BIBLIA COMENTADA 004: Estructura Literaria e Interpretación del Relato de la Creación

Estructura Literaria del Relato de la Creación.

Elohim es el Dios omnipotente, trascendente, que crea todas las cosas según un esquema perfecto y manifiesta su omnipotencia y sabiduría en la ordenación del caos primitivo, que es también efecto de su primer impulso creador. Con su palabra — expresión de su inteligencia y voluntad — domeña las fuerzas cósmicas, que se pliegan dóciles a su imperio. Es una concepción grandiosa de la divinidad que existe “antes, fuera y sobre todas las cosas”54. La narración es esquemática, monótona, con frases estereotipadas. El autor busca ante todo la claridad y el orden, no la expresión bella y descriptiva que encontraremos en el c.2. El nombre con que se designa a Dios es el genérico de Elohim. La aparición del hombre es el coronamiento de toda la obra, destacando así la profunda teleología de todos los seres en orden al hombre. Por otra parte, el autor tiene una clara preocupación litúrgica, ya que coloca las diez obras de la creación de modo forzado en un encasillado de seis días, para que el día séptimo descansara Dios de su obra. Otra característica de esta narración es que el hagiógrafo se amolda en la estructuración de las diversas obras de la creación a la mentalidad de su tiempo, es decir, refleja en su relato las concepciones cosmogónicas de sus contemporáneos: así la masa abismal primitiva en la que flotaba la tierra, asentada sobre columnas 55. Encima de la tierra, la masa cóncava y compacta del firmamento, en el que están los astros como lámparas al servicio del hombre. Sobre el firmamento, el depósito de aguas en cantidad masiva para el día de la inundación 56. Así, pues, el autor, que es fundamentalmente un catequista que quiere inculcar ideas religiosas (sobre todo el monoteísmo estricto), colorea su pensamiento con concepciones cósmicas ambientales de tipo popular. Pero todo esto es un medio de expresión, pues no tiene pretensiones científicas, de forma que sus afirmaciones cosmológicas sean expresión de la realidad objetiva. El carácter artificial literario del relato aparece en el empleo de números, como el tres, el siete y el diez 57. En cada obra de la creación hay un formulario estereotipado: intimación, ejecución y aprobación 58. Y sobre todo el esquema literario fundamental es la división de todas las obras en seis días, lo que es debido a una íntima preocupación litúrgica del hagiógrafo. Para dar fuerza a la ley del descanso sabático, el autor sagrado presenta a Dios antropomórficamente, trabajando como un operario durante seis días completos, para descansar en el séptimo. Esa preocupación litúrgica le obliga a colocar artificiosamente las diez obras de la creación en seis días 59. Por otra parte, hay claro paralelismo en la distribución de las obras en estos seis días. Así, al día primero (creación de la luz) corresponde el tercero (formación de los astros); al día segundo (separación de las aguas por el firmamento) corresponde el cuarto (creación de los peces y de las aves); al día tercero (aparición de los continentes) corresponde el sexto (aparición de los animales terrestres). Vemos, pues, cómo las obras de “ornamentación” son paralelas a las de “distinción.”

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BIBLIA COMENTADA 003: Sobre la creación del mundo físico

Obra de Distinción (3-10).

 

3 Dijo Dios: “Haya luz,” y hubo luz. 4 y vio Dios ser buena la luz, y la separó de las tinieblas; 5 y a la luz llamó día y a las tinieblas noche, y hubo tarde y mañana, día primero. 6 Dijo luego Dios: “Haya firmamento en medio de las aguas, que separe unas de otras”; y así fue. 7 E hizo Dios el firmamento, separando aguas de aguas, las aguas que estaban debajo del firmamento de las que estaban sobre el firmamento. Y vio Dios ser bueno. 8 Llamó Dios al firmamento cielo, y hubo tarde y mañana, día segundo. 9 Dijo luego: “Júntense en un lugar las aguas de debajo de los cielos y aparezca lo seco.” Así se hizo, 10 y se juntaron las aguas de debajo de los cielos en sus lugares y apareció lo seco; y a lo seco llamó Dios tierra, y a la reunión de las aguas, mares. Y vio Dios ser bueno.

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BIBLIA COMENTADA 002: Comienza el primer relato de la Creación

1. La Creación.

El primer problema que la vista del universo excita en la mente del hombre es el del origen del mundo y de sí mismo. La sabiduría humana no alcanzó la explicación verdadera de este problema. Los más grandes filósofos de Grecia sólo llegaron a concebir, al lado de un Dios eterno, una materia asimismo eterna, de la cual había salido el Cosmos con todas las riquezas que le componen. Las religiones de los pueblos más cultos del Oriente ni siquiera llegaron a tanto. Se imaginaron esa misma materia caótica, que, puesta en movimiento no se sabe cómo, dio origen, primero a los dioses, luego al mundo con los elementos que lo constituyen.

