Comunion y Comunidad, 10 de 10

Comunion y comunidad en Cristo. Retiro espiritual en el Monasterio de las Dominicas de Lerma. Tema 10 de 10: Virtudes teologales y vida de comunidad.

FE

– Según la Biblia, la fe no es autosugestión, “energía positiva,” o hacer de cuenta que las cosas son lo que no son. La fe no consiste en cerrar los ojos y concentrarse en convicciones interiores sino en abrir los ojos hasta ver, en profundidad, lo que no resulta aparente.

– Así entendidos, los “ojos” de la fe nos invitan a ver al hermano en su realidad de necesidad ante Dios. La Biblia no paga homenaje al hombre sino a la obra que Dios realiza en él. Así también nosotros, movidos por la fe, vemos al mismo tiempo la necesidad y la posibilidad en el hermano.

ESPERANZA

– Esta virtud no alude sólo al “más allá;” se practica ya en esta tierra cuando acometemos (virtud de la fortaleza) caminos nuevos, como por ejemplo, al responder a una vocación.

– En lo cotidiano, la esperanza nos invita a mirar por encima de nuestras barreras y prejuicios, y a preguntarnos qué NO hemos visto en aquellas personas que hemos etiquetado.

AMOR

– La clave para amar está siempre en que “Dios nos amó primero” como dice la Primera Carta de Juan. El amor fraterno en comunidad no es, pues, asunto de solas relaciones humanas, simpatía, o tolerancia estoica.

– Sabiéndonos acogidos en Cristo, nos entregamos mutuamente a su poder, para que Él haga en nosotros como se cuenta en la Carta a los Efesios: derribando el muro de odio que separaba a judíos y gentiles. El es nuestra unidad; El es nuestra paz.

Creer y Amar, 2 de 4

Creer y Amar – Enseñanzas en la Asamblea Regional de Levante, España, 2011. Tema 2: Llegar a creer y confiar en Cristo. Exteriormente, el proceso va de la extrañeza y la admiración, al gusto por saber de él; luego, sentirlo próximo, relacionarlo con cosas de la propia vida; y luego rendirse a él. Mientras tanto, es el Espíritu Santo quien hace posible el asentimiento de corazón.

Retiro de Cuaresma 2011, 2 de 6

Retiro de Cuaresma 2011. Predicación en la parroquia de St. Patrick, en Miami. Tema 2 de 6: Juan Pablo II, un hombre de fe. Memoria de dos de los grandes regalos que el papa polaco dejó a nuestra Iglesia: el catecismo, compendio de la fe, y el Código de Derecho Canónico. Además, testimonios de personas que se convirtieron a la fe de manera repentina e inexplicable con la sola presencia del Papa.

Lenten Retreat 2011, Talk 2 of 6

Lenten Spiritual Retreat 2011, Talk 2 of 6: Faith as visible in the life and works of Pope John Paul II. True witness to faith in his way of enduring all kind of suffering and overcoming so many obstacles, pope John Paul has also underlined particular aspects of Christian faith, chiefly, that faith is an encounter and not simply a beautiful set of interlocking ideas. His theology of the body and the way he insisted in the role of the Church in order to keep and transmit the true faith remain current and most remarkable.

Emil Cioran, el ateo creyente

“Soy un extranjero para la policía, para Dios, para mí mismo”. Este es quizá el lapidario y fulgurante carnet de identidad de Emil Cioran, nacido hace cien años, el 8 de abril de 1911 en Rasinari, en la Transilvania rumana. Este inclasificable escritor-pensador, en 1937, a los 26 años, emigró a París, donde vivió hasta su muerte, en 1995. Extranjero, por tanto, por su patria de origen, que había cancelado de su registro civil personal, abandonando incluso su idioma. Fue extranjero en la nación que le había acogido, a causa de su constante aislamiento: “Eliminaba de mi vocabulario una palabra tras otra. Acabada la masacre, solo una sobrevivió: soledad. Me desperté satisfecho”.

