Las dos etimologias de la educacion

“Desde una antropología y una pedagogía cristianas, esta dicotomía que acabo de presentar a grandes rasgos, no existe. El ser humano, ni es radicalmente malo, ni radicalmente bueno. Ni Calvino, ni Rousseau: Jesucristo. El ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, posee un diseño original bueno, para la verdad, el bien y la belleza. Pero también es libre. Y en uso de su libertad puede elegir el mal. Y de hecho lo elige. Y haciendo el mal, su diseño original para el bien se debilita, se oscurece. No se anula, ni se corrompe para siempre. Sólo se quiebra como una caña cascada y titila como una mecha vacilante. Pero en Jesucristo muerto y resucitado obtendrá, también bajo condición de asumirla libremente, la posibilidad de ser regenerado, de nacer de nuevo, de recuperar el diseño perdido y realizarse en el bien…”

Educar

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Renovar la escuela catolica, en orden a la Nueva Evangelizacion

“En esta educación fundada sobre el “humanismo cristiano”, lo sustantivo es la centralidad del hombre y lo adjetivo y secundario, su condición de “cristiana”, que deviene en algo accesorio, marginal y poco o nada significativo en la vida de cualquiera de estos colegios. El carácter cristiano de nuestros colegios se ha convertido en un ligero barniz que queda bien ante un público burgués liberal, siempre y cuando no se note demasiado ni exija mayores compromisos…”

Renovar la escuela católica

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Fe y Educacion, 3 de 3, Propuestas de fondo

Ciclo de conferencias en la ciudad de Santa Fe, Argentina, a un grupo de docentes y directivos.

Tema 3 de 3: Propuestas de fondo

  • No se puede renunciar a la educación como evangelización.
  • Educación basada en una base–no necesariamente cronológica–de conversión.
  • Educación construida como pacto explícito entre directivos, docentes, administrativos y estudiantes.
  • Educación integral: afectiva, intelectual, moral, social
  • Educación en diálogo con la historia particular, familiar, regional y universal
  • Educación dialécticamente conectada con la vida laboral y los espacios de liderazgo social
  • Educación con una visión de trascendencia, a partir de la pertenencia actual a una comunidad, la Iglesia, que supera el aquí y el ahora, sin despreciarlos

Fe y Educacion, 2 de 3, Cuestionamientos internos

Ciclo de conferencias en la ciudad de Santa Fe, Argentina, a un grupo de docentes y directivos.

Tema 2 de 3: Cuestionamientos internos

  • ¿Hay un futuro? ¿Educarse prepara para el éxito?
  • ¿No es la vida un póker con cartas marcadas?
  • ¿Ser bueno, ser exitoso y ser feliz en qué se parecen realmente?
  • ¿Hay algo más poderoso que la sensación y el impacto?
  • ¿Por qué habría que creer en la Iglesia?

Fe y Educacion, 1 de 3, Condicionamientos externos

Ciclo de conferencias en la ciudad de Santa Fe, Argentina, a un grupo de docentes y directivos.

Tema 1 de 3: Condicionamientos externos

  • Dos “creaciones”: el individuo y la juventud.
  • Dos suposiciones: la certeza existe sólo en la ciencia; el poder reside sólo en el pueblo.
  • Dos medidas: la realidad es estadística; el buen gobierno se mide en PIB.
  • Dos mecanismos de presión: educación y salario son ambos derechos; programas y resultados son ambos deberes.
  • Dos transferencias: la familia delega en el colegio; el estado toma de la familia

Educacion Catolica, 020

25. Hermanos, en el proceso de adquisición del Reino de Dios hay un orden. Primero debemos tener vida sacramental íntegra y sincera; también debemos tener vida interior, sin la cual es imposible se instale el Reino en nosotros. O sea, nuestra alma debe estar viva y despierta, lo cual se logra por medio de los Sacramentos y de acatar la recomendación de dulce Jesús: “niégate a ti mismo, toma tu cruz y sígueme”. Con los Sacramentos adquiere vida sobrenatural el alma y con la negación de uno mismo despierta, o sea, se activa.