El autor sagrado, ilustrado por Dios, nos ofrece en este capítulo la doctrina más alta, a la vez que la más sencilla, sobre el origen de las cosas, y lo hace de forma accesible a las inteligencias más rudas y primarias. En realidad tenemos dos narraciones diversas sobre el origen de la vida, como se desprende de la lectura de los dos primeros capítulos del Génesis: una en la que Dios es designado con el nombre genérico de Elohim, y las cosas van surgiendo por imperativo divino, pero siguiendo un orden ascendente de lo más primario a lo más complejo: el mundo inanimado, la tierra, el mar y firmamento, los cuerpos celestes, los peces, los pájaros y los animales terrestres, y, por fin, el hombre en su distinción de sexos. Es el relato de Gén. 1:1-2:4a. Es esquemático, reflexivo, y se destaca la trascendencia divina sobre todo lo creado. En cambio, el otro relato, Gén. 2:4b-25, es descriptivo, antropomórfico y folklórico. Sobre una tierra seca y desolada es formado el hombre, y después de él los árboles, los animales y, por fin, la mujer para asegurar la transmisión de la vida. Dios es designado aquí con el nombre específico de Yahvé. Las perspectivas, pues, son muy diversas en cuanto a la forma, pero el fondo teológico es el mismo: “Mientras que el Elohim del capítulo primero habla y obra como soberano Señor de todas las cosas, y su palabra es creadora de la misma, siendo sus órdenes al punto ejecutadas, el Yahvé-Elohim del segundo capítulo trabaja con sus manos en la realización de su obra, modela de la tierra al hombre y a los animales, planta árboles, toma una costilla del hombre para formar la mujer, fabrica túnicas de piel; una tal divergencia en la representación aparece incompatible con la unidad literaria.”1

El relato de la creación se puede dividir en cuatro secciones lógicas: a) obra de la creación inicial (1:1-2); b) obra de distinción (1:3-10); c) obra de ornamentación (1:11-31); d) conclusión y consagración del día séptimo (2:1-4a). Conforme a este esquema seguido por el P. Lagrange, vamos a distribuir nuestro comentario2.

La Creación Inicial (1:1-2).

1 Al principio creó Dios los ciclos y la tierra. 2 La tierra estaba confusa y vacía, y las tinieblas cubrían la haz del abismo, pero el espíritu de Dios se cernía sobre la superficie de las aguas.

El autor sagrado empieza solemnemente el relato con una afirmación general que es síntesis de todo lo que después va a describir más al detalle. En este sentido, la afirmación solemne de que al principio creó Elohim los cielos y la tierra es como el esquema general de la obra de la creación, pues para él los cielos y la tierra constituyen el armazón del universo, en el que se van a colocar con distribución lógica las distintas manifestaciones del cosmos o mundo organizado. En la lengua hebrea no hay un vocablo que corresponda exactamente al kosmos de los griegos, y por eso la expresión cielos y tierra es una locución redundante para designar el mundo visible en su doble manifestación de orbe terráqueo y espació sideral. Algunos Santos Padres han querido ver en la palabra cielos una alusión a los ángeles, mientras que la tierra designaría el mundo visible; pero nada en el contexto insinúa que el hagiógrafo trate de la creación de los espíritus angélicos, sino únicamente del mundo visible en su doble aspecto de espacio terráqueo y espacio aéreo y sideral, como veremos después al anunciar la creación de cada parte del universo3. La expresión al principio (en heb., beresith) indica simplemente una categoría lógica en la mente del hagiógrafo, que se sitúa mentalmente al comienzo de la obra creativa, cuando las cosas no tenían aún existencia.

El autor sagrado va a proceder, con orden lógico, de lo más imperfecto a lo más perfecto para hacer brillar la omnipotencia y sabiduría divina, que se manifiesta en todas las obras de la creación, y presenta a un Ser misterioso omnipotente, sabio y bueno, llamado Elohim, que existe antes, fuera y sobre todas las cosas — cuyo origen no se plantea por considerarle eternamente preexistente a todo lo creado —, lanzando los mundos a la existencia; y antes de especificar las obras de la creación en concreto, se complace en presentarle como un gran arquitecto, que primero hace el esquema o armazón general del universo: los cielos y la tierra. Naturalmente, en toda la estructuración de las obras en este relato de la creación debemos ver una distribución lógica artificialmente organizada en orden a destacar ciertas ideas teológicas, como la de que Dios hace todas las cosas “con orden, peso y medida.”4. El hagiógrafo es un catequista que da una lección de teología popular a gentes de mentalidad primaria, y con mano maestra va desintegrando los distintos aspectos de la creación. Así, pues, presenta como el primer efecto de la obra creativa del Elohim-Arquitecto el esquema general y borroso del universo, los cielos y la tierra, que constituyen como el gran armazón en el que van a encontrar cabida las diversas manifestaciones de la obra creativa de Dios.

