Conozcan las influencias que están desvirtuando la educación clásica y cristiana

“Emilio Boronat Márquez es profesor en la Facultad de Humanidades, Educación y Comunicación, de la Universitad Abat Oliba-CEU, de Barcelona. Padre de 4 hijos, miembro de la Asociación Católica de Propagandistas y de Schola Cordis Iesu. Fue director del Colegio Cardenal Spínola, de Barcelona. En esta entrevista nos habla de la importancia de educar a los jóvenes con una cosmovisión católica recta frente a las erróneas concepciones de Dios, del hombre y de la realidad de Rousseau y Kant…”

Haz clic aquí!

El Provincial de los Dominicos de Colombia habla sobre lo que significa ser educadores hoy

En la Liturgia de la Palabra, hemos escuchado la parábola del sembrador (Mateo 13,1-9), de la cual casi siempre se hacen dos interpretaciones o reflexiones, que giran en torno a dos aspectos: la tierra y la semilla.

– Semilla: la palabra de Dios que él va sembrando a través de sus predicadores en nuestras mentes y corazones y de la cual debemos dar fruto.

– La tierra: Somos nosotros el lugar que Dios se ha escogido para que esa palabra sea sembrada y según nuestra disposición esa semilla de la Palabra crecerá y dará fruto abundante o no.

Pero hoy quiero invitarlos a pensar no en la semilla ni tampoco en la tierra, sino en el sembrador. ¿Por qué? Porque como lo han afirmado algunos de nuestros pensadores dominicos, la figura que mejor refleja lo que es un maestro, es precisamente ésta, la de un sembrador o jardinero.

Eso son ustedes mis queridos maestros, unos sembradores. Con todo lo que esa palabra significa y con toda la humildad que esa palabra encierra.

La misión del maestro es así de sencilla: sembrar en sus discípulos la semilla del conocimiento, de la curiosidad, de la creatividad, de los valores, para que ellos, como lo hacen las plantas se desarrollen desde si, con sus potencialidades, sus capacidades, sus fortalezas, sus dones y den fruto para sí y para los demás.

Desde esta perspectiva del maestro como sembrador o jardinero, me gustaría compartir con ustedes algunas de las condiciones que creo hemos de tener nosotros. Lo voy a hacer aplicándoles hoy una FUERTE DOSIS DE VITAMINA C. ¿Por qué de vitamina C? porque todas las palabras de las cuales me voy a servir empiezan por la letra C, así que manos a la obra:

Un maestro, como un buen sembrador o jardinero que es, debe ser o tener:

1. Conocimiento: Un sembrador conoce bien su terreno, conoce bien las semillas, sabe de nutrientes, de abonos, sabe dónde sembrar.

Un buen maestro por su parte:

* Conoce a sus estudiantes, conoce su ritmo de aprendizaje, conoce sus motivaciones, sus inquietudes.

* Como un buen sembrador, el maestro sabe cuál es el mejor ambiente de aprendizaje y crecimiento de sus discípulos.

* Así mismo, un buen maestro, conoce su disciplina y sabe lo que enseña. Hoy más que nunca los estudiantes se dan cuenta cuándo los “cañamos”, cuándo les engañamos enseñándoles cosas que no son

* Un buen maestro conoce la realidad. Para enseñar cómo se debe vivir o desempeñarse en la vida, hay que conocer el mundo. Para generar conciencia de la problemática, hay que hacerlos mirar al mundo, porque nuestros discípulos no pueden vivir como en una burbuja, como en una cuarentena permanente. Les debemos generar sensibilidad por el dolor del otro, por el sufrimiento de los demás.

2. Confianza, creer: El sembrador cuando siembra tiene confianza en la semilla, sabe que la esparce y que va a desarrollarse.

Un buen maestro:

* Cree en sí mismo,

* Cree en sus estudiantes, confía en sus capacidades, en lo que pueden hacer y llegar a ser.

* Genera confianza en ellos.

* Confía también en Dios, en la fuerza del Espíritu Santo que nos da sabiduría y que abre las mentes y corazones de nuestros estudiantes.

3. Creatividad: El sembrador debe buscar siempre nuevas maneras de sembrar y cultivar. En tierras áridas debe devanarse los sesos para ver cómo saca lo mejor de la tierra y de las semillas.

Un buen maestro:

* Tiene la capacidad casi innata de innovar, de generar nuevos conocimientos, nuevas estrategias y métodos de aprendizaje

* Hoy más que nunca se nos está pidiendo creatividad para enseñar. Nuestros métodos han quedado obsoletos, hay que estar en continua creación y recreación.

