Carta a Dios de un sacerdote antes de morir

“Tuvo la vida de un “sacerdote de a pie” y con profunda sencillez busco ser fiel a su vocación. Desde joven padeció una grave enfermedad cardíaca y renal que lo obligó a estar sometido a diálisis durante muchos años. Vivió en todo momento sin dejar de sembrar esperanza, hasta su muerte en Madrid, el 11 de junio de 1991. Acá les dejamos su último artículo antes de morir, una carta a Dios, un precioso texto digno de ser meditado y compartido…”

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El valor de las Organizaciones Internacionales

440 La Iglesia favorece el camino hacia una auténtica « comunidad » internacional, que ha asumido una dirección precisa mediante la institución de la Organización de las Naciones Unidas en 1945. Esta organización « ha contribuido a promover notablemente el respeto de la dignidad humana, la libertad de los pueblos y la exigencia del desarrollo, preparando el terreno cultural e institucional sobre el cual construir la paz ».909 La doctrina social, en general, considera positivo el papel de las Organizaciones intergubernamentales, en particular de las que actúan en sectores específicos,910 si bien ha expresado reservas cuando afrontan los problemas de forma incorrecta.911 El Magisterio recomienda que la acción de los Organismos internacionales responda a las necesidades humanas en la vida social y en los ambientes relevantes para la convivencia pacífica y ordenada de las Naciones y de los pueblos.912

441 La solicitud por lograr una ordenada y pacífica convivencia de la familia humana impulsa al Magisterio a destacar la exigencia de instituir « una autoridad pública universal reconocida por todos, con poder eficaz para garantizar la seguridad, el cumplimiento de la justicia y el respeto de los derechos ».913 En el curso de la historia, no obstante los cambios de perspectiva de las diversas épocas, se ha advertido constantemente la necesidad de una autoridad semejante para responder a los problemas de dimensión mundial que presenta la búsqueda del bien común: es esencial que esta autoridad sea el fruto de un acuerdo y no de una imposición, y no se entienda como un « super-estado global ».914

Una autoridad política ejercida en el marco de la Comunidad Internacional debe estar regulada por el derecho, ordenada al bien común y ser respetuosa del principio de subsidiaridad: « No corresponde a esta autoridad mundial limitar la esfera de acción o invadir la competencia propia de la autoridad pública de cada Estado. Por el contrario, la autoridad mundial debe procurar que en todo el mundo se cree un ambiente dentro del cual no sólo los poderes públicos de cada Nación, sino también los individuos y los grupos intermedios, puedan con mayor seguridad realizar sus funciones, cumplir sus deberes y defender sus derechos ».915

442 Una política internacional que tienda al objetivo de la paz y del desarrollo mediante la adopción de medidas coordinadas,916 es más que nunca necesaria a causa de la globalización de los problemas. El Magisterio subraya que la interdependencia entre los hombres y entre las Naciones adquiere una dimensión moral y determina las relaciones del mundo actual en el ámbito económico, cultural, político y religioso. En este contexto es de desear una revisión de las Organizaciones internacionales; es éste un proceso que « supone la superación de las rivalidades políticas y la renuncia a la voluntad de instrumentalizar dichas organizaciones, cuya razón única debe ser el bien común »,917 con el objetivo de conseguir « un grado superior de ordenamiento internacional ».918

En particular, las estructuras intergubernamentales deben ejercitar eficazmente sus funciones de control y guía en el campo de la economía, ya que el logro del bien común es hoy en día una meta inalcanzable para cada uno de los Estados, aun cuando posean un gran dominio en términos de poder, riqueza, fuerza política.919 Los Organismos internacionales deben, además, garantizar la igualdad, que es el fundamento del derecho de todos a la participación en el proceso de pleno desarrollo, respetando las legítimas diversidades.920

443 El Magisterio valora positivamente el papel de las agrupaciones que se han ido creando en la sociedad civil para desarrollar una importante función de formación y sensibilización de la opinión pública en los diversos aspectos de la vida internacional, con una especial atención por el respeto de los derechos del hombre, como lo demuestra « el número de asociaciones privadas, algunas de alcance mundial, de reciente creación, y casi todas comprometidas en seguir con extremo cuidado y loable objetividad los acontecimientos internacionales en un campo tan delicado ».921

Los Gobiernos deberían sentirse animados a la vista de este esfuerzo, que busca poner en práctica los ideales que inspiran la comunidad internacional, « especialmente a través de los gestos concretos de solidaridad y de paz de tantas personas que trabajan en las Organizaciones No Gubernativas y en los Movimientos en favor de los derechos humanos ».922

NOTAS para esta sección

909Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2004, 7: AAS 96 (2004) 118.

910Cf. Juan XXIII, Carta enc. Mater et magistra: AAS 53 (1961) 426. 439; Juan Pablo II, Discurso a la XX Conferencia General de la FAO (12 de noviembre de 1979) 6: L’Osservatore Romano, edición española, 22 de noviembre de 1979, p. 9. Id., Discurso a la UNESCO (2 de junio de 1980), 5, 8: AAS 72 (1980) 737. 739-740; Id., Discurso al Consejo de Ministros de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) (30 de noviembre de 1993), 3, 5: AAS 86 (1994) 750-752.

911Cf. Juan Pablo II, Mensaje a la Señora Nafis Sadik, Secretaria General de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (18 de marzo de 1994): AAS 87 (1995) 191-192; Id., Mensaje a la Señora Gertrude Mongella, Secretaria General de la IV Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer (26 de mayo de 1995): L’Osservatore Romano, edición española, 2 de junio de 1995, pp. 20-21.

912Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 84: AAS 58 (1966) 1107-1108.

913Conclio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 82: AAS 58 (1966) 1105; cf. Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris: AAS 55 (1963) 293 y Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 78: AAS 59 (1967) 295.

914Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2003, 6: AAS 95 (2003) 344.

915Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris: AAS 55 (1963) 294-295.

916Cf. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 51-55. 77-79: AAS 59 (1967) 282-284. 295-296.

917Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 43: AAS 80 (1988) 575.

918Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 43: AAS 80 (1988) 575; cf. Id., Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2004, 7: AAS 96 (2004) 118.

919Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 58: AAS 83 (1991) 863-864.

920Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 33. 39: AAS 80 (1988) 557- 559. 566-568.

921Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 26: AAS 80 (1988) 544-547.

922Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2004, 7: AAS 96 (2004) 118.


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LECTIO 20160416

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