A Dios se le designa con el nombre genérico de Elohim, forma gramatical plural intensiva de una raíz primitiva (El) común a todas las lenguas semíticas5. La crítica racionalista ha querido ver en esta forma plural de Elohim un vestigio de politeísmo. Es decir, el hagiógrafo recogería del ambiente un nombre aplicado a Dios, que por su forma plural indicaría la multiplicidad de seres divinos. Pero el contexto inmediato indica que el autor sagrado no toma el nombre en sentido de pluralidad de dioses, ya que lo construye en singular con el verbo bara’ (creó). Elohim “es uno de estos plurales de abstracción del que el hebreo y otras lenguas semíticas proporcionan muchos ejemplos, y su empleo corriente con verbos y cualificaciones en singular debería bastar para que no se reconociese en ello un vestigio de politeísmo”6. “Es un plural de plenitud y fuerza y de poder”7 o un plural de intensidad semítico, para recalcar enfáticamente la idea trascendental de divinidad con todo lo que ella incluye. En los documentos extrabíblicos encontramos ejemplos de este plural de intensidad aplicado a una persona singular, y precisamente en el vocablo equivalente a Elohim. Así, en las cartas de Tell Amarna se designa en su encabezamiento al faraón Amenofis IV Ejnaton con el título de ilâni (dioses, forma pl. de ilû en asirio)8. En los textos cuneiformes de Bogazkoi se designa una divinidad particular con el mismo término, y lo mismo hay que decir de las expresiones asirias plurales ilê-ia (dioses míos), y belê-ia (señores míos) aplicadas a personajes individuales9. En la Biblia, el vocablo Elohim se aplica al verdadero Dios (entonces suele llevar el determinativo del artículo), y a los dioses falsos, y aun a hombres que por su oficio hacen las veces de la divinidad10. En el caso actual, Elohim es el Creador de todas las cosas, el Dios único, Señor del universo11. No hay, pues, la más mínima alusión a un supuesto politeísmo latente, aunque superado en la mente del autor sagrado. Aparece como un Ser individual, preexistente a todo lo creado, que da existencia con su omnipotente palabra — expresión de su infinita sabiduría y omnímoda voluntad — a todas las cosas, como lo prueba el empleo en singular del verbo bara’ (creó). Este verbo es empleado en la Biblia teniendo por sujeto a Dios, y significa la producción de algo nuevo. Estrictamente no equivale a nuestro vocablo crear, que implica la producción de una cosa de la nada. Cualquiera que sea el sentido etimológico del verbo bara’12, queda claro que en la Biblia siempre va vinculado a la divinidad como sujeto. Por otra parte, el contexto general del c.1 de Gén. supone la idea de creación, ya que el hagiógrafo supone que antes no existía nada de cuanto Dios produjo, sino solamente el Ser misterioso y omnipotente llamado Elohim. No obstante, la formulación expresa de la idea de la creación no la encontramos hasta el siglo II a.C. La madre de los Macabeos anima de este modo a su hijo que va a morir: “Ruégote, hijo mío, que mires al cielo y a la tierra, y entiendas que de la nada (lit.” de las cosas que no existen: ?? ??? ?????) lo hizo todo Dios.”13

Esta idea de creación en sentido estricto, que implica la distinción radical entre el Creador y lo creado, es tan alta, que no fue captada por los más grandes filósofos de la antigüedad, y, sin embargo, forma parte de las ideas religiosas elementales de los hebreos, como se refleja en las palabras de esta madre del pueblo.14

Tal es la solemne afirmación que sirve de solemne pórtico a toda la Biblia: Al principio creó Dios los cielos y la tierra. Es el sentido obvio reflejado en todas las versiones, sin excepción, de la antigüedad. Sin embargo, recientemente algunos autores racionalistas han querido ver en la unión de esta frase con la siguiente (la tierra estaba confusa y vacía) una alusión a la creencia de una materia caótica preexistente al estilo de las teogonías orientales de la antigüedad15. Así, en vez de leer en sentido absoluto la frase, leen: “Al principio (cuando) creó Dios los cielos y la tierra, la tierra estaba confusa y vacía.” Supuesta esta lectura, ven en el texto bíblico un eco del Poema de la creación, llamado Enuma elis (por sus dos primeras palabras), de la literatura babilónica; que empieza así:

Cuando arriba el cielo no tenía nombre,

cuando la misma tierra abajo no era nombrada,

(entonces) las aguas del abismo (Apsû: aguas dulces) primordial

y las de la tumultuosa Tiamât (aguas saladas) fueron juntadas16.

Pero nada en el contexto del pasaje hebreo sugiere la prótasis, apódosis y paréntesis que aquí aparecen, y como, por otra parte, todas las versiones, sin excepción, entendieron el pasaje en sentido absoluto, parece que el sentido obvio es el expuesto en el comentario anterior. Y nada más ajeno al contexto doctrinal del capítulo que suponer que el omnipotente Elohim dependa de una materia informe para producir sus maravillosas obras.

