ESCUCHA y descubre a Dios como Padre

Escuela de Vida Interior, Tema 23: Dios Padre

* El centro de nuestra vida cristiana radica en estas dos revelaciones: (1) La revelación de Dios como Padre de Nuestro Señor Jesucristo; y (2) La revelación de Dios como Padre de cada uno de quienes en Cristo acogen el don del Espíritu Santo. Hay santos, como Teresa del Niño de Jesús y Francisco de Asís que han vivido con particular intensidad ese sentido de filiación. Otros, como San Agustín o San Cipriano, son reconocidos por sus comentarios a la oración cristiana por excelencia, el Padrenuestro. Finalmente, hemos de considerar como normativo y especialmente rico lo que nos enseña el catecismo sobre Dios como Padre, y lo que nos enseña sobre la oración de Jesús.

* Es rasgo común a muchas culturas el hablar de una mezcla o fusión de lo humano y lo divino pero a excepción del cristianismo, esta combinación o mezcla es privilegio de unos pocos. Son los “héroes” de la mitología griega o la casta real de los egipcios o los incas. La audacia de la fe cristiana hunde su raíz en la audacia del dato biblico fundamental del génesis: el hombre, todo hombre, es imagen y semejanza de Dios. Por ello mismo, todo ser humano es, cuando menos en potencia, hijo de Dios, y ello le da una dignidad inmensa que es anterior a toda institución humana y que por consiguiente nadie le puede arrebatar. Históricamente, este ha sido el origen de la enseñanza, tan apreciada en Occidente, sobre los Derechos Humanos. Allí donde se ha proclamado a Dios como Padre, y allí donde se ha reconocido a todo ser humano como potencial hijo de Dios, avanzan los Derechos Humanos.

* En cambio, cuando se oscurece la idea de Dios, a lo sumo queda un respeto por la capacidad pensante del hombre. Pero esta capacidad no se puede detectar en todos. Sucede en nuestra sociedad, que adora la racionalidad, que los embriones y fetos humanos, los enfermos terminales, los intelectualmente deficientes, los que padecen Alzheimer u otra enfermedad degenerativa ya no son tan “humanos” como los demás, y por eso se impone la idea funesta de que puede disponerse de ellos.

* La fuente de la novedad cristiana está en la novedad que es Cristo mismo. Sus contemporáneos se maravillan de que habla con autoridad (Marcos 1,27). Sus adversarios quedan avergonzados y confundidos frente a la luminosa sencillez de su lenguaje (véase por ejemplo la controversia con los saduceos en Lucas 20,27-38) y la perfecta coherencia de su vida (véase Juan 8,46). No acepta elogios ni grandezas mundanas sino que cuando todos los aclaman, él prefiere retirarse a la soledad y a la oración (Juan 6,15). Todo su secreto está en esa oración.

* De esa misma oración nos habló el Señor en el Sermón de la montaña cuando dijo: “tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” (Mateo 6,6). En aquel espacio y aquel tiempo en el que tú no tienes que ser nada para nadie, allí es donde está tu secreto; allí es donde sencillamente “eres,” y allí es donde la oración y la unión con Dios Padre acontecen. El Papa Juan Pablo II identifica ese lugar espiritual con el santuario de la conciencia, y afirma: “todos los condicionamientos y esfuerzos por imponer el silencio no logran sofocar la voz del Señor que resuena en la conciencia de cada hombre. De este íntimo santuario de la conciencia puede empezar un nuevo camino de amor, de acogida y de servicio a la vida humana” (Evangelium Vitae, 24).

* En la experiencia de simplemente “ser,” que no es otra cosa que experiencia de recibir el ser, el orante se descubre hijo amadísimo. Tal amor lo hace libre porque le quita la durísima tarea de estar mendigando amor de las creaturas. Amado sin condiciones, y transparente a un amor que le sobrepasa, se hace capaz de amar sin negociar.

* Son así tres los principales frutos de la experiencia de ser hijo: (1) la paz, más allá de la tranquilidad frágil que promete el mundo; (2) la libertad, que no degenera en egoísmo ni en indiferencia; (3) el amor, que no depende de la retribución y que verdaderamente refleja de quién somos y qué naturaleza hemos recibido.

