ALIMENTO 20170217

Alimento del Alma
Viernes 17 de febrero de 2017

Convento de Santo Domingo, Bogotá, COLOMBIA.
Tel. +57 (1) 249-3385

No. 9133
Cada día tiene su gracia…

 

 

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* Para el VIERNES: Hechos de los Apóstoles de América *

Caridad y sencillez: las dos lámparas en la vida del Hermano Pedro

Hermano terciario franciscano

Un día el padre Espino, viendo la orientación que iba tomando la vida de Pedro, le ofreció ser lego de la orden franciscana; pero éste quería ser simplemente terciario: «Quedaré muy contento, padre Espino, con el hábito de tercero descubierto. En imaginándome con hábito de lego me hallo súbitamente seco y desabrido. Creo será más discreto me quede con obligaciones de religioso y con libertad de secular».

El 8 de julio de 1656 fue recibido el Hermano Pedro en la Orden Tercera franciscana. Y como él no tenía los veinte pesos precisos para adquirir el hábito, un buen caballero, Esteban de Salazar, se los dio, y así pudo vestir su hábito con inmensa satisfacción: «Estimo más este saco de jerga que un Toisón». Y se diría que, con aquel santo hábito, pasó de un salto de la bondad a la santidad.

El padre Espino contaba que por entonces «dobló las mortificaciones», y aunque las hacía muy grandes, «tenía el rostro lleno y muy rojo». A veces este padre espiritual le negaba permiso para ciertas penitencias, y él obedecía con toda docilidad. El, que de su madre había aprendido el arte de hacer coplas y aforismos, solía decir: «Más vale el gordo alegre, humilde y obediente, que el flaco triste, soberbio y penitente».

En quince días sabía ya el Hermano Pedro de memoria los veinte capítulos de la Regla que dio San Francisco a los terceros, aprobada por el papa Nicolás IV. Y cuando el padre Espino le explicó que ninguno de aquellos preceptos le obligaban bajo pecado, ni siquiera venial, él respondía muy prudente: «Así es, padre, pero Regla es la que regula el vivir».

Guardián del Calvario

Con los Hermanos terciarios inició Pedro una profunda fraternidad espiritual. Para hacer sus oraciones y para tomar sus disciplinas penitenciales solían reunirse en el Calvario, donde Pedro vivía, a extramuros de la ciudad, en un lugar frondoso, lleno de encanto religioso. Y en una de estas reuniones el santo Cristo comenzó a sudar sangre.

Quisieron los Hermanos llamar un notario que diera fe del patente milagro, pero Pedro se opuso vivamente: «Por el amor de Dios, Hermanos, no hagáis tal diligencia. Que el sudar de este Santo Cristo es efecto de mis culpas y pecados. ¿No veis que la ciudad ha de sufrir alboroto?». Años después refería este suceso a su amigo Pedro Armengol, el joven, pidiéndole secreto. Y en su cuadernillo aparece escrito por esas fechas: «Desde nueve de enero me acompaña mi Jesús Nazareno. Año de 1655». Tenía entonces 29 años, y le quedaban doce de vida.

Como ermitaño del Calvario, el Hermano Pedro barría y arreglaba la ermita, y atendía pequeños cultos. El inició la costumbre de rezar el rosario cantado y en forma procesional, y esta práctica se extendió por la ciudad, de modo que cada sábado se rezaba así el rosario por un barrio distinto. Su confesor, el padre Espino, solía decir misa en el Calvario viernes y domingos. La gente comenzó a acudir a la ermita cada vez en mayor número, y aprovechaba para tratar con aquel santo terciario.

Un hombre que recibe consejos

El Calvario era para el Hermano Pedro como un oasis de paz y gozo espiritual, pero cada vez que bajaba a la ciudad, cada vez que visitaba los hospitales o pedía limosna para los pobres, volvía con el corazón destrozado: «¿Qué he de hacer, Señor, por estas gentes necesitadas?»… Una vez y otra daba vueltas en su interior a esta pregunta, sin saber cómo orientar en concreto la pujanza inmensa de su caridad interior. Hasta que por fin, como otras veces, recibió el Hermano Pedro respuesta a sus preguntas más profundas por una luz que Dios quiso darle a través de personas.

Ya dice San Juan de la Cruz que «el alma humilde no se puede acabar de satisfacer sin gobierno de consejo humano» (2 Subida 22,11). Pues bien, así procedió siempre el Hermano Pedro, cuando en Tenerife consultó con aquella señora espiritual, tía suya, si debía casarse, y permanecer en casa con su madre, o salir del pueblo para dedicarse a la Iglesia.