La misteriosa frase la tierra estaba confusa y vacía (v.2) no tiene otra finalidad que destacar el estado de imperfección en que se hallaban las cosas en el primer estadio de la obra creativa. Ya hemos dicho antes que el hagiógrafo expresa su pensamiento paulatinamente y de modo gradual, partiendo de lo más imperfecto a lo más perfecto. Es un procedimiento pedagógico para destacar la sabiduría y omnipotencia divinas, que ponen orden donde todo es caos. Con su obra de distinción (v.3-10) y ornamentación (v. 11-31), Dios sacaría el cosmos de lo informe. Es el pensamiento de Sap. 11:18: “(Dios) creó al mundo de la materia informe.” (?? ??????? ????), e.d., sac? orden, belleza, y distinción del caos y del desorden, expresados por las dos palabras hebreas tohû wabohû (v.2), que designan justamente lo informe, sin distinción y sin orden17. Para resaltar esta idea de confusión y de caos, el hagiógrafo dice que toda esa masa caótica estaba oscurecida: y las tinieblas cubrían el haz del abismo18. No cabe descripción más tétrica y apocalíptica. El hagiógrafo carga las tintas para poner después en contraste la obra maravillosa que de aquella materia informe habría de resultar: pero el espíritu de Dios se cernía sobre la superficie de las aguas. El autor sagrado parece aludir aquí al espíritu vivificador19 que estaba como incubando o acariciando la materia informe para darle forma y vida20. Según esta interpretación, el mejor comentario del pasaje sería la afirmación del salmista: “por la palabra del Señor fueron hechos los cielos, y por el espíritu de su boca todo su ornato”21. Aquí el soplo de Dios es considerado no como un elemento del caos, sino como una fuerza creadora y vivificadora22. Antes de describir con detalle la creación del mundo y de los seres vivientes, el autor describe el soplo de Dios planeando, como un pájaro, sobre el caos tenebroso de donde había de salir, por su poder vivificador, “el cielo, la tierra y todo su ornato.”23 No obstante, muchos autores prefieren ver en “el soplo de Elohim que se agitaba sobre las aguas” simplemente una alusión al viento huracanado desencadenado por Dios sobre el abismo en la oscuridad de las tinieblas, con lo que se resaltaría más el estado caótico y confuso de la primitiva masa informe.

Así, pues, comenzando el autor sagrado a describirnos el proceso de la obra de Dios, resumida en el v.I, nos presenta la tierra, el mundo, como un caos, caracterizado por tres cosas: la tierra estaba confusa, es decir, que la creación entonces carecía de distinción y ornato y se hallaba despoblada. A esto se añade otro rasgo; que estaba envuelto en tinieblas. Carecía, en fin, de cuanto constituye la belleza del mundo. Esta idea del caos primitivo es común en las cosmogonías antiguas.

El espíritu de Dios se cernía sobre aquella masa informe, semejante a los abismos del mar. Sobre ese caos, del cual no podría esperarse nada, el autor sagrado contempla algo superior al caos, el espíritu de Dios. Algunos autores ven en este espíritu de Dios el espíritu genial del soberano Artífice, inclinado sobre la materia para sacar de ella una obra maestra, que predique su gloria24. Muy bien dice Judit: “A ti rinde homenaje toda criatura, porque dijiste, y las cosas fueron hechas; enviaste tu espíritu, y fueron creadas, y no hay nada que resista a tu voz.”25

1 A. Clamer, Génese (La Sainte Bible, 1953) P.103. — 2 Cf. M. J. Lagrange, L’hexameron: Rb 5 (1896) P.384s. — 3 Cf. F. Ceuppens, De Historia Primaeva (Roma 1948) P-7- — 4 Sab. 11:21. — 5 Es La Misma Raíz Del Ilû Asiro-Babilónico, El Allah De Los Árabes Y El Elim De Los Primitivos Fenicios De Ugarit. Su Sentido Primario Etimológico Es Muy Discutido. Lagrange Y Otros Lo Relacionan Con La Idea De Fuerza; Cf. M. J. Lagrange, Études Sur Les Religions Sémitiques (París 1905) P.70-83. — 6 R. De Vaux, Initiation Biblique (París 1939) P.671. — 7 A. Clamer, O.C., P.104. — 8 Cf. P. Dhorme, Amarna (Lettres D’el-Amarna): Dbs I (1928) 207-225. — 9 Cf. F. Ceuppens, O.C., P.6. — 10 Así Se Llama Elohim A Los Jueces (Ex 21:6; Sal 80:2;6); A Las Falsas Divinidades (Gén 31:30; Ex 18:11); Aun A Las Divinidades Femeninas (I Re 11:5). — 11 Cf. Ex 34:10; Is 48:7; Jer 31:22; Sal 50:12. — 12 Se Le Ha Querido Relacionar Con La Forma Intensiva Bere’ (Cortar, Modelar La Materia). — 13 2 Mac 7:29. — 14 Cf. C. Tresmontant, Essai Sur La Pensée Hébraïque (París 1953) P.13. — 15 Es la opinión, entre otros, de Budde, Loisy, Gunkel. — 16 Cf. P. Dhorme, Textes religieux assyro-babyloniens 3. — 17 Bohû parece indicar la idea de vacío, mientras que tohû más bien lo indistinto, sin caminos ni contornos. La expresión tohû wabohû era proverbial, y significa lo que entre nosotros caos, desolación. Cf. Is 4:23. El hagiógrafo destaca este estado primitivo informe Para resaltar después su distinción y ornamentación por intervención de la sabiduría y poder de Dios. — 18 Abismo en heb. es tehôm, que lexicográficamente parece relacionarse con el tiamât, o abismo de aguas saladas del Poema de la creación de la literatura asiria, que antes hemos citado. Pero la dependencia lexicográfica no prueba dependencia ideológica. — 19 Cf. Sal 30:6; 104:29. — 20 La palabra heb. merajefet, que traducimos por se cernía, aparece en Dt 32:11 con el sentido del águila que con sus alas se cierne sobre sus polluelos para protegerlos. — 21 Sal 33:6; 104:30. — 22 Cf. Job 33:4; 34:14; Eclo 24:3; Jdt 16.17. — 23 Van Imschoot, L’Esprit de Yahvé, source de vie dans l’Ancien Testament: RB 44 (1935) 489. — 24 Sum. Theol I q.66 a.1 ad 2. — 25 Jud 16:17.