Sólo la Iglesia tiene la potestad de dar vida sobrenatural al hombre, y dicha potestad conferida por su fundador Jesucristo; esta vida se recibe por medio de los Sacramentos y se conserva por la fidelidad a los mismos. Mas para que el alma tenga vida activa o despierta, el hombre debe aprender a negarse para que su ser interior, su “hombre interior”, adquiera vida y presencia activa en su interior. Sin este requisito, el Reino de Dios no puede asentarse en el interior, pues ¿cómo se asentaría el Reino en un alma muerta por el pecado o dormida por no atenderla dándole alimento y ejercicio?

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Educacion Catolica, 019

Instaura el Reino en tu vida

25. Hermanos, en el proceso de adquisición del Reino de Dios hay un orden. Primero debemos tener vida sacramental íntegra y sincera; también debemos tener vida interior, sin la cual es imposible se instale el Reino en nosotros. O sea, nuestra alma debe estar viva y despierta, lo cual se logra por medio de los Sacramentos y de acatar la recomendación de dulce Jesús: “niégate a ti mismo, toma tu cruz y sígueme”. Con los Sacramentos adquiere vida sobrenatural el alma y con la negación de uno mismo despierta, o sea, se activa.

Sólo la Iglesia tiene la potestad de dar vida sobrenatural al hombre, y dicha potestad conferida por su fundador Jesucristo; esta vida se recibe por medio de los Sacramentos y se conserva por la fidelidad a los mismos. Mas para que el alma tenga vida activa o despierta, el hombre debe aprender a negarse para que su ser interior, su “hombre interior”, adquiera vida y presencia activa en su interior. Sin este requisito, el Reino de Dios no puede asentarse en el interior, pues ¿cómo se asentaría el Reino en un alma muerta por el pecado o dormida por no atenderla dándole alimento y ejercicio?

Pues bien, con el alma dispuesta y con la práctica y cultivo de los Sacramentos, entonces empieza a situarse el Reino de Dios; entonces los ángeles y los santos, entablan una amistad cercana e íntima con el hombre, aprendiendo unidos.

Y es hasta entonces, cuando están instalados los súbditos en el alma, cuando la Reina celestial puede también establecerse en el interior; pues cuando el hombre se niega a sí mismo y toma su cruz y participa de la Cruz del Señor, entonces la Reina celestial puede permanecer en el interior sin ser atacada u ofendida por nuestro mal interior; además que es custodiada por sus súbditos ángeles y santos.

Y estando la Reina y sus ejércitos, entonces el Rey toma posesión del ser del hombre de manera permanente, iniciando el misterioso proceso de la unificación; es decir, el proceso de la santificación-deificación que consiste en hacerse “perfectamente uno” (Jn 17, 23) con el hombre.

Queridos hermanos, busquemos con afán el Reino de Dios, así como nos lo indica nuestro Salvador, a fin de que Él se aposente en nuestro corazón. Pidamos con humildad tal don al Padre Bueno, quien se desvive por hacernos suyos y darnos sus bienes.

[Texto original de Juan de Jesús y María.]

Educacion Catolica, 017

Instruir y mas que instruir

ENSEÑAR

19. Ya aceptada la necesidad de negar al “hombre viejo”, y la actualización de un “hombre exterior” fiel, y servicial de la voluntad de Dios; comprendiendo que la educación debe llegar al alma (hombre interior) y a Jesús en el alma, el cual debe “crecer en estatura, gracia y sabiduría ante Dios y los hombres” (cf. Lc 2, 52); entonces la enseñanza y la instrucción serán dirigidas a que el Reino de Dios se asiente en el alma, a fin de que el Rey Jesús se establezca en ella de manera segura y permanente.

La enseñanza tendrá dos aspectos: a) Comunicar conocimientos, habilidades, ideas o experiencias a quien no las tiene con la intención de que las aprenda, y b) Realizar las acciones necesarias para ejecutar el proceso de aprendizaje.

Este doble aspecto suele llamarse enseñanza-aprendizaje, el cual implica un saber y un saber hacer. Es decir, un conocimiento llevado a una práctica que influya y transforme a los demás.

