Fuerte es el que levanta sin caerse

¿Qué perfección cristiana pretendes alcanzar, si haces siempre tu capricho, “lo que te gusta”…? Todos tus defectos, no combatidos, darán un lógico fruto constante de malas obras. Y tu voluntad -que no estará templada en una lucha perseverante- no te servirá de nada, cuando llegue una ocasión difícil.

“Conozco a algunas y a algunos que no tienen fuerzas ni para pedir socorro”, me dices disgustado y apenado. -No pases de largo; tu voluntad de salvarte y de salvarles puede ser el punto de partida de su conversión. Además, si recapacitas, advertirás que también a ti te tendieron la mano.

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