¿Podemos considerar a Marciano Vidal un moralista Católico?

“Marciano Vidal es un profesor de moral español, religioso redentorista. Ha escrito numerosas obras, de las cuales, la más conocida es su “Moral de actitudes”, cuya primera edición (si no me equivoco) es de 1974; muy pronto fue traducida a otras lenguas, al punto tal que en 1994 en Italia se traducía la 8ª edición española. Desde la década del ’70 y más aún en las del 80 y 90 ha sido un libro muy usado en institutos superiores de teología, seminarios y universidades católicas. Sin embargo esta obra, como muchas que la siguieron, están plagadas de enseñanzas contrarias a la doctrina moral católica. Durante años la Congregación para la Doctrina de la Fe examinó sus escritos y entabló un diálogo con su autor para que clarificara sus posiciones y el sentido de sus doctrinas. Finalmente, el 15 de mayo de 2001, la Congregación para la Doctrina de la Fe comunicó en una Notificación que esa obra y otras dos más “no pueden ser utilizadas para la formación teológica”…”

Marciano Vidal

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Sexta Lección sobre el martirio

Lección Sexta

Padecimientos morales de los mártires

Confiscación de los bienes

Antes de sufrir las pruebas corporales de la tortura, los mártires han salido victoriosos de pruebas morales que para muchos fueron verdaderamente terribles. Como hemos visto en el estudio precedente, el sacrificio que a no pocos se les exigía era tan grande como los bienes mundanos que habían de perder si querían guardarse fieles a su fe. Tanto dejaban los mártires cuanto más habían tenido. Antes del martirio, había, pues, una prueba previa, que para algunos podía ser durísima, e implicar terribles desgarramientos morales. A los mártires, como a su divino Maestro mártir, les era ofrecido el cáliz antes que la cruz.

Orígenes, escribiendo a un amigo cristiano, encarcelado por serlo, y que antes había tenido grandes riquezas y altos puestos, le decía: «¡Cómo desearía yo, si hubiera de morir mártir, tener también que dejar casas y campos, para recibir el céntuplo que el Señor ha prometido!… Nosotros, los pobres, debemos eclipsarnos, aun en el martirio, ante vosotros, porque habéis sabido menospreciar la gloria mentirosa del mundo, de la que tantos otros se enamoran, y el apego a vuestros grandes bienes» (Exhort. ad mart. 14,15).

Suele parecer en ocasiones que los hombres están más apegados a los bienes temporales que a su misma vida. Y esto, hasta cierto punto, puede tener a veces cierta nobleza. Quien posee bienes, considerándolos un depósito recibido de sus antepasados para transmitirlo a sus descendientes, ve esos bienes con el aura majestuosa de las cosas hereditarias, integradas en la santidad del hogar doméstico.

Por eso la confiscación de bienes resulta tan odiosa. Y en el derecho penal romano ocupaba un gran lugar. La confiscación era el complemento terrible de toda pena que implicase pérdida de la ciudadanía, condena de muerte, trabajos forzados, deportación. Solamente una concesión graciosa del emperador podía reservar para los hijos una parte o la totalidad del patrimonio confiscado. Pero la ley prohibía expresamente esta gracia cuando se trataba de crímenes de lesa majestad o de magia (Código Teodosiano IX, 47,2). Y según parece, profesar el cristianismo se equiparaba a estos dos delitos.

Así fue al menos desde mediados del siglo III, época en que el tesoro público estaba muy escaso. En tiempos de Decio, concretamente, vemos que sin cesar se aplica la pena de confiscación, sea contra los cristianos condenados a muerte o a las minas, sea a los castigados con destierro o contra los que han huído. También Valeriano hizo gran uso de la pena de confiscación, y el emperador Diocleciano llegó a privar a los hijos de toda participación en los bienes de los condenados.

Los fondos de la Iglesia habían de subvenir a los cristianos que habían sufrido el expolio de sus bienes. La confiscación era la ruina de la familia, rei familiaris damna, según dice San Cipriano; la caída brusca de la fortuna a la miseria. Y en no pocos casos llevaba consigo la degradación -dignitate amissa, según el edicto de Valeriano-, pues al carecer de la hacienda necesaria, los descendientes de quien había sufrido confiscación de bienes pasaban necesariamente a la clase de los plebeyos. Ya no eran nobles empobrecidos, sino pobres a secas. Para un padre de familia cristiana noble, sufrir un proceso a causa de su fe significaba una perspectiva de suplicio propio y de ruina completa de los suyos.

