La santificación a través de lo más sencillo y ordinario

Pido a Dios que te sirvan también de modelo la adolescencia y la juventud de Jesús, lo mismo cuando argumentaba con los doctores del Templo, que cuando trabajaba en el taller de José.

¡Treinta y tres años de Jesús!…: treinta fueron de silencio y oscuridad; de sumisión y trabajo…

Ante Dios, ninguna ocupación es por sí misma grande ni pequeña. Todo adquiere el valor del Amor con que se realiza.

El heroísmo del trabajo está en llevar a término cada tarea.

Insisto: en la sencillez de tu labor ordinaria, en los detalles monótonos de cada día, has de descubrir el secreto -para tantos escondido- de la grandeza y de la novedad: el Amor.

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