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ESCUCHA, Dios Creador

Escuela de Vida Interior, Tema 22: Dios Creador

* Muchos asocian la enseñanza sobre la creación con el dato científico del “Big Bang,” que establece que el universo visible, tal como lo conocemos, proviene de una colosal explosión sucedida algo más de 13.500 millones de años. Pero, ¿es eso lo que enseña la Biblia? ¿Es la enseñanza sobre la creación un simple dato cosmológico que pueda demostrarse o negarse sobre la base objetiva del conocimiento que da la ciencia?

* La verdad es que el pueblo de Dios llegó a la fe en el Dios Creador por un camino muy distinto. Se puede decir que fue un camino “experiencial,” en el sentido de que ellos experimentaron su “nada” y en ella descubrieron que Dios está más allá de todo lo que existe y a la vez es sustento de todo lo que existe. El contexto para este descubrimiento fue, con gran probabilidad, el tiempo del destierro a Babilonia.

* Y para entender qué significó para los hebreos el destierro conviene hacer la comparación con el tiempo en que fueron liberados de la esclavitud en Egipto. En el libro del Éxodo se explica bien cómo el faraón egipcio pretendía actuar como dueño de vidas humanas, es decir, pretendía asumir el lugar de un “dios” que dispone quién tiene derecho a crecer, y quién puede multiplicarse. La victoria de YHWH sobre faraón no es sólo una prueba de fuerza sino sobre todo una demostración de quién es el verdadero Dios. Esto sucedió en el siglo XIII antes de Cristo.

* Unos siete siglos después, un general caldeo, Nabucodonosor, se burla con arrogancia de todo lo que es sagrado para los hebreos: profana, saquea y destruye el templo; asesina a los hijos del rey judío, Sedecías, y luego lo deja ciego y lo lleva como esclavo a Babilonia. La multitud de exiliados experimenta de modo espantoso la humillación, o podemos decir: el sabor de la muerte y la aniquilación. En contraste con lo que se narra en el Éxodo, esta vez parece que los dioses caldeos han sido más poderosos. Parece que YHWH es falso o no existe. Las contradicciones y preguntas quemantes se amontonan en la mente atribulada de ese grupo de desterrados.

* Para que sea mayor su dolor, los judíos saben para qué los han llevado a Babilonia: ellos son un pueblo, entre muchos otros, y su tarea es trabajar como esclavos en la edificación y embellecimiento de Babilonia. La confusión de lenguas no oculta el hecho de que los caldeos quieren levantar su ciudad hasta los cielos. Se supone que todos, incluidos aquellos judíos, deben servir a esa meta que parece la expresión más pura del orgullo y la idolatría. En el colmo de la humillación, los caldeos tratan las oraciones y cánticos de los judíos como si fueran materia de entretenimiento: “¡Cantadnos un cantar de Sión!”

* Desde su nada, los judíos se atreven a preguntarse qué ha sucedido para que lleguen a tal calamidad. Y dan varios pasos:

(1) Se dan cuenta que son pecadores. No se puede echar la culpa a nadie de fuera: el pueblo mismo debe reconocer que ha sido infiel, y que pecar tiene consecuencias. ya lo advirtieron los profetas, desde Amós, especialmente.

(2) Pero Dios no los ha extinguido. ¿Por qué? Si es verdad que nada merecen, sino muerte, cual ha sucedido a otros pueblos, y también a las Diez Tribus del Norte, que se llamaron “Israel,” ¿por qué ha sobrevivido el Reino del Sur, que se llamó “Judá”? La única explicación es el amor: ni siquiera la violencia y la arrogancia de los caldeos ha podido destruir el amor de Dios. Después de todo, parece que hay algo que es mayor y más fuerte que los horrendos dioses caldeos.

(3) Además, el odio y la violencia no son verdadera victoria. El pueblo que hoy oprime mañana será oprimido. A todo astuto le sale otro astuto peor, y cada violento debe esperar la hora de caer a manos de otro violento. El único triunfo es el del amor que permanece, es decir, el triunfo de la misericordia y la fidelidad, y ese es el triunfo del Dios verdadero. Lo demás es vanidad; es confusión, y se disuelve en el caos y en la nada.