Extranjero, por último, para Dios, a pesar de que era hijo de un sacerdote ortodoxo. Tan extranjero que se inscribió en la “raza de los ateos”, y sin embargo, vivió con el ansia insomne del seguimiento del misterio divino. “Siempre he dado vueltas alrededor de Dios como un delator: al no ser capaz de invocarle, le he espiado”. Por este motivo querría hablar brevemente de él, sin la pretensión de superar mi recinto de teólogo adentrándome en el análisis crítico literario , que otros harán en este centenario. Cioran, de hecho, se puso al acecho en varias ocasiones para tender una emboscada a Dios, obligándole a reaccionar y, por tanto, a mostrarse.

Es emblemático el diálogo que entabló a distancia con el teólogo Petre Tutea. Éste no había abandonado su tierra, a pesar de haber pasado 13 años en las cárceles de Ceausescu, ni mucho menos su fe, hasta el punto de que replicó así a Cioran: “Sin Dios, el hombre no es más que un pobre animal, racional y hablante, que no viene de ninguna parte, y que no sabe adónde va”. En realidad, su interlocutor no era ateo ni agnóstico, pues había llegado a sugerir a los teólogos su particular camino “estético” para demostrar la existencia de Dios. De hecho, en “De lágrimas y santos” (Tusquets Editores, 1988), escribía: “Cuando escucháis a Bach, veis nacer a Dios… Después de un oratorio, una cantata, o una ‘Pasión’, Dios debe existir… ¡Y pensar que tantos teólogos y filósofos han derrochado noches y días buscando pruebas de la existencia de Dios, olvidando la única!”.

Cioran acusa a Occidente de un delito extremo, el de haber extenuado y disecado la potencia regeneradora del Evangelio: “Consumado hasta los huesos, el cristianismo ha dejado de ser una fuente de maravilla y de escándalo, ha dejado de desencadenar vicios y fecundar inteligencias y amores”. Este Qohelet-Ecclesiastés moderno se transforma, entonces, en una especie de “místico de la Nada”, dejando entrever el escalofrío de las “noches del alma” de ciertos grandes místicos, como Juan de la Cruz o Angelus Silesius, remontando hasta el desconcertante cantor del nexo Dios-Nada, el famoso Maestro Eckhart de la Edad Media. “Era todavía niño, cuando conocí por primera vez el sentimiento de la nada, tras una iluminación que no lograría definir”. Una epifanía de luz obscura, podríamos decir, utilizando un oxímoron del Job bíblico.

“Siempre hay alguien por encima de uno mismo –seguía diciendo–; más allá del mismo Dios se eleva la Nada”. Aquí está la paradoja: “El panorama del corazón es: el mundo, más Dios, más la Nada. Es decir, todo”. Y, por tanto, esta es su conclusión: “¿Y si la existencia fuera para nosotros un exilio y la Nada una patria?”. La Nada, siempre según este oxímoron, se convierte en el nombre de un Dios, ciertamente muy diferente al Dios cristiano, y sin embargo dispuesto como él a recoger el malestar existencial de la humanidad. Escribía Cioran, evocando la “psicostasía” del antiguo Egipto, es decir, el momento en el que se pesaban las almas de los difuntos para verificar la gravedad de sus culpas: “En el día del juicio sólo se pesarán las lágrimas”. En el tiempo de la desesperación, de hecho, ciertas blasfemias –declaraba Cioran siguiendo a Job– son “oraciones negativas”, cuya virulencia es más acogida por Dios que la acompasada alabanza teológica (la idea ya había sido formulada por Lutero).