* Rompe esquemas para que sus estudiantes sean los primeros constructores de su conocimiento, para que sean los primeros responsables de su formación, para que sean agentes activos y no pasivos de su educación.

* Tiene creatividad para generar nuevos escenarios y experiencias de enseñanza aprendizaje.

4. Cualificación permanente: Un sembrador siempre está al tanto de lo que puede ayudarle a mejorar su cosecha. No se queda con lo que aprendió de niño, es inquieto, explora y sobre todo aprende todos los días de la naturaleza.

Un buen maestro:

* Ha de tener siempre un corazón de discípulo: capacidad de aprender, de cualificarse todos los días. No se puede contentar con lo que recibió en la universidad.

* Aprende siempre nuevas maneras, metodologías y técnicas de enseñanza.

* Está actualizado sobre los avances de la materia que enseña, de los avances de la psicología del aprendizaje, de los progresos del mundo de la ciencia y la tecnología.

* Aprende a conocer mejor a sus estudiantes, sus inquietudes, sus dudas, sus problemas, sus temores, sus debilidades.

* Dice San Pablo “Quien no trabaje que no coma”. Nosotros podríamos decir: “quien no estudie que no enseñe”.

5. Comunicación: Un sembrador comunica a la semilla y a las plantas, no sólo agua, nutrientes, sino también una especie de energía que las hace crecer sanas y vigorosas. Un buen maestro:

* Sabe comunicar, sabe trasmitir no sólo sus conocimientos sino también su amor por el estudio, su deseo de conocer cada día más, su espíritu investigativo y de búsqueda de la verdad.

* Sabe comunicar con su vida los valores e ideales que lo mueven. Nuestros discípulos, lo hemos escuchado muchas veces, aprenden más que por las palabras, con el ejemplo.

* Sabe llegar a sus estudiantes, se adapta a sus capacidades, a su manera de aprender, se preocupa porque entiendan, porque asimilen, porque reciban el mensaje.

* Convence porque habla con seguridad, con entusiasmo, con alegría, con convicción.

6. Calma, constancia y paciencia: Si algo tiene un sembrador es paciencia. Sabe esperar, sabe que su siembra no es de un día para otro.

Un buen maestro:

* Sabe también esperar, tiene paciencia a sus estudiantes, va al ritmo del estudiante y no a su propio ritmo.

* Sabe entender a los que se demoran más en aprender, incluso a los que no quieren aprender.

* Tiene paciencia con el indisciplinado, con el crítico, con el que no está de acuerdo con él o con las normas, etc.

* No se desanima, es constante en su quehacer y con los que más dedicación requieren.

7. Cariño, cuidado y cercanía (especialmente hacia los más débiles): Dicen las abuelas y las mamás que si uno quiere que las plantas crezcan bonitas, hay que hablarles, decirles palabras agradables, acariciarlas, hacerles sentir amor.

* La tradición tomista nos habla de dos vías para formar: la via amoris y la via temoris. El camino del amor o el camino del temor. Desde una perspectiva evangélica y dominicana, debemos mover a nuestros discípulos no por temor sino por amor, no por miedo al castigo o a las represalias o incluso a una baja nota, sino por amor, por amor entrañable a un ideal, a un sueño. Es más importante hacerse amar que hacerse temer.

* Hoy más que nunca nos hemos dado cuenta de lo valioso que es el encuentro, el abrazo, la cercanía. La distancia nos hace apreciar el calor humano, la proximidad con el otro, el valor de los compañeros. Cuánta falta nos les hará a ustedes sus estudiantes, es por eso que un buen maestro sabe estar cerca de sus estudiantes, sabe brindarles cariño, amor, empatía, comprensión.

* Tiene especial predilección por los más débiles, por los que se sienten o son rechazados, por los que no tienen las mismas capacidades. El Papa Francisco al hablar a un grupo de profesores les decía que no podemos repetir en la escuela, el colegio o la universidad, los esquemas o estructuras de exclusión que mueven al mundo.

* Así que un buen maestro se preocupa por todos sus estudiantes, pero especialmente por los que más necesitan de su cariño, comprensión y ayuda.

* El amor que siente el maestro por sus discípulos es el amor que lo lleva a alegrarse de sus triunfos, de sus éxitos y a sufrir con sus derrotas y fracasos.