* Dios aparece así como “el Dios de los comienzos,” el Dios que abre caminos insospechados; el Dios que, a partir de la nada, y sin pedir consejo ni ayuda a ningún otro, realiza su voluntad con poder, bondad y sabiduría. Sólo es Señor de todos, y su señorío es real y verdadero, en contraste con las vanas seguridades de los ídolos. Dios es Creador, y su actuar no se puede comparar con la de nadie porque a todos supera, y todos le son deudores.

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El lenguaje de la fe

Escuela de Vida Interior, Tema 21: El lenguaje de la fe

* Deseamos ahondar en nuestra fe siguiendo el credo. No es una exposición completa sobre el credo sino más bien un modo de descubrir el acontecer de la fe en el creyente.

* Partimos de esta base: No conocemos la fe como se conoce un microbio. La fe la descubrimos aconteciendo adentro de nosotros pero no como pura subjetividad o fantasía. ¿Cómo sucede esto?

* La clave está en descubrir la diferencia entre el preguntar de la ciencia y otras formas de preguntar. El científico controla circunstancias que hagan su observación independiente de sí mismo. Pero la vida trae sorpresas, positivas o negativas. El inesperado apoyo de un amigo, que llega justo a tiempo, o la decepción por la distancia egoísta que una hija ha creado, son dos ejemplos de esa clase de sorpresas.

* Las “sopresas” son, en el lenguaje de Edward Schillebeeckx, experiencias que nos llevan al límite de lo que comprendemos sobre nosotros mismos y sobre el sentido de nuestros esfuerzos. Una experiencia límite me dice algo no sólo sobre lo que está “afuera” sino también sobre mí mismo. Tal es el tipo de conocimiento y de lenguaje de la fe.

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Yo en la Biblia

Escuela de Vida Interior, Tema 20: ¿Qué enseña la Biblia sobre el YO?

De la Sagrada Escritura aprendemos, ante todo, que el ser humano se descubre y se construye en diálogo con Dios. Así como el bebé requiere que se le hable para alcanzar su estatura racional y emocional, así el hombre crece a medida que la Palabra hace su casa en él.

Y en ese diálogo el hombre descubre a Dios como su CREADOR. Ser creatura implica saberse sostenido por Dios, pues ha sido ante todo su designio quien no ha dado el ser. Quien esto descubre ya no tiene que justificar su existencia: no vive para demostrarle nada a nadie. Es libre. Pero no es caprichoso ni su vocación puede ser el egoísmo: ser creado es descubrirse hermano de las demás creaturas.

En el diálogo entre Dios y el hombre se descubre la realidad protuberante del pecado, única verdadera amenaza a la nobleza y hermosura de nuestro origen. Pero el pecado está vencido en Jesucristo, de modo que una sana antropología bíblica siempre llamará “perdonado” y amado al hombre.

Además, el don del Espíritu nos conduce a la plenitud en la vía de la restauración del daño causado por el pecado, ajeno o propio, hasta el punto de saber que somos coherederos con Cristo: es indistinguible el amor que él tiene del que nos Padre nos prodiga con ternura. El Espíritu no viene a nosotros como extraño, que invade u oprime, sino como dueño a su propia casa. Nunca soy tanto yo mismo como cuando Él está.

Otros dos elementos bíblicos fundamentales son la VOCACIÓN, que responde a la pregunta “¿Para qué he vivido lo que he vivido?” y la MISIÓN, que apunta a la pregunta: “¿Para quiénes he recibido lo que he recibido?”

La antropología bíblica es rica, de tono positivo y realista a la vez; anclada en la realidad de lo concreto pero abierta a la trascendencia hermosa e infinita de los cielos.

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Teorias y Modelos del Yo, 2 de 2

Escuela de Vida Interior, Tema 19: Teorías del YO que han cimentado el relativismo.

Para distinguir entre el falso y el verdadero conocimiento de sí mismo conviene hacer un recorrido por la historia, la filosofía y la psicología, aunque sea brevemente. En esta ocasión nos referimos a tres personajes del siglo XX que ilustran las raíces del pensamiento subjetivista y relativista de nuestra época.

Carl Gustav Jung (1875-1961) fue por un tiempo discípulo de Sigmund Freud, con el cual tiene algunas coincidencias. Lo mismo que Freud, Jung considera que la luz de lo consciente es comparativamente muy pequeña, de manera que la mayor parte de lo que uno “es” pertenece al dominio de lo inconsciente.

