo, judíos, herejes o paganos, que tienen empeño en corromper la fe, o no se hallan en absoluto en esa situación, como en las regiones donde no existen infieles. En el primer caso es necesaria la discusión pública de la fe, a condición de que haya personas preparados para ello y sean, además, idóneas para rebatir los errores. De este modo se verán confirmados en la fe los sencillos, y a los infieles se les quitará la posibilidad de engañar; y hasta el mismo silencio de quienes deberían hacer frente a cuantos pervierten la verdad de la fe sería la confirmación del error. De ahí las palabras de San Gregorio en II Pastor.: Como la palabra imprudente arrastra al error, el silencio indiscreto deja en el error a aquellos que podían haber sido instruidos. En el segundo caso, en cambio, es peligrosa la discusión pública sobre materia de fe ante gente sencilla, dado que la fe de éstos se hace más firme al no oír nada opuesto a ella. No les es, por lo mismo, conveniente oír las palabras de los infieles discutiendo contra la fe. (S. Th., II-II, q.10, a.7, resp.)


[Estos fragmentos han sido tomados de la Suma Teológica de Santo Tomás, en la segunda sección de la segunda parte. Pueden leerse en orden los fragmentos publicados haciendo clic aquí.]

No toda discusión tiene sentido

Hay personas que sostienen que la tierra es plana y que la NASA tiene una conspiración para presentarnos fotos falsas y videos falsos, y lanzamientos falsos de cohetes falsos porque, como todo el mundo sabe, la tierra es plana.

Resulta difícil conversar con personas así.

Resulta difícil conversar con alguien que sólo admite lo que respalde su punto de vista. Personas hay que no conocen matices, ni admiten la menor posibilidad de error, ni reconocen nada bueno en los que no son o piensan como ellos.

Y yo simplemente me acuerdo de 2 Timoteo 2,14: “No dejes de recordarles esto. Adviérteles delante de Dios que eviten las discusiones inútiles, pues no sirven nada más que para destruir a los oyentes.”

Dios nos ayude a buscar la verdad y a tener la actitud de escucha sincera y de humilde homenaje a Aquel que es la Verdad misma.

Cuando mataron a San Esteban, el protomártir…

La Sagrada Escritura nos dice que Esteban, que perteneció al primer grupo de diáconos de la Iglesia (Hechos 6,5) recibió de Dios tal sabiduría que sus adversarios “no podían hacer frente a la sabiduría ni al Espíritu con que hablaba” (Hechos 6,10). Cuando quedó cerrado el camino de las discusiones, porque vieron que así jamás podrían vencerlo, entonces utilizaron otros caminos: la calumnia, luego la gritería, y finalmente la tortura y muerte. Al momento de apedrearlo leemos esto: “ellos, gritando a voz en cuello, se taparon los oídos y todos a una se abalanzaron sobre él, lo sacaron a empellones fuera de la ciudad y comenzaron a apedrearlo.”

Es la Historia de la Iglesia misma. En el terreno de la lógica y las razones, nadie puede vencer a la claridad de una encíclica como Evangelium vitae, sobre la dignidad de la vida humana en todas sus etapas; o como Veritatis splendor, sobre la relación entre verdad y libertad; o como Familiaris consortio, sobre la unidad e indisolubilidad del matrimonio. Como esos caminos de diálogo y discusión sólo reportan pérdidas para los enemigos de la fe, entonces usan otros: calumnias, sofismas, confusión, silencio de la doctrina clara.

No es de extrañar que, al final, como en la historia de Esteban, se presenten no pocos que sean perseguidos, maltratados o asesinados. Pero Dios seguirá siendo Dios, y a golpe de espada o de conversiones, o de ambas cosas, se abrirá un tiempo nuevo para la Iglesia.

¿Sabes qué es la dogma-fobia?

“En la cultura moderna, existe un notable rechazo a la palabra “dogma” pues es vista como la imposición de una doctrina inventada por parte de la Iglesia de forma indiscutible e irreformable, que puede estar equivocada e incluso obsoleta. Este rechazo existe de forma abundante en el protestantismo relativamente joven y las comunidades eclesiales no denominacionales, para las cuales “no existen dogmas” como tampoco hay “religión”. Ellos prefieren llamarle “relación”, que en el fondo es lo mismo pero les hace sentirse más a gusto con su religión a su medida…”

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Prepararse para lo improbable

Hacer una lista de lo imprevisto puede ser bastante frustrante. Es darse cuenta de cuántas cosas ya han sucedido sin que las viéramos venir: toda una colección de sorpresas, a veces gratas, y a veces no tanto.

Todavía más difícil es hacer la lista de lo imprevisible. Apenas contamos con algunas instancias de fenómenos que tal vez se repetirán y amplificarán en el futuro. ¿Cómo distinguir la señal del ruido? ¿Qué acontecimientos son simplemente marginales, y cuáles son signo de tendencias que después cobrarán fuerza? Cristo nos manda que leamos los signos de los tiempos pero nuestra capacidad de lectura no suele estar al nivel requerido para tal empeño.