8. Comunión: El sembrador sabe que tiene que generar comunión con los demás campesinos. Ellos son generosos en compartir las experiencias, se ayudan ante las pestes, ante las dificultades y comparten sus experiencias exitosas. El sembrador no sólo está en comunión con sus compañeros, sobre todo está en comunión con Dios, se siente su más fiel colaborador en la obra de la creación.

Un buen maestro:

* Ha de estar en comunión con sus estudiantes, crear vínculos de amor y empatía.

* Tiene que estar en comunión también con sus compañeros, hacer equipo. No puede ser una isla.

* Tiene que estar en comunión con la institución, con sus jefes. Compartir sus valores, sus principios, su misión.

* Tiene que estar en comunión con Dios, del cual se siente su más humilde ministro.

Apreciados maestros, podría incrementar más la dosis de vitamina C, con otras tantas palabras como, por ejemplo, comprensión, carácter, criticidad, compasión, colaboración, cooperación, conciencia, etc., pero se las dejo a ustedes de TAREA para que mediten y reflexionen en ellas.

Antes de terminar quisiera agradecerles por su delicada y comprometida labor docente. En nombre de toda la comunidad dominicana de Colombia, Dios les pague por todo el bien que hacen a nuestro País y a nuestra amada Iglesia. Que Dios los bendiga.

Fr. Diego O. Serna S., OP

La Escuela Católica: comunión de amor

“Si toda escuela es una comunidad educativa, una escuela católica tiene que ser una comunión de amor: una unión de hijos de Dios en la verdad y en la caridad. “La Iglesia ve en el hombre, en cada hombre, la imagen viva de Dios mismo” (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 105): este es el punto crucial que debería marcar la diferencia entre una escuela laica y una escuela verdaderamente católica. El hecho diferencial de una escuela católica no es la disciplina ni el bilingüismo ni la excelencia académica: es el amor. Y la única norma que se debe establecer de modo inflexible e incuestionable en ella es la caridad, entendiendo por caridad el modo de amar de Dios: un amor incondicional…”

Haz clic aquí!

¿Es necesaria la educación religiosa?

“El ser humano no deja de cuestionarse, no sólo el sentido de la vida, sino el de la muerte, el del sufrimiento, el del mal […] El ser humano es así de rico y de complejo […] De ahí que los padres sientan que tienen el derecho y el deber de instruir en materia tan importante a sus hijos […] La escuela es mediación importante; por eso se hace imprescindible que en la educación se estudie religión…”

Haz clic aquí!

Superando mitos sobre la educación católica

“¿Son las escuelas católicas elitistas? ¿Acuden a ellas solo hijos de familias ricas? ¿No acogen a inmigrantes? ¿Está la sociedad en contra de los colegios concertados? Estas son algunas de las cuestiones que aborda el estudio ‘Demandas educativas de los padres en España’, presentado por Escuelas Católicas esta mañana en Madrid. El informe ha sido elaborado por el Instituto Universitario de la Familia de la Universidad Pontificia Comillas con los datos de una encuesta realizada por la empresa demoscópica Systeme a 1.400 familias…”

Haz click aquí!

Carta de un Director de un Colegio Católico

“Hace unos meses le pedí ayuda y consejo a un entrañable amigo, a mi venerado amigo don Santiago Valle, que lleva muchos años dirigiendo colegios y, además, es un verdadero hombre de Dios. Le pedí que me diera algún consejo para poder llegar a ser un buen director de colegio. Los principiantes como yo tenemos mucho que aprender de los que saben algo de esto. Y esta es la contestación que don Santiago me envió. Por su interés la comparto con todos ustedes. A los profesores de los colegios católicos les vendría bien leer la carta del señor Valle. Tal vez a alguien le abra los ojos. Creo que a cualquiera que le interese el tema de la educación católica le puede resultar interesante…”

Haz click aquí!

Primeras escuelas cristianas en la evangelización de México

Los frailes edificaban junto a los monasterios unas grandes salas para escuela de niños indios. En 1523, apenas llegado, fray Pedro de Gante inició en Texcoco una primera escuela, y poco después pasó a enseñar a otra en México. En seguida surgieron otras en Tlaxcala, en Huejotzingo, en Cuautitlán, el pueblo de Juan Diego, y en Teopzotlán, y más adelante en muchos sitios más. En cambio, «los dominicos no fundaron en sus misiones de la Nueva España ningún colegio secundario; era hostiles a estas instituciones y, en particular, a que se enseñara latín a los indios. No compartían los agustinos esta desconfianza» (Ricard 333).

