San Martín de Porres, vencedor del demonio

Vencedor del Demonio

Viendo el Demonio que para perder a Martín ya no podía contar para nada con la complicidad de la carne, y menos aún con la del mundo, tuvo que asediarle él mismo en varias ocasiones. Es cosa que vemos en la vida de todos los santos. En una ocasión en que fray Martín iba por una escalera solitaria, normalmente sin uso, llevando entre las manos un brasero encendido, se le atrevesó en el camino el Enemigo mirándole con odio. El santo fraile le insultó y le mandó al infierno. Al no obtener resultados positivos con esto, se quitó el cinto y la emprendió contra él a correazos, cosa que al parecer fue bastante eficaz. Allí mismo trazó Martín en la pared una cruz con un carbón del brasero, y de rodillas dio gracias a Cristo por la victoria.

Otra vez don Francisco de la Torre, el guardia amigo que compartió dos meses la celda de fray Martín, durmiendo en una alcoba próxima, vió una noche con espanto como el Santo, mientras anatematizaba a los invisibles demonios, era sacudido y volteado por éstos en todas direcciones, al tiempo que se producía un incendio. Después se hizo la paz y el silencio. Cuando a las tres de la noche, según costumbre, se levantó fray Martín para tocar el Angelus, su amigo Francisco se levantó para ver a la luz de una vela los destrozos causados en la habitación, pero lo halló todo en orden y sin ninguna señal de quemaduras.


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.