Pero Jung se distancia de Freud en varias cosas. Para Jung lo inconsciente no necesariamente está determinado por contenidos de origen sexual o libidinoso. Freud cree haber encontrado algunas puertas hacia lo inconsciente, por ejemplo, la libre asociación (el hablar sin inhibiciones, tipo desván), la interpretación de los sueños, o el examen de los mecanismos de defensa. Para Jung, en cambio, el inconsciente es lo no-consciente y no-conscienciable: no existe un método real que lleve a lo no conocido y cognoscible.

Otra diferencia entre estos dos pensadores es que para Jung lo inconsciente no es individual en su origen. Todo lo contrario. De hecho, el proceso más importante del crecimiento personal es la “individuación,” es decir, el proceso que lleva desde el “inconsciente colectivo,” que es como un depósito profundo e indiferenciado de arquetipos, hacia las opciones y decisiones de la persona como individuo. El proceso de “negociación” entre el subsuelo de imágenes y referencias comunes, por un lado, y las opciones que el individuo va tomando, es exactamente lo que constituye el “crecimiento personal.”

Debe destacarse que, por su misma naturaleza de “inconsciencia,” los arquetipos no son ni buenos ni malos, ni verdaderos ni falsos. Desde una perspectiva Jungiana no tiene sentido preguntarse si Dios existe o si el demonio realmente tienta a las personas. Lo único que importa es que hay seres humanos para los cuales hay colosales arquetipos como “la divinidad” o “la maldad en persona.” Por eso la religión no pertenece, según Jung, al terreno de lo verdadero.

La lógica consecuencia es que el proceso que él llama de “individuación” no está ligado a parámetro alguno de tipo objetivo. Simplemente, cada uno ha de aprender a reconciliarse con sus zonas oscuras y aprender a convivir con sus demonios (algo muy semejante predicó Anselm Grün en Colombia, 2012).

Jean Paul Sartre (1905-1980), filósofo francés, icono del existencialismo de la postguerra, llegó a convertirse en una especie de profeta para un mundo profundamente desencantado, incapaz de fiarse de los grandes relatos de la razón o de la fe.

En continuidad temática con el existencialismo de Kierkegaard, pero en profunda discontinuidad con la atmósfera cristiana de este último, Sartre percibe la contingencia infinita de la vida misma. Declara entonces que la vida es “una pasión inútil;” no se puede extraer sentido o significado de la vida: hay que dárselo. Según él, la existencia precede a la esencia, es decir: cada quien, en las opciones que toma por el camino del existir, va configurando su esencia, lo que es.

Si es un hecho firme que la vida carece de significado más allá de las decisiones del individuo, predicar un sentido para la existencia es engañar, y si de tal engaño se vale uno para crear una institución robusta y poderosa, como puede ser un gran partido político o una gran comunidad de creyentes, hay que hablar de “mala fe.” La mala fe, según Sartre, es el modo de obrar de aquel que sabe, porque no puede ignorar, la contingencia de la vida, pero pretende actuar como si las cosas no fueran así.

La única manera de librarse de la mala fe, es instalarse en la desprotección honesta de la autenticidad, esto es, asumir la existencia sin lo que él considera “máscaras” o mentiras. Por supuesto, esto implica “liberarse” de la idea de Dios y avanzar sin esperar nada de las cosas (ni de las personas).

John Lennon (1940-1980) puede bien considerarse como el profeta de otro modo de individualismo. Su muy famosa canción Imagine describe un mundo en el que hay paz porque ha desaparecido toda autoridad y toda referencia sobrenatural. Para Lennon lo único realmente importante es que cada quien encuentre algo que realmente lo apasione y luego se deje guiar por esa inspiración o llamado. desde esa perspectiva, las instituciones que pretenden señalar caminos y comportamientos a las personas, por ejemplo, las iglesias, los partidos políticos, o los patriotismos, son prisiones para la verdadera libertad y para el verdadero yo.

Una idea semejante encontramos en el escritor popular Paulo Coelho. Según éste, cada persona tiene que seguir el llamado del propio corazón, porque cada uno va escribiendo en cada día de su vida una página más de un relato irrepetible. Tales pensamientos son de muy buen recibo en una cultura que quiere centrarlo todo en las decisiones de un yo desconectado de cualquier referencia exterior, bajo la premisa de que toda influencia es negación, opresión o supresión.