INSTRUIR

20. El concepto de “instrucción” lo caracterizamos como la información con fines parciales y prácticos. Como ejemplo puede ser una regla monacal, o un instructivo o manual para llevar a cabo una actividad útil.

Es verdad que estos conceptos de educar, enseñar e instruir son utilizados por el mundo en el lenguaje educativo. Pero en el seno de la educación católica tienen un significado diferente, pues conllevan a un proceso en el cual Dios enseña y aprende en el hombre. Un proceso que tiene como objetivo conformar al hombre con Cristo.

Los conocimientos mundanos son útiles sólo si el Espíritu los selecciona y los aplica, de lo contrario son vanos; pues se pueden considerar a sus instructores como “ciegos guiando a ciegos”.

Al discípulo de Cristo le cuesta trabajo inmiscuirse con la educación mundana, pero si es enviado por la santa Iglesia a comprenderlo para aplicarlo en bien de los hermanos, entonces se le saca provecho. Pero no es algo agradable suspender o aplazar la verdadera educación para tocar una enseñanza que está viciada de principio, pues se hace sin tomar en cuenta la Sabiduría de Dios.

Pero sólo se justifica este ejercicio o instrucción si el que lo hace es enviado por un Obispo, a quien el Espíritu le hizo ver dicha necesidad. Porque debe ser enviado quien esté fuerte en el discipulado, para no ser influido por lo negativo de la educación mundana; pues quien no está cimentado en la Doctrina, corre el riesgo inmenso de ser desviado y separado de la santa Madre Iglesia.

COROLARIO

21. Es obvio suponer que en un seminario católico lo que debe primar es la educación católica, debido a que la intención es formar sacerdotes de Cristo, los cuales sean discípulos de Él. De no ser así, si en los seminarios se le da más importancia a la educación mundana se está en el error, y hay el peligro de formar sacerdotes que son del mundo y no de Dios; lo cual es un escándalo para las almas que anhelan al Amado. Y se puede cumplir lo que dice san Pablo:

“Porque habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron en sus razonamientos y su insensato corazón se entenebreció: jactándose de sabios se volvieron estúpidos… Por eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una impureza tal que deshonraron entre sí sus cuerpos… Y como no tuvieron a bien guardar el verdadero conocimiento de Dios, entregolos Dios a su mente insensata, para que hicieran lo que no conviene” (Rm 1, 20-22, 24, 28).

Debido a que no todo lo que hay en el mundo es malo, algunos conocimientos, experiencias y métodos pueden ayudar a explicar y a mejorar la educación católica. Pero quien discierne lo que es bueno de lo que no, es el Espíritu Santo en el Magisterio infalible de la santa Iglesia. Es un error no tomar en cuenta lo bueno que hay en el mundo, pero es un error mayor dejarse influir por él. Por tanto, nunca el mundo debe condicionar el quehacer educativo de la santa Iglesia, sino el Espíritu de Dios.

[Texto original de Juan de Jesús y María.]

Educacion Catolica, 016

Educarse para superar el pecado

18. Educar entonces es: “guiar y sacar a luz” al hombre verdadero imagen y semejanza de Dios, y “guiar y sacar a luz” al Niño Dios que nace en nuestra alma por medio del Bautismo; los cuales se fortalecen y crecen por medio de los demás Sacramentos.

Pero como el “hombre viejo” está hecho uno con nosotros es menester negarnos, renunciar a nosotros mismos para someterlo y erradicarlo por medio de la Cruz de Jesús: “Sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado con Él, a fin de que fuera destruido el cuerpo de pecado y cesáramos de ser esclavos del pecado” (Rm 6, 6).

Pues una verdadera educación tiene como condición la superación del pecado interior y exterior para poder lograr una mejor conformación con Cristo.

Para lograrlo, el Señor ha puesto como intercesora a nuestra dulce Madre y Maestra celestial; al respecto dice el santo Papa Juan Pablo II:

“El Rosario nos transporta místicamente junto a María, dedicada a seguir el crecimiento humano de Cristo en la casa de Nazaret. Eso le permite educarnos y modelarnos con la misma diligencia, hasta que Cristo ‘sea formado’ plenamente en nosotros” (RVM 15).

