LA GRACIA del Jueves 2 de Agosto de 2018

Si permanecemos en las manos de Dios también eso que parecía barro inútil se convertirá un día en una preciosa vasija y será útil para la casa de Dios que es la Iglesia.

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ROSARIO de las Semanas 20180731

#RosarioFrayNelson para el Martes:
Contemplamos los Misterios de la Antigua Alianza

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio de la Antigua Alianza contemplamos la paciencia de Dios, que no detuvo su amor ante el pecado de los hombres.
  2. En el segundo misterio de la Antigua Alianza contemplamos el camino de fe de Abraham.
  3. En el tercer misterio de la Antigua Alianza contemplamos el éxodo de la tierra de Egipto.
  4. En el cuarto misterio de la Antigua Alianza contemplamos el don de la Ley hecho a Moisés y a su pueblo junto al Monte Sinaí.
  5. En el quinto misterio de la Antigua Alianza contemplamos la gran promesa de Dios al rey David: que el cetro real no se apartaría de su descendencia.
  6. En el sexto misterio de la Antigua Alianza contemplamos la valiente vocación de los profetas, por quienes el Espíritu Santo nos habló de muchas maneras.
  7. En el séptimo misterio de la Antigua Alianza contemplamos a el pequeño resto de Israel, que permaneció fiel y fue semilla de la Nueva y Eterna Alianza.

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¿Cómo ofrecer los propios dolores?

Padre, ¿cómo ofrecés los dolores? Yo siempre lo hago pero siempre tengo la duda de cómo hacerlo… — L.M.G.

* * *

Hay tres momentos:

1. No negamos lo que nos duele, perturba o incomoda. Reconocemos que el fastidio y el dolor están ahí pero nos serenamos. Evitamos el pánico, la queja excesiva, el traslado de nuestra impaciencia hacia otras personas en forma de agresividad o indiferencia.

2. Renunciamos de corazón a toda forma de blasfemia o cualquier otra tentación contra la fe, de la forma: “Dios se olvidó de mí; no le importo; en realidad nadie escucha al otro lado; pierdo mi tiempo rezando…” Al contrario, renovamos nuestra fe diciendo con amor el Credo y volviendo al ejemplo de Cristo y de sus mártires. Suplicamos el auxilio divino, diciéndole a menudo: “¡Señor, ten piedad! Tú prometiste que no seríamos probados más allá de nuestras fuerzas; dame pues esas fuerzas tuyas que son las únicas que pueden darme la victoria.”

3. Ya más serenos y renovados, repetimos frases sencillas como: “Por amor a ti, Jesús” “Uno mi dolor a tu Cruz, Señor” “Como tu apóstol Pablo, completo en mí lo que falta a tu Pasión” “Esta hora te la ofrezco por las misiones” “Este dolor lo ofrezco por la conversión de los más endurecidos” Y así, con otros otros pensamientos semejantes.

Puedes encontrar más inspiración en este impactante testimonio.