Plegaria de una mujer asombrada por el amor de Dios

No me dan ganas de nada mas, sino solo de alabarte y agradecerte a ti, Oh Cristo, porque me has mirado con amor y misericordia. Siendo yo tan pecadora, al acercarme al confesionario me repites: déjame amarte una vez más.

Abre mi corazón, Cristo, abre lo más profundo de mí a tu amor, para que eso me baste y no quiera más que a ti. Que ese amor me lleve a entender cuán valiosa soy frente a tus ojos, y que las prohibiciones no son más que toques de amor tuyos hacia tus hijos.

No debe bastarme “no hablar mal del prójimo,” sino reconocer la grandeza que tú haces en mi prójimo. No debe bastarme “no tener relaciones sexuales,” sino amar al otro como Cristo lo hace. No debe bastarme “no perder el tiempo,” sino gastar el tiempo haciendo el bien.

Gracias porque nos levantas! Ofrezco en este momento un Avemaría por mi alma y por el alma de todas las personas que amo. Porque eso es amor, hablarle a Dios de las personas y hablar con las personas de Dios.

Amén.