BIBLIA COMENTADA 001: Introducción al Génesis

Autor: Fr. Alberto Colunga, O.P.

Génesis.

Introducción al Génesis.

Nombre.

El nombre proviene de la versión de los LXX, y alude a su contenido sobre el origen del mundo y de la humanidad. Entre los hebreos palestinenses, este primer libro del Pentateuco era llamado Beresit (“al principio”), que es la primera palabra del texto hebreo.

Contenido y Finalidad del Libro.

En este libro se trata de narrar los orígenes del pueblo hebreo, y, como preámbulo a la historia de la elección de los patriarcas, se da la prehistoria del mismo, enlazando tradiciones y recuerdos en torno a determinados personajes primitivos hasta llegar al primer hombre. Y, como introducción al origen del hombre, se describe el origen del universo y de todos los seres de un único Dios Creador. Así, pues, el libro comienza con la creación del cosmos, para terminar con la muerte de José, que cierra la serie patriarcal.

División y estructura del Génesis.

El libro se divide en dos partes netas: a) origen del mundo y prehistoria de la humanidad (cc.1-11); b) elección e historia de los patriarcas (cc. 12-50). La primera parte está concebida esquemáticamente por el autor a base de pequeñas historias o toledot (lit. generaciones). Son las diez secciones siguientes: 1) origen del cielo y de la tierra (1:1-2:4a); 2) historia de Adán (5:1): su descendencia; 3) historia de Noé (6:9-9:29); 4) historia de los hijos de Noé (10:1-11:9); 5) historia de Sem (11:10-26); 6) historia de Teraj (11:27-25:11); 7) historia de Ismael (25:12-18); 8) historia de Isaac (25:19-35-29); 9) Historia de Esaú (36); 10) historia de Jacob (37-50). Las cinco primeras abarcan la historia de la humanidad en general, mientras que las otras cinco se refieren a los orígenes de los antepasados y parientes inmediatos de Israel. De estas diez historias, la cuarta, la séptima y la novena son colaterales, mientras que las demás se siguen en línea recta desde el Creador hasta Jacob (San Lucas, al trazar la genealogía del Salvador, sube en sentido inverso la misma escala, remontándose de Jesús hasta Dios).

A la vista de este esquema, aparece claro que el autor sagrado no pretende presentarnos un relato completo de los orígenes de la humanidad ni del pueblo de Israel, sino destacar los sucesos y personajes más importantes, que, al decir de Agustín de Hipona, son como los hitos o piedras miliarias que marcan el curso seguido por las promesas de salvación a través de las edades de la historia humana. Toda esta historia es oscura, por ser la infancia de la humanidad y del pueblo escogido, y, como el mismo santo Doctor dice, “¿quién hay que conserve la memoria de las cosas de su infancia?”1

En el esquema propuesto se refleja bien el proceso eliminativo empleado por el autor sagrado hasta centrar su atención en torno al objeto principal de su narración, que es la historia de los orígenes de Israel como pueblo elegido. Así se elimina a los cainitas 2, continuando la historia por los descendientes de Set. Después del diluvio se eliminan los hijos de Noé, Cam y Jafet, y se narra sólo la historia de los semitas3. Dentro de esta línea la narración se centra en torno a la familia de Abraham, padre del pueblo elegido4. Después de unas indicaciones sobre los hijos de Abraham habidos de Agar y de Quetura, y los hijos de su sobrino Lot (amonitas y moabitas), la narración se centra sobre Isaac y su hijo Jacob, con algunas indicaciones sobre Esaú. De este modo, la narración se va concretando gradualmente en la porción elegida por Dios.

Historicidad de los Relatos del Génesis.

Como antes indicábamos, este libro se divide en dos partes netas, una referente a la prehistoria y otra a la historia patriarcal. Ambas perspectivas son totalmente diferentes, en cuanto que la primera se mueve en un vacío inmenso histórico, en el que se destacan algunos hechos aislados y algunas figuras históricas; en cambio, en la segunda parte podemos ya estudiar las concomitancias bíblicas con los datos de la arqueología oriental, pudiendo establecer un medio ambiente histórico-jurídico-social, en el que quepan las narraciones coloristas y llenas de realidad de la historia de los patriarcas.