“Recorrer con María las escenas del Rosario es como ir a la ‘escuela’ de María para leer a Cristo, para penetrar sus secretos, para entender su mensaje… una escuela, la de María, mucho más eficaz, si se piensa que Ella la ejerce consiguiéndonos abundantes dones del Espíritu Santo y proponiéndonos, al mismo tiempo, el ejemplo de aquella ‘peregrinación de la fe’, en la cual es maestra incomparable (Ibíd. 14).

Es indispensable la negación de nosotros mismos y tomar la Cruz de Jesús para que lo malo que somos y contenemos pueda ser sometido y erradicado, a fin de que la educación católica culmine con la conformación con Cristo, a grado de llegar a ser Alter Christus.

Es importante hacer notar que si el “hombre viejo” no es sometido y erradicado de nosotros, entonces él con nuestra complicidad, puede tomar los dones de Dios y las facultades del alma y el cuerpo para hacer sus caprichos.

Por ello es indispensable el discipulado, el cual tiene como requisito la negación de sí mismo, tomar nuestra cruz y seguir a Jesús hasta las últimas consecuencias.

[Texto original de Juan de Jesús y María.]

Educacion Catolica, 015

Partir de la realidad de los efectos del pecado

16. Estas definiciones, requisitos y condiciones implican la distinción de los diferentes niveles del ser a los cuales va orientada la educación.

Expliquemos esto: a causa del pecado original el hombre quedó dividido en su ser: en un “hombre exterior” y un “hombre interior”. Además el hombre exterior dividido en un hombre exterior bueno y otro desfigurado y con la imagen del mal, al cual san Pablo denomina “hombre viejo”.

Parte de la educación católica está destinada a comprender esta división del hombre, para poder lograr con la ayuda de la gracia y el esfuerzo propio la unidad del ser humano:

“La doctrina sobre el pecado original -vinculada a la de la Redención de Cristo- proporciona una mirada de discernimiento lúcido sobre la situación del hombre y de su obrar en el mundo. Por el pecado de los primeros padres, el diablo adquirió un cierto dominio sobre el hombre, aunque éste permanezca libre. El pecado original entraña ‘la servidumbre bajo el poder del que poseía el imperio de la muerte, es decir, del diablo’ (Cc. de Trento: DS 1511, cf. Hb 2, 14).

“Ignorar que el hombre posee una naturaleza herida, inclinada al mal, da lugar a graves errores en el dominio de la educación, de la política, de la acción social (cf. CA 25) y de las costumbres” (CEC 407).

“A través de toda la historia del hombre se extiende una dura batalla contra los poderes de las tinieblas que, iniciada ya desde el origen del mundo, durará hasta el último día según dice el Señor. Inserto en esta lucha, el hombre debe combatir continuamente para adherirse al bien, y no sin grandes trabajos, con la ayuda de la gracia de Dios, es capaz de lograr la unidad en sí mismo” (GS 37, 2).

17. Si no se considera esta desarmonía en el ser del hombre, si no se toma en cuenta que está dividido y desfigurado en su ser, y que continuamente brotan de su interior inclinaciones que le llevan al mal. Y si no se tiene la convicción bien arraigada que sólo con la ayuda del Espíritu Santo es posible trascender estos problemas, lo que se haga para educarlo se establece en arenas movedizas y no en bases sólidas, pues:

“Si Dios no es el que construye, en vano se esfuerzan los constructores” (Sal 127, 1).

[Texto original de Juan de Jesús y María.]

Educacion Catolica, 014

¿Qué es educar?

15. Etimológicamente hablando educación proviene del latín Educare (guiar) y de Educere (sacar a la luz).

La educación católica es una dinámica de dos procesos: uno que guía al educando y otro que propicia que los dones de Dios recibidos en el Bautismo, guardados en el interior del bautizado, salgan a la luz para conformarle una personalidad que manifieste la de Cristo.

La palabra “pedagogía”, la cual involucra una ciencia y un hecho educativo, proviene del griego paidagogeo; en el cual paidos significa “niño” y ágo significa “líder”, o sea, pedagogía o educar significa: “dirigir al niño”.