El mundo postmoderno, el mundo que vive bajo el doble eclipse de la razón y de la fe, ha sido denunciado por el Papa Benedicto XVI, quien ha mostrado con agudeza que no es verdad que el declinar de la fe sea victoria de la razón, ni mucho menos que el oscurecimiento de la razón sea un amanecer para la fe. Muy al contrario, nuestros contemporáneos, especialmente nuestros jóvenes, sufren la fragmentación, incluso la pulverización, de su yo bajo la tiranía del dogma que prohíbe al corazón alcanzar la Verdad con mayúscula.

Otro será el lenguaje si entra Cristo en la escena.

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Teorias y Modelos del Yo, 1 de 2

Escuela de Vida Interior, Tema 18: Teorías y modelos del YO.

Para distinguir entre el falso y el verdadero conocimiento de sí mismo conviene hacer un recorrido por la historia, la filosofía y la psicología, aunque sea brevemente.

En Egipto se da un modelo “panal.” Así como entre las abejas todo gira en torno a la abeja reina, y el sentido de la vida de las abejas obreras es sólo la reina, así también en Egipto sólo importa la vida y la muerte del faraón. Es tanta la distancia que le separa de los demás mortales que ni siquiera puede emparentar con los que no sean de su familia: el incesto es una obligación en el antiguo Egipto.

En Grecia y Roma el panorama es distinto, pero sólo parcialmente. No es un individuo sino una clase social la que tiene todos los derechos. Son los “ciudadanos.” El resto son esclavos y su vida sólo tiene significado al servicio y atención de los ciudadanos, que son una minoría. El trato a los esclavos cambia de lugar a lugar pero lo que no cambia es que el YO del libre no se puede comparar con el YO del esclavo.

En la India se da un sistema de castas. El Yo de los sacerdotes, casta de los brahamanes, es fundamental y central. De ahí se desciende según los oficios y los orígenes de las diversas personas en la sociedad, como por una escalera, hasta llegar a los parias, que no interesan ni existen. El YO paria es sólo un estorbo; una basura.

Siddhartha Gautama, educado en el hinduísmo, tiene en su juventud lo que considera una gran iluminación: el sufrimiento nace del deseo; el deseo brota de la ficción o mentira permanente de la permanencia del YO. El “buda,” el iluminado, viene entonces a declarar la guerra al YO, una guerra que se supone que se gana a través de una cierta disciplina, mucha meditación y momentos privilegiados de iluminación. Por supuesto, la muerte del YO es también la muerte del TÚ. Si el budista quiere ser consecuente, sabe que no puede asir nada ni querer ser asido por nada, y esto excluye una propia vida social y familiar.

En el mundo shinto, que ha tenido tan amplia influencia en la cultura japonesa, lo que interesan son aquellas experiencias inesperadas de armonía, revelación y trascendencia que pueden estar ligadas a lugares incluso muy sencillos. El YO tampoco interesa y más bien estorba;si acaso sirve a manera de ofrenda anónima que ayuda a construir una armonía superior. Esto pareciera estar a la base del potente sentido de pertenencia que muchos empleados tienen con respecto a sus empresas, así como su lealtad al gobierno o al emperador.

Uno que en cambio ve la afirmación del YO como paso necesario para llegar a ser plenamente humano es Friedrich Nietzsche. Es ridículo y vergonzoso constreñir al YO dentro de los moldes de un “deber ser.” Sólo la corriente vital que no reconoce superior; sólo aquellos que tienen moral de “señores” y no de “esclavos” son capaces de una vida dionisíaca, plena, feliz, que no pide permisos ni se excusa ante nadie. Este YO gigantesco no puede tener peor enemigo que Dios, porque según Nietzsche la idea misma de Dios implica la afirmación de un orden debido, y eso coarta la explosión y el fluir mismo de la vida.

Para Sigmund Freud el YO es una entidad compleja que va más allá de lo que uno cree que conoce y piensa que desea. Además del YO visible hay un YO subconsciente que contiene multitud de tensiones no resueltas y de represiones de impulsos profundos que uno ha tenido, sobre todo en razón de los conflictos a que lleva el impulso sexual (libido). Además, todos hemos introyectado voces de maestros, papás y autoridades que conforman un “super-yo” que sigue adoctrinándonos e imponiéndose sobre las decisiones del YO y los requerimientos del inconsciente y del subconsciente.