Respecto de los tiempos prehistóricos, los pueblos de la antigüedad, aun los más cultos, han llenado este gran vacío de los albores de la humanidad con narraciones mitológicas, historias de dioses, semidioses o héroes, sin control alguno de la razón. Israel, en cambio, en este libro, ha sabido llenar estos primeros capítulos nebulosos de la historia con sucesos concretos, con personajes de carne y hueso, y ha encarnado en su narración la más alta enseñanza religiosa y moral. Al calibrar el grado de historicidad de algunas de estas tradiciones populares religiosas, debemos tener en cuenta que se trata de una historicidad especial. La cuestión de las formas literarias de los once primeros capítulos del Génesis es muy oscura y compleja. Tales formas literarias no corresponden a ninguna de nuestras categorías clásicas, ni se las puede juzgar a la luz de los géneros literarios greco-latinos o modernos. No se puede, pues, ni negar ni afirmar en bloque su historicidad, sin aplicarles indebidamente las normas de un género literario dentro del cual no pueden ser clasificados. Mas, admitiendo que estos capítulos no son históricos en el sentido clásico y moderno, todavía es preciso confesar que los datos científicos actuales no permiten dar una solución positiva a todos los problemas que plantean. El primer deber de la exégesis científica consiste, ante todo, en el estudio de todos los problemas literarios, científicos, históricos, culturales y religiosos conexos con tales capítulos. Luego será preciso examinar atentamente los procedimientos literarios de los antiguos pueblos orientales, su psicología, su manera de expresarse y hasta su noción de la verdad histórica; en una palabra, será preciso reunir, sin prejuicios, todo el material de las ciencias paleontológica e histórica, epigráfica y literaria. Sólo así se puede esperar ver más clara la naturaleza de ciertos relatos de los primeros capítulos del Génesis. Declarar a priori que estos capítulos no contienen historia en el sentido moderno de la palabra, podía dar a entender fácilmente que no la contienen en ningún sentido, siendo así que en ellos se relata en lenguaje sencillo y figurado, acomodado a las inteligencias de una humanidad menos culta, las verdades fundamentales que se presuponen a la salvación y, a la vez, la descripción popular de los orígenes del género humano y del pueblo elegido.5

Vemos, pues, que en estos capítulos se trata de una historicidad “sui generis,” basada en una “noción de la verdad histórica” diversa de la nuestra, que exige precisión y exactitud. La crítica histórica, en el sentido moderno de la palabra, es un logro de los últimos tiempos. En la antigüedad — aun entre los escritores greco-romanos —, la historia era un arte, y, como tal, tenía su parte la imaginación del escritor-historiador. Esto supuesto, no debemos admirarnos de la libertad con que los hagiógrafos desarrollan sus relatos de índole histórica. Respecto de los once primeros capítulos del Génesis, la dosis imaginativa y aun legendaria es mayor, si bien haya un cañamazo de verdades históricas que dicen relación a verdades dogmáticas. Incluso podemos admitir que los hagiógrafos hayan utilizado — como ropaje literario — formas de decir que tengan originariamente resabios mitológicos, si bien en el juicio formal del autor sagrado no hay ninguna afirmación mitológica. En los escritos bíblicos hay a veces frases menos exactas alusivas a hechos históricos que son puro relleno literario, es decir, sobre las que no recae el juicio formal del autor sagrado, que es esencialmente de índole religiosa. Las tradiciones bíblicas aparecen a veces coloreadas por el ambiente del mundo oriental en que fueron creadas y conservadas. Algunas de estas tradiciones antiguas de la Biblia encuentran su paralelo muy marcado con otras mesopotámicas (como el relato del diluvio), pero difieren en el enfoque religioso de las mismas, ya que en la Biblia se destaca siempre el carácter monoteístico y moral de la narración en orden a la formación de los lectores israelitas. Pero las ideas religiosas “han sido pensadas y expresadas con nociones e imágenes del ambiente y de la época. Por eso hay que distinguir la verdad religiosa y su expresión.6 De ahí que en las narraciones coloristas del yahvista del Génesis debemos ante todo atender a sus enseñanzas doctrinales, dejando su parte a las dotes imaginativas del autor. En el comentario destacaremos estas diversas facetas para calibrar lo que es juicio formal del hagiógrafo, su mensaje religioso, que es la finalidad de los escritos bíblicos.

Otra observación que debemos tener en cuenta es que, por falta de perspectiva histórica, el hagiógrafo colorea los relatos sobre los albores de la humanidad conforme al ambiente social de su época. Así, nos presenta a Caín y a Abel como agricultor y pastor, respectivamente, conforme al género de vida imperante en tiempos del redactor. En realidad, sabemos que la agricultura y el pastoreo no aparecieron hasta la época neolítica, pues antes el hombre vivía de la caza y de la pesca. También se nos presenta a un bisnieto de Caín como el primer forjador del hierro, y sabemos que la elaboración de este metal no tuvo lugar en la historia hasta el siglo XII a.C. En sus narraciones hay siempre una enseñanza doctrinal, y es ésta la que hemos, sobre todo, de mantener.

