¡Con confianza, con confianza!

Estás como el pobrete que de pronto se entera de que es ¡hijo del Rey! -Por eso, ya sólo te preocupa en la tierra la Gloria -toda la Gloria- de tu Padre Dios.

Niño amigo, dile: Jesús, sabiendo que te quiero y que me quieres, lo demás nada me importa: todo va bien.

“Todo lo puedo en Aquél que me conforta”. Con El no hay posibilidad de fracaso, y de esta persuasión nace el santo “complejo de superioridad” para afrontar las tareas con espíritu de vencedores, porque nos concede Dios su fortaleza.

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