La postura de Freud ha sido criticada desde varios ángulos: su “pansexualismo” no llegó a convencer del todo ni siquiera a sus más cercanos discípulos. Además, sus métodos para acceder al inconsciente, por ejemplo a través de la interpretación de sueños, han sido duramente criticados como faltos de rigor científico.

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Iluminados por Cristo en su Pasion

Escuela de Vida Interior, Tema 17: Iluminados por la Pasión de Cristo.

Ante el amor aparece la verdad de lo que uno es, de lo que uno quiere, de lo que uno sabe y de lo que uno puede. Como no hay amor más grande que la Pasión del Señor, es de suponer que en la cruz de Cristo se concede el verdadero conocimiento.

Cuatro historias tomadas de los evangelios demuestran que esto no es necesariamente así. Herodes, superficial y curioso; Pilatos, arrogante y cínico; Judas Iscariote, ofuscado y desesperado, no lograron esa luz. El ruido de sus apegos a la codicia, el poder o la vanidad no les permitía oír la voz interior del Señor.

Pedro, en cambio, fue alcanzado por la mirada y la misericordia de Cristo, y por su humildad, humillación y apertura a la verdad recibió el don de arrepentirse de sus culpas. llego a conocerse ante Dios, y fue confirmado en su vocación de apóstol.

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Cuerdas que detienen el camino hacia el amor verdadero en Dios

Escuela de Vida Interior, Tema 16: El yo sólo se conoce cuando emprende la marcha por la senda del amor.

El amor que verdaderamente ilumina el camino es el amor de Cristo, “y este crucificado.” Pero hay cuerdas que nos retienen en el camino hacia él.

Condiciones que le imponemos;
Heridas que nos han marcado;
Resentimientos que nos hacen preferir venganzas o desquites;
Inmediatez que nos hace tardos para la virtud auténtica;
Sueños nuestros que queremos imponer sobre los sueños de Dios;
Temores y complejos que nos detienen.

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El Ego y su contrapartida

Escuela de Vida Interior, Tema 15: Nada impide tanto conocerse como el EGO, pero ¡qué difícil reconocer el propio EGO!

A través de una serie de contrastes vamos descubriendo qué pretende el YO y cómo Dios nos ayuda a descubrir sus pretensiones y a empezar a vencerlas.

  1. Poder / Impotencia
  2. Indispensabilidad / Contingencia
  3. Solidez / División
  4. Placer / Tedio
  5. Control / Dependencia
  6. Claridad / Incertidumbre
  7. Supremacía / Irrelevancia
  8. Abundancia / Precariedad
  9. Inmediatez / Espera
  10. Seguridad / Amenaza
  11. Gloria / Ridículo
  12. Permanencia / Finitud

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Guia para encontrar tu corazon, 3a. parte

Escuela de Vida Interior, Tema 14: Caminos de la gracia divina, llamándonos al arrepentimiento y la conversión.

* El arrepentimiento bíblico no es un pozo de desesperación, sino una luz intensa que muestra la verdad del pasado y abre esperanza firme y real para el futuro. El acusar por acusar, y para destruir, es el estilo del demonio; acusar para despertar y llamar a nueva vida es el estilo de Dios.

* Para cambiarte, Dios tiene que despertarte. Estos son algunos “despertadores,” caminos más frecuentes del arrepentimiento, verdadero regalo de Dios:

  1. Darse cuenta del daño causado a otros o a uno mismo.
  2. Ver cuál es el final de los malvados.
  3. Hacer memoria del bien perdido.
  4. Aplicarse la propia ley.
  5. Percibir la insatisfacción profunda.
  6. Descubrir un ideal noble.
  7. Cambiar por completo de ambiente.
  8. Sentir la proximidad de la muerte.
  9. Descubrir la alegría de hacerle bien a alguien.
  10. Desenmascarar las disculpas.

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Guia para encontrar tu corazon, 2a. parte

Escuela de Vida Interior, Tema 13: ¿Cómo ayuda la narrativa bíblica a reconocer quiénes somos?

