Ministros Extraordinarios de la Comunion

Hermano en el Señor, Fray Nelson: Soy Ministro Extraordinario de la Comunión. Hay sacerdotes que critican muchísimos al Ministro Extraordinario de la Comunión (MEC). Lo critican y no lo quieren en el Altar. Hay otros sacerdotes, en cambio, que lo quieren en todo. Podría explicarme que puede y que no puede hacer, desde el punto de vista litúrgico, un Ministro Extraordinario de la Comunión. Y por supuesto, su opinión personal. Gracias. – E.D., Desde Venezuela

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Hay que comer de este pan

Hay que comer de este pan

Todos conocemos las palabras con las que Jesús instituyó el sacramento por excelencia: “Tomad y comed, esto es mi cuerpo… Tomad y bebed, este es el cáliz de mi sangre…” (Lucas 22,19-20). Es bueno preguntarse qué son esas palabras: ¿Una sugerencia? ¿Una orden? ¿Una petición? Probablemente las tres cosas.

Una sugerencia

En la tradición católica se suele distinguir entre los mandatos y los consejos. La Eucaristía es ambas cosas; pero pienso que en primer lugar es un consejo, una sugerencia que hemos de recibir con el mismo amor con que fue pronunciada.

Una sugerencia es como una invitación. En Apocalipsis 3,20 leemos que Cristo toca nuestra puerta y llama; “si alguno me abre, entraré, y cenaré con él y él conmigo.” No es una obligación sino una propuesta. Cristo quiere que yo abra la puerta porque él ha abierto primero su puerta. Quiere que mi corazón se abra porque él suyo está ya abierto, dramáticamente abierto por la lanza del soldado.

Los judíos preguntaban: “¿Cómo puede este darnos a comer su carne?” (Juan 6,52). Esa misma pregunta puede hacerse de muchas maneras en la vida de Jesús. Podemos preguntar, en efecto: ¿Cómo puede ser que Dios se encarne y se haga uno de nosotros? ¿Cómo puede él decirnos que hay que nacer de nuevo? ¿Acaso debe uno entrar de nuevo en el vientre de la madre? ¿Cómo puede él entregarse de ese modo tan completo y tan perfecto al servicio de los más despreciados, como son los leprosos, los paralíticos, los posesos del demonio, en vez de dedicar su tiempo a construir buenas relaciones con los poderosos y la gente influyente? ¿Cómo puede Dios cargar sobre sí nuestros pecados y subir así cargado a la Cruz? ¿Cómo puede el más santo morir sin una queja y sólo suplicando perdón para sus enemigos? ¿Cómo puede resucitar esa carne macerada por nuestros maltratos?

La respuesta a todas esas preguntas es la misma: el amor.

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Eucaristia, Medicina de Amor

(1) Los seres humanos necesitamos amor; es una fuerza que en ocasiones llega a ser mayor que el apego a la vida misma. (2) Pero el amor se ha dañado, fracturado, ensuciado. (3) Por eso necesitamos que Cristo sane nuestro amor y nuestro amar: su Sangre hace como una transfusión en nosotros, y su Cuerpo es Pan Vivo, es decir, alimento que llega vivo y actuante a nosotros.

Nueve Visitas al Santisimo Sacramento

visita santisimo
“¡Qué comparación puede haber entre una imagen cualquiera por muy hermosa y milagrosa que pueda ser, con la Hostia Consagrada, que NO es la Imagen, ni la Figura, ni el Símbolo, ni la Representación de Nuestro Señor Jesucristo, sino El mismo, VIVO Y GLORIOSO COMO ESTA EN EL CIELO!…” Click!

Cuando celebro Cristo la Cena de Pascua?

En el centro de la cena pascual, ordenada según determinadas normas litúrgicas, estaba el cordero como símbolo de la liberación de la esclavitud en Egipto. Por este motivo, el haggadah pascual era parte integrante de la comida a base de cordero: el recuerdo narrativo de que había sido Dios mismo quien había liberado a Israel “con la mano alzada”. Él, el Dios misterioso y escondido, había sido más fuerte que el faraón, con todo el poder de que disponía. Israel no debía olvidar que Dios había tomado personalmente en sus manos la historia de su pueblo y que esta historia se basaba continuamente en la comunión con Dios. Israel no debía olvidarse de Dios.

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Retiro Espiritual de Sacerdotes, 2009 (7 de 8)

Encuentro con un grupo de sacerdotes de la Arquidiócesis de Medellín (Nov. de 2009). Tema 7 de 8: La dimensión sacrifical de la Eucaristía: Un aspecto que, por olvidado, ha traído graves consecuencias pastorales y litúrgicas. Por contraste, desde una presentación bíblica termina por descubrirse la hondura asombrosa de aquello que sucedió en la Cruz y sucede en la Misa.

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