Un día, en la puerta del Calvario, un negro anciano que vivía del socorro del Hermano Pedro, viéndole a éste preocupado, se atrevió a decirle: «No os trajo Dios a esta tierra sólo para cuidar del Calvario. Andad y salid de aquí, que hay muchos pobres y necesitados a quienes podéis ser de mucho provecho y en que sirváis a Dios y os aprovechéis a vos mismo y a ellos». Estas palabras atravesaron el corazón de Pedro, siempre alerta a los signos que Dios pudiera darle por medio de otras personas.

Otro día llegó al Calvario arrastrándose un personaje popular, Marquitos, un impedido medio simple y balbuciente, muy dado a la oración y la penitencia. A él le consultó el Hermano Pedro si no sería ya el momento de «buscar edificio a propósito para enseñar a niños y abrigar pobres forasteros». Marquitos contestó que para conocer la voluntad de Dios hacía falta oraciones y penitencias: «Recorramos veintisiete santuarios de esta ciudad en honor de las veintisiete leguas que dicen que hay desde Jerusalén a Nazareth, y veréis cómo en el recorrido nos mostrará Dios el lugar de sus preferencias». El negro quedó de guardia en el Calvario, y al atardecer ellos partieron como mendigos de la voluntad de Dios providente. Al amanecer regresaron agotados, Marquitos por tullido, y Pedro porque la mayor parte del camino había tenido que cargar con él.

De allí partió el Hermano Pedro, sin descansar, para oir misa en la iglesia de los Remedios. Y pasó después a visitar a una anciana moribunda, María Esquivel, cuya casita quedaba junto al santuario de Santa Cruz. Aquella mujer dispuso entonces, por testamento verbal, que su casa y lugar se vendieran para pagar su entierro y decir misas por ella. Murió en seguida, el Hermano la enterró, y se procuró en limosnas los 40 pesos necesarios para adquirir aquel lugar.

«De esta manera llegaba a su desenlace la idea lanzada por un negro bozal, apoyada por un tullido y facilitada por una vieja agonizante. ¡Caminos misteriosos de la Providencia!» (Mesa 96).

El Hospital de Belén

En aquella pobre casita con techo de paja no se podía hacer mucho, pero se hizo. En primer lugar, se dispuso un oratorio en honor de la Virgen, presidido por una imagen de Nuestra Señora legada por María Esquivel. En seguida se compraron unas camas para convalecientes o forasteros pobres. Durante el día, se recogían las camas, y aquello se transformaba en escuela, de niñas por la mañana, y de niños por la tarde.

Un maestro pagado y un vecino voluntario -Pablo Sánchez, más tarde franciscano, y autor de un Catecismo cristiano-, se ocupaban de la enseñanza. El Hermano Pedro daba a los niños instrucciones religiosas, y se mezclaba con ellos en la algazara de las recreaciones. Con ellos bailaba y cantaba una copla de su invención: «Aves, vengan todas, / vengan a danzar, / que aunque tengan alas / les he de ganar».

El amor preferente del Hermano Pedro iba hacia los enfermos, y especialmente hacia los convalecientes, que apenas podían acabar de sanar a causa de su miseria y abandono. Había entonces en la ciudad el Hospital Real de Santiago, el de San Lázaro para leprosos, el de San Pedro para clérigos, y el de San Alejo, en el que los dominicos atendían a los indios. Todos ellos eran apenas suficientes, pues estaban escasamente dotados por la Corona y por los donativos de particulares.

A ellos acudía sólamente la gente pobre, los negros, y sobre todo los indios, muchos más en número. Cuando acudían éstos, humildes y acobardados por la enfermedad, apenas entendían la lengua con frecuencia, y en cuanto sanaban, aún convalecientes, se veían en la calle, sin asistencia, trabajo ni albergue. Este abismo de miseria era el que atraía a Pedro de Betancur con el vértigo apasionado de la caridad de Cristo.

Un día en que el Hermano Pedro hacía su ronda como limosnero de su pobre albergue, encontró en la portería de San Francisco una viejecita negra, antigua esclava abandonada. «¿Quién cuida de vos, señora?», le preguntó, y cuando supo que estaba completamente desamparada, cargó con ella. Esta fue la primera cliente del santo Hospital, pero pronto hubo muchos más convalecientes, y en 1661 pudo el Hermano Pedro adquirir un solar contiguo para ampliar la casa de Belén.