Y sin embargo, la tarea hay que hacerla, y aún nuestras equivocaciones pueden al final traer algo bueno. En esa línea quiero presentar una breve lista de realidades nuevas que creo que deberían atraer la atención de nuestros pastores, y en general de todos los que amamos la Iglesia.

1. Hay que prepararse mejor para las entrevistas y sesiones de preguntas. Quiero saber: ¿Quién entrena a los obispos, los teólogos, o al Papa en esto de las entrevistas? No soy un experto pero creo que hay bastante espacio para mejorar aquí. Es preciso comprender que, de modo ordinario, los intereses del periodista y los del entrevistado están cruzados: al primero le interesa la novedad, el conflicto, incluso el escándalo; se supone que al segundo le preocupa más confirmar en la fe, ampliar un punto de vista mientras se afianza la certeza de las enseñanzas recibidas. En asuntos doctrinales lo que debe esperarse del ministro ordenado es firmeza, claridad y luego también buena pedagogía. No veo yo mucho entrenamiento real en esas exigencias. Continuar leyendo “Prepararse para lo improbable”

Consejos para empezar a estudiar teología

Te agradezco la confianza al hablarme de tus estudios y desde ya te deseo acierto y bendición en cada paso que des. Al mismo tiempo, te invito a tener un corazón agradecido porque la oportunidad de estudiar teología en un nivel superior, oportunidad que la Iglesia te concede por medio de tus superiores, es algo que se concede a un número proporcional muy pequeño: estará bien entonces que te sientas elegido, con lo que esto implica de gratitud y de sentido de responsabilidad y servicio.

A partir de tu petición he reflexionado bastante y de esos pensamientos y muchas oraciones ha surgido una pequeña lista de sugerencias, advertencias y propuestas que espero te resulten útiles.

1. La teología es un camino de maduración en la fe. No se trata de abandonar la fe o de reemplazarla por algo distinto. La teología surge del deseo de recibir con mayor plenitud aquello que Dios nos ha entregado como regalo en la revelación. Si comparamos a la fe con un regalo, la teología quiere abrir o desempacar mejor ese regalo pero nunca cambiarlo. La teología que pretende reemplazar el regalo de la fe con explicaciones que quizás parecen más racionales o más aceptables para el tiempo en que vivimos no es verdadera teología sino una especie de profanación.

2. Asi que el propósito de la teología no es hacer razonable a la arrogancia de la inteligencia, o compatible con los valores de este mundo, eso que creemos, sino otras tres cosas que Santo Tomás definió y practicó muy bien: (a) Defender la fe de las objeciones y ataques que vienen de fuera, es decir, de los no creyentes o de los que se han separado de la fe cristiana y católica; (b) Encontrar poco a poco, y de la mano de la experiencia de la Iglesia, las analogías y conexiones profundas entre diversas partes de la Escritura, diversas experiencias de los místicos y santos, y diversos desafíos que la Iglesia ha sufrido o está sufriendo en muchos lugares; (c) Presentar el contenido de la fe de un modo íntegro, responsable y apropiado al contenido que damos y a las personas a las que nos dirigimos.

3. Esto implica que no habrá verdadera teología sino al interior de una vida que se alimenta de la oración y la humildad, unidas a un deseo profundo de que Dios sea conocido, amado y servido, para bien de nuestro pueblo, especialmente de los más frágiles, olvidados o excluidos. El propósito último de la teología es la santificación de la inteligencia unido al amor por la evangelización. Si no hay celo evangelizador, el teólogo cae pronto en el pecado del elitismo intelectual, de modo que ya no le importa agradar a Dios ni servir a nadie sino sólo recibir aprobación o buen nombre de la comunidad académica de los que son como él. Semejantes “clubes exclusivos” de la fe son ajenos y contrarios a la enseñanza y la praxis de Jesús. Si no hay deseo de santidad, el deseo de protagonismo o la curiosidad intemperada llevan pronto a afirmaciones caprichosas que ya no expresan la fe que hemos recibido sino sólo el ego inmaduro e inflado del supuesto teólogo.

4. Es un hecho que lamentablemente hoy en la Iglesia hay mucha confusión en estos asuntos. No esperes que todos tus docentes o compañeros tengan claros o visibles los ideales de los que vengo hablándote. Por el contrario, y para vergüenza de la Iglesia, hay que admitir que hoy abundan las instituciones, publicaciones y profesores, incluso de renombre, que ofrecen algo de buen trigo pero mezclado con maleza envenenada; si no es que han ido a peor, y pretenden imponer en toda la Iglesia conceptos y teorías heterodoxos, capaces de oscurecer la claridad que nos dejaron como herencia los santos apóstoles.