Con la historia de Abraham y de los patriarcas cambia la perspectiva histórica, ya que nos encontramos en una zona perfectamente controlable desde el punto de vista de la verdad histórica. Los inmensos vacíos de la prehistoria desaparecen, y los relatos de la vida patriarcal encuentran su eco y paralelo en instituciones y costumbres ambientales que han sido registradas por los modernos descubrimientos arqueológicos. La antigua tesis de Wellhausen de que los patriarcas eran “fantasmas transfigurados en la noche de los tiempos” resulta hoy insostenible, ya que los relatos patriarcales son perfectamente verosímiles en el marco histórico de principios del segundo milenio a.C. 7 No son tampoco los patriarcas encarnación de movimientos migratorios de tribus que se instalaban en Canaán, “porque los relatos son narraciones llenas de colorido, concretas, en las que abundan los rasgos individuales, irreductibles a un sentido colectivo. Por otra parte, si algunos caracteres o ciertos episodios son susceptibles de una aplicación étnica, debe tenerse en cuenta que la vida de un jefe de tribu condiciona la de su grupo, y, además, en razón de esta ligazón, la tradición puede atribuir al antepasado empresas o experiencias del grupo; pero esto no anula la realidad del personaje.” 8 La emigración de Abraham se encuadra bien en el conjunto de migraciones que hacia el 1800 a.C. descendieron sobre Palestina. El clan de Abraham, de vida seminómada, podía moverse con los emigrantes sedentarios que bajaban del norte. Así, el patriarca entra en relación con poblaciones no semitas, como los jorritas de Siquem y los hititas de Hebrón. En el comentario tendremos ocasión de puntualizar las concomitancias de los pormenores de la vida de los patriarcas con las costumbres y leyes de su ambiente extrabíblico. De todo ello podemos concluir que la historicidad de estos relatos es muy verosímil y muy conforme a los datos de la historia del Antiguo Oriente.

Doctrina Religiosa y Moral del Génesis.

Este primer libro de la Biblia es sumamente rico en enseñanzas religiosas, que son la base de la teocracia hebrea: 1) Monoteísmo: se presenta a un Ser supremo, creador de todas las cosas, obrando conforme a sus atributos de omnipotencia, sabiduría, justicia, santidad y verdad. 2) Dios no sólo creó al hombre, sino que tuvo particular providencia de él, colocándolo en el paraíso y dándole una “ayuda semejante a él.” 3) Dios creó al hombre dotado de libertad; por eso le somete a una prueba, de forma que quiere acepte voluntariamente su servidumbre. 4) Después de la caída, Dios anuncia a los culpables una promesa de rehabilitación, de forma que triunfe sobre el instigador del mal. Esta promesa se concretará en la bendición sobre Noé, Abraham y Jacob. 5) La justicia divina envió un castigo — el diluvio — contra la humanidad pecadora. 6) Para dar cumplimiento a su promesa de salvación, se reservó a una familia de justos, de la que había de nacer la simiente de elección. La alianza con Noé es la seguridad dada a toda la humanidad de que Dios no la había de abandonar. 7) Estos designios salvadores de Dios se concretaron en la bendición de Sem, y sobre todo en la elección de Abraham como padre de una descendencia en la que habían de ser bendecidas todas las gentes. Encontramos aquí de nuevo la promesa universalista del Protoevangelio. 8) De este pacto surgen unas relaciones especiales íntimas entre Dios y la humanidad, siendo intermediarios los patriarcas, de los que había de nacer el pueblo sacerdotal, vehículo de transmisión de las promesas divinas hacia los tiempos mesiánicos. 9) El Dios justiciero que castigó a la humanidad con el diluvio y a Sodoma por sus iniquidades, aparece también misericordioso y benevolente, dispuesto a perdonar a la ciudad maldita si encuentra cinco justos, gracias a la intercesión del amigo de Dios. El Dios de los patriarcas es también el Dios de los otros pueblos, y castiga y premia las malas y buenas acciones de los paganos.

Frente a estas altísimas doctrinas, los pueblos cultos paganos de la antigüedad, Babilonia, Egipto, Grecia y Roma, no nos ofrecen otra cosa que dioses absurdos, personificación de los elementos y de las fuerzas naturales, del cielo, de los astros, de la tierra, de los ríos y de la fertilidad de la tierra. El culto que a tales divinidades se rendía era a veces obsceno. Y aquellos hombres que por su sabiduría son tenidos por honra de la humanidad, aunque lograron responder de tales aberraciones, no llegaron, sino después de largos siglos de estudio, a aquellas nociones elementales de religión y moral que sin largos razonamientos nos enseña el autor del Génesis.

Sobre la moral de los patriarcas, bien será advertir que esos personajes, a quienes veneramos como ejemplares de virtud, seguían en algunos casos normas que la ley evangélica no aprueba, como la poligamia. Pero hemos de destacar en ellos la admirable fe en las promesas divinas, la obediencia ciega a sus mandatos (sacrificio de Isaac), agradecimiento por los bienes recibidos, sentido de honradez y de comprensión para el prójimo dentro de la mentalidad de su tiempo. Por ello los veneramos como ejemplares de virtud, y, según expresión del Salvador, están sentados en el banquete del reino de los cielos9. Pero la revelación divina, que Dios les comunicaba y era la norma de su vida, no se les dio perfecta desde el principio. Dios, como dice San Juan Crisóstomo, considerando la rudeza humana, siguió la norma de todo buen pedagogo con los niños que le están encomendados, y a quienes enseña los primeros elementos de la instrucción antes de introducirlos en las doctrinas más altas. Así dice el Señor que, por la rudeza de su corazón, condescendió Moisés con los hebreos, permitiéndoles el repudio10. Este principio hay que aplicarlo a la práctica de la poligamia en la época patriarcal11.