Por tanto, Cioran es un ateo-creyente sui generis. Su pesimismo, es más, su negacionismo se debe más bien a la humanidad: “¡Si Noé hubiera recibido el don de leer en el futuro, no cabe duda de que él mismo hubiera provocado el hundimiento!”. Y aquí la Nada se convierte en la mera nada, un vacío de aniquilamiento: adorar la tierra y decirse que en ésta está el fin y la esperanza de nuestros afanes, y que sería inútil buscar algo mejor para descansar y disolverse”. El hombre hace que pierdas toda fe, es una especie de demostración de la no existencia de Dios y desde esta perspectiva se explica el pesimismo radical de Cioran, que brilla ya en los títulos de sus libros: “Del inconveniente de haber nacido”, “La tentación de existir”, “En las cimas de la desesperación”, “Desgarradura”, “Silogismos de la amargura”, etc. Y en ocasiones es difícil no darle la razón, al mirar no sólo la historia de la humanidad, sino también el vacío de tantos individuos que no tiene nada de la trágica Nada trascendente: “De muchas personas se puede decir lo que se dice en el caso de algunas pinturas, es decir, que la parte más preciosa es el marco”. Pero, por suerte, y esta es la gran contradicción, también existe, como antes decíamos, Bach…

Publicado via email a partir de Palabras de camino

Fundamentalismo y Racionalismo son negaciones de la dignidad humana

No se ha de olvidar que el fundamentalismo religioso y el laicismo son formas especulares y extremas de rechazo del legítimo pluralismo y del principio de laicidad. En efecto, ambos absolutizan una visión reductiva y parcial de la persona humana, favoreciendo, en el primer caso, formas de integrismo religioso y, en el segundo, de racionalismo. La sociedad que quiere imponer o, al contrario, negar la religión con la violencia, es injusta con la persona y con Dios, pero también consigo misma. Dios llama a sí a la humanidad con un designio de amor que, implicando a toda la persona en su dimensión natural y espiritual, reclama una correspondencia en términos de libertad y responsabilidad, con todo el corazón y el propio ser, individual y comunitario. Por tanto, también la sociedad, en cuanto expresión de la persona y del conjunto de sus dimensiones constitutivas, debe vivir y organizarse de tal manera que favorezca la apertura a la trascendencia. Por eso, las leyes y las instituciones de una sociedad no se pueden configurar ignorando la dimensión religiosa de los ciudadanos, o de manera que prescinda totalmente de ella. A través de la acción democrática de ciudadanos conscientes de su alta vocación, se han de conmensurar con el ser de la persona, para poder secundarlo en su dimensión religiosa. Al no ser ésta una creación del Estado, no puede ser manipulada, sino que más bien debe reconocerla y respetarla.

Publicado via email a partir de Palabras de camino

III-E. La fe verdadera da fruto de buenas obras

129. Hermanos míos, ¿de qué le sirve a uno alegar que tiene fe si no tiene obras? (St 2,14)

130. Muchos hombres se dicen piadosos; pero un hombre fiel, ¿quién lo encontrará? (Pr 20,6)

131. Lo que tengáis que hacer hacedlo de corazón, como sirviendo al Señor y no a los hombres; convencidos de que de el Señor recibiréis como recompensa la herencia. (Col 3,23-24)

Tiene que haber conflicto entre la ciencia y la fe?

ciencia y fe
“La ciencia no nos obliga a reducir todo conocimiento al conocimiento científico, ni toda la realidad a la realidad observable en un laboratorio. Esta opción, epistemológica u ontológica, va más allá de la ciencia misma y tiene que ver, más bien, con las presuposiciones de los hombres que se dedican a las labores científicas. Y entre los hombres de ciencia, como entre los demás hombres, se pueden dar las más variadas opciones filosóficas e intelectuales…” Click!

III-D. El ejercicio continuo de la fe

125. Fe es la constancia de lo que se espera, la prueba de lo que no se ve. (Hb 11,1)

126. Y mientras vivo en carne mortal, vivo de fe en el hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí. (Ga 2,20)

127. Por la fe en Cristo Jesús todos sois hijos de Dios. Los que os habéis bautizado consagrándoos a Cristo os habéis revestido de Cristo. Ya no se distingue judío y griego, esclavo y libre, hombre y mujer, pues con Cristo Jesús todos sois uno. Y si vosotros pertenecéis a Cristo, sois descendencia de Abrahán, herederos de la promesa. (Ga 3,26-29)

128. Mientras tenéis luz, creed en la luz para estar iluminados. (Jn 12,36)