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

Fr. Nelson M.
amigos@fraynelson.com

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La Foto de Hoy


Naturaleza vs. urbanismo: ¿es forzosa la tensión?

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Santo del Día

Santos Fundadores de la Orden Siervos de María.-

En un período de dos años, siete jóvenes florentinos, miembros de las familias más importantes de la ciudad, se asociaron a la Confraternidad de la Santísima Virgen.

Popularmente conocidos como los “Ludesi” o los alabadores, vivieron en una época en que Florencia estaba acosada por alborotos políticos y perturbada por la herejía.

Pese a algunas dificultades, los jóvenes, por revelación divina, decidieron alejarse del mundo. Tras conseguir la aprobación del Obispo, se mudaron a una casa llamada “La Carmazia”, en las afueras de la ciudad, donde decidieron llevar una vida de penitencia y oración.

Sin embargo, los continuos visitantes florentinos comenzaron a distraerlos, por lo que resolvieron retirarse a las laderas desiertas del Monte Senario. Allí se construyó una sencilla Iglesia y una ermita, en la que llevaron vida de austeridad casi increíble.

No obstante, tras una nueva visión de la Virgen en oración profunda, los jóvenes, –por indicación de Nuestra Señora-, formaron la Orden Siervos de María, vistiendo un hábito negro y siguiendo la regla de San Agustín.

A partir del año 1240, se les llamó Siervos de María o Servitas, quienes rápidamente extendieron su labor apostólica por toda Florencia, llegando a fundar varios conventos e iglesias.

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Cumpleaños

Carolina Gutiérrez.- Madrid, España

Juán Guillermo Iglesias Bieler.- Cali, Colombia

Padre Néstor Linier Escobar Sandoval.- Chitré, Panamá (1958) – Siempre es bendito Dios en la fecha del cumpleaños de una persona, con mayor razón en la fecha de un sacerdote, puesto que ha nacido nuevamente en la gracia para Dios y para los hombres, al ser ordenado y cumplir sus años.

Francisco Terrazas Urgel.- Santa Cruz de la Sierra, Bolivia (2009) – Que su primer añito sea el primero de tantos caminando bajo la mirada del Señor. tati

Cesar A. Vega M..- David, Panama – Felicidades porque los años que vives y cumples los has usado realmente para realizar la misión que el Señor te encomendó.

[Añade otro cumpleaños]

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Bautismos
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Aniversario de Ordenación Sacerdotal

Fray José Gabriel Mesa A, O.P..- Ordenación Sacerdotal. Bogotá, Colombia (1990)

[Añade otro aniversario de ordenación]

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Aniversario de Matrimonio

Jhonny y Edith.- Santa Cruz, Bolivia (2007) – Que Dios no aparte su mirada de este matrimonio.

[Añade otro aniversario de matrimonio]

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Grupos, Comunidades, Congregaciones…

Fraternidad Bernardo de Quintavalle – Orden Franciscana Seglar (OFS).- Aguadulce, Panamá – Bendito sea Dios por la consagración de los 6 primeros hermanos de la OFS de Aguadulce el 17 de Febrero de 2008 y que esta semilla crezca, de frutos para Dios en abundancia y sea esparcida por Su misericordia a través de todas las poblaciones panameñas y del mundo entero, para Gloria del Altísimo. Dios nos ha bendecido como franciscanos seglares; bendito sea Nuestro Señor por la fundación de esta amadísima fraternidad franciscana de Aguadulce y La Pintada. San Francisco y Santa Clara: por favor orad por nosotros a los pies de Jesús hacia donde siempre querremos dirigir nuestras vidas. Amén!

[Añade otro aniversario de un grupo]

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Evangelización Viva para hoy y los próximos días

[Añade otro evento de evangelización: Son bienvenidas fechas futuras, por ejemplo si deseas dar a conocer algún congreso, concierto, retiro, o similares]

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Otras fechas importantes para ti
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Fallecieron en un día como hoy…

Brenda Gonzáles Guillén.- Lima, Perú (2010) – Recordandote siempre en mi corazón. Hija mia, Dios te tenga a su lado.

[Añade el nombre de personas fallecidas por las que quieres que oremos]

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Enlace recomendado para este día

Grandes pensadores de nuestro tiempo

“Nadie nos obliga a elegir entre ‘todo Estado’ y ‘todo individuo’. Tenemos que defender ambos y que cada uno limite los abusos del otro” Haz click AQUÍ.

