Simposio teológico sobre la Misericordia, 2 de 3: La misericordia en la teología

La Misericordia en la Teología

1. Díptico pecado y redención. En la Antigüedad el término Misericordia existe pero no en abundancia. ¿Cómo se expresa la realidad de la Misericordia siendo que la palabra no es excesivamente frecuente? La respuesta a la pregunta está en el contraste pecado/redención.

Contexto: El Cristianismo nace entre religiones paganas. La deidad paganas son una extrapolación de lo humano. Los dioses son arquetipos y por lo tanto son lógicos, en el sentido que es natural intentar imitarlos. Para el Cristianismo, expresar la lenguaje de la Misericordia la categoría preferida por los Padres es la de la Redención.

En el Cristianismo, sin embargo, aparece cargado de paradojas y contradicciones y no fluye a partir de las expectativas humanas. No hay intento de disminuir o suavizar las paradojas cristianas. Los Padres de la Iglesia no rebajan o negocian el Mensaje con sus Dogmas. Los Padres de la Iglesia se siguen manteniendo en cuatro afirmaciones que no son cuestionables: Encarnación, Crucifixión, Resurrección y la celebración de la Eucaristía.

El Dios cristiano revienta las categorías intelectuales. Todo se ha hecho por nosotros y por nuestra salvación. La paradoja del Cristianismo es un desafío a la inteligencia pero al mismo tiempo es un anuncio colosal del amor que venció todas las barreras. San Ignacio de Antioquía y San Irineo de Lion dijeron que si Cristo sufrió fue porque me amó hasta el extremo. Toda la paradoja cristiana se traduce a una declaración de amor.

2. Carta a Diogneto (cap. 8.5-9.6)

En esta carta se conoce esta por el destinatario y no tanto por el autor que permanece desconocido. Se da a conocer que Dios es misericordioso, dando primero a conocer al ser humano su condición de pecador. El grito de misericordia está unido a la realidad del pecado en un doble sentido: primero en reconocer nuestra condición y segundo en darnos cuenta que por nosotros mismo no podíamos salir de esa condición.

3. San Agustín realza la Gracia.

Agustín fue un hombre insaciable por las artes. Fue un retórico, encargado de vender las ideas. Era experto en leyes y en marketing con una gran persuasión. Intenta explicar la existencia del mal por un reflejo terreno de una lucha entre dos dioses: el del bien y el del mal (maniqueísmo). Agustín sale de la secta de los maniqueos porque se da cuenta que están obsesionados por el dinero y el poder. La secta es un negocio falaz.

Tiene un encuentro con San Ambrosio que junto a los sufrimientos de su madre Santa Mónica consiguen su conversión. San Agustín siente que Dios ha tenido paciencia con él. Lo que le hace cambiar es la Gracia de Dios. Esta Gracia le proporciona paciencia y providencia que le convierte de su mala vida.

San Agustín proclama que afirmando a Dios como salvador también se afirma la bondad de todo lo que ha hecho. El Agustín redimido es a la vez el Agustín liberado.

Pelagio, contemporáneo de Agustín, enseña algo que alarma al Santo. Pelagio dice que con entrenamiento y fuerza de voluntad puedes conseguir lo que quieras. Cristo es un ejemplo de que sí se puede hacer todo con entrenamiento. Para Pelagio, el bautismo es un sello de pertenencia y reconocimiento. El bautismo es una declaración extrínseca de algo que se consigue con entrenamiento. San Agustín ve que se niega el poder y el valor de la Gracia. Hay un pesimismo antropológico bien entendido que se debe dar: el hombre por sus propias fuerzas no puede. La Iglesia entra en lucha para defender la Misericordia.

4. Santo Tomás hablando sobre la Ley Nueva.

Para el Santo el lenguaje de la Misericordia es el mismo que el de la Gracia. La Misericordia la define como atributo de Dios que es asimétrico. En I-II ST (al final) estudia la Gracia. Allí habla de la influencia externa de los actos humanos: 1. La perversión de los demonios, 2. La ley y 3. La Gracia (lex nova).

Para el santo la ley no es enemiga ni de la Gracia ni de la Misericordia. La ley es la primera de las expresiones de la Misericordia divina.

La ley carece de la capacidad de mover, es pura declaración. La Ley Nueva trae la moción interior.

La premoción física o la ayuda de la Gracia no está vinculada con el pecado. Cada santo es misericordia divina avanzando. Tomás ensancha el lenguaje de la Misericordia hasta que se confunde con el plan de la Salvación.

5. Modernidad y Postmodernidad.

En la Modernidad la peor plaga es la indiferencia. ¿Cuáles son las raíces del indiferentismo? La exacerbación de la propia conciencia. Otra raíz es el anticristianismo que se gesta en Francia y hace surgir una clase social que no existía. Voltaire y los ilustrados ridiculizan a la Iglesia. El subjetivismo y el racionalismo se van a unir. Se producirá una especie de reencarnación del pelagianismo. La Modernidad se va a caracterizar por un optimismo antropocéntrico racionalista. La sociedad se puede mejorar continuamente pensaban ingenuamente. El racionalismo y el subjetivismo han hecho que se evite la palabra pecado.

Olvidar el lenguaje del anuncio del pecado es hacer inútil el mensaje de la misericordia. El anuncio del año de la Misericordia tendrá calado si va unido a la conciencia de dónde está el bien y a las veces que he faltado de buscarlo y a la grandeza de nuestra propia vocación.