Elogio de la genuina humildad

Si eres sensato, humilde, habrás observado que nunca se acaba de aprender… Sucede lo mismo en la vida; aun los más doctos tienen algo que aprender, hasta el fin de su vida; si no, dejan de ser doctos.

Buen Jesús: si he de ser apóstol, es preciso que me hagas muy humilde. El sol envuelve de luz cuanto toca: Señor, lléname de tu claridad: que yo me identifique con tu Voluntad adorable, para convertirme en el instrumento que deseas… Dame tu locura de humillación: la que te llevó a nacer pobre, al trabajo sin brillo, a la infamia de morir cosido con hierros a un leño, al anonadamiento del Sagrario. -Que me conozca: que me conozca y que te conozca. Así jamás perderé de vista mi nada.

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