5. Por eso es importante que desde el primer dia de tus estudios tengas criterios claros y que no te dejen seducir las siguientes plagas:

(a) El progresismo, que en el fondo no quiere que la Iglesia evangelice al mundo sino que se adapte a él y comulgue con él. Los lemas preferidos de estos son que “ya estamos en el siglo XXI” y que la Iglesia “tiene que ser comprensible,” con lo cual, según ellos, hay que negar lo que no guste a la gente, como decir: una moral exigente o la proclamación de que Dios es de verdad Señor de toda la creación y por tanto puede haber y ha habido numerosos milagros. Eso no lo pueden resistir los que piensan como progresistas.

(b) La falsa misericordia, que pretende ofrecernos un evangelio más “sencillo” y “auténtico” en el que sin embargo ha desaparecido la palabra más importante de la predicación primera de Jesús: “¡Conviértanse!” Estos de la falsa misericordia solo hablan de conversión para decirle a la Iglesia que debe cambiar sus prácticas “excluyentes.” Y por supuesto, para ser “incluyente,” hay que aceptar al pecador con su pecado, sin perturbarlo en la tranquilidad ponzoñosa de sus vicios. Esta línea teológica tiene poderosos padrinos, de nombre internacional, y hay quienes quieren asignarla al mismo Papa Francisco.

(c) El inmovilismo tradicionalista, que considera que todo lo que se podía decir en teología ya se dijo, y muy seguramente se dijo en latín. Esta tendencia, aunque minoritaria, resulta seductora para quienes detestan el caos al que nos han llevado los modernistas y los falsamente compasivos. Pero un error no debe corregirse con otro error, y esta tradicionalismo propio de lefebvristas y filo-lefebvristas, es una forma de idolatría así que no puede ser guía para nosotros.

6. Asegura bien tus fuentes. No corras detrás de novedades ni te dejes atraer por modas que hoy estan y mañana pasan. Autores serios, profundos, de vida santa y amplia recomendación por la Iglesia: esos son los que pueden darte mayor claridad y dejar una huella positiva y profunda en tu corazón creyente.

7. Y una vez más: no olvides a tu gente. No olvides tus raíces. No olvides que te debes a los sencillos y que ellos tienen derech a recibir Pan del Cielo. No lo que a nosotros nos parezca más interesante o fácil sino lo que Cristo ganó para ellos a precio de su sacrificio en la Cruz. Y esta es mi última recomendación: recuerda la Cruz; recuerda el valor de esa Sangre. No la hagas inútil acomodándote a lo que el mundo diga y ni siquiera a lo que la gente quiere oír. Haz fecundo el sacrificio de tu Señor uniéndote tú mismo en sacrificio por amor a Dios y a su pueblo.

#GuerraSemántica

10 enunciados que muestran que la Guerra Semántica continúa con mayor fuerza que nunca. ¡Ánimo, discípulos de Jesucristo!

  1. 01 de 10 #Misionero: Al usar tus palabras nunca olvides que el demonio regala sus propios diccionarios.
  2. 02 de 10 Una de las estrategias de los adversarios de la fe es repetir lo tú que dices, entendiendo lo que ellos entienden.
  3. 03 de 10 Ya que no pueden evitar que la gente mencione a Dios, lo calumnian o lo trivializan.
  4. 04 de 10 Los tres términos más deformadas hoy: “ser espiritual,” “amar” y “ser tolerante.”
  5. 05 de 10 Dicen que predicamos “odio” quienes denunciamos lo moralmente incorrecto; y para fomentar la “paz,” nos amordazan.
  6. 06 de 10 Los mismos que sacan la fe de la plaza pública para encerrarla en los templos después queman los templos.
  7. 07 de 10 Ningún acto tan sagaz como cuando los racionalistas se autodesignaron árbitros de los conflictos entre creyentes.
  8. 08 de 10 Nada más tonto de parte de los cristianos que ceder la organización social a la especulación racionalista atea.
  9. 09 de 10 Retuercen la palabra “paz” para que parezca que sólo es violento el que no está de acuerdo con el orden impuesto.
  10. 10 de 10 Y los que prohiben que se juzgue tienen un juicio implacable contra todo el que llame bien al bien y mal al mal.

Serie primero publicada en mi cuenta de Twitter.

Doctrina católica y falsas expectativas

“La Iglesia no formula sus enseñanzas según parámetros de tipo sociológico. No hace encuestas para ver cuántas personas creen en la Trinidad y cuántas no creen. No se adapta a las tendencias de la gente para ganarse más “adeptos”. No busca contentar a los políticos ni a los periodistas…”

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¿Moral de actos o de actitudes?

“Los modernistas que defienden la moral de actitudes frente a la de los actos afirman que de ese modo se acaba con el rigorismo y la casuística. Pero omiten reconocer que al no reconocer cada acto pecaminoso en su maldad, la conciencia inicia una peligrosa dinámica de auto-justificación…”

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