San Basilio narra el caso impresionante de una conciudadana suya, Julita, viuda cristiana. Acosada por un depredador malvado de sus bienes, tuvo que reclamar en juicio sus bienes contra el usurpador. Pero inmediatamente el demandado alegó una excepción, sacada de un edicto del año 303, en el que se negaba a los cristianos el derecho a personarse en juicio. Así las cosas, el magistrado mandó traer un altar ante el tribunal, e invitó a los contendientes a quemar incienso ante los dioses. Julita rehusó en absoluto: «Perezca mi vida, perezcan las riquezas, perezca mi cuerpo, si es necesario, antes que salga de mi boca una palabra contra mi Dios, mi Creador». Con esto, inmediatamente, perdió el proceso, quedando completamente arruinada. Y por si fuera poco, una segunda sentencia la condenó a ser quemada en la hoguera por ser cristiana (Hom. V,1-2).

La prueba del mártir había de ser extraordinariamente amarga cuando se le instaba a renegar su fe para salvar el interés de su familia; cuando voces amistosas presionaban su conciencia de padre o de esposo en contra de la fe cristiana.

Unas veces eran amigos paganos: «Si no obedeces al juez, no solo vas a padecer horribles tormentos, sino que expondrás a tu familia a una ruina segura. Serán confiscados tus bienes y desaparecerá tu linaje» (Passio S. Theodoti 8). Otras, el mismo juez: «Piensa en tu salud, piensa, sobre todo en tus hijos» (Passio S. Philippi 9). «Eres riquísimo, y tienes bienes como para alimentar casi a una provincia… Tu pobre mujer te está mirando» (Acta SS. Philæ et Philoromi 2). Los abogados, los parientes, todos suplican al mártir que «mire por su esposa, que cuide de sus hijos» (Eusebio, Hist. eccl. VI,2,6) .

No todos los cristianos tenían el heroísmo del joven Orígenes, cuando escribía a su cristiano padre, que tenía siete hijos, y estaba amenazado de suplicio: «mantente firme, no cambies de conducta por causa de nosotros». Seguramente, muchos cristianos, combatidos por quienes debían confortarles, cedieron a estas pruebas, que eran peores que las torturas. Y los que vencieron, solamente pudieron vencer asistidos por una fuerza sobrehumana.

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La fe de Benedicto y la pobreza de Francisco, 03 de 12

[La fe del Papa Benedicto y la pobreza del Papa FranciscoRetiro Espiritual para el Monasterio de Santa María Reina, en Zamora, España. Junio de 2013.]

Tema 3 de 12: Fundamento primero de la relación entre fe y pobreza

* Se necesitan mutuamente la fe y la pobreza evangélica:

(1) Faltando el espíritu de pobreza se impone la avidez. Llegan pronto la codicia, el afán de placeres, la comodidad, el egoísmo, la necesidad continua de exaltar y mimar el yo. Es ambiente que hace improbable e inoperante la fe.

(2) Faltando la fe, la pobreza se ve como simple carencia y sólo queda la ley del socialismo (sembrar odio para nivelar por la fuerza a la sociedad bajo el mando despótico de unos auto-denominados representantes del pueblo), o la ley del capitalismo salvaje (todo tiene precio, empezando por la vida humana misma).

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* Puentes de principal interés entre fe y pobreza:

(1) La confianza. Es propia de la pobreza evangélica porque “pobre” de verdad es aquel que ha puesto su esperanza en Dios y no en las fuerzas o recursos de este mundo. Es además tan propia de la fe que prácticamente la define, en cuanto actitud existencial.

(2) La verdad. En cuanto a la pobreza el despojo de lo que nos sobra nos conduce a la autenticidad y nos educa en dirección a lo esencial. La acumulación, en cambio, nos hace vanos, caprichosos, esclavos del momento y la apariencia. En cuanto a la fe, sólo la aspiración consecuente a la verdad nos abre al misterio fundante de toda realidad, que no es otro sino Dios mismo.

(3) El seguimiento de Cristo. Pedro se define a sí mismo y a los demás llamados por el Señor como aquellos que “lo han dejado todo” (pobreza evangélica). A la vez, el “sígueme” de Cristo es un acto supremo de confianza total en él, y por tanto, una verdadera obra de fe.

* La dinámica, pues, de nuestro retiro queda así configurada: desprenderse (pobreza) para prenderse de Cristo (fe).

La fe de Benedicto y la pobreza de Francisco, 02 de 12

[La fe del Papa Benedicto y la pobreza del Papa FranciscoRetiro Espiritual para el Monasterio de Santa María Reina, en Zamora, España. Junio de 2013.]