Rápidamente se fue multiplicando el número de estos centros educativos, de modo que, en buena parte, la evangelización de México se hizo en las escuelas, a través de la educación de los indios. Los frailes recogían a los niños indios, como internos, en un régimen de vida educativa muy intenso, y «su doctrina era más de obra que por palabra». Allí, con la lectura y escritura y una enseñanza elemental, se enseñaba canto, instrumentos musicales y algunos oficios manuales; «y también enseñaban a los niños a estar en oración» (Mendieta III,15). A partir de 1530, bajo el impulso del obispo franciscano Zumárraga, se establecieron también centros de enseñanza para muchachas, confiados a religiosas, en Texcoco, Huehxotzingo, Cholula, Otumba y Coyoacán.

La costumbre de las escuelas pasó a las parroquias del clero secular, e incluso el modelo mexicano se extendió a otros lugares de América hispana. Decía fray Martín de Valencia en una carta de 1531, que en estas escuelas «tenemos más de quinientos niños, en unas poco menos y en otras mucho más» (Gómez Canedo 156). Se solía recibir en ellas sobre todo a los hijos de principales. Estos, al comienzo, recelosos, guardaban sus hijos y enviaban hijos de plebeyos.

Pero cuando vieron los señores que éstos prosperaban y venían a ser maestros, alcaldes y gobernadores, muy pronto entregaron sus hijos a la enseñanza de los frailes. Y como bien dice Mendieta, «por esta humildad que aquellos benditos siervos de Dios mostraron en hacerse niños con los niños, obró el Espíritu Santo para su consuelo y ayuda en su ministerio una inaudita maravilla en aquellos niños, que siéndoles tan nuevos y tan extraños a su natural aquellos frailes, negaron la afición natural de sus padres y madres, y pusiéronla de todo corazón en sus maestros, como si ellos fueran los que los habían engendrado» (III,17). Por otra parte, los muchachos indios mostraron excelentes disposiciones para aprender cuanto se les enseñaba.

«El escribir se les dio con mucha facilidad, y comenzaron a escribir en su lengua y entenderse y tratarse por carta como nosotros, lo que antes tenía por maravilla que el papel hablase y dijese a cada uno lo que el ausente le quería dar a entender» (IV,14). En la escritura y en las cuentas, así como en el canto, en los oficios mecánicos y en todas las artes, pintura, escultura, construcción, muy pronto se hicieron expertos, hasta que no pocos llegaron a ser maestros de otros indios, y también de españoles. El profundo e ingenuo sentido estético de los indios, liberado de la representación de aquellos antiguos dioses feos, monstruosos y feroces, halló en el mundo de la belleza cristiana una atmósfera nueva, luminosa y alegre, en la que muy pronto produjo maravillosas obras de arte.

En la música, al parecer, hallaron dificultad en un primer momento, y muchos «se reían y burlaban de los que los enseñaban». Pero también aquí mostraron pronto sus habilidades: no había pueblo de cien vecinos que no tuviera cantores para las misas, y en seguida aprendieron a construir y tocar los más variados instrumentos musicales. Poco después pudo afirmar el padre Mendieta: «En todos los reinos de la Cristiandad no hay tanta copia de flautas, chirimías, sacabuches, orlos, trompetas y atabales, como en solo este reino de la Nueva España. Organos también los tienen todas cuasi las iglesias donde hay religiosos, y aunque los indios no toman el cargo de hacerlo, sino maestros españoles, los indios son los que labran lo que es menester para ellos, y los mismos indios los tañen en nuestros conventos» (IV,14). El entusiasmo llevó al exceso, y el Concilio mexicano de 1555 creyó necesario moderar el estruendo en las iglesias, dando la primacía al órgano. Junto a la música, también las representaciones teatrales y las procesiones tuvieron una gran importancia catequética, pedagógica y festiva.

Antes de la fundación de la Universidad de México, en 1551, el primer centro importante de enseñanza fue, en la misma ciudad, el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco para muchachos indígenas. A los doce años «desde que vino la fe», es decir, en 1536, fue fundado por el obispo Zumárraga y el virrey Antonio de Mendoza, y puesto bajo la dirección de fray García de Cisneros, uno de los Doce. En este Colegio, en régimen muy religioso de internado, los muchachos recibían una enseñanza muy completa, compuesta de retórica, filosofía, música y medicina mexicana. Dirigido por los franciscanos, allí enseñaron los maestros más eminentes, como Bernardino de Sahagún, Andrés de Olmos, Arnaldo de Basacio, Juan Focher, Juan Gaona y Francisco Bustamente, y lo hicieron con muchos y buenos frutos, entre los que destaca el indio don Antonio Valeriano, verdadero humanista, que ocupó cátedra en el Colegio, enseñó a religiosos jóvenes, y tuvo entre sus alumnos a indios, españoles y criollos.


