Una vida marcada por la Pascua, 08 de 12: El Reino de Dios

8. El Reino de Dios

* Un buen resumen de la obra del Espíritu en nosotros es que podamos llegar a gustar el bien. ‘Gustar el bien’ quiere decir percibir y disfrutar su buen sabor. El Espíritu siempre llega el primero. Con esta gracia es posible vencer todo pecado.

* De todo lo que hizo Jesús en esta tierra, ¿qué es lo propio y particular de su ministerio? Los milagros no fueron porque taumaturgos ya hubo en el A.T., por ejemplo Eliseo; los exorcismos tampoco porque los Sumos Sacerdotes tenían tales poderes; sus recomendaciones sobre cómo vivir tampoco porque en el libro de la Sabiduría o en el Eclesiastés ya se dieron. Lo que hacen único el ministerio de Cristo son cuatro características:

+ Las Bienaventuranzas. No es fácil encontrar esta novedad.
+ El anuncio del Reino de Dios. La cercanía del Reino.
+ La familiaridad con su Padre. Dios es su Padre.
+ La certeza y la llegada de su Hora.

* Empecemos por el Anuncio del Reino.

(1) El Pueblo Elegido había conocido dos tipos de reyes: los suyos propios y los otros imperios (egipcios, filisteos, asirios, caldeos, persas, helenísticos y romano). La conclusión es que los poderes de este mundo son desalmados y crueles. Los reinos de este mundo son salvajes que se aprovechan de los súbditos. En la actualidad, los políticos siguen la misma tónica. Los de izquierda y derecha se han mezclado y lo único que buscan es aprovecharse y representar un papel.

(2) El A.T. es un largo camino que muestra que el corazón humano está enfermo y que los poderes humanos jamás van a poder sanarlo. Los imperios mundanos son enfermos patológicos. El Reino de Dios significa que este mundo el Señor lo quiere salvar para Sí. Dios quiere gobernar este mundo. Reino de Dios significa una ruptura radical, comienzo de una realidad nueva que empieza en Cristo mismo, y luego en sus discípulos.

(3) ¿Qué líderes de la antigüedad se salvan? Moisés es una gran referencia, Josué fue fiel. David: sí, Salomón: no, Josías y Ezequías fueron decentes. De todos ellos habría que dejar a David. De ahí que a Jesús le llamen Hijo de David, como diciendo: “estamos a salvo”. David es el pináculo. En el reino de David se poseía todo lo que anhela el corazón (seguridad, prosperidad y fecundidad) y además en armonía con Dios. Los 33 años del Reino de David fueron el Reino de Dios y tras su desaparición lo único que los judíos anhelan es en la Restauración de este Reino.

(4) Cristo, para sacarles de la falsa idea del Reino de Dios lo que hace es siempre hablarles en parábolas. Quiere explicarles en qué consiste este Reino y lo más difícil es hacerles ver que el Reino de Dios es de Dios. De Dios porque Él lo hace y reina; y de Dios porque Él es el que reina. La clave es hacerles ver cómo va a llegar ese Reino. Los judíos imaginaban una historia grandiosa y fantástica y esas parábolas les decepcionan porque hablaban de semillas, redes que atrapan todo tipo de peces, hombre que encuentra un tesoro y cosas parecidas. Las parábolas no hablan de grandiosas victorias sino de cosas pequeñas. Con Pentecostés el ídolo de la Restauración cae por completo.

* ¿Cómo enlaza el Reino de Dios con la Cruz y la Pascua del Señor? El Reino de Dios supone la superación de los reyes de este mundo, desacreditados y llamados a conversión; por lo tanto la Cruz es inevitable. Si se predica el Reino de Dios, a la fuerza te vas a poner en contra del mundo.

* Las Bienaventuranzas por su parte indican que solo los que se desengañan de los poderes de este mundo y se aferran a la fuerza de Dios, pueden experimentar la alegría que no acaba y que no engaña. Los destinatarios de las Bienaventuranzas son los aburridos, los decepcionados, los cansados, los fastidiados, que no creen al poder del mundo. Los excluidos de poder son los que mejor pueden entenderlas.

* El Reino de Dios es la respuesta a todos los ataques del demonio. El demonio ataca observando alguna de tus codicias (apegos) y proveyendo atajos (método para engañarnos).

* Una vida marcada por la Pascua es una vida señalada por el Reino de Dios. Significa que vivir tan decepcionados y desprendidos de corazón de todo y al mismo tiempo tan apegados al amor de Dios, hace que el Espíritu Santo tenga una amable morada en nosotros.