Tema 2 de 12: El itinerario espiritual y de fe de Jorge Mario Bergoglio

* Contexto latinoamericano:

(1) A la luz del Concilio Vaticano II, los obispos de Latinoamérica, reunidos en Medellín (1968) leen con particular atención la relación entre Iglesia y mundo. Salta a la vista una realidad escandalosa: la injusticia social.

(2) En 1971 Gustavo Gutiérrez, entonces sacerdote diocesano del Perú, publica su obra “Teología de la Liberación” privilegiando de modo casi unilateral la categoría “Pueblo de Dios” y la descripción de la obra de Dios como un “éxodo.”

(3) En la década de los 70s muchos quieren leer el Concilio en clave de una serie de contraposiciones que harán mucho daño: sacramentalizar vs. evangelizar; religiosidad popular vs. comunidad formada; clero vs. pueblo de Dios; y sobre todo ortodoxia vs. ortopraxis.

(4) Al final los ánimos se van exacerbando y se planteará descaradamente la incompatibilidad entre una Iglesia llamada “verticalista” (la cual se quiere hacer coincidir con todo lo anterior al Vaticano II) y una Iglesia “horizontal” o “de comunión” (que sería la propia del Vaticano II). Surge de aquí una mirada de desconfianza, desprecio o confrontación hacia el magisterio de la Iglesia.

(5) La escogencia de unos mismos textos bíblicos, usados hasta el hastío, toma las características de un “canon dentro del canon” : parece importar sólo lo que apoye una determinada línea de pensamiento y acción, a la espera de que el resto de la Biblia sea “releído” como simple apéndice o preparación para los textos considerados centrales, que son,por supuesto, los que van en la línea de un cambio en las condiciones de vida de los pobres.

(6) Y como se quiere definir a la Iglesia por un único aspecto, a saber, la elevación de la dignidad humana, entonces se buscan los medios más eficaces para generar cambios en al sociedad. Es aquí donde se comete el peor error: adoptar el análisis marxista de la realidad social, aun en contra de tantas evidencias de la Sagrada Escritura.

(7) La caída del comunismo soviético y las vigorosas intervenciones de la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida en ese momento por el cardenal Joseph Ratzinger, producen un cambio de interés y de dirección, que llevará poco a poco a la teología de la liberación hacia un declive cada vez más profundo.

bergoglio

* Jorge Mario Bergoglio, S.J., testigo de excepción de este itinerario, define su perfil de cara a la realidad que ha conocido, amado y servido desde su juventud. Surgen así cuatro claves de su pensamiento y acción:

(1) La injusticia en la comunidad humana es una herida en el corazón de Dios.

(2) Ninguna ideología, y en ningún caso el marxismo, da verdadera respuesta a los pobres, a quienes sencillamente usa para sus propósitos.

(3) Debe entonces uno empezar por sí mismo: por la sobriedad, la sencillez y sobre todo el servicio.

(4) No se trata sólo de ver a Cristo en los pobres sino de aprender de los pobres cómo ver a Cristo.

Santos incorruptos

Buenas padre, ¿me podría decir que significa cuando abren la tumba de un santo y encuentran el cuerpo incorrupto? – Preguntado en formspring.me/fraynelson

* * *

Un cadáver que no queda sometido a la ley natural de la degradación que sufren los que mueren es, sin duda, una señal muy poderosa; podemos hablar de un auténtico prodigio. Como sabemos que es parte de nuestra fe aquello que decimos en el Símbolo de los Apóstoles: “Creo en la resurrección de la carne,” nos damos cuenta que el cadáver incorrupto es como un signo de que Dios puede ciertamente vencer a la muerte y sus consecuencias.

Por supuesto: no es lo mismo un cuerpo incorrupto que un cuerpo glorioso. El incorrupto es sólo una señal pero todavía no goza de la plenitud de presencia y obra de Dios que es propia de los cuerpos gloriosos. De hecho, podemos relacionar los cuerpos incorruptos con el cuerpo de Cristo muerto en el sepulcro, que no estuvo sometido a corrupción, mientras que los cuerpos glorificados o gloriosos corresponden a la situación radicalmente nueva del Resucitado.

Una última precisión: con el milagro de los cuerpos incorruptos sucede lo mismo que con los demás milagros, a saber, es Dios y sólo Dios quien, en su providencia, quiere manifestar de unas o de otras maneras su presencia, su bondad, su fidelidad o algún otro de sus atributos. Por ello no debe presumirse que son más santos aquellos cuyos cadáveres Dios ha provisto que permanezcan incorruptos, del mismo modo que no debe presumirse la santidad por ninguna otra señal exterior y visible. Según el parecer de Santo Tomás y de otros grandes doctores de la Iglesia, sólo la caridad, cuya dimensión es sólo de Dios conocida, podría diferenciar la santidad de unos o de otros.