* La vía propiamente cristiana para el conocimiento de sí va por la conversión y el arrepentimiento. Queremos examinar la evidencia bíblica que muestra por qué ese es el camino. Empezamos comentando los caminos de la psicología, entre los que destacamos dos: la psicometría y los varios tipos de tipología.

* La psicometría, como su nombre lo indica, quiere medir varios aspectos que cambian entre los seres humanos, ya se trate con relación a las capacidades, las actitudes, las tendencias o los comportamientos.

* Se llama “tipología” a una clasificación de las personas de acuerdo con rasgos comunes o repetidos, de modo que se pueda poner en un número finito de casillas a la gente. Aunque esto suena incómodo o incluso humillante, es verdad que puede traer alguna luz sobre cómo es uno, pues le permite sentirse dentro de un grupo con el que tiene algo en común.

* Tipologías típicas en la antigüedad fueron los signos zodiacales o la teoría de los cuatro temperamentos: colérico, sanguíneo, flemático y melancólico. Con un origen oscuro y poco recomendable, está también la teoría del llamado enneagrama, que habla de nueve tipos de personalidad y pretende establecer las compatibilidades o incompatibilidades entre ellas.

* La Biblia no toma esos recursos. Su lógica es otra. Todo empieza por comprender que la Biblia es relato que da testimonio de un camino. Lo que interesa en la Biblia no es la verdad objetiva, si por objetividad se entiende lo que captaría una cámara fotográfica o de cine, o una buena grabadora. La verdad que importa en la Biblia es el testimonio fidedigno del impacto o efecto que tuvo una experiencia en alguien.

* La esencia de la Biblia es narrativa; y eso es importante porque la vida misma es narración que está sucediendo ahora mismo, y que se va desarrollando ante nuestros ojos y muchas veces a través de nuestras manos. No toda experiencia, sin embargo, es narrada. Las grandezas de seres humanos son retratadas con bastante escepticismo o incluso crítica, y lo exótico de la naturaleza no merece mayor atención a los hagiógrafos. Lo que les interesa es simple y profundo: ¿qué bulle en el centro del corazón humano, que le habla de tanta grandeza pero a veces lo hace tan profundamente incoherente o miserable? La Biblia es un camino hacia el corazón.

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Guía para encontrar tu corazon, 1a. parte

Escuela de Vida Interior, Tema 12: ¿Cómo se ligan conocimiento de sí y arrepentimiento que lleva a la vida?

* La vía propiamente cristiana para el conocimiento de sí va por la conversión y el arrepentimiento. Queremos examinar la evidencia bíblica que muestra por qué ese es el camino. Nuestra primera estación es el libro de los Jueces.

* Se entiende por “justicia” en la Biblia la concordancia con el plan de Dios, en quien brilla la sabiduría, la bondad y la belleza. Los “jueces” son personas que han sido instrumentos providenciales para que su justicia llegue.

* La coyuntura en que se sitúa el libro es la época del ingreso en la tierra prometida (siglo XIII a.C). Salidos de las penurias del desierto, los israelitas olvidan fácilmente al Dios de la alianza. Se establece así un círculo: el bienestar conduce al olvido, el olvido a la fragilidad, la fragilidad a la derrota ante los enemigos, y la derrota a la oración, clamando a Dios, que entonces se apiada y da victoria, con lo cual llega un nuevo bienestar, que reinicia el ciclo.

* Detrás de ese ir y venir entre estar con Dios (YHWH) o lejos de Dios está la dicotomía entre la fe y el paganismo. Todos, creyentes o no, buscamos tres cosas; seguridad (que el mal se aleje), prosperidad (que las cosas vayan bien para nosotros) y fecundidad (que ese bien se prolongue y dure). El punto es que el paganismo quiere lograr esas metas desde el horizonte del “mundo” es decir, de aquello que tiene su ser al alcance de nuestra comprensión, poder y capacidad de negociación.

* La noción básica que ignora el paganismo es la “trascendencia” es decir, el reconocimiento de un Otro radicalmente “otro,” que sin embargo es fundamento de todo el ser, la verdad y la bondad de cuanto hay en el mundo. Esta trascendencia se conoce en la Biblia con el nombre de “creación.” Dios es el creador, y ese atributo es solamente suyo.