Ahora bien, un principio católico muy fundamental e importante es:

“En verdad os digo, si no os volviereis y os hiciereis como niños, no entraréis al reino de los cielos” (Mt 18, 3).

Entonces, si no nos convertimos y no nos hacemos como niños, no entraremos al Reino de Dios, lo cual es una de las metas u objetivos primordiales de la educación y la religión católica.

Y como Pedagogía, o sea, como ciencia de la educación, implica “dirigir al niño”, si no pedimos al Padre celestial nos haga niños, entonces no hay conducción, educación y enseñanza católica.

Nuestra alma necesita ser vivificada y puesta en actividad, para que depurada y renovada, se asemeje a un niño tierno, inocente y puro. Y para que el Niño Dios pueda nacer y crecer en ella. Pues “hacerse como niño” no es hacer infantilismos, sino que implica un cambio profundo del ser y el surgimiento de un Nuevo Ser en él:

“‘Hacerse niño’ con relación a Dios es la condición para entrar en el Reino (cf. Mt 18, 3-4); para eso es necesario abajarse (cf. Mt 23, 12), hacerse pequeño; más todavía: es necesario ‘nacer de lo alto’ (Jn 3,7), ‘nacer de Dios’ (Jn 1, 13) para ‘hacerse hijos de Dios’ (Jn 1, 12).

“El Misterio de Navidad se realiza en nosotros cuando Cristo ‘toma forma’ en nosotros (Ga 4, 19). Navidad es el Misterio de este ‘admirable intercambio’: El Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una virgen y, hecho hombre sin concurso de varón, nos da parte en su divinidad” (CEC 526).

La educación católica verdadera involucra una educación para el hombre exterior, una para el alma y otra para el Niño Dios que nace y crece en el alma. Cristo debe “tomar forma” en nosotros para que la educación y la enseñanza sean reales, es decir, para que sean en Espíritu y Verdad.

[Texto original de Juan de Jesús y María.]

Educacion Catolica, 013

El Dador de Vida

14. ¿Y qué es lo “mandado” por Jesús? Como una orden es: “Id a hacer discípulos y a Bautizar, enseñándoles a guardar lo que os he mandado”. Y como un envío o regalo es: guardar principalmente al Espíritu Santo, el cual Él nos ha dado en cumplimiento de la promesa del Padre; don que ha conseguido para nosotros sus hijos discípulos, a precio de su sangre.

Todos los dones del Bautismo se desprenden del don de dones que es el Espíritu Santo. Es más, la misma Iglesia, los Sacramentos y la Doctrina son obra y gracia del Espíritu de Dios. Por ello la Escritura nos recomienda:

“Guardaos de entristecer al Espíritu Santo de Dios, en el cual habéis sido sellados para el día de la redención” (Ef 4, 30; cf. Is 63. 10).

En efecto, el fiel y el discípulo han sido sellados por Dios y en Dios por los Sacramentos para actualizar la Redención. Sin la presencia del Espíritu Santo -el cual puede estar “cerca y junto”, o “en” el fiel y el discípulo3-, ninguna educación y enseñanza tienen sentido trascendente y real.

Por tanto es una necesidad apremiante el suplicar al Padre Bueno el don del Espíritu, pues sin Él nada tiene sentido. Sin Él que es “Dador de Vida”, estamos muertos en el alma y sumidos en la ignorancia y la corrupción. Él es el propósito y el sostén de toda educación y enseñanza verdaderas. La educación católica consiste básicamente en la petición a Dios de su Espíritu y en cultivar sus mociones. Esto se debe hacer a diario y en todo lugar.

[Texto original de Juan de Jesús y María.]

Educacion Catolica, 012

Ayudando unos a otros

13. Quien sabe guardar lo donado por Dios y cultivarlo, alcanza la madurez espiritual, y de esta manera y con el auxilio del Espíritu, puede ayudar a Cristo para conducir a los hermanos que empiezan. Y sabe que él no es ni puede ser el maestro, sino que en nombre del Maestro divino, lleva a los hermanos el consejo del Espíritu, para que complementen lo que el Espíritu les hace llegar a sus almas. El discípulo avanzado puede ayudar al Maestro con los demás discípulos y postulantes.