1 Agustín de Hipona, De civ. Dei XV 43. — 2 Gén. 4:24 — 3 Gén. 10:20. — 4 Gén. 11:27. — 5 EB 584. En la enc. Humani generis se recogen estas últimas palabras, insistiendo sobre el carácter popular de los relatos bíblicos de los primeros capítulos genesíacos. EB 599. — 6 A. Clamer, o.c., 87. — 7 Véase el artículo de R. De Vaux, Les patriarches hébreux et les découvertes modernes: RB (1946) 322s; (1948) 329. — 8 Id., Ibíd.: RB(1946) 326. — 9 Mt. 8:11. — 10 Mt. 10:3 — 11 Tomás de Aquino, Sum. Teol. Suppl q.65 a.2.

Preguntas básicas de Biblia – 001 de 100

Iniciamos hoy una nueva serie interactiva. Es bien sencilla: cada semana se publica una pregunta que requiere algún conocimiento o mínima investigación de la Biblia. La respuesta correcta se publica a la semana siguiente.

Pregunta de la semana: ¿Cuál fue el profeta que fue tragado por una ballena?

Las cinco grandes preguntas y preciosas respuestas de la Pascua

A la luz de las lecturas d ela vigilia pascual nos preguntamos: (1) ¿Por qué tardó tanto en llegar la redención? (2) ¿Era necesario tanto sufrimiento de Cristo en su Pasión? (3) ¿Por qué la resurrección es una noticia tan discreta, sobre todo si se la compara con el hecho notorio de la ejecución del Mesías? (4) ¿Por qué las cosas han cambiado tan poco en el mundo desde la Pascua del Señor? (5) ¿Cuánto más hay que esperar para ver la plenitud de la gloria del resucitado?

¡Horror! La Biblia se copió…

“Muchos creen que, si la Biblia es de origen divino, su contenido debería ser tan sublime y elevado, que jamás podría parecerse a nada escrito por un ser un humano. Si el libro sagrado no fue entregado por un ángel, piensan algunos, al menos debió haber sido dictado íntegramente por una voz de ultratumba. Ojalá el original estuviera impreso en láminas de oro y en un lenguaje totalmente ilegible, imposible de comprender aparte de una revelación especial, o al menos en un idioma sagrado. Bajo ese paradigma, encontrar que el supuesto “libro de Dios” no es totalmente original, que su contenido fue copiado o adaptado de otro lugar, sería una prueba irrefutable de que no bajó del cielo entre trompetas y cantos de ángeles…”

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¿Por qué es tan importante que las lecturas de la Misa sean siempre de la Biblia?

Un amigo que estuvo en Holanda me contó que en una iglesia, supuestamente católica de allá, habían reemplazado una de las lecturas de la Misa por un texto no sé si era de Buda o de Confucio. A mí eso me pareció extraño pero él me dijo que estábamos muy atrasados en nuestros países. Yo la verdad no supe qué contestarle pero sigo pensando que no es correcto lo que hicieron allá. Así que la pregunta es: ¿Por qué es tan importante que las lecturas de la Misa sean siempre de la Biblia? Gracias por su ministerio. — Maria C.H.

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La razón principal por la que las lecturas de la Misa vienen de la Biblia y sólo de la Biblia es por la unidad que tiene la celebración eucarística. Sabemos que tiene dos partes: Liturgia de la Palabra y Liturgia de la Eucaristía. Pero esas dos partes no están sencillamente yuxtapuestas sino que tienen una unidad intrínseca que debe preservarse, valorarse y enseñarse oportunamente.

En efecto, el Cristo que se nos da como alimento es el mismo que nos habla a través de su Palabra. Dice hermosamente la Carta a los Hebreos en su comienzo: “Dios, que muchas veces y de varias maneras habló a nuestros antepasados en otras épocas por medio de los profetas, en estos días finales nos ha hablado por medio de su Hijo. A este lo designó heredero de todo, y por medio de él hizo el universo. El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que él es, y el que sostiene todas las cosas con su palabra poderosa.”

Esto nos indica que no leemos textos de la Escritura por llenar tiempo o para inspirarnos y decir cosas bonitas sino para reconocer a Cristo y para sentir hambre de Cristo–hambre que será oportunamente saciada en el banquete del sacramento eucarístico.

El otro significado de la palabra economia

En teología llamamos economía de la salvación al conjunto de las disposiciones de la Providencia divina con las cuales nos va guiando para que crezcamos en la esperanza y alcancemos nuestra plenitud en él.

LA GRACIA del Martes 9 de Enero de 2018

Al conocer la historia del pueblo elegido vemos como el Señor obró en él y esta historia de salvación se hace nuestra porque Dios también quiere obrar en nosotros.

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