La fe de Benedicto y la pobreza de Francisco, 01 de 12

[La fe del Papa Benedicto y la pobreza del Papa FranciscoRetiro Espiritual para el Monasterio de Santa María Reina, en Zamora, España. Junio de 2013.]

Tema 1: El itinerario que llevó al Papa Benedicto a declarar un Año de la Fe

* El Espíritu Santo nos ha concedido, para la cátedra de Pedro, hombres grandes en su unión con Dios y su docilidad al Espíritu, cada uno con su don particular. En Benedicto vemos a un maestro de la fe; en Francisco a un profeta de la pobreza evangélica.

* ¿De dónde nace en Benedicto XVI la idea de un “Año de la Fe”? Guiándonos por sus propias palabras encontramos motivaciones “ad extra” y “ad intra” de la Iglesia.

* Ad extra:

(1) La tiranía del relativismo, que mira con escepticismo y descalifica de entrada todo empeño serio de llegar a la verdad;

(2) Las erupciones de fundamentalismo: reacciones obnubiladas al relativismo, que tampoco se ponen en marcha hacia la verdad porque se consideran en completa posesión suya;

(3) La ideología del secularismo, que no se plantea la verdad religiosa sino que por principio quiere excluirla del debate público.

Benedict-Francis

* Ad intra:

(1) La primacía, entre los teólogos, de una mentalidad de gremio, con lo cual no se consideran en primer lugar a servir a la verdad del Evangelio sino a protegerse mutuamente;

(2) La mentalidad de funcionario que penetra amplios sectores del sacerdocio ministerial, con graves consecuencias: doble vida, consideración externalista de las funciones del ministerio, etc.

(3) Empuje de una hermenéutica de la ruptura con respecto al Concilio Vaticano II, con lo cual se ve a Dios como presente únicamente hasta, o únicamente desde el mismo Concilio.

La Virgen en la vida de la Iglesia

María Santísima, Madre de Dios, pasa inadvertida, como una más entre las mujeres de su pueblo. -Aprende de Ella a vivir con “naturalidad”.

María, Maestra de oración. -Mira cómo pide a su Hijo, en Caná. Y cómo insiste, sin desanimarse, con perseverancia. -Y cómo logra. -Aprende.

Soledad de María. ¡Sola! -Llora, en desamparo. -Tú y yo debemos acompañar a la Señora, y llorar también: porque a Jesús le cosieron al madero, con clavos, nuestras miserias.

La Virgen Santa María, Madre del Amor Hermoso, aquietará tu corazón, cuando te haga sentir que es de carne, si acudes a Ella con confianza.

El amor a la Señora es prueba de buen espíritu, en las obras y en las personas singulares. -Desconfía de la empresa que no tenga esa señal.

Más pensamientos de San Josemaría.

La nueva evangelización desde la Palabra de Dios

“Inspirados en el relato del evangelista san Lucas, disponemos algunas iniciativas que pretendemos impulsar en los próximos años en favor de la Nueva Evangelización, ordenadas en cuatro apartados. En el primero, repasaremos las recientes visitas del Santo Padre a España para escuchar en sus enseñanzas la voz del Señor (Jesús dijo a Simón: Lc 5, 4) y proponer acciones que ayuden a su aplicación. En el segundo, aludiremos a las dificultades que hoy parecen frenar la nueva evangelización entre nosotros tanto desde fuera de la vida eclesial (relativismo y laicismo) como desde dentro (desaliento y secularización interna), considerando estas dificultades como nuevas oportunidades para escuchar la voz del Señor, aunque a veces predomine el desánimo (Hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada: Lc 5, 5a). En el tercero, agruparemos las iniciativas destinadas a descubrir y potenciar el protagonismo de la Palabra de Dios escuchada, celebrada y testimoniada en la transmisión de la fe (Pero, por tu Palabra: Lc 5, 5b). En el cuarto, presentamos otras iniciativas que, teniendo muy en cuenta el peculiar contexto actual, contribuyan a reavivar la caridad y la esperanza en la misión evangelizadora (Echaré las redes: Lc 5, 5c), subrayando la necesidad de formar “nuevos evangelizadores”. En cada una de estas partes proponemos una acción pastoral prioritaria, directamente relacionada con los acontecimientos señalados: la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011 (JMJ); el quinto centenario del nacimiento de santa Teresa de Jesús; la publicación de la Sagrada Escritura, en la versión oficial de la CEE; y, la proclamación de san Juan de Ávila como doctor de la Iglesia universal. Cerraremos el período que abarca el presente Plan Pastoral con la celebración de un Congreso que conmemore el cincuenta aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II…”

Nueva Evangelización

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