Administrar mejor la confesión

Padre fray Nelson, como sacerdote me he dado cuenta que una de las buenas cosas que puedo hacer es celebrar bien el sacramento de la confesion porque es el sacramento de la comprension y del amor de dios para con nosotros sus hijos… mi pregunta es: desde su experiencia como sacerdote que me aconseja para tener en cuenta en el momento de la celebracion de dicho sacramento. Su hermano en la fe y en el sacerdocio, R.G.

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Hermano, mis recomendaciones prácticas sobre la confesión son estas:

1. Todos debemos aprender, e inculcar en los demás, la diferencia entre este sacramento y otras expresiones de la vida cristiana, como por ejemplo, la necesidad de ser escuchados y desahogarse, o la consejería o la dirección espiritual. No hay que ser agresivos ni corregir ásperamente a los que ya están para confesarse pero siempre hay que ayudar a que todos entendamos mejor de qué se trata.

2. La celebración misma del sacramento no debe ser apresurada. se trata de un encuentro sencillamente sublime con el amor compasivo de Dios, y ello implica un trato lleno de respeto y de veneración hacia Cristo que se hace presente, de modo que, en la medida de lo posible, la experiencia sea positiva, memorable, pedagógica.

3. Es muy recomendable, como lo propone el ritual del sacramento de la penitencia, que se lea un texto bíblico, no muy extenso, pero sí apropiado a las circunstancias.

4. Aunque no hay que entrar en detalles innecesarios, sobre todo si las preguntas pueden generar sospecha de morbosidad, sí hay que preguntar lo que ayude a precisar el tipo y gravedad de las faltas cometidas. No es lo mismo un adulterio en una ocasión que mantener relaciones habituales con una persona fuera del matrimonio, por dar un ejemplo. En más de una ocasión es bueno explicar por que uno hace tal o cual pregunta.

5. No todas las deficiencias humanas de una persona se pueden resolver en la confesión. Hay ocasiones en que puede ser recomendable remitir a la persona para que examine otras áreas de su vida que pueden estar fallando y que pueden estar relacionadas con lo que comenta. No olvidemos que hay tipos de depresión y “desgano” que tienen una raíz fisiológica en el cerebro humano. No olvidemos que las adicciones en general requieren un tratamiento específico, tipo Alcohólicos Anónimos o algo parecido. No es buena idea que la persona adicta se encuentre un ciclo de recaídas que al final destruye su confianza en sí mismo y, lo que es peor, su fe en Dios y en el sacramento.

6. La gente espera un consejo práctico; algo que ayude a evitar la repetición del pecado, o que alivie las heridas que siempre el pecado deja. Un par de recomendaciones precisas pueden hacer mucho bien porque en la confesión el penitente tiene una muy particular disposición para ser receptivo y para tomar de corazón lo que se diga. Es una pena que muchos sacerdotes desperdician esos minutos preciosos en que un consejo tendría mucho poder.

7. Conserva siempre validez la recomendación de San Carlos Borromeo, el gran arzobispo de Milán: “si te dedicas a la cura de almas, recuerda con qué sangre fueron lavadas.” Es sobre todo la memoria del precio pagado por nuestro rescate lo que nos dará el tono, el enfoque y las palabras para ser más útiles, teniendo siempre claro que es la gracia divina la que hace la obra.

Por que la confesion?

¿Por qué la confesión?

El sacramento de la reconciliación no «está de moda» hoy en día. Veamos por qué.

–¿Afectan a Dios nuestras faltas morales?

Sí, por eso las llamamos pecados.

El pecado rechaza el amor a Dios y a nuestros hermanos. «El Amor no es amado».

El pecado constituye un mal para el hombre mismo. Es un acto de autodestrucción, que desfigura en nosotros la imagen de Dios. ¿Un padre debe mantenerse indiferente ante la degradación de su hijo?

El pecador hace a Dios materialmente cómplice de su pecado, pues utiliza la energía creatural que Él le comunica para contrariar la voluntad divina.

–¡El pecado es un asunto entre Dios y yo!

«Mientras tú no ardas en la llama del amor, muchos morirán de frío» (Mauriac)

–Yo me confieso a Dios directamente, como los protestantes.

Los católicos también lo hacen al final del día cuando hacen el examen de conciencia y piden perdón a Dios por sus culpas, pero esto no basta.

–¿Por qué?

Porque Jesús ha dicho a sus apóstoles: «A quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados» (Jn 20,23). Con estas palabras autoriza y confía Jesús la práctica de la confesión sacramental a los sacerdotes. Y la historia del sacramento de la penitencia es la expresión progresiva de esta toma de conciencia en la Iglesia.

–¿Por qué Cristo ha elegido esta forma de perdón?

Dios se complace en actuar a través de intermediarios: así actúa en el nacimiento, la cultura, el bautismo, la educación religiosa… Haciéndose nuestro confidente, el otro –el sacerdote– nos representa sensiblemente al Otro –Dios– Y ese diálogo con él aviva nuestra fe.

