Amadores de la perfección

Has llegado a una gran intimidad con este nuestro Dios, que tan cerca está de ti, tan dentro de tu alma…, pero, ¿procuras que aumente, que se haga más honda? ¿Evitas que se metan por medio pequeñeces que puedan enturbiar esa amistad? -¡Sé valiente! No te niegues a cortar todo lo que, aunque sea levemente, cause dolor a Quien tanto te ama.

La vida de Jesucristo, si le somos fieles, se repite en la de cada uno de nosotros de algún modo, tanto en su proceso interno -en la santificación- como en la conducta externa. -Agradécele su bondad.

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Crecer junto a la Cruz del Señor

Cada día un poco más -igual que al tallar una piedra o una madera-, hay que ir limando asperezas, quitando defectos de nuestra vida personal, con espíritu de penitencia, con pequeñas mortificaciones, que son de dos tipos: las activas -ésas que buscamos, como florecillas que recogemos a lo largo del día-, y las pasivas, que vienen de fuera y nos cuesta aceptarlas. Luego, Jesucristo va poniendo lo que falta. -¡Qué Crucifijo tan estupendo vas a ser, si respondes con generosidad, con alegría, del todo!

El Señor, con los brazos abiertos, te pide una constante limosna de amor.

Acércate a Jesús muerto por ti, acércate a esa Cruz que se recorta sobre la cumbre del Gólgota… Pero acércate con sinceridad, con ese recogimiento interior que es señal de madurez cristiana: para que los sucesos divinos y humanos de la Pasión penetren en tu alma.

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Otro modo de ver la infancia espiritual

Hagamos presente a Jesús que somos niños. Y los niños, los niños chiquitines y sencillos, ¡cuánto sufren para subir un escalón! Están allí, al parecer, perdiendo el tiempo. Por fin, han subido. Ahora, otro escalón. Con las manos y los pies, y con el impulso de todo el cuerpo, logran un nuevo triunfo: otro escalón. Y vuelta a empezar. ¡Qué esfuerzos! Ya faltan pocos…, pero, entonces, un traspiés… y ¡hala!… abajo. Lleno de golpes, inundado de lágrimas, el pobre niño comienza, recomienza el ascenso. Así, nosotros, Jesús, cuando estamos solos. Cógenos Tú en tus brazos amables, como un Amigo grande y bueno del niño sencillo; no nos dejes hasta que estemos arriba; y entonces -¡oh, entonces!-, sabremos corresponder a tu Amor Misericordioso, con audacias infantiles, diciéndote, dulce Señor, que, fuera de María y de José, no ha habido ni habrá mortal -eso que los ha habido muy locos- que te quiera como te quiero yo.

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Dos resoluciones para hoy

Te pide Jesús oración… Lo ves claro. -Sin embargo, ¡qué falta de correspondencia! Te cuesta mucho todo: eres como el niño que tiene pereza de aprender a andar. Pero en tu caso, no es sólo pereza. Es también miedo, falta de generosidad.

Repite con frecuencia: Jesús, si alguna vez se insinúa en mi alma la duda entre lo que Tú me pides o seguir otras ambiciones nobles, te digo desde ahora que prefiero tu camino, cueste lo que cueste. ¡No me dejes!

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La sobrenaturalidad de cada día

Ojalá sepas cumplir ese propósito que te has fijado: “morir un poco a mí mismo, cada día”.

La alegría, el optimismo sobrenatural y humano, son compatibles con el cansancio físico, con el dolor, con las lágrimas -porque tenemos corazón-, con las dificultades en nuestra vida interior o en la tarea apostólica. El, «perfectus Deus, perfectus Homo» -perfecto Dios y perfecto Hombre-, que tenía toda la felicidad del Cielo, quiso experimentar la fatiga y el cansancio, el llanto y el dolor…, para que entendamos que ser sobrenaturales supone ser muy humanos.

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Ante las dificultades

En momentos de agotamiento, de hastío, acude confiadamente al Señor, diciéndole, como aquel amigo nuestro: “Jesús: Tú verás lo que haces…: antes de comenzar la lucha, ya estoy cansado”. -El te dará su fuerza.

Si no hay dificultades, las tareas no tienen gracia humana…, ni sobrenatural. -Si, al clavar un clavo en la pared, no encuentras oposición, ¿qué podrás colgar ahí?

