Las virtudes del amor y de la penitencia son inseparables

Nuestro Señor Jesús lo quiere: es preciso seguirle de cerca. No hay otro camino. Esa es la obra del Espíritu Santo en cada alma -en la tuya-: sé dócil, no opongas obstáculos a Dios, hasta que haga de tu pobre carne un Crucifijo.

Si la palabra amor sale muchas veces de la boca, sin estar respaldada con pequeños sacrificios, llega a cansar.

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