* El paganismo no se ha quedado en aquellos milenios anteriores a Cristo. Todavía en nuestra época se cumple que el ser humano quiere lograr sus anhelos manipulando lo exterior, o sea, “el mundo,” por medio de astrología, fetiches, velas, feng-shui, o cualquier cosa que lo distraiga y aleje de su interioridad. Además la falsa interioridad que se le ofrece es la de la espiritualidad orientalista de corte budista, que es un camino hacia la nada.

* Entre la exterioridad que vuelve al hombre un juguete de fuerzas que finalmente no puede terminar de dominar (caso del paganismo), y el vacío de un silencio interior que no conduce sino a la nada (caso del budismo), la Biblia propone algo diferente: el descubrimiento de la propia y radical bondad en razón de ser creaturas, esto es, obras del Dios creador. Aunque hemos fallado, el camino no puede ser la desesperación ni el paganismo ni la nada, sino la conversión hacia el Dios de la vida.

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Leer la vida de otro modo

Escuela de Vida Interior, Tema 11: ¿Por qué es fundamental el conocimiento de uno mismo, cuando se habla de verdadera vida espiritual?

La vida “interior” es siempre, para el cristiano, vida en el Espíritu. La puerta es la conversión, que requiere luz y fuego de arrepentimiento. Sólo llega uno a dolerse del pecado cuando recapacita, lo cual requiere leerse de otro modo, comparando lo que uno es y lo que podría ser, lo que debería ser, lo que en el fondo uno mismo quisiera ser. Y todos esos verbos implican conocerse desde la nueva luz que da el Evangelio.

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Este tema pertenece al Capítulo 02 de la Escuela de Vida Interior; la serie completa de los diez temas de este Capítulo 02 está aquí:

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Entrar en el plan de Dios

Escuela de Vida Interior, Tema 10: Cerramos el primer ciclo de la Escuela mirando qué implica entrar en el plan de Dios.

Los fundamentos son tres: (1) Aprender a invocar el Santo Nombre de Dios, es decir, jamás volver a excluirlo de nuestras decisiones importantes. (2) Arrepentirnos de corazón, sabiendo que la experiencia del arrepentimiento es hermana de la experiencia de la gracia perdonadora y restauradora de Dios. (3)

Sobre ese cimiento es preciso avanzar en dos líneas: el cultivo de la inteligencia, que implica formación, y el cultivo de la voluntad, que implica piedad y virtud.

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Este tema pertenece al Capítulo 01 de la Escuela de Vida Interior; la serie completa de los diez temas de este Capítulo 01 está aquí:

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Tres sentidos de amor

Escuela de Vida Interior, Tema 9: En la cultura contemporánea “amor” significa algo muy pobre, fruto de una triple reducción: (a) Se reduce amor a amor de pareja; (b) Se reduce el amor de pareja a lo físico y sensual; (c) Se reduce el amor sensual al placer sexual. Ese concepto empobrecido deja a muchísimos seres humanos en la condición de incapaces de amar e indignos de ser amados.

Pero hay otro modo de entender el amor. Un modo que “enciende la luz” de la inteligencia y busca el bien de la persona amada. Hablamos entonces del amor como una decisión.

Sin embargo, las fuerzas de la voluntad humana son finitas y llega un punto en que el Amor con mayúscula queda fuera de nuestras posibilidades. Hablamos aquí del amor al enemigo y de rezar por los que nos persiguen. Hablamos del amor que se describe en 1 Corintios 13. Ese tipo de amor está propuesto para que aspiremos a él y para que descubramos en la humilde oración la única puerta que nos puede llevar a amar al estilo de Dios.

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El amor y las fracturas de la humanidad

Escuela de Vida Interior, Tema 8: El alma humana está hecha de amor, enseña Santa Catalina de Siena, indicando así que cuando se destruye o ensucia el amor, también se fractura o imposibilita nuestra capacidad misma de responder a los desafíos o dificultades que nos llegan. El sentido de la vida es simple en su expresión, y consiste sólo en amar, pero podrá amar sólo aquel que primero se descubierta amado. Los espacios para saberse amado son la familia y la comunidad, pero estas necesitan finalmente hallar su fuente de amor en el corazón de Jesucristo, que dijo: “Venid a mí los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré…”

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