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Un poco de Humor…

Chat entre flojos

– ¿Conoces ese gran momento en que uno se levanta lleno de energía?
– …
– Yo tampoco!

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Palabra de Dios
para alimentar tu día


Tiempo Ordinario, Año Impar,
Semana No. 6, Viernes


Lecturas de la S. Biblia

Temas de las lecturas: Voy a bajar y a confundir su lengua * Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad. * El que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará

Textos para este día:

Génesis 11,1-9:

Toda la tierra hablaba la misma lengua con las mismas palabras. Al emigrar (el hombre) de oriente, encontraron una llanura en el país de Senaar y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: “Vamos a preparar ladrillos y a cocerlos.” Emplearon ladrillos en vez de piedras, y alquitrán en vez de cemento. Y dijeron: “Vamos a construir una ciudad y una torre que alcance al cielo, para hacernos famosos, y para no dispersarnos por la superficie de la tierra.” El Señor bajó a ver la ciudad y la torre que estaban construyendo los hombres; y se dijo: “Son un solo pueblo con una sola lengua. Si esto no es más que el comienzo de su actividad, nada de lo que decidan hacer les resultará imposible. Voy a bajar y a confundir su lengua, de modo que uno no entienda la lengua del prójimo.”

El Señor los dispersó por la superficie de la tierra y cesaron de construir la ciudad. Por eso se llama Babel, porque allí confundió el Señor! la lengua de toda la tierra, y desde allí los dispersó por la superficie de la tierra.

Salmo 32:

El Señor deshace los planes de las naciones, / frustra los proyectos de los pueblos; / pero el plan del Señor subsiste por siempre, / los proyectos de su corazón, de edad en edad. R.

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, / el pueblo que él se escogió como heredad. / El Señor mira desde el cielo, / se fija en todos los hombres. R.

Desde su morada observa / a todos los habitantes de la tierra: / él modeló cada corazón, / y comprende todas sus acciones. R.

Marcos 8,34-9,1:

En aquel tiempo, Jesús llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: “El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará. Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla? Quien se avergüence de mí y de mis palabras, en esta generación descreída y malvada, también el Hijo del hombre se avergonzará de él, cuando venga con la gloria de su Padre entre los santos ángeles.” Y añadió: “Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto llegar el reino de Dios en toda su potencia.”

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Homilías para escuchar

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Más…

1

2001/02/16 Haz click para escuchar o grabar una versión en MP3
Condiciones para seguir a Jesús

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2

2011/02/18 Haz click para escuchar o grabar una versión en MP3
Babel es la imagen de una civilización que quiere construirse al margen de Dios, y en últimas, en contra suya. Tal arrogancia lleva a la confusión por incapacidad de entenderse unos con otros. Hay que escoger entre Babel, lugar de suicidio cultural, o la Jerusalén del Cielo, casa del plan de Dios.

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3

2017/02/17 Haz click para escuchar o grabar una versión en MP3
Jesucristo con su cruz venció al demonio, a la muerte y al pecado; como sus discípulos también sufriremos, pero al final Él nos dará a la plenitud de su victoria.

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Más información sobre este día aquí

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Homilía para leer

Temas de las lecturas: Voy a bajar y a confundir su lengua * Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad. * El que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará

1. El pecado no une

1.1 Cuando vemos trabajar organizadamente al crimen, por ejemplo, para realizar un “exitoso” ataque terrorista, podemos hacernos la idea de que hay unidad entre esos malvados. La primera lectura de hoy nos enseña que no es así. El pecado no une; el pecado lleva dentro de sí el germen de la confusión y de la división.

1.2 Deberían bastar los ejemplos que la historia nos brinda para estar de acuerdo en que esto es así. En un grupo de ladrones cada uno necesita de los demás para lograr el objetivo, pero una vez conseguido el botín “los demás” estorban, y si en ese momento pudiera quitarlos de en medio, lo haría, como de hecho sucede muchas veces: al fin y al cabo, menos gente significa menor número, menos porciones, y por tanto: más ganancia.

1.3 El pecado, pues, no une porque en el fondo cada uno está mirando por lo suyo. El pecado sabe utilizar a los otros, pero no unirse a ellos. Es el significado alegórico de la “confusión” de Babel. Cada uno creía estar en el mismo proyecto y estar trabajando por la misma meta, pero en realidad cada uno era cabeza de un imperio y suponía que los demás eran sus súbditos.