–¡Es dificil confiarse a una tercera persona!

«Hay en el hombre un deseo innato de confiarse a alguien. A a falta de confesarse a un sacerdote, uno se confía al primero que llega. El éxito de los psiquiatras, psicólogos y consejeros de todo tipo se explica por esta necesidad» (Mons. Gouyon)

–¿Pero no es el sacerdote también un pecador?

Su absolución sigue siendo válida. «Cuando Pedro bautiza es Jesús quien bautiza. Cuando Judas bautiza es Jesús quien bautiza» (San Agustín).

¡El que absuelve siempre es Cristo! En Él es el Padre quien acoge a su hijo y lo estrecha contra su corazón (Lc 15,11-32).

–¿A quien confesarse?

En caso de urgencia se acude al primer médico que se encuentra; pero habitualmente es mejor acudir a alguien que conozca al enfermo.

–Hay personas que se confiesan y no valen mas que los demás.

¿Qué sería de ellas sin la confesión? El Padre Foucauld, pese a sus dudas, aceptó en una ocasión confesar sus pecados. A partir de entonces su fe se fortaleció y su vida sufrió un profunda transformación.

– Pero siempre caemos en las mismas faltas

Para estar aseado ¿no debemos atender todos los días a nuestro cuidado personal? Practicar este sacramento no sólo nos da la certeza del perdón, sino también la sanación de nuestra conciencia. Este «nuevo bautismo» no sólo suprime los efectos del mal, sino que se remonta a la causa del mismo. Y el diálogo con el confesor forma parte integrante de su misterio.

–Cada vez se comulga más… y se confiesa menos. Las faltas graves parecen no ser un obstáculo para la comunión.

No olvidemos la solemne advertencia de San Pablo: «El que come el pan y bebe del cáliz del Señor indignamente, come y bebe su propia condenación» (1Co 11,27-29).

En el Amor humano es inconcebible la comunión de los cuerpos sin la armonía de los corazones. La violación nunca ha sido causa de reconciliación… En la Eucaristía Cristo se ofrece a nosotros en forma inefable e indefensa. No debemos hacer violencia a Cristo en este sacramento, sería un sacrilegio, sino reconciliarnos con Él antes, en ese diálogo de amor que es la confesión.

Confesar es también un acto de comunión, es un acto de amor que para ser hecho no requiere una previa falta grave. La limpieza del alma nos conduce el encuentro pleno de la Eucaristía.

–¿Qué pensar de las celebraciones comunitarias del sacramento de la Reconciliación?

La preparación comunitaria nos ayuda a conseguir la mejor disposición para recibir el sacramento. «Hay una comunión entre todos aquellos que se confiesan. En el corazón de la Iglesia Esposa se presentan ante el esposo en la verdad total» (Von Speyr).

–¿Qué valor tiene la absolución colectiva sin confesión personal?

Es legítima en caso de peligro de muerte o de necesidad grave a juicio del obispo; pero no dispensa de la contrición ni de la obligación de reparar. Perdona todos los pecados, incluso los más graves, pero la Iglesia exige que el cristiano, en espíritu de penitencia, se comprometa a confesar a un sacerdote estos últimos pecados en la primera ocasión que encuentre.

• «A quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados» (Jn 20,23)

Yves Moreau es el autor de Razones para Creer. Texto disponible por concesión de Gratis Date.

Un buen examen de conciencia

“Se trata de examinar nuestra conciencia en oración ante Dios, a la luz de las enseñanzas de la Iglesia, a partir de nuestra última confesión. Es paso necesario antes de hacer una buena confesión. Además es aconsejable hacer un examen del día antes de dormir…”

examen de conciencia

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Importancia del sacramento de la Penitencia

Al venerado hermano Monseñor LUIGI DE MAGISTRIS Pro-penitenciario mayor

1. También este año el Señor me concede la alegría de dirigir mi palabra a ese dicasterio. Lo saludo cordialmente a usted, venerado hermano, así como a los prelados y a los oficiales de la Penitenciaria apostólica, y a los religiosos de las diversas familias que ejercen el ministerio penitencial en las basílicas patriarcales de Roma. Dirijo un saludo particular a los jóvenes sacerdotes y a los candidatos al sacerdocio que participan en el tradicional curso sobre el fuero interno, que la Penitenciaría ofrece como servicio eclesial.

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La Escuela del Arrepentimiento

Millones de niños han recibido alguna preparación para hacer su Primera Comunión. La mayoría de ellos no reciben sino rudimentos para preparar su primera confesión. Además, ese modo de hacer las cosas presume que los niños esperan a pecar hasta una edad que a veces es avanzada. Todo ello muestra lo poco que educamos el corazón para que aprenda a ser sincero, humillarse, confiar y recibir la gracia divina. He aquí pasos concretos para corregir tal situación.