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

Cómo corregir a los hijos

La educación no es empeñarse en que nuestros hijos sean como Einstein, o como ese genio de las finanzas, o como aquella princesa que sale en las revistas. Tampoco es el destino de los chicos llegar a ser lo que nosotros fuimos incapaces de alcanzar, ni hacer esa espléndida carrera que tanto nos gusta… a nosotros. No. Son ellos mismos.

Haz click aquí!

La escuela como lugar de transmisión de la fe

[Ponencia ofrecida a directivas y docentes en el contexto del Año de la Fe, durante el III ENEST de las Dominicas de la Inmaculada, celebrado en Lima en Octubre de 2013.]

1. El deber y la alegría de compartir lo que hemos recibido.

2. La fe no puede limitarse a memorización de contenidos, repetición de rituales, o énfasis aislado en preparación presacramental.

3. La fe se transmite ante todo en clave de comunidad creyente, y por tanto, es fruto de un ambiente en el que todos tienen su parte. Hay que propiciar que se multipliquen las ocasiones de experimentar la misericordia del Dios que salva y levanta. Luego forjar la constancia, allanando “colinas” de entusiasmo sólo pasajero, y levantando valles de desánimo. Y presentar las alturas de la santidad como desenlace natural de la vida cristiana.

4. En esa tarea tienen un lugar los docentes de las cátedras no-religiosas pues son ellos los que mejor pueden ayudar a que se descubra la fe no como reducto o escape sino como lo que es: fuerza que ilumina toda la vida.

Deshaciendo mitos sobre la enseñanza de la religión en la escuela

“¿Sabía usted que, sobre Religión, la LOMCE sólo aclara lo que las leyes socialistas ya decían de forma implícita? ¿O que la nota de Religión no contará para la Selectividad? ¿O que su rango no es como el de Biología, sino como el de Educación Física? ¿O que en Religión católica se estudia la historia de otras religiones? ¿O que protestantes, judíos y musulmanes reciben su enseñanza religiosa?” El texto vale para España en primer lugar pero su argumentación es muy útil tambíén en otros contextos.

Enseñanza de la religión

Click!

El arte de las artes

EL ARTE DE LAS ARTES: educar un niño

Leí en la revista ARBIL de INTERNET, un artículo de Tomás Melendo, con diez consejos para educar a un niño, y me ha gustado:

1.- AMAR AL NIÑO: buscar su bien en todo lo que se le haga.

2.- AMARSE LOS DOS ESPOSOS: el niño es feliz si ve que sus padres se quieren.

3.- ENSEÑARLE A QUERER: el egoísmo puede hacerle fracasar en la vida.

4.- DARLE BUEN EJEMPLO: el ejemplo influye más que las palabras.

5.- ELOGIARLE LO DIGNO DE ELOGIO: el elogio ayuda más que la reprimenda y el castigo.

6.- EJERCER LA AUTORIDAD CON CARIÑO PERO CON FIRMEZA: si no aprende a obedecer, va a sufrir mucho en la vida. Normas pocas, claras y en cosas fundamentales. En lo no importante, dejar libertad.

7.- REGAÑAR Y CASTIGAR CUANDO SEA NECESARIO: pero que el niño vea que se hace por su bien. Hacerlo en privado y con serenidad. Nunca airados o delante de otras personas. Ni compararlo con otros mejores que él.

8.- FORMARLES LA CONCIENCIA: que no se dejen influir por la ideas malsanas de la televisión o INTERNET. Motivarles las ideas rectas.

9.- NO MIMARLOS: condescender a sus caprichos es perjudicarle.

10.- EDUCAR SU LIBERTAD: No es libre el que hace lo que se le antoja: ése es esclavo de sus apetitos. Es libre el que elige voluntariamente lo bueno.

Y PARA HACER BIEN TODO ESTO, PEDIR AYUDA A DIOS Y ENCOMENDARLO A SU ÁNGEL DE LA GUARDA.

JORGE LORING, S.I.