1.4 Tal vez la consecuencia más dramática de la desunión del pecado es la desunión de la pareja y de la familia. Un número sorprendente de hombres y mujeres se unen no en razón ni en el nombre de Dios sino en el nombre del deseo y del interés encubierto o descarado de extraer como aspiradoras todo lo deleitable o costoso del otro. Estas parejas, como Babel, están condenadas a los malos entendidos y finalmente a la separación.

2. No es la última palabra

2.1 Sin embargo, Babel no es la última palabra. Hay en la Biblia un “anti-Babel”, una escena que de modo maravilloso devuelve la tragedia que hoy tenemos que contemplar. Ese “anti-Babel” es Pentecostés (Hch 2), allí donde hombres de distintas razas, pueblos y lenguas pueden encontrarse y entenderse, porque el Espíritu Santo les da un lenguaje común.

2.2 Si Babel es la tierra del orgullo, condensado en aquella expresión: “seremos famosos… alcanzaremos el cielo”, Pentecostés es el valle de la humildad. El día mismo de esta gran fiesta Pedro predica a la multitud y lo primero que hace es recordarles la gravedad del crimen que se ha cometido: “Sepa pues ciertísimamente toda la Casa de Israel, que a este Jesús que vosotros colgasteis en un madero, Dios ha hecho Señor y Cristo” (Hch 2,36).

2.3 De esta denuncia, cargada de infinito celo por la gloria divina, brotan la compunción y la conversión: “Entonces oído esto, fueron compungidos de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Y Pedro les dice: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesús, el Cristo, para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque a vosotros es la promesa, y a vuestros hijos, y a todos los que están lejos; a cualesquiera que el Señor nuestro Dios llamare. Y con otras muchas palabras testificaba y los exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. Así que, los que recibieron su palabra, fueron bautizados; y fueron añadidas a ellos aquel día como tres mil personas” (Hch 2,37-41).

2.4 La Eucaristía es el banquete de la unidad. Alrededor del altar somos uno, como nos predica bellamente Pablo: “Ahora en Cristo Jesús, vosotros, que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido acercados por la sangre de Cristo. Porque El mismo es nuestra paz, quien de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne la enemistad, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un nuevo hombre, estableciendo así la paz, y para reconciliar con Dios a los dos en un cuerpo por medio de la cruz, habiendo dado muerte en ella a la enemistad. y vino y anunció paz a vosotros que estabais lejos, y paz a los que estaban cerca; porque por medio de El los unos y los otros tenemos nuestra entrada al Padre en un mismo Espíritu” (Ef 2,13-18).

3. Cargar con la Propia Cruz

3.1 Las palabras de Jesús tenían que oírse como el restallido de un latigazo en quienes le escuchaban. La cruz era el emblema abominado y abominable tanto para romanos como judíos. Para los unos era el símbolo mismo de la ignominia que sólo podían merecer los esclavos rebeldes; para los otros, el espanto de una muerte atroz y la señal de la garra implacable del águila imperial de Roma. Jesús toma ese signo detestable, casi repugnante, y lo asocia con la vida de sus discípulos. ¿Por qué?

3.2 Se trata de mostrar que el evangelio conlleva pérdidas y no de cualquier orden: pérdidas radicales. Esto es algo que podía no ser obvio a quienes veían cómo este profeta maravilloso, este Jesús de Nazareth sanaba toda clase de enfermedades y expulsaba todo tipo de demonios. Nada parecía quedarle grande y nada parecía costar demasiado trabajo. Todo parecía ganancia y no se veían las pérdidas. Pues bien, este profeta portentoso en obras nos quiere bien despiertos con sus palabras. Y nos advierte que no todo es ganancia; que hay un precio, y es tan alto como la propia vida.

3.3 No se trata de que estemos “comprando” la salvación sino de que la condición misma de salvados es algo dinámico, algo que ha de realizarse más de una vez, o por mejor decir, de un modo continuo. La vida “salvada” es una vida de continuo “ofrecida,” y ello entraña una actitud de permanente gracia, gratuidad y gratitud. El discípulo no es el que disfruta de una vida sin problemas sino el que puede hacer de su vida y de sus problemas algo nuevo y fecundo, algo significativo y hermoso, algo entrañable y cargado de amor y sentido.

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Video recomendado para este dia!

Como bien enseña la Constitución Dei Verbum del Vaticano II, Dios se revela a través de obras y palabras, de modo que las obras confirman a las palabras mientras que las palabras esclarecen a las obras.

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