Diagnóstico y propuesta sobre la crisis ética actual

[Predicación en Radio Betania de Santa Cruz, Bolivia.]

* Hablamos de crisis cuando hay dificultades fuertes, transiciones drásticas o cuando aquello que parecía firme y establecido pasa a ser cuestionado o abiertamente rechazado.

* Según tal criterio, es claro que estamos ante una crisis ética de enormes proporciones, en la cual se cumple lo que denunció el profeta Isaías, se llama bien al mal, y mal al bien (véase Isaías 5,20).

* ¿Qué causas han llevado a este estado de cosas? Dos, una exterior, y otra interior.

(1) De modo exterior, están las múltiples idolatrías, que de algún modo se concentran en la idolatría del dios Mercado: el pecado, la subversión del orden natural, produce ganancias.

(2) De modo interior, está la entronización de nuestro propio yo. El que no se une al “¿Quién como Dios?” de San Miguel, termina abrazando el “¡No serviré!” de Satanás.

* El remedio requiere entonces dos fases:

(1) De modo interior, al conversión del corazón de modo que el Primer mandamiento de la Ley de Dios recupere su lugar en nuestra mente y Dios mismo tenga su trono en nuestra vida. Y luego, la certeza de que “nada de afuera puede hacer impuro al hombre” (Marcos 7,15).

(2) Desde esa firmeza, afianzarnos en nuestros grupos y comunidades, de modo que se puedan organizar caminos de participación ciudadana que den a la sociedad un rostro más humano y cristiano.

Conocer más para vencer mejor la depresión

[Predicación en Radio Betania de Santa Cruz, Bolivia.]

* Usamos el término depresión con mucha frecuencia, y por eso conviene clarificar su sentido.

* Depresión, hablando de manera propia y formal, es un estado de ánimo y de comportamiento que implica una sensación prácticamente continua y muy prolongada de tristeza, desolación y sentimientos de destrucción o autodestrucción. De manera informal, alude a un “paraje oscuro,” un momento malo que lleva a una sensación de ánimo bajo, por un tiempo más bien breve y por causas bastante identificables y hasta cierto punto controlables.

* A menudo, la depresión propiamente dicha requiere para su tratamiento de ayuda profesional, es decir de la consulta o tratamiento con psicólogos o psiquiatras. En este caso, hablamos de una depresión clínica.

* Un psiquiatra es un médico que se ha especializado en el uso terapéutico de medicamentos que ayudan a tratar ciertas condiciones mentales que se consideran ligadas a estados hormonales, químicos o eléctricos que afectan de manera severa o recurrente a una persona, incluso hasta el punto de perturbar seriamente su vida familiar, afectiva, laboral o social. En ocasiones la ayuda de la psiquiatría es requerida para tratar algunos casos de depresión clínica.

* Un psicólogo es un especialista del comportamiento humano en sus más diversas expresiones. Según la escuela psicológica a la que uno adhiera, ese comportamiento se verá como fruto de circunstancias de la maduración sexual en la temprana infancia (psicoanálisis), o como dependiente de las decisiones y opciones cruciales que acompañan el curso de la vida (enfoque humanista), o como resultado de factores actuales que deben ser conocidos y modificados (conductismo). hay también otras posibilidades.

* Debe destacarse que, aunque muchos de estos especialistas, psicólogos y psiquiatras, son ateos o incluso adversos a la fe, los hay también buenos creyentes. Además, la Escritura nos enseña que “también al médico lo hizo Dios,” de manera que sería abuso pretender a obligar a Dios a que mejorara nuestra salud mental siempre sin el recurso a personas con la debida formación si son respetuosos o favorables a nuestra fe. Eso es especialmente cierto en el caso de las dificultades de aprendizaje, las adicciones y la depresión clínica.

Mitos que impiden comprender la doctrina de la Iglesia sobre la sexualidad

[Predicación en Radio Betania de Santa Cruz, Bolivia.]

* La enseñanza de la Iglesia sobre la sexualidad de pareja suele encontrar dura resistencia. ¿Hay causas identificables para ello? Ciertamente las hay. Ante todo, tres mitos:

(1) El mito de la privacidad: “Hay espacios de mi vida donde nadie, ni siquiera Cristo ni la Iglesia, deben meterse.” Este mito niega el señorío de Cristo y además es una mentira: todo lo que uno es finalmente tiene repercusiones en la manera como obra en la sociedad.

(2) El mito del juguete: “El sexo es fundamentalmente un entretenimiento y la práctica sexual debe ser una actividad recreativa de l que no se esperan consecuencias.” por supuesto, esto es la pura trivialización de la intimidad, y además, es un aliciente importante en la línea de la infidelidad.

(3) El mito del placer: “La calidad de la vida sexual se mide exclusiva o muy principalmente por la intensidad del placer logrado.” Es falso sobre todo por el empobrecimiento progresivo de la comunicación, de lo cual suele resentirse la mujer.

* Quitados esos mitos, se entiende bien la propuesta de una sexualidad abierta a la vida, como la propone la Humanae Vitae de Pablo VI. El ideal de sexualidad auténticamente humana que este papa propuso sigue siendo la referencia válida incluso cuando es necesario distanciar los nacimientos.

Comunismo, comunión y comunidad

[Predicación en Radio Betania de Santa Cruz, Bolivia.]

* ¿Hay una relación real entre los textos de Hechos 2 que nos describen una comunidad donde todo se comparte, y el comunismo como sistema político? En un plano exterior y superficial parece que sí precisamente porque el compartir de bienes hace que no haya propiamente diferencias de clase. pero hay una realidad más profunda.

* Lo que propone el comunismo es un proceso que empieza por una siembra de odio hacia la clase social poseedora de los bienes de producción. Y la siembra de odio produce espirales de envidia, intriga y violencia. Además, el decapitar un sistema social simplemente produce nuevas élites con nuevos privilegios.

* La comunión que propone la Escritura es otra. Parte de un tesoro grande que compartimos, que no es otro que Cristo mismo, que se ofreció a sí mismo por nuestra redención. Y quien comparte lo mayor no encuentra resistencia para compartir lo menor.