Parece mentira que un hombre como tú -que te sabes nada, dices- se atreva a poner obstáculos a la gracia de Dios. Eso es lo que haces con tu falsa humildad, con tu “objetividad”, con tu pesimismo.

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La acedia, enfermedad espiritual

“Bajo el título La acedia, el mal de nuestro tiempo, la doctora Mercedes Palet de Fritschi, asesora de diversos seminarios en España y Suiza, abordará el origen, manifestaciones, prevención y soluciones de esta enfermedad espiritual, que consiste en «la tristeza por el bien espiritual», explica el padre José María Alsina, director del aula, perteneciente al Instituto teológico San Ildefonso…”

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Tres tips espirituales

Ten picardía santa: no aguardes a que el Señor te envíe contrariedades; adelántate tú, con la expiación voluntaria. -Entonces no las acogerás con resignación -que es palabra vieja-, sino con Amor: palabra eternamente joven.

Hoy, por vez primera, has tenido la sensación de que todo se hace más sencillo, de que se te “descomplica” todo: ves eliminados, por fin, problemas que te preocupaban. Y comprendes que estarán más y mejor resueltos, cuanto más te abandones en los brazos de tu Padre Dios. ¿A qué esperas para conducirte siempre -¡éste ha de ser el motivo de tu vivir!- como un hijo de Dios?

¡Llénate de fe, de seguridad! -Nos lo dice el Señor por boca de Jeremías: «orabitis me, et ego exaudiam vos» -siempre que acudáis a Mí, ¡siempre que hagáis oración!, Yo os escucharé.

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Una aclaración importante sobre la vida espiritual

Sequedad interior no es tibieza. En el tibio, el agua de la gracia no empapa, resbala… En cambio, hay secanos en apariencia áridos que, con pocas gotas de lluvia, se colman a su tiempo de flores y de sabrosos frutos. Por eso, ¿cuándo nos convenceremos?: ¡qué importancia tiene la docilidad a las llamadas divinas de cada instante, porque Dios nos espera precisamente ahí!

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¿Y qué es un retiro espiritual?

FrayNelson, con alguna frecuencia le escucho que usted está en retiro o que va a predicar un retiro espiritual. ¿Qué es exactamente un “retiro” y por qué es importante? Disculpe la ignorancia. — L.R.

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Un retiro espiritual es un tiempo que uno separa, aparte de las actividades normales o cotidianas, para disponerse a orar un poco más y dar espacio a una reflexión más profunda y más consciente. Diríamos que eso es lo esencial. En la mayor parte de los retiros hay estos otros elementos:

– PREDICACIÓN, que con mucha frecuencia está a cargo de un sacerdote, o de otra persona con buena preparación en nuestra fe católica.

– Ambiente de recogimiento y SILENCIO, usualmente unido a un espacio más o menos amplio, que se preste para reflexionar, caminar, orar, leer, escribir. Es lo que suele suceder en las que llamamos “casas de retiro.”

– Celebración de los SACRAMENTOS, sobre todo la Eucaristía (con adoración al Santísimo, muchas veces), y muy probablemente, oportunidades para la CONFESIÓN.

– Un horario adecuado, que permite dar un cierto DESCANSO al cuerpo, a la vez que evita la dispersión o pérdida estéril de tiempo.

Hay muchos modos y modelos de retiro espiritual, según se den estos elementos, u otros parecidos. El modelo tradicional más conocido son los Ejercicios Espirituales, según el diseño de San Ignacio de Loyola.

El bien que puede darse e los retiros espirituales es muy grande. La oportunidad de escuchar, orar, reflexionar y decidir puede marcar una diferencia profunda y muy positiva en la vida de muchas personas.

Dios desea visitarnos en nuestras heridas, miedos, pobrezas…

“La confusión del posconcilio llevó al joven Jacques Philippe (Metz –Francia–, 1947) a alejarse de la fe. Después de su conversión, a los 29 años ingresó en la recién fundada Comunidad de las Bienaventuranzas, donde ha asumido importantes encargos. Formado en Tierra Santa, desde su ordenación sacerdotal en 1985 su principal tarea ha sido la predicación y la dirección espiritual. Fruto de ello son una docena de libros, de los que se ha vendido más de un millón de copias en 22 idiomas…”

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