ANAIN – Taller Minimo de Evangelizacion en la Vida Cotidiana, 3 de 3

ANAIN – Taller Mínimo de Evangelización en la Vida Diaria. Tema 3 de 3: Invitar.

* La señal de que ya se puede pasar de la narración y los testimonios a una invitación explícita es que la persona hace una pregunta de este tenor: “¿Qué debemos hacer, hermanos?” (véase el discurso de Pedro en Hechos 2).

* Una buena invitación tiene en cuenta estos cinco puntos: (1) Llega como agua para el sediento; (2) Ofrece pero no impone (de hecho, hemos de estar preparados para escuchar rechazos e indiferencia, sin por eso perder nuestro ánimo); (3) La verdadera invitación brota del amor a Cristo y al prójimo, y se aleja de toda vanidad, pretensión de ganar discusiones, etc. (4) Toda auténtica invitación llama a la conversión y se sella con el sacramento de la confesión. Para ello facilita ofrecer oportunidades en que evangelizado y evangelizador puedan compartir la experiencia de una buena confesión. (5) Las invitaciones eficaces van seguidas de una buena labor de pastoreo.

ANAIN – Taller Minimo de Evangelizacion en la Vida Cotidiana, 2 de 3

ANAIN – Taller Mínimo de Evangelización en la Vida Diaria. Tema 2 de 3: Narrar.

* Los seres humanos usamos distintas clases de lenguaje. En términos de transmisión de la fe son especialmente importantes estos tres: (1) Catequético, que da gran importancia a la memoria; (2) Esquemático, que enfatiza en el entendimiento; (3) Imperativo o moralizante, que espera lograr que se tomen decisiones y se persevere en ellas. ¿Cómo se compara el lenguaje narrativo con estos tres?

* Las narraciones son una forma privilegiada de lenguaje porque sucede que la vida humana tiene elementos que son propios y típicos de la narración: personajes, eventos y una línea temporal.

* Además, las narraciones son la primera manera de lenguaje que aprendemos a disfrutar como por sí misma, cuando somos infantes, y son la última forma de lenguaje que compartimos con gusto en la edad madura.

* Una gran cualidad de las narraciones es que, si están bien hechas, los varios elementos se “llaman” los unos a los otros, de modo que la unidad del relato es fácil de ser recordada, transmitida, explicada y aplicada.

* Una vez que hemos acogido al prójimo y tenemos una idea razonablemente justa de haber calibrado su necesidad o dolor, y el impacto que ello ha causado en él, lo que sigue no es imponer, ni demostrar, sino testimoniar y ofrecer, y ello se logra mejor con las narraciones.

* Para que la narración ayude en la transmisión de la fe: (1) No debe ser un paquete prefabricado que lanzamos sobre el oyente; al contrario, debe enlazar con sus preguntas o necesidades. (2) Debe alimentarse de la inmensa riqueza de vida de la Iglesia, esto es: Biblia, liturgia, historia, legislación, vidas de santos, testimonios personales, etc. (3) No debe pretender sacar una moraleja o conclusión.

* Y al hablar de nosotros mismos, dando nuestro testimonio personal: (1) El testimonio se da, se regala con un solo propósito: invitar a creer y ayudar a crecer; (2) El protagonista sólo puede ser Cristo. (3) No es un ajuste de cuentas ni la imposición de nuestro punto de vista sobre una situación (por ejemplo, vida de pareja); (4) La conclusión hay que dejar que suceda en el encuentro entre la acción de Dios y la respuesta libre de esa persona.

ANAIN – Taller Minimo de Evangelizacion en la Vida Cotidiana, 1 de 3

ANAIN – Taller Mínimo de Evangelización en la Vida Diaria. Tema 1 de 3: Acoger.

* La Evangelización no empieza cuando empezamos a hablar, sino en la manera como acogemos con amor y atención las necesidades, dolores e incluso las contradicciones que padecen nuestros hermanos.

* Saber escuchar implica tres cosas: (1) Familiarizarse realmente con la voz de Cristo. (2) Recibir la historia o drama del prójimo; asegurarse de estar percibiendo el calibre de sus dolores y preguntas. (3) Escuchar el propio corazón, hasta saber que se ha recibido el impacto del dolor y el impacto del amor, y ya uno tiene la convicción interior de la victoria del amor divino en la historia humana.