BIBLIA COMENTADA 020: Los Hijos de Noé

18 Fueron los hijos de Noé, salidos del arca, Sem, Cam y Jafet; Cam era padre de Canaán. 19 Estos tres eran los hijos de Noé, y de ellos se pobló toda la tierra. 20 Noé, agricultor, comenzó a plantar una viña. 21 Bebió de su vino, y se embriagó, y se desnudó en medio de su tienda. 22 Vio Cam, el padre de Canaán, la desnudez de su padre, y fue a decírselo a sus hermanos, que estaban fuera; 23 y, tomando Sem y Jafet el manto, se lo pusieron sobre los hombros, y yendo de espaldas, vuelto el rostro, cubrieron, sin verla, la desnudez de su padre. 24 Despierto Noé de su embriaguez, supo lo que había hecho el más pequeño de sus hijos, 25 y dijo: “Maldito Canaán; siervo de los siervos de sus hermanos será.” 26 Y añadió: “Bendito Yahvé, Dios de Sem, y sea Canaán siervo suyo. 27 Dilate Dios a Jafet, y habite éste en las tiendas de Sem, y sea Canaán su siervo.” 28 Vivió Noé después del diluvio trescientos cincuenta años, 29 siendo todos los días de su vida novecientos cincuenta años, y murió.

Muchas veces, en los capítulos que preceden, se hace mención de los tres hijos de Noé. La que aquí se nos ofrece parece ser como una introducción a la tabla etnográfica del capítulo siguiente. El relato sobre el origen de la viña parece relacionarse con lo referido atrás 14 acerca del origen de otros elementos de la cultura humana. El autor sagrado traslada el ambiente económico y cultural de su tiempo a los primeros tiempos de la humanidad. El cultivo de la viña, como en general la agricultura, surge en el neolítico. Y en concreto, la viña era muy cultivada en tierra de Canaán, por lo que se la menciona muchas veces en la Biblia15. Parece que originariamente procede de la región de Armenia16, donde justamente encalló el arca del diluvio.

El episodio imprevisto a que dio lugar el cultivo de la vid es irónico y sirve de pretexto para poner en labios de Noé su testamento rimado, como será el caso de Isaac17 y de Jacob18. Bajo los nombres de Sem, Cam y Jafet hemos de ver representados los pueblos de ellos nacidos, según la tabla etnográfica, y en las bendiciones y maldiciones del patriarca se nos muestra la futura historia de esos pueblos.

Dos son los pueblos camitas con quienes Israel tuvo estrechas relaciones: el egipcio y el cananeo. La Ley se ocupa de uno y otro. A pesar de cuanto se dice en el Éxodo de la opresión de Egipto y del tono con que se celebra la liberación, hay que decir que los hebreos conservaron siempre buenas relaciones con Egipto, que venía a ser su refugio en los días de calamidad. Bastará para prueba la siguiente palabra del Deuteronomio: “No detestes al egipcio, porque extranjero fuiste en su tierra.”19 Y más de una vez se prohíbe volver a la tierra de donde Dios los había sacado20, lo que arguye la atracción que sobre los hebreos ejercía el valle del Nilo. En cambio, la Ley se ocupa mucho de los cananeos e inculca la aversión a los mismos en el ánimo del pueblo israelita, a causa del peligro que para él significaba su cultura y su religión idolátrica, manchada de todo género de inmoralidades. Estas consideraciones nos explicarán por qué el autor sagrado pone en boca de Noé una maldición a Canaán por el pecado de Cam., que es el nombre de Egipto en la lengua propia del país (Kemi), no desconocido de la Sagrada Escritura21. Cuando Israel logró adueñarse totalmente de la tierra de Canaán, en los comienzos de la monarquía, los cananeos quedaron sometidos al pueblo israelita22. Es entonces cuando se cumplió la maldición de Noé.

Sem se pone aquí por Israel. En las bendiciones de Yahvé se halla la raíz del mesianismo, expresado con frecuencia por los profetas en la sentencia: “Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.” Un ligero cambio en la puntuación permitiría traducir este texto: “Bendice, Yahvé, las tiendas de Sem.” Esta lección nos daría un sentido más en armonía con el contexto.

En la bendición de Jafet se juega con el significado de la raíz hebrea patah, que significa dilatar y está bien de acuerdo con lo que nos muestra la tabla etnográfica del capítulo siguiente. Y nótese que este favor se pide a Elohim, no a Yahvé, nombre que se reserva para Dios en sus relaciones con Israel.

La frase de 18b: y Cam fue padre de Canaán, parece una glosa explicativa que se entendiera la maldición de Noé contra Cam-Canaán. En los pueblos paganos se atribuía un origen divino a la viña (a Osiris entre los egipcios, y a Dionysos entre los griegos); quizá en Canaán existiera una creencia análoga. En todo caso, el autor sagrado la considera como una de tantas plantas agrícolas. No obstante, en el relato hay mucho de ironía contra el abuso del vino, que puede poner al hombre en una situación degradante, como sucedió con Noé.

1 Cf. Lev 26:25; Dt 10:12. — 2 Dan 1:8-16. — 3 J. Chaine, o.c., p.123. — 4 Cf. M. J. Lagrange, Etudes sur les Religions Sémitiques p.254. — 5 Cf. Lev 17:10-12. — 6 Cf. Act 15:29. En Ez 33:25-26 se ponen en el mismo rango la idolatría, el homicidio, el adulterio y el comer la sangre. — 7 No es fácil traducir con exactitud el versículo. Así, las versiones son diferentes en la matización: Bibl. de Jér.: “yo pediré cuenta de la sangre de cada uno de vosotros… a los hombres entre sí, yo pediré cuenta del alma del hombre.” Cantera: “yo pediré cuenta de vuestra sangre como de vuestra vida, de mano de cualquier animal la reclamaré, y reclamaré asimismo la vida del hombre de mano del hombre.” — 8 Cf. Ex 21:28. — 9 Cf. Gén. 1:26. — 10 Dt 19:1-13; cf. Ex 35:9-15; 21:12-14. — 11 Cf. Jaussen, o.c., p.221. — 12 Gén. 17:11. El signo del pacto en el Sinaí es el sábado: Ex 31:13. — 13 Así dice un texto asiro-babilónico: “Cuando el dios Hadad, en el mes de Tisrit, clama con voz poderosa y cae la lluvia en día nebuloso, y cuando se extiende en el cielo el arco…, entonces los dioses son propicios” (M. J. Jastrow, Die Religión Babyloniens und Assyriens 2 [1905] 706). Y otro texto: “Cuando el arco iris se extiende sobre la ciudad, entonces se significa la salud para la ciudad, para el rey y para los príncipes.” (ID., ibid., p.710) — 14 Gén. 4:17-24. — 15 Gén.49:11; Jos 24:13; Jue 9:11; 1 Re 4:25; Is 5:1; Os 10:1; Sal 80:9. — 16 Cf.. V. Zapletal, Der Wein in der Bibel (Freibourg in B. 1920). — 17 Gén. 27:27s. — 18 Gén. 49,1ss. — 19 Dt 23:7. — 20 Dt 17:16. — 21 Sal 78:51; 105:23; 27; 106:22. — 22 1 Re 5:13-18; 2 Par 2:16.