¿Y por qué no los medios artificiales de anticonepción?

“Los métodos naturales facilitan el respeto a la otra persona y a su cuerpo. La abstinencia temporal, decidida de mutuo acuerdo por el hombre y la mujer, no solo no debilita el amor, sino que lo hace más fuerte, más libre y más profundamente personal. En cambio, con los medios artificiales se abre el camino a que cada uno -y sobre todo el varón-, habituándose al uso de las prácticas anticonceptivas, se despreocupe del equilibrio físico y psicológico de la otra persona, y llegue a considerarla como un objeto de placer sexual que debe estar siempre disponible para su propia satisfacción…”

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LA GRACIA del Sábado 26 de Agosto de 2017

Es deber de máxima gravedad advertir qué y quiénes están llevando a las personas a la muerte eterna, y que además se descubran las fuentes de verdadera salvación.

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Catequesis elemental sobre la confesión

Todos tenemos la satisfacción de haber hecho muchas cosas buenas en nuestra vida, pero también hemos realizado cosas malas. Tenemos inclinación al mal y por eso cometemos errores y pecados. No podemos negarlo. Los demás lo ven. Y sobre todo, lo ve Dios, que todo lo sabe y ve en lo más profundo de nuestro corazón. No hay nadie que, con amor a la verdad, pueda decir: “Yo no tengo nada de qué arrepentirme”. Si miramos con honradez en nuestro interior encontraremos muchas cosas de las que arrepentirnos y pedir perdón, a Dios y a los demás. El que se cree perfecto le pasa lo que al fariseo de la parábola que cuenta Jesús en el evangelio:

“Dos hombres fueron al Templo para orar, uno fariseo y otro publicano. El fariseo oraba de pie diciendo: ‘Oh, Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos, adúlteros, ni como este publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que poseo’. En cambio el publicano no se atrevía a levantar sus ojos al cielo y decía dándose golpes en el pecho: ‘Oh Dios, ten compasión de mí que soy un pecador’. Os digo que éste bajó justificado a su casa y aquél no. Porque todo el que se ensalza será humillado, y todo el que se humilla será ensalzado” (Evangelio de san Lucas 18, 10-15).

El ser humano ha de reconocer sus miserias para poder recobrar su grandeza espiritual y la dignidad que le es propia. Por eso, en el fondo todos queremos liberarnos de los pecados que nos impiden descubrir el verdadero sentido de la vida y vivir en buena relación con Dios y con los demás. Pero, ¿cómo hacerlo?

¿Por qué no puedo confesarme directamente con Dios?

Es bueno pedir perdón a Dios, porque Él puede perdonar como desee. Pero Jesús nos dijo cómo quería hacerlo de forma habitual. Después de resucitar instituyó el sacramento de la Confesión cuando dijo a los Apóstoles: “Recibid el Espíritu Santo, a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados, a quienes se los retengáis, les quedan retenidos” (Evangelio de san Juan 20, 22- 23):

Para que el Señor nos perdone nos hemos de confesar. La Confesión no es algo humano, ni es sólo decir los pecados a otro pecador como nosotros. Es un misterio sobrenatural: es un encuentro con el mismo Cristo en la persona del sacerdote, que en esos momentos hace sus veces.

Qué es la Confesión

También se llama “sacramento de la Reconciliación” o “sacramento de la Penitencia”, o “sacramento de la alegría”, porque Dios está siempre dispuesto a perdonarnos. Uno de los más grandes motivos de optimismo y de alegría es que todo tiene arreglo, porque Dios tiene la última palabra, y esa palabra es de Amor misericordioso. Hasta que no tengamos experiencia de ese amor y del perdón de Dios no alcanzaremos la paz interior que buscamos.

ROSARIO de las Semanas 20170824

#RosarioFrayNelson para el Jueves:
Contemplamos los Misterios de la vida pública del Señor

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que es bautizado por Juan en el Jordán y recibe la unción del Espíritu Santo.
  2. En el segundo misterio de la vida pública contemplamos que el diablo tienta a Jesús en el desierto pero al final tiene que retirarse derrotado.
  3. En el tercer misterio de la vida pública contemplamos las bodas en Caná de Galilea, donde Cristo dio su primera señal como Mesías.
  4. En el cuarto misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que predica la Buena Nueva a los pobres.
  5. En el quinto misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que llama a algunos discípulos para que estén con él y sean sus apóstoles.
  6. En el sexto misterio de la vida pública contemplamos la transfiguración del Señor, verdadero anuncio de su pasión y de su pascua.
  7. En el séptimo misterio de la vida pública contemplamos la institución de la Eucaristía y el mandamiento de amar como Jesús nos ha amado.

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