La Jerarquía eclesial es la indicada para ejercer la ayuda espiritual a la feligresía; principalmente los Obispos, quienes están en nombre de los Apóstoles, que a su vez son los enviados fidedignos de Cristo. Y como en los feligreses o laicos también hay discípulos y también los hay avanzados, necesitan de la venia de la Jerarquía para enseñar; y de la aprobación de un Obispo para conducir espiritualmente. De otra manera, podrán tener un gran conocimiento intelectual y hasta vivencial; pero si no son enviados, el saber trasmitido no tiene raíz espiritual verdadera.

[Texto original de Juan de Jesús y María.]

Educacion Catolica, 011

Muerte y vida

12. Para guardar (recibir) la Doctrina y todo aquello que Jesús nos manda, antes es preciso hacer una vacío en nuestro ser para que quepa. Debemos aprender a ser “arcas” vivas de la nueva alianza.

Y para hacer un vacío en nuestro ser debemos aprender, aparte de negarnos y renunciarnos a nosotros mismos, a anularnos. Debemos aprender a morir, porque si el grano de trigo no muere no puede dar fruto:

“Haced de cuenta que estáis muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús” (Rm 6, 11).

Quien está muerto, porque ha muerto con Cristo en su muerte liberadora y porque ha aceptado la Cruz de Cristo, está vacío de sí mismo, de sus gustos, caprichos, opiniones, intereses; de tal manera que ahora sí puede guardar los tesoros de la gracia que Dios le ha dado en el Bautismo -y los ha acrecentado con una vida sacramental sincera.

Está muerto, pero vivo: muerto al pecado y vivo por y para Cristo. Esta vacío, pero lleno: vacío del sí mismo viejo y de vanidad, pero lleno de gracia. El discipulado perfecciona este proceso de negación, renuncia y anulación de sí mismo. Y junto con esta depuración de sí mismo, que es una gracia que debe suplicar y cultivar, adquiere el don del monacato, o sea, la de estar a solas con Dios en su interior.

Para el discípulo esta cualidad del monje que le permite un aprendizaje más íntimo y elevado es muy necesaria, puesto que debe aprender a recibir la enseñanza de Cristo en lo que se le presenta fuera de él, y en aquello que se le presenta de manera bendita dentro de sí mismo. Y debe cotejar la enseñanza exterior con la interior, para que ambas se complementen y perfeccionen, pues ambas son necesarias en el discipulado.

Educacion Catolica, 010

Guardar lo mandado

11. Primero aclararemos que las palabras “guardar” y “mandado” tienen dos significados principales: cumplir y cuidar (valorar) para la primera, y envío (regalo) y ordenanza para la segunda.

Entonces el que es discípulo, en el seno de la Iglesia, enseña en nombre de Cristo a “guardar” su Doctrina e insta a cumplir sus mandamientos:

Nuestro Señor Jesucristo resume los Mandamientos en dos: “El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos” (Mc 12, 29-31).

“Si quieres entrar a la vida y quieres sabiduría guarda los mandamientos” (cf.: Mt 19, 17; Si 1, 26).

“Quien guarda sus mandamientos mora en Dios y Dios en él; en esto conocemos que mora en nosotros: por el Espíritu que nos ha dado” (1 Jn 3, 24).

“El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mc 8, 34).

El discípulo es aceptado y constituido por el Maestro y le sigue a Él y sólo a Él. Sin Jesús y su Espíritu no hay discípulo. El seguimiento al Maestro hace al discipulado; la conformación con Él, hace al hijo de Dios en el Hijo. Todo esto necesariamente en el seno de la Iglesia. Quien sigue a Jesús lo sigue en los superiores que Él ha asignado, no obstante en su apariencia, y por su personalidad, no lo parezca.

Cumplir los Mandamientos de Dios y de la Iglesia, cumplir con la obediencia de fe, es lo que hace al discípulo; pues quien desobedece no puede ser discípulo ni puede recibir la enseñanza ni guardarla.

[Texto original de Juan de Jesús y María.]